Barrio Fomento 9 de Julio

De tradición santafesina y gringos

Santa Fe se forjó desde la última parte del Siglo XIX en adelante con la inmigración, fundamentalmente de españoles, italianos, suizos y alemanes. Otros pueblos del viejo continente llegaron a esta provincia, la primera y la más ampliamente abierta a la verdadera colonización con el acceso a la propiedad de la tierra para los recién llegados.

Sobre la base de ese imaginario social resumido en la expresión “Crisol de razas”, puede citarse a la Lic. Blanca María Isabel Gioria, que en la Revista América del Centro de Estudios Hispanoamericanos de Santa Fe, detalla que “El número de manzanas habitadas por la población en el ejido urbano era en 1887 de 219; en 1901 alcanzan a 278 y, en 1907 suman 350 (22). En tan solo 20 años se urbanizan 131 manzanas”. Este crecimiento poblacional devenía de la inmigración. Gioria menciona que en censos nacionales, provinciales y municipales, entre los años 1858 y 1923, “…se aprecia entre los años 1887 – 1914, a lo largo de casi 30 años, la relación entre argentinos y extranjeros ha sido de 70/30 aproximadamente”.

Asimismo, caracteriza que “Del 100% de los extranjeros, el 70 % fue inmigración italiana (en su mayoría piamonteses, romanos, genoveses, napolitanos) y siguen en orden decreciente franceses, españoles, suizos y alemanes. Las dos terceras partes de los inmigrantes pertenecen al sexo masculino. Y, no solo importa su número sino sus ideas e intereses (como la aspiración de elegir sus representantes, sus derechos políticos, respeto a su religión, libertad de culto) que se materializarán en inéditas formas en la ciudad, como nuevos barrios, clubes, colegios religiosos, iglesias y templos, asociaciones e instituciones”. (Construcción del territorio y del espacio de la ciudad de Santa Fe – desde la llegada de los inmigrantes hasta la crisis mundial del ’30 – Lic. Blanca María Isabel Gioria – Revista América N°18)

En particular, la ciudad de Santa Fe tuvo en el crecimiento de sus barrios tuvo una marcada concordancia temporal con las oleadas inmigratorias principales. Barrio 9 de Julio, y Barrio Oser como núcleo inicial del vecindario, no escaparon a esa dinámica, ya adentrado el Siglo XX.

De ese cambio cultural y social que introducen en Santa Fe los inmigrantes dan cuenta el surgimiento de numerosos centros y asociaciones relacionados a las etnias y orígenes de los nuevos pobladores. Sin embargo, en algunos casos, incluso registrados no solo en la ciudad sino en toda la provincia (en las colonias especialmente), aquellos inmigrantes incorporaron rasgos distintivos y prácticas culturales relacionadas a la identidad nacional, tradicionalmente anclada a la figura del gaucho. Al respecto, vale visualizar la existencia de muchos centros tradicionalistas en ciudades del centro sur santafesino, con jinetes ataviados con la típica vestimenta del paisano, desfilando en sus pueblos durante las fiestas patrias. Tradicionalistas con ojos azules o verdes, tez blanca y cabellera rubia, de apellidos de inmigrantes. A modo de ejemplo, se puede mencionar que en la ciudad de San Martín de las Escobas (Dpto. San Martín), ocupada por colonos italianos, suizos y españoles, se realiza la “Fiesta Provincial del Gaucho”.

Y esta mixtura cultural, identitaria, encuentra en Barrio Oser (luego parte de 9 de Julio), una historia que suma además un fuerte sentimiento de pertenencia santafesina. Rubén Bagnaroli, recordado médico veterinario de la ciudad, vivió hasta los once años de edad en el vecindario. Su casa estaba sobre Luciano Torrent, casi San Martín, que era de tierra con cunetas, allá por 1940. Descendiente de aquellos inmigrantes, con el tiempo, abrevó en la cultura nacional y en la identidad gaucha, tanto fue así que lo llevó a integrar el Fortín Tradicionalista “Brigadier General Estanislao López” de la ciudad. Bagnaroli fue uno de esos “gringos acriollados”, y como tal se embarcó con el centro que lleva el nombre del “Patriarca de la Federación” en recuperar un símbolo santafesino, despojado de la ciudad en las épocas de la Guerra Civil del Siglo XIX: La campana del Cabildo de Santa Fe.

El historiador santafesino Leo W. Hillar Puxeddu relató en su libro “De los orígenes toponímicos de símbolos e instituciones en la historia de Santa Fe” (2003) que “El Cabildo de Santa Fe, como casi todos los cabildos, tenía una campana. Su tañido convocaba al pueblo para la lucha en caso de ataques; para la celebración de los grandes fastos locales, virreinales, reales y más tarde patrios, y para otras tantas circunstancias más”. Al parecer, la campana que se colocara en el Cabildo de la ciudad en 1770 había sido fundida en las misiones jesuíticas en el siglo XVII, congregación que fuera expulsada de América en 1767 por la dinastía Borbón, por lo que sus bienes fueron vendidos.

En cuanto a Santa Fe, vale rescatar como lo menciona Hillar Puxeddu, que la ciudad “En el siglo XIX no solo sufrió los ataques indígenas, sino que en 1815 al declararse autónoma, el empeño centralista de Buenos Aires por retenerla, se manifestó en las brutales invasiones directoriales que se sucedieron desde 1815 a 1820. Todas fueron rechazadas por los santafesinos, de allí lo de ‘Provincia Invencible de Santa Fe’. En todos estos avatares la campana del Cabildo sirvió para alertar o convocar al pueblo para la defensa o también reunirlo para anunciarle las victorias”.

En el año de la declaración de la Independencia Nacional, bajo el Gobierno de Mariano Vera, “…cayó la más injusta y salvaje invasión que sufriera la provincia. Los santafesinos acaudillados por el gobernador Vera y el general Estanislao López terminaron por poner en fuga a los 1.500 hombres del ejército porteño del Gral. Díaz Vélez”, relata Puxeddu. En la breve descripción de aquellos acontecimientos, el historiador expone: “Durante la ocupación la soldadesca saqueó durante semanas la ciudad de tal forma que la misma quedó en la peor de las miserias. Nada se salvó. Del Cabildo se robaron la campana. Hecho injuriante, que lesionaba el espíritu de libertad de todo un pueblo por lo que ella representaba; simbolizaba el anhelo de todos, lo que vale decir la descentralización, la autonomía, la capacidad de autodeterminación”. De esta forma, la campana saqueada se mantuvo lejos de Santa Fe en algunos lugares de Buenos Aires, hasta que fue depositada en 1930 –como trofeo de guerra- en el Museo Histórico de Luján.

Pero llegaría 1986, y en el marco de las recordaciones por el bicentenario del nacimiento del Brigadier General Estanislao López, las instituciones tradicionalistas santafesinas, en especial el Fortín Brigadier General Estanislao López, movilizaron a autoridades de ambas provincias para que el símbolo arrebatado en otro tiempo y contexto -político e histórico- volviera a la ciudad a la que pertenecía. Así, recuerda Puxeddu “Después de nueve días de viaje a caballo desde Luján, los jinetes del Fortín Estanislao López y de otras entidades de la Federación Gaucha de la Provincia, entraban a Santa Fe el 22 de noviembre, día del natalicio de López…”.

El presidente del Fortín santafesino era aquel vecino de Barrio Oser de apellido italiano, Rubén Bagnaroli, montado en su caballo, con otro de tiro donde venía la pequeña campana atada sobre el basto. Un descendiente de inmigrantes tenía el honor de traer ese bronce que sonara en el viejo Cabildo, y que hoy se exhibe en un cubo de cristal colocado en el descanso de la escalinata de acceso al primer piso del palacio gubernativo, junto al busto de Estanislao López. Todo un signo del Ser Santafesino. 

El médico veterinario, Ruben Bagnaroli, falleció en la ciudad de Santa Fe el 26 de abril de 2014, pero dejó como testimonio de su sentir santafesino aquel raid que trajo de regreso la campana del cabildo la Provincia Invencible de Santa Fe.           

LA CAMPANA DEL CABILDO DE SANTA FE
La Invencible Provincia de Santa Fe

El Cabildo de Santa Fe, como casi todos los cabildos, tenía una campana. Su tañido convocaba al pueblo para la lucha en caso de ataques; para la celebración de los grandes fastos locales, virreinales, reales y más tarde patrios, y para otras tantas circunstancias más.

El Cabildo de Santa Fe la tuvo desde 1770. Expulsados los jesuitas en 1767 por la dinastía Borbón, quedaron las misiones jesuíticas en manos de las Juntas de Temporalidades, las que en su mayor parte se dedicaron a vender los bienes. De esas ventas vino a parar a Santa Fe una campana, que había sido fundida en las misiones en el siglo XVII, que se instaló en el Cabildo.

Santa Fe padeció durante el siglo XVIII y gran parte del XIX el ataque permanente de las tribus indígenas del norte. En el siglo XIX no solo sufrió los ataques indígenas, sino que en 1815 al declararse autónoma, el empeño centralista de Buenos Aires por retenerla, se manifestó en las brutales invasiones directoriales que se sucedieron desde 1815 a 1820. Todas fueron rechazadas por los santafesinos, de allí lo de “PROVINCIA INVENCIBLE DE SANTA FE”. En todos estos avatares la campana del Cabildo sirvió para alertar o convocar el pueblo para la defensa o también reunirlo para anunciarle las victorias.

Bajo el Gobierno de Mariano Vera, en 1816, cayó la más injusta y salvaje invasión que sufriera la provincia. Los santafesinos acaudillados por el gobernador Vera y el General Estanislao López terminaron por poner en fuga a los 1.500 hombres del ejército porteño del Gral. Díaz Vélez.

Durante la ocupación la soldadesca saqueó durante semanas la ciudad de tal forma que la misma quedó en al peor de las miserias.

Nada se salvó. Del Cabildo se robaron la campana. Hecho injuriante, que lesionaba el espíritu de libertad de todo un pueblo por lo que ella representaba; simbolizaba el anhelo de todos, lo que vale decir la descentralización, la autonomía, la capacidad de autodeterminación.

La campana saqueada, estuvo por la fuerza en algunos sitios de Buenos Aires, hasta que en 1930 termina cautiva en el Museo Histórico de Luján.

En 1986, con motivo de celebrarse el bicentenario del nacimiento del Brigadier General Estanislao López, las instituciones tradicionalistas santafesinas, en especial el Fortín Brigadier General Estanislao López movieron los niveles superiores oficiales de las provincias de Santa Fe y Buenos Aires y lograron la recuperación de tan preciado símbolo.

Después de nueve días de viaje a caballo desde Luján, los jinetes del Fortín Estanislao López y de otras entidades de la Federación Gaucha de la Provincia, entraban a Santa Fe el 22 de noviembre, día del natalicio de López, y entregaban al gobernador de la Provincia la campana en una emotiva y multitudinaria ceremonia popular realizada en el Parque del Sur.

Actualmente, la campana se exhibe en un cubo de cristal colocado en el descanso de la escalinata de acceso al primer piso del palacio gubernativo, junto al busto de Estanislao López.

 

https://www.regionlitoral.net/2012/11/la-campana-del-cabildo-y-la-invencible.html

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