Mayo de 1810 en Santa Fe
El poblado de Santa Fe, allá en primera década del siglo 19, mostraba una característica de ciudad típicamente colonial. Algunas calles de arena abiertas en torno a la Plaza Mayor, la catedral, que todavía está en la esquina de San Martín y General López. El viejo cabildo al sur de la plaza y más allá el convento de San Francisco, y el quilla. Las casas rodeaban el casco céntrico de Santa Fe y la ciudad se extendía en su trama urbana hasta lo que hoy es calle Juan de Garay por el norte, y el oeste hasta algo más allá de Urquiza, donde estaba la vieja Aduana, en las quintas de Tarragona.
En esa ciudad del Litoral del Virreynato del Río de la Plata, una tarde apacible de otoño, justo a la caída de sol, llegaba un emisario de Buenos Aires con la noticia: el 25 de Mayo se había producido una revolución, se había depuesto la autoridad del virrey Cisneros. Ese emisario era José Espínola, y en esa tarde del 5 de Junio de 1810, las campanas de la iglesia tañeron junto al tronar de las salvas de fusil. Con el ruido, los santafesinos desprevenidos se anoticiaban en el caserío que la Revolución era un hecho. Al mismo tiempo, las manifestaciones de júbilo demostraban al enviado por la Primera Junta la adhesión de Santa Fe al nuevo gobierno.
En esos momentos de 1810, el Gobernador de Santa Fe era don Prudencio María Castañaduy, y rápidamente, el mismo 5 de junio, Castañaduy remitió un escrito a la Primera Junta presidida por Saavedra para manifestar su adhesión, y la de toda Santa Fe. Esa misiva fue publicada por el gobierno porteño en la Gazeta de Buenos Aires del 21 de junio de 1810. Entre otros elogios, Castañaduy manifestaba “acreditar así su obediencia y esmeros, cuando nos es explicable, ha celebrado una resolución tan loable como proporcionada a la justa causa que la motiva con el único estimable fin de nuestra felicidad general”.
Sin embargo, cabe mencionar, como lo hace Leoncio Gianello en su libro “Historia de Santa Fe”, que el mismo Castañaduy meses antes, a fines de 1809, se manifestaba en contra de los “infernales papeles subversivos”, panfletos de la propaganda patricia prerrevolucionaria. Ese mismo Castañaduy, que en junio celebraba la Revolución, declaraba ante el virrey Cisneros “papeles que contienen máximas infernales contra los gobiernos establecidos legítimamente sin excepción de los superiores aun de la misma Junta Central Soberana Gubernativa en representación de Don Fernando VII a quien hemos jurado con tanta solemnidad”. Como vemos, el doble discurso ya estaba por Santa Fe en los días de Mayo de 1810. Sin embargo, Castañaduy tendría los días contados, pronto, en agosto de 1810, la Junta de Gobierno en Buenos Aires nombraría como Gobernador de Santa Fe al coronel Manuel Ruiz.
Es cierto que en los momentos posteriores a la Revolución de Mayo, tanto Montevideo, como Paraguay y Córdoba se encontraban disidentes con el nuevo gobierno, y en este esquema, la ubicación geográfica de Santa Fe le daba relevancia estratégica para sofocar cualquier intento realista de recuperar el poder.
No obstante lo comentado, un hecho particular se vivió en el Cabildo de Santa Fe con la elección del diputado que representaría a los santafesinos en la Junta de Gobierno. En la famosa misiva emitida por la Primera Junta el 27 de mayo de 1810, se reclamaba la elección y concurrencia a Buenos Aires de un diputado de Santa Fe. Para esta elección fueron convocados, mediante una esquela, los vecinos para proponer ternas de diputados y luego ir a sorteo. En este punto, cabe mencionar como lo hace Leoncio Gianello que circularon dos listas, una oficial que convocó a los hombres notables de la Santa Fe colonial, y otra, que no se supo bien de dónde salió, pero que convocó a los “jóvenes de la ciudad”. El problema fue que uno de esos jóvenes, llegó temprano al Cabildo, y se sentó en un lugar que no le correspondía. Así, José Elías Galisteo ocupó irrespetuosamente el sillón del entonces juez y diputado de comercio Don Juan Francisco Tarragona. Tal fue el revuelo por la insolencia de los jóvenes, que la asamblea no prosperó, la elección se demoró un tiempo.
Por un lado, los nobles ciudadanos de la Santa Fe de 1810 no querían que los jóvenes de la ciudad asistieran a la asamblea del cabildo. Sobre este punto Gianello recupera las palabras de los encumbrados funcionarios del momento que calificaban a los impetuosos santafesinos como “jóvenes a quienes por lo mismo se considera viva facilidad irreflexiva para sus votaciones”. En síntesis, aceptaban la presencia de la juventud, solo si votaba después de los nobles.
El caso de disputa generacional del cabildo abierto de Santa Fe en junio de 1810 llegó hasta la Primera Junta, y hasta el mismo Mariano Moreno, jacobino de mayo, vino a zanjar el enfrentamiento. Moreno mandó una misiva donde decía: “para la elección del Diputado deben citarse todos los vecinos existentes en la ciudad, sin distinción de casados o solteros y que la asistencia debe verificarse sin etiqueta ni orden de asientos para evitar toda competencia y dilación, encargándose al cabildo la armonía en la elección y el interés con que debe huirse a todo espíritu de partido en asunto que tanto interesa a la pública felicidad”. Estas eran las palabras de Mariano Moreno, un verdadero republicano.
Finalmente, la presión de los hombres encumbrados de la Santa Fe de 1810 logró la elección como diputado de Tarragona, aquel del sillón ocupado en el cabildo días antes, comerciante de la ciudad que luego mostraría sus preferencias unitarias de anexar Santa Fe a Buenos Aires, para poder realizar mejores negocios.
Para terminar con esta breve historia de cómo se vivió la Revolución de Mayo en Santa Fe, podemos mencionar que pese al espíritu mayoritario de los santafesinos por su autonomía, que veían en la revolución de 1810 la oportunidad de crecer y romper la dependencia con la metrópoli ibérica, pronto verían la triste realidad. Por cinco años, hasta 1815, Buenos Aires designaba a los gobernadores de Santa Fe, y no fue hasta el levantamiento de los santafesinos, que el “Príncipe de los Gauchos”, Francisco Candioti, llegaría a comandar la provincia. Después llegaría Estanislao López y el mismo reclamo de federalismo y constitución… pero esa ya es otra historia.
Fernando Pais
Alma de Barrio – LT10 AM 1020 – Radio Universidad (21/5/2005)