Barrio Mariano Comas

«Extraño los tranvías»

“Extraño los tranvías”. Eso dice quien se llama Julio Cortázar, el escritor argentino, nacido en Bélgica, criado en “los 100 barrios porteños” y residente en París, desde hace muchos años. Un París que, para él, sigue teniendo el encanto del París de fines o principios del siglo. Arribó a la fama con un solo libro: “Rayuela”. Ha provocado ardorosas polémicas en los círculos literarios y entre los lectores de “la gran capital del sur”. Unos sostienen que es un gran escritor y otros que «no le llega a la suela de los zapatos a Roberto Arlt”… Opiniones.

Cortázar, que, por sobre todo, quiere a Buenos Aires en el que transcurrió su adolescencia y parte de su madurez, volvió a ella luego de largos años de vida parisiense (esa vida que nos fascina desde ciertas páginas de “Rayuela”). Y caminó las veredas y las calles de Colegiales. Y naturalmente regresó a calle Corrientes, a la que conociera angosta. Se encontró con un viejo amigo y la primera confidencia que fluyó a sus labios fue ésta: “Extraño los tranvías…”.

El cronista santafesino leyó esa emocionada confesión y… no pudo menos que evocar a los tranvías de Santa Fe de la Vera Cruz. Sin ponerse en Cortázar, se dijo: “Yo también extraño a los tranvías de Santa fe de la Vera Cruz”, “mi país”, al decir de Mateo Booz. Es que el tranvía -o “tranguay”, en la denominación de antiguos vecinos- corrió a la par de nuestras andanzas de pantalones cortos, y en tranvía viajamos cuando, calzando ya pantalones bombilla, corrimos la primera aventura nocturna, en los suburbios prohibidos…

“Yo también extraño a los tranvías…”. El 1, el 2, el 3, el 4, el 5, el 6… Cada número tiene algo que ver con algo que sucedió a la ciudad o a nosotros. Son, en el recuerdo, poco menos que compañeros de andanzas. Cierto tranvía nos habla de una huelga con tiros y heridos-. (“Huelgas en serio las de antes” saltará algún “anarquista” jubilado…). Otra línea tiene algo que ver con la primera novia. Y aquél nos llevó a la cancha de Colón, la tarde histórica del triunfo “sabalero” sobre el invencible Peñarol uruguayo…

Tranvías de Santa Fe… ¡Cómo los recordamos en tantas tardes soleados o neblinosas de San Francisco de California… viajando en el viejísimo y pintoresquísimo tranvía que va desde Powell y Market Street hasta Girardelli Squarel (Usted se corría hasta la bahía y desde el murallón contemplaba, entre fascinado y estremecido, la cárcel de Alcatraz, clavada en mitad de las aguas…, y no supo por qué se dijo sin palabras estos nombres: Al Capone… Entonces conoció la historia doméstica del temible pistolero de “los años locos” de Chicago. Alfonso Capone, en ciertos días de su agitada vida, era un buen italiano que visitaba a la “mamma”, se sentaba a la mesa paterna y devoraba golosamente los ravioles caseros…¡Oh, la mammma! Tranvía de San Francisco que paseo por las calles en subibaja a príncipes europeos y magnates de la industria o stars de Hollywood, confundidos con negros proletarios de Fillmore… (Nixon lo tomó en la esquina de Powell y Market para ir en busca del portaviones que lo llevaría al encuentro de los conquistadores de la Luna…).

Tranvías de Santa Fe. El 1, el 2, el 3, el 4, el 5, el 6… Se fueron llevándose, con su andar reumático lo más entrañable de la historia de nuestra ciudad… ¿Por qué no imitamos a los ediles de San Francisco de California y mantuvimos por lo menos una línea?… La 1 o la 2, que solíamos tomar para ir a “la punta del bulevar”, a comprar dos sandías por diez centavos… Volveríamos a tomarlos en plaza España con la misma inefable, candorosa, purísima alegría con que los vecinos de San Francisco suelen abalanzarse sobre sus asientos de madera en la esquina de Powell y Market Street… Ellos se acodan a los murallones de la bahía y extienden las miradas que se pierden en la inmensidad del Pacífico… o las clavan, con inexplicable inquietud, en la mole pétrea de Alcatraz… y suelen comunicarle al compañero ocasional: “Ahí murió Al Capone…” Nosotros nos conformaríamos con la quietud maternal de la Setúbal… y la lujuria forestal de las islas… Alto Verde querido…

Extraño los tranvías… Julio Cortázar sintió la nostalgia de los tranvías porteños… Nosotros volvimos a viajar en el 1, el 2, el 3, el 4, el 5, el 6… ¡Tranvías de Santa Fe de la Vera Cruz, “mi país”…!

de “Historias de mi ciudad”

Juan Fernández y González – “El Bachiller”

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