Barrio Barranquitas Este

Maestra por vocación, por elección de vida se quedó con su escuela con ruedas entre los más humildes. Pese a no contar con el título de docente, debido a que por cuestiones familiares sólo estudió un año en la Escuela Normal de Rafaela, comenzó a dar educación a los niños en las estancias. Por ello, cuando en 1940 el Ministerio de Educación de la Provincia creó la Escuela Rodante N° 942 “José Antonio Álvarez de Arenales”, se le reconoció el cargo de maestra al designarla al frente de esta escuelita nómade.

Esta particular aula itinerante, que anduvo por los polvorientos caminos entre estancias y parajes, era un viejo vagón de ferrocarril reciclado. Estaba pintado de blanco, tenía dos puertas con unas escaleras para permitir que los niños subieran a tomar sus clases. El vagón fue dividido en dos partes, una para enseñar, la otra para vivir. La primera era un aula con dos hileras de bancos, un pizarrón y un escritorio. La otra parte, donde habitaba Angelita, tenía la sobriedad y humildad de sus propios alumnos, tan sólo una cama, un pequeño armario, un baño y una pequeña cocina. Contaba con una provisión de luz mediante una batería de automóvil, con un foco en cada una de las dependencias, y dos en el aula. Esa casilla/escuela se exhibe restaurada en el Museo Histórico Regional de Tostado.

Esta “Escuela Rodante” era trasladada por un tractor por los caminos, incluso por las “picadas”, abiertas en el monte a fuerza del hacha en manos de los obrajeros. En esa casilla Peralta Pino se ganó el reconocimiento y el cariño de las comunidades postergadas y explotadas del norte santafesino. Así anduvo hasta 1962, durante 22 años, cuando se retiró de la docencia al jubilarse.