El riacho del barrio

El Riacho de Santa Fe a Colastiné

Antes, mucho antes, los caminos eran casi todos de agua. Las vías navegables, no sólo el mar, eran la forma más eficiente y extendida de trasladarse. En el continente al que llegaron los españoles, en primera instancia, tuvo en sus mares y ríos, en sus bahías y estuarios la manera indicada para que en poco tiempo los godos, los aventureros, los piratas y los adelantados, recorrieran no sólo todo el litoral continental sino además mucho de sus ríos interiores.

PLANO GIANINNI 1811

En el cono sur la entrada del océano al mar dulce y marrón daba la puerta de ingreso. De ese estuario se remontó corriente arriba hacia el interior profundo. Heredera de esa condición fluvial fue la primera Santa Fe, la Vieja, pero más todavía la nueva, la actual.

Pero esta nueva ubicación, conveniente para la defensa de las incursiones aborígenes en la lucha contra el invasor de sus antiguos dominios, tuvo un correlato de falta de vinculación fluvial más directa y de fácil navegación hacia el padre río. Sin embargo, el arroyo desprendido del Paraná, porque el Colastiné es un arroyo no un río, era el punto para acercarse a la ciudad. 

Pero este punto de aguas profundas y de una isla generosa para hacer pie a tierra no tenía un canal directo con la población trasladada desde Cayastá. Había arroyos serpenteantes, como “El Negro” o “El Correntoso”, o “El Valenzo”, y una serie de cursos serpenteantes, desde la zona del “Coronda”, o desde la gran laguna “Setúbal”.

Y dentro de esta red de canales entre la ciudad de Santa Fe y el río Paraná, Colastiné mediante, había un arroyo que rompía en gran medida la linealidad del declive natural hacia el sur de las aguas. Junto con el arroyo “El Negro”, el riacho “Santa Fe” daba esa vinculación desde Colastiné hasta el antiguo puerto de cabotaje, y antes en las orillas del convento de San Francisco y “El Campito”, donde el riacho, con el aporte de la desembocadura de la laguna, se transformaba en el río Santa Fe, con el brazo del arroyo Quillá, hasta llegar a la “Isla de los Sapos”, en el encuentro con el río Salado y su Vado, desde las “4 Bocas”, desde donde hacia el sur ya no sería más el Santa Fe sino el “Coronda”.

RIACHO EN PLANO 1903 - CHAPEAUROUGE
PLANO 1935

De este modo, el riacho “Santa Fe”, fue el arroyo vital de comunicación del arroyo Colastiné y del río Paraná con la ciudad. Una vía navegable que incluso tuvo hasta un “mantenimiento” a pico y pala para evitar las tapias, tajamares y albardones producidos por la corriente desbordada de la laguna luego de las crecidas. 

VUELTA DEL PARAGUAYO 1968 - ARCHIVO EL LITORAL

De aquella necesidad de navegar desde el este hacia la ciudad, desde Asunción del Paraguay o Buenos Aires, o de los pueblos costeros, o desde la “Bajada del Paraná”, la importancia del riacho donde se ubica el Barrio “La Vuelta del Paraguayo” aparece como medular para el movimiento de pequeñas embarcaciones, chalanas, barquitos a vela, como el retratado en versos por Julio Migno en su poema “La Suerte Navegadora”.

En un recorrido por el riacho, remontando la corriente del pasado, se puede comenzar desde la desembocadura con los yates exclusivos y lanchas de lujo del Yatch para pasar por los restos de madera del “Puente Palito” y luego cruzar el de hormigón “Malvinas Argentinas”, y adentrarse en la historia del riacho Santa Fe, desde el tiempo más cercano hasta el pasado colonial.

Ese recorrido lo inició con un artículo en el diario El Litoral el periodista santafesino, y navegante, Nicolás Loyarte, y luego lo profundizó el historiador santafesino Alejandro Damianovich. 

Ambos remontan la corriente de la historia y fondean en el pasado, en algunos de los recodos del riacho, cuando corría con aguas limpias y embarcaciones que navegaban a vela, o a remo, o silgadas desde la orilla.

El Litoral, 17 de marzo de 2024.

Por Nicolás Loyarte

No se puede navegar

El riacho Santa Fe, un precioso y olvidado curso de agua por el que los antiguos buques de carga llegaban a vela a la ciudad. Son 12 kilómetros de agua serpenteantes, en paralelo a la ruta 168. Cuando se podía navegar en su totalidad, comunicaba Santa Fe con Paraná. Tiene una belleza única, a minutos del centro de la ciudad. Y atesora una rica historia.

VUELTA DEL PARAGUAYO 2024 - EL LITORAL - FERNANDO NICOLA

Días atrás el riacho Santa Fe fue noticia debido a que los anfibios del Ejercito lograron retirar los grandes embalsados de vegetación acuática que se habían acumulado en su desembocadura sobre el río homónimo e impedían la navegación en dicho sector ubicado junto a la cabecera este del Puente Oroño.

Las tareas del Ejercito demandaron más de 20 días para quitar del lugar el embalsado por tramos que se desprendieron y viajaron luego aguas abajo por el río Santa Fe. Al liberar la desembocadura del riacho se permitió ahora la navegación aguas arriba. 

Pero sólo se puede llegar hasta la zona de La Guardia. Es que desde este punto en adelante -hacia el este- el riacho hace décadas que está tapiado por la vegetación y por la sedimentación que en algunos tramos literalmente secó su cauce.

De esta forma, el riacho es hoy navegable sólo en la zona comprendida entre La Guardia y su desembocadura, en el río Santa Fe. 

BOCA TAPIADA DEL RIACHO EN EL COLASTINE 2024 - EL LITORAL - FERNANDO NICOLA

En dicho tramo el curso de agua recibe el abastecimiento desde la laguna Setúbal a través de los canales artificiales que pasan por debajo de los aliviadores ubicados sobre la ruta nacional 168, y son parte del sistema de drenaje y protección contra inundaciones de la ciudad.

En esta zona hay vecinos de los barrios de La Guardia y La Vuelta del Paraguayo que navegan el riacho. También lo hacen quienes bajan sus embarcaciones desde una guardería náutica cercana al megamercado de barrio El Pozo y quienes practican remo en distintos botes que tienen sede en ese lugar, como también los de Regatas y Azopardo, entre otros. El riacho es seguro para este tipo de navegación porque está al resguardo de los fuertes vientos y no tiene tanto tráfico. Navegarlo a remo es disfrutar del contacto pleno con la naturaleza de la isla. La flora y fauna que contiene el riacho ubicado en la isla Sirgadero es muy rica. Está lleno de pájaros y peces.

 

Antes, sí

Lo que hace ya muchos años se dejó de hacer es la navegación comercial por la zona. Esto es debido a que el riacho ya no conecta más con el Paraná. Se tapió. Antes, cuando en el riacho Santa Fe se podía navegar hasta su embocadura -en el río Colastiné- era utilizado por embarcaciones de pasajeros y comerciales para conectar con Paraná. El viaje era a través del riacho primero, y luego por el Tiradero Viejo, que une el Colastiné con el Paraná.

ISLA Y VUELTA DEL PARAGUAYO 2024 - EL LITORAL - FERNANDO NICOLA

La historia cuenta que a fines del siglo IXX, cuando el Canal de Acceso al Puerto desde el río Paraná no existía, veleros ultramarinos ingresaban a la ciudad a través del riacho Santa Fe para traer mercadería. Y cuando no había viento que los impulse eran remolcados por caballos desde ambas orillas mediante la sirga.

Uno de estos relatos es el que inmortalizó Lina Beck Bernard (1824-1888) en su libro “El río Paraná”, publicado primero en París en 1864 y, tras el hallazgo de la pieza de gran valor histórico, en Argentina en 1935. “Entramos a un brazo del río, separado del gran Paraná por unas encantadoras islas”, relata la autora en aquella joya literaria, sin saber que nombra por primera vez al riacho Santa Fe. 

“Las aguas son demasiado bajas para poder seguir avanzando -continúa-. Aprovechamos para visitar una isla encantadora a la derecha: es Rincón, que separa el Paraná de la laguna Grande del Salado (la Setúbal), un gran lago de entre quince y dieciocho leguas de largo y tan ancho que parece un mar”.

Beck Bernard cuenta como llegan por el riacho a la ciudad de Santa Fe ayudados por los sirgadores. “Estos especialistas tiran de los barcos tanto en el agua como sobre la tierra firme, guiando sus caballos o dejándolos buscar su camino al azar, entre los juncos y los camalotes de la orilla”.

Al navegar hoy el tramo del riacho hasta la zona de barrio El Pozo asoman las casas ribereñas en la orilla de La Vuelta del Paraguayo. Sus habitantes son gente de la isla, en su mayoría gente de oficios, pescadores y de changas. Beck Bernard había descripto en su libro a aquellos otros pobladores. «»Viven en las islas en pequeños ranchos construidos con barro y bambúes. Son indios mansos en su mayoría o negros, mulatos, cuarterones o pardos, de sangre más o menos mezclada», dice el relato. Hoy esas casas son de material y algunas tienen dos niveles. Pero la isla se sigue llenando de agua cuando crece el río y deben escapar a tierra segura.

 Un cauce natural

“Los estudios geomorfológicos que he hecho en el riacho indican que es natural”, cuenta el geólogo Carlos Ramonell. El investigador de la Facultad de Ciencias Hídricas (FICH) de la UNL dice también que los primeros registros de su existencia datan de aproximadamente el año 1700 y dan cuenta de que tiene “una antigüedad milenaria”, por lo que no se descarta que “haya sido utilizado para la mudanza de Santa Fe la Vieja a su emplazamiento actual”.

Los estudios “también sugieren que el riacho Santa Fe tenía rasgos muy parecidos a lo que es hoy el arroyo Leyes”, cuenta el geólogo. 

“Un cauce pequeño transversal al escurrimiento natural del flujo, que con el paso del tiempo se va agrandando hasta adquirir una jerarquía importante, que inicia un proceso de sedimentación sobre la isla Sirgadero, como ocurre hoy con el Leyes en su desembocadura”.

PUENTE AL SUR DE LA GUARDIA 2024 - EL LITORAL - FERNANDO NICOLA

Cuando el riacho era importante tenía “cauces menores distributarios sobre lo que es hoy la isla Sirgadero.  Hoy son paleocauces”, describe Ramonell, es decir que fueron abandonados. “Ello está atestiguado en el registro del paisaje, a través de fotografías históricas. Se ven meandros abandonados, bancos de depositación en las márgenes convexas y otros rasgos”.


La lancha colectiva

Quienes peinan canas recuerdan la lancha colectiva -similar a las que se usan hoy en Tigre (BsAs)- y la balsa que unía Santa Fe con Paraná a través del riacho Santa Fe. El servicio que tenía atracadero junto al club Regatas empezó a funcionar el mismo año en que se inauguró el Puente Colgante, en 1928. Hay que mencionar que por entonces no existía el Túnel Subfluvial (inaugurado en 1969), por lo que la balsa era la manera más accesible para viajar a la vecina ciudad.

“El riacho Santa Fe también era la vía acuática más utilizada para el turismo, los paseos y las travesías de los navegantes hasta la ciudad de Paraná, y el paso obligado de las competencias de natación, remo, y de embarcaciones que realizaban travesías entre las dos ciudades”, recuerda un estudioso del tema, Hugo Bonomo, en un artículo publicado por El Litoral en 2021.

Más tarde, allá por 1950, para reducir el tiempo de viaje el atracadero de la balsa se trasladó a la orilla de la boca del Tiradero Viejo, sobre el río Paraná, más precisamente en la isla Timbó. Entonces los viajeros iban por tierra a través de la actual ruta 168 hasta el lugar, a donde se embarcaban en la balsa hacia Paraná.

La mudanza del atracadero fue el segundo motivo por el cual se dejó de utilizar a diario el riacho Santa Fe como vía de comunicación. El primero nos remonta a unos 50 años antes, cuando a principios del siglo XX se abrió el Canal de Acceso al Puerto desde el río Paraná, por lo que mermó el uso intensivo del riacho, que pasó a ser una vía alternativa.

Dicho abandono en el uso del riacho se debe también a que durante la segunda mitad del siglo pasado comenzó a formarse un gran banco de arena en la embocadura, sobre el río Colastiné. Más tarde sedimentó y fue colonizado por vegetación que la terminó tapando. “Esto es lo que muestran las imágenes satelitales históricas del siglo pasado que estudiamos, en las que se ve que ya no corría agua”, dice Ramonell.

PUENTE RIACHO AL SUR DE LA GUARDIA 2024 - EL LITORAL - FERNANDO NICOLA

Tres puentes lo atraviesan

Un tercer motivo por el que se dejó de utilizar el riacho Santa Fe fue la instalación de un tan pintoresco como desconocido puente corredizo (hoy es fijo) que lo atraviesa a la altura de La Guardia e impide la navegación. Dicho puente es parte de la infraestructura montada cuando entre los ‘80 y ‘90 se buscó acceder a través de la isla Sirgadero al desagote de residuos domiciliarios de la cloaca máxima de la ciudad ubicado sobre el río Colastiné, a espaldas de Alto Verde.

En esa isla estaba proyectada además la construcción de una planta de tratamiento para los residuos cloacales de la ciudad. Pero la planta nunca se construyó, el puente hecho de durmientes y hierro quedó allí atravesando el riacho y por su escasa altura (el galibo) se acumularon embalsados que tapiaron el curso de agua, hoy impiden la navegación y por tramos ya sedimentaron. Entonces, el riacho Santa Fe está tapiado a la altura de La Guardia, seco más adelante y no se puede salir al Colastiné, ni llegar hasta Paraná.

En una de las cabeceras de dicho puente un cartel indica que el mismo “se coloca a las 7.30 y se retira a las 17.30 horas”, para permitir la navegación. Y agrega que “los días de lluvia o barro permanece cerrado”. Pero lo cierto es que ya no se retira, está fijo. Al otro lado está la isla Cañas, que es propiedad privada.

Cuando a fines del siglo pasado se construyó el megamercado de barrio El Pozo se proyectó un embarcadero sobre el riacho Santa Fe para abastecer de mercadería mediante la navegación fluvial. La idea era volver a darle vida al lugar. Reactivar la navegación. Pero ello nunca ocurrió.

Los otros dos puentes se encuentran uno pegado al otro, en la desembocadura del riacho: el antiguo Puente Palito, que es de madera y ya no se utiliza, y el Héroes de Malvinas, a través del cual se accede a la isla. La Municipalidad le pidió a la Provincia que retire del lugar los restos del Palito porque «actúa como tapón al acumular embalsados», explicó el director de Gestión de Riesgos, Luis Cabal. Además corre riesgo de que se siga cayendo por partes.

Estudios de factibilidad

A fines de 2010, la Municipalidad de Santa Fe le pidió a la Universidad Nacional del Litoral que realice un estudio sobre la navegabilidad del riacho Santa Fe. Por entonces se firmó un convenio entre las partes para que los investigadores de la FICH UNL lleven a cabo el trabajo, que les demandó cinco meses.

El estudio estuvo a cargo del ingeniero Héctor Prendes. Se hizo un relevamiento topobatimétrico. El resultado indicó que para que el riacho vuelva a ser navegable era necesario abrir una nueva embocadura y realizar tareas de dragado, recuerda el especialista.

Hubo un intento. Por aquellos años se abrió una nueva embocadura, pero no se le realizó el mantenimiento necesario, y al poco tiempo la sedimentación volvió a tapiarla.

Algunos todavía sueñan con volver a contar con el riacho Santa Fe como una vía navegable hacia el Paraná. También lo ven importante desde el punto de vista turístico. Pero aquel sueño parece hoy lejano o imposible; algo de otra época. Las tareas que se necesitan para hacerlo realidad y el elevado presupuesto a invertir no están en la agenda gubernamental. La navegación del riacho Santa Fe es historia.

(https://www.ellitoral.com/area-metropolitana/riacho-santa-fe-navegable-embalsados-historia-santa-fe-garay-parana_0_2wJWQf9CQ2.html)

El Litoral, 27 de marzo de 2024.

Por Alejandro Damianovich

Su travesía en el siglo XVIII

El Riacho Santa Fe, un dificultoso acceso al puerto colonial

A raíz del completo informe de Nicolás Loyarte sobre el riacho Santa Fe, publicado hace unos días en El Litoral, revisé lo que señala Manuel Cervera sobre el tema y mis propias notas sobre las dificultades que en el siglo XVIII experimentaban las embarcaciones que intentaban tomar puerto en nuestra ciudad ingresando por ese curso de agua.

Es posible que en la época del traslado desde Cayastá el riacho haya estado taponado, como hoy. Por ese tiempo, y en las siguientes décadas, la ciudad sufría dificultades para obtener agua potable, como bien explica Cervera en su Historia de Santa Fe (1907). Predominaban las aguas salobres, tanto las que llegaban por el Salado, como las que provenían de la laguna, que recibía un importante caudal de los Saladillos.

Cuestiones de salubridad antes que de navegación, movieron a los santafesinos a proyectar una importante obra hidráulica: «traer un brazo del río Paraná» y comunicarlo con el actual río Santa Fe. Las dificultades eran enormes, pero los trabajos se hicieron con palas, azadas y hachas, a lo largo de muchos años y parece que hacia 1695 el proyecto no se había completado, porque en el Cabildo se vuelve sobre el tema.

VUELTA DEL PARAGUAYO - RIACHO Y CASAS

Estas referencias tomadas por Cervera de las actas capitulares sugieren que el riacho sería un canal artificial, hecho por el hombre. Pero en el informe de Loyarte el geólogo Carlos Ramonell sostiene lo contrario: el riacho sería de muy antigua existencia y de origen natural. En realidad no habría contradicción: los santafesinos encontraron un viejo curso de agua taponado (en condiciones similares a las actuales) y decidieron abrirlo, para de esta forma comunicar la ciudad con el río Paraná y para obtener agua dulce para el consumo de sus habitantes.

Cervera explica que esta apertura trajo sus inconvenientes, ya que durante las crecidas del río las aguas avanzaban sobre la ciudad y mordían sus riveras modificando sus contornos. 

Pero desde el punto de vista del comercio, los inconvenientes se presentaban durante las bajantes, cuando el acceso a la ciudad se hacía penoso, y hasta imposible, para los barcos paraguayos cargados de yerba, tabaco, azúcar y algodón.

 

 

Las quejas paraguayas sobre el riacho y sus bancos de arena

Este obstáculo produjo las quejas del comercio de Asunción, especialmente cuando se obligada a las embarcaciones a llegar a Santa Fe y descargar sus productos tras abonar los impuestos que la Corona había creado para la defensa de la ciudad asediada por abipones y mocovíes. Esta obligatoriedad había sido dispuesta en 1739 por la Audiencia de Charcas y fue ratificada por el rey en 1743, instaurando un privilegio conocido como «puerto preciso».

Los bancos de arena del riacho de acceso a Santa Fe obligaban a los comerciantes a trasbordar sus cargas a botes y canoas, dejando sus naves atracadas en parajes desabrigados y riesgosos, lo que constituía una desventaja para el puerto santafesino en competencia con el de Las Conchas (actual San Fernando), que era el que preferían los paraguayos por su proximidad a Buenos Aires.

La espontanea concurrencia del comercio asunceño a Santa Fe, se mantuvo hasta la década de 1720, cuando comenzó la transferencia al mencionado puerto de Las Conchas, que recibía el tráfico de cabotaje para el consumo o distribución en Buenos Aires. La ciudad del Plata presentaba cada vez mayores atractivos, no solamente para el comercio del Paraguay, sino también para los mercaderes que llegaban desde Chile y Tucumán, mientras nuestra ciudad ofrecía serias desventajas: la alarmante hostilidad de los pueblos originarios que la dejaron aislada y casi despoblada, la escasa circulación de plata y la menor disponibilidad en todos los aspectos: carretas, depósitos, alquileres, provisiones. A lo que se sumaba el dificultoso acceso a la ciudad por el riacho, dada su lejanía del curso principal del Paraná.

El gobernador Zavala había señalado en 1727, al proponer el traslado de la ciudad 25 leguas al sur, que estando allí situada sobre el río, poseería un puerto más cómodo. En 1732, el procurador general de los jesuitas, en oposición a la obligatoriedad de arribar a Santa Fe, destacaba la dificultad para acceder por su riacho, a veces imposible. En casi todos los documentos que se produjeron contra el puerto de Santa Fe se esgrime esta razón. Figura en la representación de Asunción al Consejo de Indias de 1746 y entre las quejas de Buenos Aires al rey de 1749.

Muy ilustrativos son los cuestionarios formulados por los procuradores de Buenos Aires y de Asunción en 1746 y en 1755, respectivamente. En ellos se examinaba a barqueros y traficantes de la carrera del Paraguay con la intención de reunir elementos contra el monopolio santafesino.

Los ocho mercaderes que respondieron primero señalaron que no se podía navegar hasta los muelles de la ciudad en tiempo de bajante, por lo que tenían que atracar sus embarcaciones en la boca del riacho, y desde allí acarrear la hacienda a hombros de peones para vadear el banco de arena. Los treinta y un traficantes que respondieron en 1755 fueron imprecisos a la hora de señalar la antigüedad del banco de arena que hacia impracticable la navegación. Se atribuía su origen al naufragio de un barco en la misma barra del riacho. Agregaban que, cuando la creciente permitía un caudal suficiente para navegarlo, las corrientes contrarias ocasionaban que solo a fuerza de cabos se pudiera entrar, como lo describe Lina Beck Bernard cien años después, quedando siempre el inconveniente de las aguas salobres que producían trastornos digestivos al beberlas.

Primer antecedente del puerto de Colastiné

En la representación del apoderado de Buenos Aires y Asunción, Juan de Cabrera y Urriola, dirigida a la Audiencia de Charcas en 1756, señalaba que, si se eliminaba la obligatoriedad de descargar en Santa Fe para conducir las mercaderías por tierra a Buenos Aires, no habría inconvenientes en detenerse al solo efecto de pagar los impuestos fijados para su defensa, siempre que se habilitase en su jurisdicción un puerto de fácil acceso. Así que la Audiencia, aunque no hizo lugar a lo principal de la demanda, estableció en diciembre que se fijase un sitio más cómodo para la descarga de los géneros. Se inició de esta forma la práctica de descargar en el Colastiné y transportar los productos en carretas hasta Santa Fe.

Estos testimonios, producidos por hombres interesados en desprestigiar al puerto de Santa Fe, podrían considerarse dudosos cuando se refieren a las dificultades de navegación del riacho. En cambio, en 1732 fueron los santafesinos quienes las documentaron en relación con el ingreso de los barcos cargados. Se pretendía obligar a Mateo Velazco a entrar con su embarcación de gran calado por el riacho y este respondió que no había suficiente profundidad. El alcalde y un escribano pasaron a verificarlo, pero una lluvia de verano les impidió hacerlo, y en los antiguos papeles ha quedado consignado el resfrío que al cabildante le produjo la mojadura. Se recurrió entonces a un práctico de los canales del río, Agustín de Urrutia, quien bajo juramento, efectuó un sondeo que terminó por confirmar que el barco cargado no podía penetrar por el riacho.

En 1811, el ingeniero hidráulico español Eustaquio Giannini dibujó el recorrido del riacho, anotó su régimen de crecidas (de octubre a marzo) y de bajantes (de abril a septiembre) y consignó sus profundidades: 18 pies en su entrada en creciente y apenas 2 en bajante. Sin saberlo, estaba justificando las sostenidas quejas paraguayas del siglo anterior.

(https://www.ellitoral.com/opinion/riacho-santa-fe-dificultoso-acceso-puerto-colonial-travesia-siglo-xviii_0_5P1ByoOKo5.html?utm_medium=whatsapp)

PLANO 1889
El riacho del barrio

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