Barrio Cabal – Instituciones

ESCUELA PRIMARIA BALLARINI Y LA SECUNDARIA

La escuela de barrio Cabal, y de barrio Scarafía, es la escuela Nº 76 “Camila Cáceres de Ballarini”. Comenzó a funcionar no muy lejos de su actual ubicación en calle Vieytes al 5300. La escuela se inició en las cercanías del Puente Iriondo, el que estaba en lo que hoy es calle Estado de Israel al fondo. Allí había una casa de campo muy humilde donde se iniciaron las clases. Así nació la escuelita “Puente Iriondo 1923”.

Según los datos rescatados por el programa radial “Alma de Barrio”, esta escuela de campo surgió a pedido de los vecinos que nucleados por Don José Nessier se reunían en su casa, debajo un ombú para acordar las gestiones de contar con una escuelita. El resultado fue que en 1923, en la casa quinta de doña Teresa de Galeano, la primera maestra, Blanca Bonone comenzó a dar clases. En los apellidos de los primeros alumnos de la escuela Ballarini figuran los hijos de los pobladores del barrio Cabal y Scarafía. Se recuerda que la escuela “Puente Iriondo” era tan precaria que muchas veces cualquier palo servía de mástil para enarbolar la enseña patria.

Después, la escuela Puente Iriondo se trasladó al Camino Viejo a Esperanza donde el maestro era de apellido Cordero de Riveras. Poco después la maestra fue Blanca Gordon de Basail y la directora Clementina Virgilio. La memoria rescatada por los alumnos de 1987 de la escuela Ballarini para reconstruir su historia menciona que el primer abanderado fue Upidio Mario Moreira, que sostenía la enseña patria con el cabo de un rastrillo por asta.

En aquellos años de la década del 40´ el señor Alberto Lobato a veces, o Colombo en su volanta otras veces, llevaba las maestras desde Blas Parera hasta el Camino Viejo donde estaba la Escuela. El edificio en ese lugar era muy precario, tenía cinco aulas con pisos de baldosa en cuatro y solo una con piso de madera. Así pasó el tiempo y la vieja escuela Puente Iriondo del antiguo Camino a Esperanza quedaba cada vez más chica y más incómoda para el desarrollo de barrio Cabal que se orientaba hacia Blas Parera. De esta manera, en 1973 se hizo entrega del nuevo edificio en calle Vieytes. En ese momento, la Directora Clementina de Virgilio solicitó al esposo de la señora Camila Cáceres de Ballarini la autorización para designar con su nombre a la vieja escuela N° 76 “Puente Iriondo”.

De esta forma, la comunidad educativa de los barrios Cabal y Scarafía le rinden un justo homenaje a la memoria de Camila de Ballarini, según cuentan “educadora ejemplar, compañera y alentadora de sus maestras”. (“Alma de Barrio” – LT 10 AM 1020 – 7/8/2004)

No escapa a la comunidad educativa de la escuela Ballarini la condición socioeconómica de las familias de las barriadas cercanas desde donde llegan sus alumnos. Por ello es reiterativo, a lo largo del tiempo, la iniciativa de los directivos y docentes de promover colectas de zapatillas y ropa de abrigo, como la realizada en 2016 para los 450 alumnos que asistían en ese momento. El diario Uno Santa Fe rescataba en un artículo para difundir la colecta que “…la escuela Camila Cáceres de Ballarini -ubicada en el corazón del barrio Cabal- cuenta con comedor copa de leche, dos servicios a los que a diario asisten en promedio unos 300 niños, algunos que llegan desde entidades vecinas como el Jardín de Infantes N° 114 y escuela N° 6.385”. En la misma publicación se citaban las palabras de una docente del turno tarde que refería: “Aquí tenemos nenes que vienen a clases en remerita o con un pulóver muy finito, otros que tienen las zapatillas todas rotas, y hasta hay algunos que han llegado a faltar en algún momento por no tener qué ponerse, porque sus padres realmente no tienen cómo costear su vestimenta”. (Diario Uno Santa Fe – 26/6/2016)

La secundaria del barrio

Como en muchos barrios donde la infraestructura educativa pública no abunda los edificios de una escuela primaria muchas veces es utilizado en contra turno para otros niveles o modalidades. Así es el caso de la Escuela Primaria Ballarini que comparte su edificio con la Escuela Secundaria N° 707.

Esta entidad educativa es de reciente creación y responde a la necesidad de los vecinos de ambos barrios, Cabal y Scarafía, de contar con una escuela secundaria para sus hijos más cercana y accesible. De este modo, la escuela Nº 707 se inauguró el 18 de abril de 2018 bajo una decisión del gobierno provincial que contó con el apoyo decidido de una resolución aprobada por unanimidad en el Concejo Municipal, impulsada por el edil Franco Ponce de León.

El acto inaugural desarrollado en las instalaciones de la escuela Nº 76 contó con la presencia de Dina Bulacio, la directora organizadora de la nueva escuela, concejales y autoridades municipales y provinciales. Por el lado de los vecinos, estuvieron presentes en especial el grupo de los “autoconvocados” de barrio Cabal, que motorizaron la concreción de esta iniciativa.

Se debe decir, que la concreción de esta institución educativa nació de la idea y esfuerzo de muchos años de un grupo de vecinas del barrio, quienes llevaron a cabo una encuesta en su distrito para hacer llegar al Concejo la necesidad de una nueva escuela para el barrio.

La Escuela Secundaria Dina Bulacio abarca al año 2020 un radio de 16.000 vecinos que corresponden no sólo al barrio Cabal, sino también a las zonas aledañas, como son los barrios Scarafía, El Tránsito, Santo Domingo y Las Lomas. Asimismo, se debe agregar que la primera promoción de esta escuela contará con más de 60 alumnos en el año 2023, con la palpable necesidad de incrementar la matrícula, con más cursos, más docentes, para cubrir la demanda de ambos barrios ligados por la calle Vieytes.

Las escuelas como signo de su tiempo

Para comienzos del nuevo siglo el inmueble de la escuela evidenciaba notables deterioros y falta de inversión y mantenimiento. Acaso como correlato de ciertas políticas de ausencia del Estado provincial en la inversión producto de políticas de los años 90’, el edificio presentaba condiciones en las que dar clases era casi una utopía. Así lo recordaba el diario El Litoral cuando en ocasión de la habilitación de las obras de reparación refería que desde el inicio de 2009, “…la escuela Ballarini había sufrido un agravamiento de las condiciones edilicias de su sede, ubicada en Hipólito Vieytes al 5300, a raíz de las lluvias intensas que afectaron severamente los techos y cielorrasos. Los alumnos debieron ser trasladados a una vecinal y a un club del barrio. Allí recibieron clases durante casi todo el 2009, en aulas improvisadas, pues el edificio no daba garantías de seguridad”.

En ese 2010, el gobierno provincial hacía una vital inversión para recuperar el edificio, en una primera etapa de obras, en la que “se incluyeron trabajos de refacción general del edificio, arreglos en la cubierta, cielorrasos, aberturas, cambio de vidrios, terminación de pintura en todo el interior del establecimiento, la recuperación del taller de plástica que había sufrido un incendio y de un aula que estaba clausurada. También se reacondicionaron todos los pabellones sanitarios de planta alta y baja”. (El Litoral – 20/7/2010)

Al respecto, y en primera persona, vale la pena recuperar un discurso de una docente publicado en el diario La Capital de Rosario.

Viernes 27 de Noviembre de 2009

Ser maestra fue el sueño

Ser maestra fue el sueño de toda mi vida. ¿Quieren que les cuente? Como «el sapo» de Javier Villafañe soñaba con una escuela con un alto mástil donde la bandera de la patria flameara radiante. Con aulas y galerías pintadas de hermosos colores donde sobre frisos de corcho los alumnos colocaran sus coloridos trabajos, realizados con diferentes técnicas plásticas utilizando fibrones, témperas, etcétera.

Soñaba con una escuela donde siempre funcionaran las tomas de luz. Soñaba con una escuela donde las compañeras nos encontráramos al entrar y al salir del horario de trabajo. Soñaba con una escuela con baños que funcionen. Una escuela con mesas y sillas para cada alumno y en excelentes condiciones. Soñaba con una escuela con aire acondicionado para el verano y calefacción para el invierno. Soñaba con una escuela que no se lloviera ni se electrificaran las paredes.

Cuando me recibí de maestra, comencé a trabajar dos días aquí, tres allá. Hasta que juntando días y días logré tener 15 años de antigüedad, y fui titular por junta de escalafonamiento (tantas luchas encima para lograrlo), llegué al fin a la estabilidad laboral y con ella a la escuela soñada. Les juro que me sentía tan feliz como el sapo cuando soñó que era sapo.

El primer día que llegué a la escuela el mástil estaba, pero la bandera inmaculada no porque la última tormenta del año pasado la rompió un poco. Y ahora, hasta que no organicemos el té bingo del año, la bandera no flameará esbelta y soberbia en lo alto del mástil.

Quisimos pintar la escuela y para eso solicitamos la donación de pintura a una fábrica, y luego de llevar notas y fotos nos la regalaron. El problema fue que cuando los papás y maestras comenzamos a pintar, se caían los pedazos de revoque, así que suspendimos la pintura para arreglar primero las paredes. Los expedientes pasaron y pasaron y bue… ahora se nos cae el techo.

De los fibrones y témperas no hablemos, son una utopía. Las tomas están pero si enchufamos algo corremos el riesgo de electrocutarnos nosotras o los chicos, así que decidimos taparlos con cinta. Por los focos dejamos de preocuparnos desde el primer día; saltaba tanto la térmica (con incendio de tablero en el medio) que optamos por la luz solar, natural, barata y para nada peligrosa. Y los salones más oscuros… bueno, imaginación chicas… imaginación…

Con las compañeras dejamos de vernos allá por octubre. Un grupo partimos a la vecinal del barrio, otro al Club Cabal. En la vecinal tenemos tres baños químicos para 200 chicos, poca luz, pocas ventanas, así que si el cemento y el sol lo permiten damos clase en el patio. En el club Cabal supe por un papá que mientras los alumnos y maestros buscamos medidas sanitarias para no contraer dengue, cada mañana los reciben nubes negras, no de tormentas, sino de mosquitos.

Eso sí, la calefacción está bárbara, el techo de zinc es maravilloso generando calor y frío, lástima que en la estación equivocada. Quien crea que hablamos de la Escuela 76 Camila Cáceres de Ballarini es pura coincidencia con la realidad.

por Marisol Marchionatti (*)

(*) Maestra, secretaria de derechos humanos de Amsafé La Capital (Santa Fe)

(El texto fue leído en un acto gremial donde se denunciaron problemas de infraestructura escolar)

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