Don Roberto, boxeador y vecino

Roberto Cheta, leyenda del boxeo santafesino

El boxeo santafesino posee grandes baluartes de la disciplina pugilística, desde Carlos Monzón hasta el “Chino” Maidana, pasando por su puesto por la figura ineludible de Don Amílcar Brusa.

Entre esos boxeadores que quedaron en el recuerdo se encuentra Roberto Cheta, con el apellido así, con una sola “t”, como él mismo refería, más allá que era “Chetta”, con dos “t”, pero luego de la equivocación del registro civil de Reconquista al anotarlo en su partida de nacimiento, quedó así, “Cheta”, simplemente. Así se lo hizo saber a su familia, como lo recordaba Clarisa Cheta, su hija, cuando mencionaba que “Para mi papá era Cheta, así, con una sola T”.

ROBERTO CHETA BOXEADOR - EL LITORAL
ROBERTO CHETA

Roberto nació el 23 de julio de 1935 en la cabecera del departamento General Obligado, hijo de familia italiana, emigró a Santa Fe desde joven. En una nota publicada en El Litoral en 2020 frente a una internación por su estado de salud, el cronista local especializado en boxeo, Sergio Ferrer, mencionaba que Cheta “Fue el primero de los pupilos de Amílcar Oreste Brusa que logró destacarse en el Luna Park de Buenos Aires, surgiendo a mediados de 1959 como una de las grandes promesas del peso welter en Argentina. A medida que avanzaba en su campaña, Roberto se convertiría en una de las principales figuras de la etapa más brillante de la capital provincial como plaza fuerte del pugilismo argentino, apariciones rutilantes en las veladas que se hacían en el Pabellón de las Industrias o el Club Atlético Unión”. (El Litoral 31/11/2020)

En esa oportunidad, el legendario púgil, que el 23 de julio había cumplido 85 años, “…se descompensó en su propia casa, visiblemente afectado por el fallecimiento de su esposa y compañera de toda la vida, Catalina Martínez (a la que llamaban ‘Tita’), hecho ocurrido el jueves 26 de noviembre”, destacaba Ferrer.

En otra nota del vespertino local, pero de 2006, se abordaba la vida de Cheta, cuando ya veterano y retirado del cuadrilátero como boxeador repasaba su historia.

El Litoral 17/2/2006

«El hambre me obligó a subir a un ring»

Roberto Cheta fue uno de los grandes boxeadores que dio Santa Fe. Ya jubilado y con un rico historial recibió a El Litoral para hablar de su trayectoria.

Roberto «Gringo» Cheta nació en un humilde barrio de la ciudad de Reconquista el 23 de julio de 1935. Quienes lo conocen hablan de un tipo bárbaro y quienes lo vieron pelear aseguran que fue un gran profesional.

Se inició en el boxeo a los 14 años, después de haberla pasado mal. «El hambre me obligó a subir a un ring», dice sin titubear. «Vengo de una familia humilde y para ayudar a papá me puse a trabajar y apenas me ayudó el físico me calcé los guantes».

Le gustaba el boxeo?

-No, nunca me gustó el boxeo. Yo era muy pobre y mi vida fue muy dura. Eso sí, nunca le escapé al trabajo. Desde muy chico fui lustrabotas, canillita, peón de albañil y un montón de cosas más.

Qué recuerdos tiene de aquellos duros momentos?

-Cuando sos joven está todo bien, pero nunca me puedo olvidar cuando vendía El Litoral en plaza España, ahí, en una de las esquinas, estaba La Francesa, rincón que ocupaba para trabajar. Un día, «Carita» Fleitas, hermano de Demetrio, un mediano de buenas condiciones, me dijo que tenía físico para ser boxeador y que podía ganarme unos buenos pesos. Fue entonces cuando a los 14 años ingresé al gimnasio Juan Androvandi que estaba en Güemes y Regis Martínez de esta ciudad y empecé a ver y a sentir el mundo de los guantes. Desde entonces nunca me bajé de un ring hasta que arriba de los 35 años decidí colgar los guantes.

ROBERTO CHETA LUNA PARK
ROBERTO CHETA - EL LITORAL

De quiénes se acuerda?

-De un montón de personajes del ambiente. «Sapito» Oribe, del «Gringo» Martínez, Juan Villalba, Eugenio Baez, «Capicúa» Geromé, José Lemos, Juan Carlos Juncos, Ramón Perelló, Raúl Monzón, Ramón Vargas, Alfonso Moreno, Ramón La Cruz, Alberto Billaflor, Ángel Cuello, Ignacio Magallanes, Ernesto Osuna y seguro que me estoy olvidando de unos cuántos más. Aprovecho para rendirle homenaje a los que ya no están entre nosotros.

 

Tiempos de cambios

Roberto Cheta es jubilado pero es de esos hombres que nunca se queda de brazos cruzados. Escribe y lee permanentemente, lo que él llama un hobby, una distracción, enseña a defenderse a chicos de la calle y de paso mantiene su figura.

Asegura que nunca le escapó a la escuela. «Hice segundo, tercer, cuarto, quinto y sexto año libre y hasta le dediqué un año al secundario».

 

«Creo en la inteligencia, en el estudio y en el mejoramiento diario del hombre. Un día leí un aviso en un diario donde pedían gente para la Marina de Guerra y enseguida me anoté. Estuve tres meses en Zárate y tres más en Martín García.

De este trabajo tuve un recuerdo inolvidable. Mientras navegaba en el buque de guerra llamado La Maire, debimos soportar un temporal terrible en el océano Pacífico. El barco parecía que se partía en mil pedazos y fue ahí cuando tuve una caída que me provocó una hernia y chau a los barcos. Eso sí me perdí la oportunidad de viajar por el mundo que hubiera sido uno de mis mayores anhelos. Y más tarde llegó el momento de hacer el servicio militar, algo que también cumplí.

El boxeo como medio de vida

Subió al cuadrilátero para buscar un cambio de vida. Y fue así que comenzó a conocer a grandes boxeadores.

Quiénes opusieron resistencia a los guantes del «Gringo» Cheta?

-En esa época me enfrenté a los mejores. Y no sólo a los de mi categoría sino a otros que estaban más arriba. Recuerdo cuando en la ciudad de Tostado, bien al norte de la provincia, me puse cara a cara con Roberto Carabajal, un mediano liviano, o a Abilión Santillán en la provincia de La Rioja, éste pegaba duro y claro me llevaba como diez kilos y después llegó lo mejor: el «Negro» Thompson. Era muy bueno por eso peleamos tres veces, empatamos dos y en la restante me vendió. Sostengo, hasta el día de hoy, haberlo vencido en al menos una vez. El «Negro» me puteaba y yo le seguía dando golpes y cada vez que finalizaba una pelea me decía que yo le había ganado.

Cuál fue el golpe más duro de su vida?

-A la piña más dura de mi vida me la dio un médico hace algo más de veinte años cuando me dijo que me quedaba poco tiempo de vida. Resulta que tuve un golpe en la cabeza cuando era chico y más las piñas que me dieron durante mi carrera hizo que me doliera la cabeza al punto que fui a ver al médico. Poco tiempo después y con los resultados de rigor me diagnosticaron la muerte en siete meses. Me tranquilicé y así pude tranquilizar a mi mujer que no paraba de llorar. Nunca bajé los brazos y con el paso del tiempo me curé con mi propia fe. Un día dije que estaba bien y que ya no me dolía más. Ya ven, acá estoy y por mucho tiempo más.

ANALISIS

por José Lino Lemos (x)

«Era bueno en el ring»

Roberto Cheta era muy veloz de mano. No tenía mucha pegada pero se movía bien dentro del ring. En las dos peleas que nos cruzamos, lo tiré un par de veces pero me ganó por puntos. Él era rápido de piernas, tenía mucha cintura y experiencia, algo que a mí me faltaba.

El boxeo era distinto en aquel entonces. Cambió mucho todo lo que es el entrenamiento. Antes, no se lo seguía ni exigía tanto al boxeador como pasa en estos tiempos. El tema era que había que trabajar y entrenarse, entonces el gimnasio de mañana no existía. Yo tuve la suerte de hacer las dos cosas: hacía la parte de lo estrictamente físico por la mañana y dejaba lo técnico para la tarde.

Los «60 fueron muy buenos para el boxeo de Santa Fe. Había grandes boxeadores. Él peleó conmigo cuando yo estaba por dejar. En el primer entrenamiento, se convocó a mucha gente y era buena la bolsa que se repartía. 

Además, el fallo fue discutido en la primera pelea. Ya en la segunda, Cheta me ganó bien. Fue en la cancha de básquet de Unión, la que estaba del lado sur, no el estadio que tiene ahora, por supuesto. Son muy lindos recuerdos».

(x) Ex boxeador, rival de Roberto Cheta en los «60 y actual entrenador de Carlos Baldomir.

ROBERTO CHETA - REVISTA KO MUNDIAL 1963

Reconocido

Roberto Cheta no sólo es rememorado por su duelo con Thompson, que lo metió de lleno en el sentir popular, sino que, además, es tomado como referente por sus aportes para mejorar las aptitudes técnicas del boxeador, así como la preparación más apropiada y el respeto por una correcta ortodoxia pugilística.

 

Ídolo santafesino

ROBERTO CHETA - EL LITORAL 5-12-1957
ROBERTO CHETA Y AMILCAR BRUSSA - EL LITORAL 15-2-1952

Cheta era noticias antes del tercer milenio, en realidad, en sus años de apogeo como boxeador santafesino. Por ejemplo, en 1957 se lo señalaba como “el vigoroso campeón santafesino”, de la categoría medio mediano, que exponía su título en el Club Unión ante Raúl Monzón. Era El Litoral que lo calificaba en su juventud como “un hombre de fuerte pegada, de accionar continuado y vigoroso, que no se da pausa en su tarea…”. (El Litoral 5/12/1957)Años después el mismo medio, ya como pupilo de Brusa, se lo consideraba como “la más firme esperanza del boxeo local”

Decía luego el vespertino a la par de la foto en la que Cheta estaba acompañado en el rincón por Don Amílcar: “Roberto Chetta, con mucho camino por recorrer ya que tiene solamente 23 años, ha cumplido hasta el momento una campaña realmente llamativa y que lo habilita para llegar muy pronto a las primeras posiciones del boxeo nacional. No es un optimismo exagerado lo que nos lleva a hacer esta afirmación sino su ‘record’, en el que figuran como vencidos muchas buenas figuras”. (El Litoral 15/2/1959)

En ese año, en una pelea ganada por K.O. en Concordia a Ricardo Pinto, Cheta se fracturó una mano, por lo que estuvo alejado de los rings mientras se recuperaba a manos del doctor Saúl de Azcúenaga. En aquel tiempo el diario refería las expectativas despertadas, en especial al ser Brusa su entrenador: “Roberto Chetta ha sido pedido por el Luna Park y después de sostener un par de combates en nuestro medio para adquirir su mejor forma, viajará hacia aquel escenario, cuyas puertas le quedaron abiertas como consecuencia directa de su feliz debut”.

La voz del veterano campeón

En el programa Alma de Barrio de LT 10 conversaban en la casa de Don Cheta. Ubicada en Pasaje José Ingenieros al 500, en lo que antiguamente también fue conocido como Barrio Boterón por la quinta de esa familia, se llegaban hasta la morada transformada en gimnasio, improvisado y humilde, pero con pibes de la barriada más pobre que iban a ser aleccionados por Roberto.

ROBERTO CHETA PELEA LUNA PARK

En la memoria de Clarisa Cheta quedo grabado aquello que sentía su padre por el deporte del cuadrilátero: “El boxeo era para él una forma de arte, porque creía y pregonaba que no era solo dar golpes. En realidad, era pensar para dar un golpe, es decir, pensar el movimiento que se iba a hacer para que el golpe fuera efectivo. No era solo dar piñas y piñas, y nada más. Era pensar y golpear después, ese era el buen boxeo para él. Y así sostenía la utopía de cambiar la forma de enseñar boxeo, que no era solo pegar y pegar, porque para mi viejo el boxeo tiene que tener un sentido, pensar para saber cómo y dónde dar el golpe”.

Soñador, pupilo de Don Amílcar, Cheta conservaba en el comienzo del tercer milenio aquella utopía que anima a la mayoría de los boxeadores, ganarse un lugar en la vida y un futuro para su familia con su esfuerzo y sus puños, pero sobre el cuadrilátero, donde los segundos quedan afuera es mano a mano, con el otro y por la vida misma.

Sergio Ferrer resumía en su nota de 2020 la carrera de Cheta: “Mucha gente seguramente recordará los excelentes duelos de Cheta contra el gran Luis Federico «El Negro» Thompson, Ramón Vargas, José Lino Lemos y Ramón Perelló. Esos cruces le dieron una indiscutible popularidad en el medio santafesino, solo opacada con la aparición de Carlos Monzón. Roberto se inició en el boxeo a edad muy temprana, de la mano de Juan «Sapito» Oribe en el Boxing Club Aldrovandi de la ciudad de Santa Fe. Luego fue conducido por Brusa, con el que alcanzará los primeros planos a nivel nacional. Debutó en el profesionalismo el 11 de marzo de 1955 en el Pabellón de las Industrias de la Sociedad Rural, ganándole por nocaut en dos vueltas a Vicente Olivetto. Su campaña en el terreno de paga se extendió hasta el 30 de abril de 1970, cuando empató en decisión técnica de cinco asaltos con Héctor Miguel Gómez en Concordia, Entre Ríos. Totalizó 71 peleas como rentado, con 44 triunfos (16 antes del límite), 16 derrotas y 11 empates. El 20 de agosto de 2004 fue elegido como primer presidente del Movimiento de Reivindicación del Hombre Boxeador Santafesino”. (El Litoral 31/11/2020)

ROBERTO CHETA - REVISTA KO MUNDIAL 1962

En el 2023, Don Roberto, el 23 de julio se encamina a los 88 años de edad, con la misa sonrisa y su sentir santafesino.

DON ROBERTO CON SU HIJA CLARISA - DICIEMBRE 2022

Homenaje a Roberto Cheta

Don Roberto, boxeador y vecino

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