Barrio Parque Garay – Clubes

La amistad y un espíritu lúdico inextinguible

A pocos metros de la intersección de calle Paraguay con Salvador Caputto, sobre la orilla este de uno de los pulmones verdes más importante de la ciudad, varias generaciones de jóvenes de la tercera edad le rinden culto a la buena compañía y a las bochas desde hace más de tres décadas, en la Asociación de Jubilados, Pensionados y Amigos del Parque Juan de Garay.

Quienes le dan vida a este pedacito de mundo santafesino, en su mayoría jubilados que cuentan con un enorme apoyo familiar, no dudan en sostener que se trata de “una institución de puertas abiertas para todo aquel que quiere distraerse; hecho para divertirse y ocupar el tiempo ocioso de los abuelos con actividades deportivas; para olvidarse por un rato de los problemas de salud, evadirnos de esas depresiones y preocupaciones; es un espacio de contención mutua, de confraternidad”.Y aseguran con conocimiento de causa: “El que viene una vez, simpatiza con el lugar, y se hace habitué”.

El lugar tiene su génesis en 1979, cuando un día el entonces intendente de la ciudad, Miguel Alfredo Coquet, transitaba en auto por allí y notó la presencia de algunas personas,entre los que se encontraban Juan Pascitti, Gerardo Carince, Juan Mónaco,junto a otros amigos, disfrutando de un partido de bochas “a campo”. Jugaban sin una cancha delimitada por las correspondientes bandas laterales y cabeceras de madera, y sin el piso nivelado.

La anécdota fundacional relata que el jefe del Ejecutivo local, por intermedio de uno de sus asistentes que lo acompañaba, convocó a esosvecinos del Parque Garay para mantener una reunión. Su intención era la de proveer el material necesario para construir lo que a la postre fue la primera cancha de bochas del club.

Desde 1982, ya con su primer presidente,Andrés Borgna, el grupo fue incorporando a nuevos integrantes que, al poco tiempo, se ocuparon de realizar las gestiones para obtener la personería jurídica y solicitar al municipio la cesión de una parcela del Parque, bajo la figura de un contrato de comodato.

Logrado en 1984 el predio, con la voluntad de cada miembro del todavía reducido grupo de amigos, pudieron construir un asador y otra instalación que bautizaron con el nombre de “el adefesio” (un baño precario ubicado detrás de la cancha de bochas).

Según cuenta un miembro de la comisión directiva, en una nota publicada por El Litoral, el presidente de la vecinal, Pedro Cherep, calificó al baño como ‘el adefesio’. Y en realidad era un adefesio, pero resolvía problemas higiénicos de la gente que venía al Parque”.

Durante la gestión al frente del municipio de Carlos Aurelio Martínez aquel grupo de amigos consiguió la segunda cancha de bochas.

Actualmente, las instalaciones del club están compuestas por dos sanitarios; un depósito; el asador; la baulera donde se almacenan las bochas y los elementos para jugar; dos canchas de bochas; y, sin lugar a dudas, el logro más significativo y que más enorgullece a la institución: la edificación del salón principal, algo que pudo concretarse recién en septiembre de 1996.

Gracias al salón, sábado a sábado, con los años, se ha consolidado la Peña Chiquizuela, cuyo nombre constituye un humilde homenaje al pseudónimo que utilizara su primer presidente, Andrés Borgna, cuando participaba del recordado programa radial denominado “Campamento Litoral”, creado y conducido por muchos años por Pedro Oscar “Cacho” Roteta, y luego continuado por Silvian Cian.

Además, dos o tres veces por año, las instalaciones del club suelen vestirse de fiesta dominguera para los concurridos almuerzos de camaradería que convocan también a familiares de los asociados y vecinos de la zona.

Hoy, con más de 90 socios, esa muchachada llena de experiencias y anécdotas, todos los días de la semana abre la puerta del club a cualquier vecino que tenga ganas de despuntar el “vicio” de las bochas, una partida de truco, de dominó, de ajedrez o simplemente compartir un buen momento con asado y vino de por medio.

“Hay un sitio que hizo Dios”

Dentro del grupo histórico de muchachos que han contribuido al crecimiento de la institución, se encuentra Danilo Doyharzábal, un carismático visitador médico jubilado que residió gran parte de su vida en el barrio Parque Garay hasta que la inundación de 2.003 lo obligó a mudarse a Barrio Candioti.

Pero Danilo, quien también ocupara la presidencia del club en la década del ’80, sostiene que su verdadera profesión es la de escritor, con experiencias en el periodismo gráfico y radial, once libros de poesías publicados (algunos de ellos en coautoría con el inagotable Juan Arancio, su amigo personal), numerosos premios y distinciones literarias.

Como hombre de pluma inquieta, con capacidad creativa para expresar las emociones que lo envuelven, puso su arte e inspiración a disposición de lo que el club genera en cada uno de sus integrantes para ofrendarle “Hay un sitio que hizo Dios”.

Hay un sitio que hizo Dios al oeste de la ciudad

donde confraternidad es una moneda corriente,

allí se encuentra la gente tarde a tarde, día a día,

a compartir alegrías y unos que otros pesares.

 

Pese a tantos avatares, viven con sabiduría.

Loba, Chancho, Truco, bochas,amenizan las veladas.

La madura muchachada disfruta de cada juego

en los que hallan el sosiego de sus vidas preocupadas.

 

Los más instruidos se agradan con cosas de más sapiencia

unos con el juego-ciencia, otros con el dominó.

A todos nos convocó la amistad que no se agota,

cuando la vista se acorta recién se comienza a ver.

 

Los que estuvieron ayer, nos dejaron su recuerdo.

A veces la pena muerde de no tenerlos ahora.

El afecto se atesora cuando nos ponemos viejos,

y se arruga el entrecejo del hombre cuando no llora.

 

Hoy que los años cenizan las sienes de los abuelos,

dejo que remonte vuelo un sueño de ser feliz,

que no deje cicatriz el dolor y que haya un consuelo.

 

Parque, bálsamo de vida donde comparto mis penas

con amigos que me esperan siempre con una sonrisa.

A vivir con menos prisa, aprendí yo en esta escuela.

Barrio Parque Garay – Clubes

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