Barrio Schneider – Historia

Historia de Barrio Schneider

Santa Fe es sinónimo de pasión cervecera. A partir de principios del siglo pasado, la ciudad incorporó como uno de sus rasgos distintivos al espumante brebaje, refrescante para los tórridos días de verano, y en toda época del año. Y ese símbolo de identificación que pasa por la cerveza tuvo algunos artífices principales, venidos a Santa Fe desde lejanas tierras. Tal es el caso de Otto Schneider, inmigrante alemán, que trajo su maestría cervecera a la tierra de Garay, y que con su arte, su industria, y su empeño de emprendedor, en Santa Fe, dejó su nombre hasta en un barrio de la ciudad.

Barrio Schneider se ubica en el noroeste de la ciudad. La vecinal, como otras de esas particularidades propias de la división en jurisdicciones, no corresponde estrictamente a la zona donde estuvo la fábrica de Don Otto, y su quinta más el recreo cervecero. Más bien, la vieja cervecería estuvo instalada al oeste de Blas Parera, entre Pasaje Sastre y Ruperto Godoy, en lo que corresponde a barrio San Pantaleón.

Así las cosas, los límites de la vecinal Schneider marcan a este barrio con Blas Parera al oeste, Fray Cayetano Rodríguez al sur, al este con Ángel Vicente Peñaloza, y al norte con Ruperto Godoy. En virtud de la reconstrucción histórica de esta barriada, ciertamente relacionada otros puntos referentes más allá de la cervecera, se ha definido conservar esos límites para el abordaje del pasado y las vivencias, en tanto Ciudadela Norte se vinculará más con la vida del Hipódromo.

En cuanto a los mojones históricos que referencian la ocupación institucional del espacio urbano en la zona, se destacan la parroquia Lourdes, y su escuela, la propia Cervecería Schneider, en tanto da nombre e impulso al barrio, como así también la escuela República Oriental del Uruguay y el inicio de la avenida Peñaloza, antiguo “Camino Nogueras”.

Por el lado de los primeros propietarios, al abrevar en los planos disponibles más antiguos la zona aparece como enmarcada justamente por los dos caminos hacia el norte ubicados en el costado oeste de la ciudad. Esos caminos eran, el del Matadero (hoy Blas Parera), también en un tiempo conocido como el “Camino de Aguirre”, pero en este caso con su nacimiento en el cruce del hoy bulevar Pellegrini y Presidente Perón. El otro camino, al oeste, era el nombrado en antaño como “Camino Nogueras”, o también “Camino de Nogueras”. En ese triángulo, con vértice truncado por Fray Cayetano Rodríguez al sur, se conformó la barriada.

En esa zona figuran como primero propietarios de las tierras, en un plano de catastro de 1870, Iturraspe al este del cementerio, y luego hacia el norte, primero un gran terreno a nombre de Roca y Febre, y más arriba, hasta llegar a lo que hoy sería la zona de Villa Hipódromo, Agustín Choquet.

Ya para 1930 las subdivisiones habían dejado a un gran espacio a nombre de “Sucesión J. B. Iturraspe”, quien dio nombre al Hospital al donar los terrenos para la construcción primero de la Casa de Aislamiento y luego el antiguo Hospital Iturraspe, en Pellegrini y Avenida Freyre. Esta propiedad en barrio Schneider abarcaba, sin loteos ni calles abiertas, al sur con Fray Cayetano Rodríguez, al este Peñaloza y al oeste Blas Parera, llegando hasta Regis Martínez en el norte, lo que la ubica como el corazón del actual vecindario. 

Más arriba figuran otros dos grandes propietarios de terrenos, también sin dameros de manzanas marcadas. Ahora con extremos entre Blas Parera y las vías del FFCC, primero se ubica, aproximadamente entre Regis Martínez y Milenio de Polonia, la propiedad a nombre de Botterón. Y luego, hacia el norte, entre Milenio de Polonia y Santiago Derqui, un terreno a nombre de los hermanos Galiano, quienes aparentemente serían los mismos propietarios del gran campo donde se ubicó el Hipódromo de Las Flores.

Al poco tiempo, la parte sur del barrio ya estaba urbanizada. Así se deprende de un plano de 1935, en el que el límite de la planta urbana de la ciudad estaba establecido a la altura de Milenio de Polonia. En este nuevo registro figuran abiertas hacia el norte calles Cochabamba y La Paz, hasta Regis Martínez. También las transversales, Agustín Delgado y Martín Zapata, entre Blas Parera, Peñaloza y las vías en derrotero diagonal. Asimismo, figuran las “cortadas” que llevan hoy el nombre de  Pasaje Del Campo y Roque Sáenz Peña.

La zona fue poblándose paulatinamente. Como es lógico, primero se fueron cubriendo de casas, negocios, y hasta algún taller, las manzanas lindantes con las avenidas, en especial Fray Cayetano Rodríguez y Blas Parera, ambas muy relacionadas a las actividades del Cementerio Municipal. Hacia el norte de Schneider, surge claramente la aparición de la industria cervecera como el elemento convocante de la ocupación del espacio hacia el este de Blas Parera. Se trata de crecimientos con loteos y apertura de calles con cierta informalidad, aspectos que hicieron que quedaran algunos espacios vacantes, en especial cerca de las vías.

Justamente, la presencia del ramal del original Ferrocarril Santa Fe, que iba hasta la estación Las Flores, establecía una marca en la zona. A ambos lados de los rieles, se mezclaban algunas pequeñas quintas y chacras con vacas lecheras, pero en especial existían algunos hornos de ladrillos, con las consecuentes cavas. Esta condición hizo que algunos predios quedaran relegados en la urbanización, y que entonces la ocupación de los terrenos fuera un poco más irregular. También, el cruce de las vías, con las calles transversales en sentido este/oeste ha complicado la comunicación fluida a un lado y otro de los rieles, con el Pasaje Santa Fe como vía paralela a la par del terreno ferroviario.

Por el lado de las calles, las mejoras en las arterias tienen dispar condición. Por un lado, el sector sur, posee pavimento de hormigón, con cordones y canales de desagües entubados. Hacia el norte de la barriada la cuestión se modifica, con algunos canales a cielo abierto en algunos casos y pavimento de concreto asfáltico, que se deteriora entre la falta de mantenimiento y el tránsito pesado que a veces circula, particularmente en la zona del depósito de camiones recolectores de basura de la empresa Urbafe.

Año 1942 – Av. Fray Cayetano Rodríguez.

Vecinal Schneider

En una barriada secundada por avenidas, comprendida en cuanto a las mejoras por otras entidades barriales cercanas, la organización de la vecinal de Schneider tiene menos antigüedad que en otros espacios de la ciudad. Esta condición no quiere decir que el barrio no haya, y tenga, necesidades de infraestructura, mejoras pendientes, por las que los vecinos organizados no deban movilizarse.

Son 22 manzanas las incluidas en la jurisdicción de la Asociación Vecinal Barrio Schneider. La entidad fue creada en 1973, el 22 de octubre, con sede en Santiago Derqui 4095. El predio, poco a poco, fue creciendo en servicios y construcciones para disponibilidad de los vecinos asociados. Con un amplio salón de sus múltiples es un ámbito convocante para reuniones familiares y actividades de otras instituciones del barrio. En la misma sede vecinal se brinda además una copa de leche, y entre otros servicios, se ofrece una asesoría jurídica a los vecinos.

Reflejado por el vespertino local en una de sus recorridas barriales, se destaca que en 2013 funcionaba en la institución un centro de cuidado infantil, más otras “actividades deportivas y recreativas como vóleibol, cerámica y telar”. (El Litoral 6/11/2013) Por vocación solidaria, también la vecinal ha oficiado como centro de evacuados en algunos anegamientos del barrio y en especial de las zonas aledañas, como en 2003.

La escuela parroquial y la pública

En una barriada pequeña en dimensiones, pero centralmente ubicada en las encrucijadas de las avenidas López y Planes, Fray Cayetano Rodríguez, Peñaloza y Blas Parera, era de esperar que aglutinara actividades para los barrios cercanos. De este modo, sobre la calle que recuerda al clérigo diputado por la provincia de Buenos Aires en el Congreso de Tucumán de 1816 se ubican las dos escuelas principales del barrio, y de la zona. Una relacionada a la fe católica, la otra al ámbito público laico y gratuito. Una la Escuela Lourdes, la otra la Escuela República Oriental de Uruguay.

Escuela Lourdes

El padre Luis Dusso llegó al barrio en 1944, como capellán de la capilla del Cementerio Municipal. Su presencia en la zona gravitó desde el comienzo no sólo en la fe, con la creación de la capilla y luego parroquia Nuestra Señora de Lourdes, sino además con el convencimiento de este cura nacido en Helvecia que la educación era la forma, junto a la fe, de dar oportunidades a los niños y niñas del vecindario.

Su historia personal, y la de la iglesia Lourdes tiene su propio desarrollo en este trabajo, pero puestos aquí en relación con las instituciones educativas, Dusso inició su camino pastoral el Barrio Schneider con la biblia en una mano y con tizas en la otra.

"50 años Parroquia Nuestra Señora de Lourdes" - 1996
"50 años Parroquia Nuestra Señora de Lourdes" - 1996
"50 años Parroquia Nuestra Señora de Lourdes" - 1996
"50 años Parroquia Nuestra Señora de Lourdes" - 1996

Como lo señala el sitio web Para Conocernos, “En 1951 crea una escuela de carpintería que funcionó 5 años y que tuvo que cerrar por problemas económicos”. Dusso tozudo y hasta cabeza dura, como lo describían los vecinos, lejos de amilanarse por la imposibilidad de seguir adelante con ese proyecto, a los años, logró llevar adelante una iniciativa más importante.  

Luego de concentrar sus esfuerzos en levantar la primera capilla y su vivienda para quedarse a vivir en el barrio, el Padre recorrió la zona para ver qué obra sería la más eficaz, en virtud de las necesidades de la gente. Es así, como “el 12 de febrero de 1958, el Padre Luis Dusso, decide reunir a algunos vecinos, entre ellos a los matrimonios Bertona, López, Fonseca, Soria y a las Srtas. Carmen Vega y Elisa Fonseca, y a su señora Madre, y les explica la imperiosa necesidad de fundar una escuela ya que las existentes no satisfacen la demanda de inscripciones de este barrio, y quedarían muchos niños sin escolaridad. Dusso hace notar, a su vez, lo extenso de los límites parroquiales y lo favorable que sería para esta joven parroquia contar con una escuela confesional católica para que los niños acudan a ella”, como lo mencionan en el blog de la escuela Lourdes N° 1145.

Como resultado de aquella primera reunión quedó designada Elisa Fonseca para realizar las actividades previas, como adecuar salones, inscripciones, y otras actividades. Por otro lado, Carmela de Soria fue nombrada como portera. Así, el 7 de abril de 1958, con 34 inscriptos, la escuela abrió sus puertas con el apoyo de los vecinos del barrio. Comenzó a operar en un taller de carpintería acondicionado previamente por Fonseca, dentro del predio de la parroquia. Con los años, la señorita Elisa Fonseca llegó a hacerse cargo de la dirección en 1963, cuando la escuela llegó a sumar casi 500 alumnos.

Dentro del crecimiento de la institución, hasta llegar a comprender las cuatro entidades educativas de la actualidad, se fueron anexando aulas y además se crearon con nuevas ofertas educativas. Dicen de su propia historia en la escuela que “Con el correr de los años, el edificio escolar fue creciendo, llegando a albergar también al Jardín de Infantes ‘Amabile di Bin de Dusso’ -que lleva el nombre de la madre del clérigo impulsor de la comunidad Lourdes- y parte de las escuelas secundarias, las cuales lograron obtener edificios propios, permitiendo el crecimiento de la escuela primaria”.

En 1961 se creó la entonces escuela Técnica N° 122, con la especialidad Química, y en 1962 el Instituto con el mismo nombre pero para la modalidad secundaria con título Comercial. Ya por el año 1968 la población escolar crecía cada vez con mayor auge debido a la explosión demográfica del barrio. Así, en 1971 se creó la Escuela intermedia, con su nueva directora, la Sra. Olga Ochoteco de Tombolato. 

Para 1973 el Gobernador Carlos Sylvestre Begnis, acompañado por miembros de su gabinete, el intendente de la Ciudad Campagnolo y el obispo auxiliar Enrique Príncipe, realizó un acto en el predio cercano a la parroquia y la escuela primaria. En la ceremonia el mandatario colocó la piedra fundacional para el edificio propio de la Escuela Secundaria Nuestra Señora de Lourdes. El sacerdote Luis Dusso, el obispo Príncipe y el Gobernador firmaron el acta fundacional y se colocó una placa conmemorativa. El contador de la institución, Emilio Pardo, destacó en el acto, acorde a lo que publicó el Diario El Litoral, que el Instituto tenía “más de 800 alumnos” y que Sylvestre Begnis fue quien “inauguró la primera escuela secundaria y le dio apoyo moral y material”.

En el mismo acto se descubrió una placa con el nombre de la madre del primer mandatario provincial, Magdalena Begnis de Sylvestre, que daba nombre al Taller Industrial de la escuela en recordación al decidido apoyo del gobernador en su primer mandato, cuando estuvo presente para la inauguración del Nivel Secundario de Lourdes. A su turno, el Dr. Carlos Sylvestre Begnis resaltaba la obra del padre  Dusso y el barrio con su escuela parroquial. Así lo reflejaba el vespertino local: “Destaco la acción del padre Dusso, expresando que no tendrá nunca quien iguale sus méritos de haber logrado para la parroquia lo que ha conseguido. Precisó que la tarea de ocuparnos de los niños es la tarea mínima que podemos hacer para el futuro de la humanidad…”. (El Litoral 1/12/1973)

Al año 2020 el Colegio “Nuestra Señora de Lourdes” cuenta con enseñanza primaria (Nº1 145), Técnica (Nº 8122) y Jardín Nucleado (Nº 223), estos dos últimos ya con edificios propios dando más lugar a  la escuela primaria. A su vez, tanto esta, como el jardín a diferencia de sus comienzos, cuentan con una mayor cantidad de aulas, un comedor escolar, una biblioteca y salas para las distintas áreas educativas. Por otro lado, se debe mencionar que la escuela secundaria de educación técnica EESTPPI N° 8122 “Nuestra Señora de Lourdes”, que se encuentra sobre calle Presbítero Luís Victoriano Dusso N° 5180, cuenta con una radio taller propia, entre otros proyectos pedagógicos. Asimismo, los sanitarios y patios de todas las escuelas han sido restaurados.

La historia de Dusso y sus escuelas en barrio Schneider se podría sintetizar en la siguiente frase del presbítero: «Mi preocupación por elevar el nivel social y cultural del barrio y atraer a la juventud hacia Cristo, me llevó a fundar las escuelas…».

"50 años Parroquia Nuestra Señora de Lourdes" - 1996
"50 años Parroquia Nuestra Señora de Lourdes" - 1996
"50 años Parroquia Nuestra Señora de Lourdes" - 1996
"50 años Parroquia Nuestra Señora de Lourdes" - 1996
RADIO ESCUELA LOURDES
RADIO ESCUELA LOURDES
Clases de Laboratorio en Escuela Lourdes

La escuela de la tierra de Artigas

La escuela pública que lleva el nombre de la tierra de Artigas comenzó sus actividades muy cerca, en barrio Barranquitas Oeste. Como fuera abordado en la historia de esta otra barriada, la Escuela N° 567 “República Oriental del Uruguay” tuvo su primer inmueble en una casona de calle Artigas 3860. Habitualmente, como todo ese sector enmarcado entre López y Planes y Avenida Blas Parera (hoy Perón) sufría de anegamientos ante la combinación de fuertes lluvias y el río Salado crecido como en 1973, o antes en 1966 por la inundación del Paraná). En esos comienzos tenía una matrícula de unos 330 alumnos, desbordante para las dependencias que disponía.

Lo dicho, en 1973 el edificio de la Escuela N° 567 de calle Artigas al 3800 sufrió inundaciones en patios y aulas. El diario El Litoral denunció por ese entonces que el agua “empezó a penetrar por los techos en varias salas” lo que generaba un “riesgo cierto de que esa parte se desplome en cualquier momento” (El Litoral 01/03/1973). Estos problemas, sumados a la falta de espacio por la desbordante matrícula, reavivó el reclamo de años anteriores de la comunidad educativa a las autoridades provinciales para proceder con la construcción de un edificio apto para la escuela en el terreno que ya había sido donado en 1941 con ese destino en Fray Cayetano Rodríguez y Avenida López y Planes, año en el que incluso se había colocado en el lugar la piedra fundamental del futuro edificio.

A los tres años, la Fundación de Acción Social “Carlos Monzón”, la República Oriental del Uruguay y el Gobierno Provincial, en 1976 acordaron realizar las contribuciones correspondientes para la construcción de la primera etapa del edificio para cumplir con las demandas de la institución. Por este motivo, se realizó un “acto de colocación de una placa en el terreno” que se destinó para el edificio y se entregó “una nueva bandera de ceremonias para la escuela”. (El Litoral 02/11/1976) En estos actos concurrieron Carlos Monzón, ex alumno de la escuela que había cursado hasta tercer grado en el establecimiento, el embajador uruguayo Gustavo Magariños y el subsecretario de Educación del gobierno de facto, más otras autoridades. Por ese tiempo, y por las dificultades edilicias, fue ubicada transitoriamente en la escuela Constituyentes mientras se construía el nuevo establecimiento.

Carlos Monzón fue padrino de la institución y como tal colaboró decididamente con la concreción de la obra. Cabe señalar que el ex boxeador, cuando era un niño más de Barranquitas, para poder sobrevivir y ayudar a su familia decidió drásticamente abandonar en tercer grado la escuela República Oriental del Uruguay, para así trabajar como lechero, lustrabotas, sodero y canillita, según señala Paula Roldán en una publicación del portal de noticias Derf en 2009. Quizá por llevado ese recuerdo Monzón realizó años más tarde peleas a beneficio de la escuela y con aportes de la fundación que presidía, ayudó en la compra de todo el equipamiento del establecimiento.

Finalmente, el 17 de Noviembre de 1979 se inauguró el edificio ubicado en Fray Cayetano Rodríguez y Avenida López y Planes, con la concurrencia del Gobernador de facto Jorge Aníbal Desimoni, el Ministro de Educación y Cultura de Uruguay Daniel Darrac y el embajador uruguayo, entre otras autoridades. El día previo a la inauguración, el diario El Litoral exponía bajo la pieza gráfica que “la escuela es de construcción tipo urbana” y que el edificio “consta de 14 aulas, dos más para preescolar con baños incorporados y patio de recreación propio, dirección, vice dirección, secretaría, sala de maestros, gabinete sicopedagógico, aulas para actividades prácticas, 4 grupos de sanitarios, cocina-comedor escolar y comedor escolar”. (El Litoral 16/11/1979) Además se contaba con dos patios, uno techado y otro descubierto.

En la tarea de concretar el nuevo edificio, y de mudar la escuela de ámbito desde las dependencias de la escuela Constituyentes, trabajó a fines de los ’70 un grupo de docentes entre los que se encontraba Aldo González, luego director de la institución. Vale decir que a la par del moderno establecimiento se levantó el edificio donde también funciona el Taller de Educación Manual Público Nº 180 “Lino Enea Spilimbergo”, sobre Av. López y Planes 5025.

Creada en 1929, su nombre “República Oriental del Uruguay” se debe al “papel fundamental y la colaboración de residentes uruguayos en la gestación del proyecto educativo” (El Litoral 30/11/2004). Escenario año a año, cada agosto, de la celebración de la independencia uruguaya, el vínculo del establecimiento con la Banda Oriental se expresó a lo largo de gran parte del siglo pasado, con la presencia de autoridades representantes de la colectividad uruguaya. Con respecto a este trabajo mancomunado de docentes y residente uruguayos, Susana Alassio, descendiente del propietario de la fábrica de caños vitrificados asentada en La Guardia, explicaba que su padre “formaba parte de la cooperadora de la escuela N° 567 República Oriental del Uruguay. Consiguió inaugurar el primer comedor escolar de la ciudad y participó en los trámites de construcción del nuevo edificio». (Revista Nosotros, El Litoral, 09/06/2007)

Con respecto a la arquitectura de la escuela se debe decir que con el paso del tiempo, y el con la colaboración de varios actores, se consiguió que fuera un edificio moderno y adaptado a las necesidades del alumnado. De este modo, en el año 2018 la escuela participó del Proyecto de Extensión de la Universidad Nacional del Litoral llamado “Arquitectura y niñez. La dimensión lúdica como principio de acción y valoración del patrimonio arquitectónico y cultural”. Esta iniciativa de la UNL detalla que la escuela Nº 567 República Oriental del Uruguay participa junto con otros establecimientos escolares públicos que son “edificios de alto valor patrimonial propios de los períodos cosmopolita, moderno y contemporáneo”.

En el año 2020 cerca de 600 alumnos provenientes de los barrios Schneider, Barranquitas Oeste, San Pantaleón y de las orillas del río Salado van todos los días a esta escuela Nº 567, no solo para aprender, sino también para alimentarse. A modo de muestra de lo que representa la Educación Pública para las comunidades de los barrios con mayores  necesidades sociales es dable repasar lo acontecido en el año 2001 con la escuela Uruguay de barrio Schneider.

En el marco de un proyecto de Acción Educativa se desarrolló un trabajo de campo realizado por la docente María Crisalle en el Taller de chicos y chicas de la entonces EGB II de la Escuela Nº 567. En este trabajo se pueden leer algunos testimonios de los alumnos marcados por la dura realidad de pobreza y vulnerabilidad que los rodeaba en sus casas y barrios, como así también sobre sus experiencias en el establecimiento educativo. En una parte de aquel trabajo de índole socio-educativo los alumnos y alumnas de un octavo año dijeron sobre el barrio desde donde llegaban hasta la escuela Uruguay: «Humilde, que es pobre. Hace falta comida, casas, vestimenta, higiene, ripiado».

Frente a esas realidades, no desconocidas pero muchas veces poco visibilizadas en primera persona, la Escuela Pública nacida en 1929, que pasó por varias sedes y postergaciones para tener su propio y adecuado lugar, abre sus puertas a la educación en la esquina noroeste de López y Planes y Fray Cayetano Rodríguez.

La letra de molde oficial en el barrio

Sobre Avenida Peñaloza, al 5385, se encuentra una institución del Estado Provincial de vital importancia para la vida democrática. Se trata de la Imprenta Oficial, que lejos de tratarse de una rotativa para publicar un diario con noticias de la acción de gobierno, tiene por objetivo imprimir las piezas comunicacionales que dan validez a los actos de gobierno. Allí se publica el Boletín Oficial de la Provincia de Santa Fe, entre otros trabajos para el estado santafesino.

La historia de la Imprenta Oficial menciona que con la ley 1799 el 23 de mayo de 1914 se autorizó al Poder Ejecutivo de la Provincia de Santa Fe a instalar talleres gráficos en las cárceles provinciales para realizar encargos propios de la Administración de la Provincia o Municipio. La reglamentación estableció que el Boletín Oficial se imprimiera en estos talleres gráficos, con una distinción de dos secciones: una división judicial, que correspondía a citaciones, avisos, documentos de los magistrados, entre otros; y una división administrativa, relacionada a decretos, leyes, informes, resoluciones, etc. Luego, en febrero de 1918, con el decreto reglamentario dictado por el Poder Ejecutivo que puso en práctica lo establecido por la Ley 1799, se creó la sección de la Imprenta Provincial.

En febrero de 1919 la imprenta fue reorganizada por decreto. De acuerdo al Diario Santa Fe, la Imprenta Oficial tuvo una reubicación de su personal ya que “algunos empleados que holgaban en la imprenta” fueron movidos a la “dirección de Rentas donde hacían falta”, como así también a otros departamentos administrativos. (Diario Santa Fe, 09/02/1919) Por esos tiempos, la preocupación social pivotaba en el costo que representaba la imprenta oficial, y en el exceso de personal que aparentemente presentaba. Además, se denunciaban irregularidades, ya sea por falta de cuentas claras como por conflictos en el presupuesto.

Por todo lo anterior, en 1928 se encomendó a una comisión que investigue los procedimientos de la Imprenta Provincial. Este grupo de expertos encontró irregularidades en las cuentas, depósitos indebidos y personal ficticio. De acuerdo al Diario El Orden del 21 de Septiembre de 1928 “los fondos del Estado se encontraban depositados en la cuenta particular de su Director [de la Imprenta]”, además se entregaron doce toneladas de papel a dos diarios y se abonaron “jornales a obreros imaginarios” (El Orden 21/09/1928). La investigación desembocó en una causa judicial que llevó a la detención del ex-director de la Imprenta en agosto de 1930.

Ante estos hechos, en 1932 surgió como propuesta que los talleres de la Imprenta se instalen en la penitenciaria de Coronda. El motivo del traslado radicó en reducir costos, ya que “se harán economías en el alquiler y personal, porque trabajarán los penados, no habrá gastos de luz y otras” (El Orden 29/04/1932). En el mismo año, el Ministro de Hacienda expuso en la Legislatura Provincial los balances de años anteriores y justificó su decisión de trasladar la locación de la imprenta y la licitación que esto requirió. (Diario Santa Fe 15/01/1933).

Para 1938 el Presidente del Directorio de Obras Públicas Celestino Mounier, el Contador General de la Provincia Domingo Capovilla y el Director de la Imprenta Oficial Furno se reunieron en la cárcel corondina para hacerle “conocer al director de la Imprenta Oficial la disposición adoptada para instalar la repartición en el establecimiento, de acuerdo con el decreto pertinente del Poder Ejecutivo” (El Litoral 14/02/1938).

De este modo, el domingo 20 de Agosto de 1939 se inauguró en la cárcel de Coronda la Imprenta Oficial de la Provincia. Una comisión de vecinos corondinos organizó una serie de agasajos y homenajes a los que asistieron el gobernador Iriondo, ministros de su gabinete, legisladores, autoridades y personalidades. Uno de los numerosos discursos fue el del senador Luis Di Filippo, quien destacó sobre la Imprenta Provincial que “traerla a este penal no fue un capricho. El traslado se inspira en razones docentes y económicas al mismo tiempo. Este taller es desde ahora una escuela, un instrumento de redención humana. Cuarenta penados trabajan en él; cuarenta aprendices que serán muchos más en poco tiempo, gozan en medio del infortunio la alegría del trabajo…”. (El Litoral 20/08/1939)

En cuanto al funcionamiento de la imprenta en tierras frutilleras, en 1941 contaba con “alrededor de 60 personas” (El Litoral 06/01/1941) de los cuales 45 se trasladaban diariamente desde Santa Fe hacia Coronda en ómnibus y 15 eran penados aprendices del oficio. Pero esta iniciativa no duró demasiado tiempo. Para fines de los ’40 este organismo oficial ya funcionaba nuevamente en la ciudad de Santa Fe. Según recuerdan en el Facebook “Historia de Coronda”, el traslado obedeció, entre otras cosas, a la protesta e incremento de costos de los empleados de la capital provincial que diariamente debían viajar hasta la cabecera del departamento San Gerónimo y que capacitaban a los presos que trabajaban en el taller.

Al regresar a Santa Fe la imprenta se instaló en un galpón en la esquina suroeste de Francia y Salta. En ese lugar, el 17 de noviembre de 1949 por la mañana, se produjo un incendio de proporciones en uno de los galpones donde se almacenaban herramientas y fardos de papel de los residuos de los trabajos de imprenta realizados en el taller. La rápida intervención de los bomberos evitó la propagación de las llamas hacia las otras dependencias, sobre calle Salta, en la que se encontraban las máquinas de impresión, con insumos almacenados altamente combustibles. Al respecto, el diario El Orden en la nota que relataba el siniestro reflexionaba sobre la ubicación de la Imprenta Oficial en el centro de la ciudad, “Por razones de seguridad social –no sólo para el personal obrero que allí trabaja, sino también para la población cercana a los talleres– es necesario que la Imprenta Oficial disponga de un edificio adecuado”. (El Orden 18/11/1949)

A partir de 1955, luego del Golpe de Estado interrumpió el segundo gobierno de Juan Perón,  se dieron investigaciones en cuanto a los trabajos realizados por la Imprenta Oficial a partidos políticos y diversas organizaciones. Según reflejaba en ese año el diario El Litoral una de las investigaciones arrojó que se había realizado trabajos para el Partido Peronista, la Confederación General del Trabajo, la Confederación General Universitaria, etc. por $427.512, monto que se imputó al presupuesto provincial, y que estos encargos “revestían siempre el carácter de ‘urgente’ y ‘urgentisimo’, con evidente perjuicio para la administración provincial, debido a que para atenderlos debían suspenderse trabajos normales y de necesidad imprescindible para reparticiones de la administración”. (El Litoral 17/11/1955)

Pasaron algunos años donde la imprenta y los gastos que devengaba a las arcas provinciales su funcionamiento eran puestas bajo la lupa de la administración. Así se desemboca en el año 1963, cuando fue designado Celso Abelardo Mangioni por el decreto N°1.059 como interventor encargado de la reestructuración de la Imprenta de la Provincia. El objetivo de la designación residía “en el término de 90 días, determinar la organización administrativa y contable de la imprenta, acorde con la ley de contabilidad y las normas técnicas de costos de empresas industriales” (El Litoral 28/11/1963). Además, el interventor Mangioni debía elaborar un reglamento interno y realizar una investigación sobre el manejo de los recursos provinciales en la Imprenta en el período de 1962 a 1963.

Al parecer la estadía de la imprenta en ese edificio de Francia y Salta se prolongó por bastantes años. Según testimonios de algunas trabajadoras de salud que iban hasta el Hospital Cullen recuerdan que para 1974 la imprenta estaba en ese lugar. Luego, pasó a su actual emplazamiento, un espacio destinado para tal fin en Peñaloza al 5300, y que años atrás estaba mucho menos poblado. El predio tiene frente sobre la avenida y sus fondos dan con los terrenos del ferrocarril. En 2018 el gobierno de la provincia llevó adelante una licitación para realizar obras de refacción y arreglos en las dependencias de este organismo que además del Boletín Oficial ha impreso desde libros hasta las boletas de algunas elecciones.

“Memorias del Barrio Schneider”

En los años ‘90s la Municipalidad de Santa Fe, por intermedio del Museo de la Ciudad, editó una serie de fascículos sobre la historia de algunos barrios. Esta iniciativa incluyó al Barrio Schneider, de la que se desprenden algunos datos finales sobre la barriada relacionada al apellido del cervecero.

Toda la zona tenía una fisonomía casi despoblada allá por los años del 1920. Sin embargo se destacaban en la geografía del lugar algunas casas, como la perteneciente a la familia González Sobrano, la de los Colombo, pero también la de los Galli. Había un sendero, o largo callejón, en dirección hacia el Salado. Este camino improvisado por el ir o venir llegaba hasta una especie de carnicería de achuras, local orillero de los bañados del Salado en el que, según recordaba el vecino Julio Galli Pujato era el  “dominio inexpugnable de una feroz perrada”.

La avenida Blas Parera era un camino que en realidad más se relacionaba con la traza  paralela a las vías del ferrocarril a las colonias. Como es de suponer no era de pavimento, conducía a la zona de primitivo (y precario) matadero municipal. Según la publicación del municipio, este camino de aspecto rural, que terminó por ser el Camino a San Justo, era utilizado como improvisada pista de carrera para los jóvenes pudientes del centro de la ciudad, que lejos del control policial, ponían a tope de velocidad, hasta cien kilómetros por hora, sus modernos y costosos autos.

A modo de cierre del capítulo se puede recuperar lo dicho en el libro dedicado a Don Otto Schneider, en el que se describe cómo el alemán cervecero, su industria, su quinta y su casa, dieron identidad y nombre al barrio: “El edificio de la Cervecería Schneider se erigió pronto en una referencia obligada para vecinos y viajeros. Su porte hacía que sobresaliera en el espacio plano y todavía semirural del noroeste de la ciudad, mientras que las actividades económicas y el movimiento de trabajadores que la fábrica implicaba fueron transformando sus cercanías, que pasaron pronto a conocerse como ‘Barrio Schneider’”.

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