Los curas misioneros de la isla
En Alto Verde, y en la zona insular aledaña, hubo a los pocos años de la formación del barrio sobre el albardón el ir y venir a golpe de remo y botador de misioneros de la fe católica. Religiosos y religiosas misionaron entre los bañados, los sauces, los arroyos, junto con los que establecieron el primer templo.
Miguel Ángel Dalla Fontana aborda profusamente esta particular historia de los curas misioneros de la isla, se recuperan de su trabajo aquí algunos fragmentos.
“Distrito Alto Verde” – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2019
Los sacerdotes Alfonso Durán y Delfín Grenón no solo elevaron el arraigo católico sino también participaron activamente para la creación y desarrollo de otras instituciones, apoyando los reclamos de los primeros pobladores, como en materia educativa y de salud. Por ejemplo, en salud pública gestionaron la creación de la sala de primeros auxilios.
Como bien lo describe un fragmento del libro del Padre Stoffel, refiriéndose al respecto: “El panorama era de una pobreza absoluta en el más amplio sentido de la palabra y movidas por su espíritu apostólico y caritativo llegaron hasta el sitio un grupo de “vicentinas” lideradas por Manuela Funes de Cullen quienes en noviembre de 1916 adquirieron el rancho de Bruno Pérez sobre el citado canal para llevar adelante su tarea y tras ellas, el Pbro. Alfonso Durán”.
Al año siguiente, concretamente el 16 de septiembre de 1917, se inauguraba la capilla con la presencia del obispo Monseñor Boneo. Al respecto el diario El Orden hacía alusión: “La capilla, se había instalado en un rancho de madera, pobremente arreglada y que los vecinos tratan de mejorar, en su local se ofician misas todos los domingos y fiestas de guardar, estando a cargo de dicha ceremonia de un sacerdote de nuestra ciudad”.
LA OBRA DEL PADRE NICOLÁS MIHALJEVIC
El trabajo social y pastoral realizado por los distintos sacerdotes y seminaristas de la Congregación Jesuítica del Colegio Inmaculada Concepción de Santa Fe, sumado a la presencia de las Hermanas Auxiliares Parroquiales de Santa María, dieron sus frutos aportando innumerables servicios y acciones, fortalecieron pautas culturales con un sentido de encuentro como comunidad con un común denominador: asambleas populares, grupos juveniles, fogones y reuniones comunitarias participativas con debates de distintas organizaciones barriales y políticas.
Mucho le debe Alto Verde y sus islas a la tarea realizada por el sacerdote Nicolás Mihaljevic J.C. (origen croata) que llegó a nuestra ciudad, en la década del 50, para incorporarse como miembro del grupo de sacerdotes educadores del Colegio Inmaculada.
Es recordado no solo por su arduo trabajo social en Alto Verde, sino también porque
puso énfasis en las misiones evangélicas por los distintos islotes que componían el delta del río Paraná. Para entonces, poblados por isleños y sus familias. Por el itinerario de las islas que visitaba el sacerdote se pueden recordar: Gálvez, Quiroz, Palmar, Nuevo, Las Cañas, Las Víboras, El Caballo, entre otras. En cambio las misiones, en Alto Verde fueron realizadas por los seminaristas y sacerdotes jesuitas como Ricardo Valero, Andrés Swinnen, Luis De Maussion, Carlos Cruz, Oscar Acosta, Alejandro Gauffin, entre otros.
Testimonio de Malvina Kelz de Richard, joven estudiante de la carrera de Servicio Social de Santa Fe que acompañó al padre Nicolás Mihaljevic, en varias misiones nos cuenta su experiencia de 1966: -“La misión estaba compuesta por 6 o 7 alumnos externos, pupilos del colegio, sumado al voluntario que podía ser algún estudiante de la carrera de servicio social. Se partía desde Puerto Piojo, frente a la isla Clucellas donde había una guardería de lanchas y lanchones.
La embarcación que nos conducía por el ancho río Paraná era bastante precaria y cabían entre 8 y 10 personas. No contaba con cabina y la única protección en días de lloviznas eran lonas impermeables que hacían a su vez de abrigo. El recorrido hasta llegar a destino podía durar 8 horas de viaje. La estadía duraba entre 4 o 5 días y el padre Mihaljevic llevaba una valija en la que concentraba los elementos sagrados para sus celebraciones religiosas. Cuando atisbábamos un islote con la presencia de un rancho era casi de noche.
El destino era siempre diferente, y el padre con su voz de extranjero nos decía que estábamos frente a la costa de Victoria o Diamante (Entre Ríos). Resulta sorprendente el conocimiento que tenía de los nombres de las islas y su geografía, así también todo lo referente a la navegación pasando por la observación del estado del río y los bancos de arena; ningún acontecimiento, por insignificante que se insinúe era pasado por alto. Por supuesto como buen “antropólogo” conocía a cada lugareño y su composición familiar.
Una vez que arribábamos al destino los isleños corrían hasta la costa (especialmente los niños avisaban nuestra llegada). Luego de amarrar la lancha hundíamos nuestro pies en la arena húmeda mientras varios isleños nos ayudaban a descender porque sus costas eran lo suficientemente empinadas y agrestes para hacerlo por nuestros medios.
Un aroma a misterio y a paz nos invadía. Luego nos recibían las familias con toda generosidad y nos albergaba en sus viviendas que, eran ranchos de barro y paja, en algunos casos, chozas prolijamente construidas”.
Malvina también consigna la fuerte impresión que le causó el contacto con los isleños:-“Si tuviera que hacer una descripción acabada de lo que representaban estas familias, diría que nunca he visto personas que a pesar de su situación de aislamiento y pobreza, sean tan cordiales, amables, solidarios y hospitalarios. Creo que no me alcanzan los adjetivos para expresar todo lo que ellos representaron en mi formación profesional como asistente social. Agradecida por lo aprendido perfeccioné mi capacidad de observación y fue realmente un intercambio de saberes y valores, un encuentro de ‘humanos’. Y prosigue rememorando:-“Al padre le tenían una increíble admiración y respeto, y por ende hacia los que lo acompañaban. Generalmente, los lugareños sabían que íbamos a llegar, por lo tanto, tenían la comida preparada y bien caliente, para apaciguar tanto frío. ¡Nunca había vivido una cena sentado en un banco fabricado a machetazos y disfrutar de una rica comida servida en una fuente deslucida y cachada! Luego llegaba la hora de dormir y se descansaba en camastros de paja y alguna frazada. Con el cansancio que teníamos nos parecía los mejores colchones del mundo. En algunas ocasiones los espacios del rancho no permitían que todos pudiéramos descansar, por eso, llevábamos carpas o bolsas de dormir.
Finalmente nos relata parte de la vida cotidiana y sus condiciones: “Mi experiencia en estos paraísos perdidos fue inolvidable. Llegué a convivir con unos sapos isleños que sentados parecían perritos a los cuales terminé adorando porque evitaban que gran parte de la mosquitada (nubes de mosquitos que aparecen, en general, al atardecer) invadiera las viviendas, y si la persona no tenía ninguna protección las picaduras provocaban un pico de fiebre. Esto me pasó, y no sabía si tirarme al río con dos grados bajo cero o refugiarme en una carpa teniendo como único acompañante estos sapos gigantes. Los lugareños conocían del tema y su defensa; había que hacer mucho humo para alejarlos, a pesar de que era difícil convivir con esa nube asfixiante. A pesar de llevar provisiones de repelentes nada era suficiente. Por la mañana, aparecían todas las familias con muchos niños para participar de la celebración de la eucaristía, confesiones, comuniones, bautismos y hasta algún casamiento.
Previa a la celebración de la misa mi trabajo social- religioso era reunirme con las mujeres y le daba charlas sobre puericultura, higiene en los alimentos, rol de la mujer como madre y esposa; siempre me veía obligada a prestar gran atención en el lenguaje adaptado a sus necesidades y carencias. Mientras cumplía mi misión como joven, el padre lo hacía con los hombres. Luego se preparaba la mesa para el altar y se celebraba la misa. ¡Hay que ver la fe en medio de tanta humildad, la sinceridad y hasta la solidaridad entre ellos, algo maravilloso y que jamás olvidaré!”.
ACCIDENTE
La historia fue narrada, en 2017 por Vicenta Casilda Lucero, alias Liro (70 años) y su madre Laura Feliciana Giménez de Lucero (97 años), residentes de La Boca en Alto Verde.
Nos dice Laura Feliciana: “En 1964 el padre Nicolás hizo una fiesta muy grande donde los premios eran alimentos y ropas. Había domada y destreza criolla. En la ocasión lo acompañaba gente del Colegio Inmaculada, políticos, comerciantes que aportaron a la reunión. La misión del padre era venir cada quince días para reunirse con los vecinos y celebrar la misa”.
Continúa Liro Lucero: “En una oportunidad estando en la isla Gálvez junto con los vecinos Mauro López, Antonin López, Zaragoza, los asistentes sociales nos enseñaban a hablar, a comportarse, a tener respeto y educación. En uno de los tantos viajes que hacíamos visitando las islas, se largó una tormenta muy fuerte con una marejada. Intentando que se no se tuerza el barco o se de vuelta, el padre que no podía manejar la chalana se largó al agua para enderezarla.
Nosotros le advertimos: – ¡No se largue padre que hay muchas rayas! ¡No se largue padre! Y él se largó nomás y lo pico una raya abajo del tobillo. Lo levantamos entre todos y él nos dijo;- ¡Lira toma vos el timón y dale para la costa!
La chalana era grandísima con velas y la verdad yo sabía poco del tema… pero como pudimos llegamos. El padre lloraba y se apretaba la pierna. Cuando llegue a la costa mis padres estaban esperándonos. Fíjese como sería de fuerte el viento que sacó la chalana del agua para incrustarse en tierra. Trajimos al padre herido, y ¿Usted sabe…? a lo mejor yo hago mal en decir esto…Había una mujer que estaba con la menstruación…y lo sentamos en la parte en donde usted sabe… y el padre nos dijo: -¡Ay Gracias a Dios que alivio! Ahí estábamos todos los hermanos: Casito, Amadeo, Chico y la Negra. La Negra era la más terrible…Usted sabe que nos peleábamos nosotros para complacerlo al padre que estaba en la cama matrimonial.
Ahí durmió. Asábamos batatas, le dábamos las mejores batatas asadas para que el estuviera bien hasta que lo llevaron a remo mis hermanos mayores”.
TESTIMONIO DE SONIA RAQUEL RAMIREZ EN 2017 (FALLECIDA EN EL 2018). EX RESPONSABLE DE LA RADIO COMUNITARIA DE ALTO VERDE
“Nosotros con el padre Büting pensábamos que teníamos que tener un registro de las distintas tareas o cuestiones que nos iban sucediendo, porque su obra era extraordinaria: pensada y organizada en función del crecimiento sustantivo que tendría que tener el distrito de Alto Verde.

Y fue distrito hasta la primera etapa de la democracia, momento en que Francisco Díaz llegó a ser concejal por el radicalismo, en 1983. Él fue el médico del barrio, y en su periodo le gustaba venir a A.V. a pesar que era de Santa Fe, igual que su hermano Eduardo. Luego, Francisco se casó con una hija del distrito María Josefa Riva y Eduardo con Teresita Olser. El médico instaló el consultorio en A.V. y era muy querido a igual que su hermano Eduardo Díaz. Ambos vinieron a vivir al distrito. Francisco Díaz era un referente del partido radical. Él logró la sanción de la Ordenanza en la cual el distrito se constituyó en barrio, de tal manera que pudiera tener todos los servicios de la Municipalidad de Sta. Fe.
Pienso que esta Ordenanza Municipal (7565) ha perjudicado, históricamente, desde mi punto de vista porque si A.V. hubiera seguido siendo distrito hubiese tenido posibilidades de alcanzar otro tipo de crecimiento y no estar atado a la Municipalidad por la cantidad enorme de votos que vuelca para un partido o para otro. En cambio si hubiera sido distrito habría tenido otras posibilidades. Contó con actores sociales importantes, y si entre todos nos hubiéramos unido, A.V. sería, no sé si una ciudad pero si por lo menos una comuna”.
Fundamos en el año 1971 el primer diario que se llamó “En Marcha” que registraba de alguna manera las distintas actividades sociales y políticas. El padre Büting fue un hombre muy discutido, en su momento, por eso, los servicios de inteligencia le pidieron que se retirase y no hicieron algo más grave con él, en Santa Fe, por la fuerte presión de su pueblo; tal vez porque no querían que la gente se enterara de que estaba pasando en la Argentina y si hacían desaparecer al padre podían pensar que se podría abrir una puerta de que estaba pasando. Esta guerra fría buscaba a las personas que luchaban y se los secuestraban para luego llevarlos a los centros clandestinos de exterminios… se los mataba, muchos de ellos fueron desaparecidos. Soy ex presa política y algunos como yo éramos de la Iglesia, y Mons. Zazpe me defendió a capa y espada.
Y Büting, en ese momento, se le pidió que se fuera del país para evitar las consecuencias. Por eso, parte hacia Costa Rica donde realizó infinidad de conferencias. Este grupo que formábamos nos reuníamos con otros barrios periféricos de la ciudad. Hacíamos charlas a través de la eucaristía, nos juntábamos los domingos a la tarde después de la misa de la mañana. Como se venían las elecciones de 1973, cada barrio iba sumando opciones y acciones, en cuestión política. En forma paralelo con esta tarea y unión nos empezamos a juntar políticamente a través del FREJULI. Nos agrupamos los coordinadores de barrios y villas santafesinas: El Triángulo (Villa del Parque), Santa Rosa de Lima, Centenario, San Lorenzo, Tortuguitas, La Gran China, Yapeyú, Pompeya, Barranquitas, Escarafía, Villa Isabelita, Villa 8 de Octubre, Villa Chaqueña, Villa Descamisados, Villa Adelina, Villa María Estela, Villa Eva Perón, Villa Gral. Valle y Villa del Parque. Entre ellos estaba Raúl Bustos (la Cotorra) y Froilán Aguirre, el negro Cabral, Eduardo González Paz que era de Alto Verde. Él fue desaparecido. Entre los reclamos que siempre había, recuerdo que nos reunimos y le contamos que no teníamos colectivo, y no era fácil reunir a los altoverdinos por la diversidad de opiniones y propuestas.
Él nos dijo más gente que debía haber más gente involucrada para aprobar cualquier proposición. Luego surgió la demanda de realizar un refulado sobre toda la costa para evitar que nos inundáramos. Reutemann después completó y ejecutó una obra de cierre con los terraplenes una solución al problema de todos.
El aglutinaba a la mayoría de la población de A.V. Aldo Jesús tenía un poder de apaciguamiento… de control sobre sus fieles. Ante las discusiones y enfrentamientos, después de una charla profunda con cada uno les decía que no podían pelearse reiteradamente.
Creo que su palabra estaba puesta en el corazón de cada hombre y eso era lo que transformaba a este mundo y en parte era la historia que se estaba gestando en Alto Verde con toda su gente. Él estaba cuando fallecía alguien y cuando alguien nacía. Un referente único”.
Varios registros fotográficos de la historia de la presencia religiosa en Alto Verde, y las islas frente a la ciudad, forman parte del trabajo de Dalla Fontana.
De murgas y comparsas
Alto Verde se ha caracterizado como uno de los barrios en los que el carnaval y las murgas o comparsas forman parte del paisaje de cada verano. El sonar de los tambores a lo lejos, al otro lado del riacho, a veces llega al puerto y el centro con el viento del este que sopla desde el albardón en la nochecita estival.
De ese pasado, y el presente a mitad de la segunda década del tercer milenio, se abrevaba la historia de la alegría del pobre, transmutando sus tristezas y postergaciones por el baile, los colores, el ganar la calle Demetrio Gómez, en los “febriles febreros”, al decir de José Carbajal “El Sabalero” uruguayo. O también, Alto Verde, con sus famosas murgas, representar al barrio en los corsos y carnavales de otros vecindarios, incluso de aquellos del “centro”, el mismo que se recorta con su silueta de sombras y edificios en el atardecer, mientras se ensayan pasos y toques de zurdo, pandereta, redoblante y bombo.
Nuevamente la tarea de investigación de Miguel Ángel Dalla Fontana viene a traer la historia y las anécdotas de grupos como “Los Payasos”, que pueblan el aire de carnaval de Alto Verde como otras agrupaciones, “Los renegados”, entre otros. El capítulo 9, en su apartado primero, da cuenta de esa estirpe “murguera” que también tienen los altovedrinos.
MURGAS, COMPARSAS, BATUCADAS Y CANDOMBES
El sentido de pertenencia caracterizó a los altoverdenses y estuvo reflejado en el fervor de la realización de sus carnavales y fiestas populares: procesión religiosa fluvial, carrera de canoas y actividades campestre, representada por las exhibiciones típicas del hombre de campo y atracciones de destreza gaucha como fueron las asociaciones, tropillas y domas. En cada encuentro, la familia podía disfrutar del almuerzo criollo con asado con cuero, locro, empanadas y saborear el clásico del distrito: pescado frito. Además, el festival del “Yose” y del “Isleño” fueron acontecimientos movilizadores para los jóvenes hacia la expresión del teatro, el cuento, la poesía y la música con grupos de ballet folclórico, bailes populares y conjuntos chamameceros.
Al día de hoy, con la calidez de su gente, sencilla y amable, esta identidad cultural común, genuinamente arraigada y construida es depositaria de la memoria colectiva que se mantiene vigente a través del carnaval; carnaval lleno de colorido y entusiasmo con sus murgas y comparsas, en el Corsódromo, sobre la calle Demetrio Gómez, en el tramo, entre Ángel Martínez y Villaverde.
En 2017, después de diez años sin carnaval, Alto Verde reeditó este espectáculo único. En esta oportunidad participaron distintas comparsas con más de 1000 pasistas y danzantes que desfilaron por la calle principal, Demetrio Gómez. Participó la versión moderna de Los nuevos payasos de Alto Verde bajo el cual sigue vigente ese legado que alguna vez se inició en el distrito, en 1951. A la vez, la creatividad y la magia no se detienen en el tiempo con la presencia de nuevas comparsas y murgas, entre las que se cuentan: Fantasía, Flor del Litoral, Los Renegados de Arroyito Seco, Amanecer, Pomba Gira y Pan con Chicha.
Ese mismo año, el cierre estuvo a cargo del grupo Los Lagartos que tocaron música de cumbia, con muchas canciones muy arraigadas en el barrio.
La comparsa Fantasía fue fundada por Norma Portillo en el 2012. Está formada por casi 90 integrantes, y es más que ambiciosa ya que apunta a que nadie quede al margen de la fiesta porque un gran porcentaje de los niños son discapacitados, y están caracterizados por dragones, temática metida de lleno en el gusto popular.
Otra importante comparsa es Flor del Litoral, creada en 1986 por Elvio Fernández y su grupo más íntimos de familiares. De la mano de nuevos personajes, la tradicional comparsa se reacomodó a los nuevos tiempos con la incorporación de nuevos integrantes de todas las edades.
La creación de la vestimenta y gorros con plumas fue una creación de su esposa Ramona.
Una de las murgas que hizo furor en los carnavales santafesinos fueron los Payasos de Alto Verde. Su nombre tomará forma en 1951- según Florencio Panizza- inspirado, a partir de la observación, casual y espontánea, de un cuadro colgado en lo alto de una pared donde estaban retratados la cara de varios payasos. “Éramos una gran familia, hermanados por Juan Rosas Berón de Astrada y su hijo Héctor Berón de Astrada, Pérez, Máximo Taborda, José ‘Chacho’ Burgaron; Rodolfo, Félix y Juan Walton y algunos que hoy no recuerdo fueron dando forma a esta escuadra tan pintoresca”.
José “Chacho” Burgaron, quien integró la comparsa con su bombo, desde 1951 hasta 1962, nos brinda su testimonio: -“La confección de los instrumentos y la elaboración los vestidos significaba el trabajo de muchísimas familias-llegamos a formar más de 200 payasos- que ponían en juego su habilidad y creatividad.
Los trajes eran confeccionados con remiendos de forros de polleras, en desuso. Las mujeres le ponían la gracia, intercalando parches de distintos colores logrando un ropaje multicolor que impactaba al público. Los bonetes eran confeccionados en cartón, pintados y tenían géneros cosidos.
Los primeros bombos eran bien rústicos. Se cortaba al medio un tambor de 200 litros y se le ataba una membrana de cuero de chivo o carpincho, y sonaban bastante bien con el acompañamiento de los redobles cuando hacíamos nuestra pasada. El primer año que participamos en Avenida Freyre ganamos el primer premio venciendo a la murga de “Palito” que era toda una revelación.
Además dice: -“Cuando se creó la murga, al principio éramos muy pocos, y la gente del barrio se nos reía, quizás porque no creían que íbamos a tener tanto éxito; pero al otro día, esos mismos que se burlaban, aparecieron con su traje bajo el brazo para sumarse al grupo”.
Otro vecino de la isla, Luis Ángel Descalzo, vuelve a encender escenas imborrables de aquella infancia con la murga: -“Los Payasos de Alto Verde era palabra mayor por su tradición y se convirtió en la murga más importante de la época. No solo estaba consolidada entre nuestra comunidad sino que habíamos pasado las fronteras viajando a distintos lugares.
Los Payasos fueron creados por ese gran señor don Berón de Astrada, murga en la que participaba todo el barrio. A los 9 años integré el grupo cuando me llevaron las familias Duré y Panizza, mis vecinos. Creo que con ellos estuvimos hasta el año 1974. Lo organizado por Berón de Astrada terminó siendo el puntapié inicial para que después le siguieron Los Payasos de ‘zona sur’ que estaban organizados por las familias Peralta y Martínez. Tiempo después se conformó la murga de Los Payasos ‘zona norte’ con su director el Sr. Rodríguez.
En 1988, de la mano de un grupo de amigos y conocidos que jugábamos fútbol, entre los que se contaban las familias Panizza, Arredondo, Ceballos, Segovia y Carlos y Evaristo Franco, sumamos nuevos personajes, aunque de alguna manera volvimos a las raíces, rebautizando la murga con el nombre de los Nuevos payasos de Alto Verde”.
“Distrito Alto Verde” – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2019
Alto Verde con Estadio Mundialista y parque natural
La isla que ocupa Alto Verde tuvo alguna vez una mirada desde la centralidad de la ciudad de Santa Fe que fue más allá de ser un espacio insular con ranchos, gente trabajadora del puerto, y crónicas policiales.
Esa oportunidad se brindó dentro del segundo gobierno de Carlos Sylvestre Begnis, cuando se vincularon dos proyectos que estaban relacionados entre sí, uno constituir en toda la antigua isla rodeada por el riacho Santa Fe, el canal de acceso y el Colastiné, un parque ecológico natural. El otro era construir, en el marco de la realización del Mundial 78’, el estadio mundialista de la provincia de Santa Fe.
Quien aborda estos dos aspectos de Alto Verde en la historia, que no fue, de la ciudad, es Miguel Ángel Dalla Fontana en su libro sobre el barrio.
De los respectivos capítulos, se desprenden estas citas para ahondar no sólo en lo que pudo ser, y no se concretó, sino especialmente, en una mirada desde parte de la política local, y la academia, para con un Alto Verde en el que no se pretendía desalojar y exiliar forzosamente a los vecinos, sino integrarlos a la ciudad y mejorar su calidad de vida, a la par de desarrollar esta parte “insular” de la capital provincial.
ENTRE LA EXPECTATIVA Y LA DESILUCIÓN:
AMBICIOSO PROYECTO DE EXPROPIACIÓN DE ALTO VERDE E ISLAS CIRCUNDANTES
Un primer proyecto que contemplaba la expropiación de utilidad pública de varias islas y la urbanización de Alto Verde fue presentado por los entonces diputados por la Unión Cívica Radical Intransigente Danilo Kilibarda y Decio Carlos Ulla, bajo el gobierno del Dr. Carlos Silvestre Begnis (1958-1962). El proyecto fue debatido en Cámara de Diputados y votado como Ley 5300, el 13 de diciembre de 1960. La creación del proyecto tenía un sentido urbanístico al integrar la ciudad con el río. Para eso, estaba sujeto a expropiación y urbanización cuatros islas, propiedad de particulares: “Las Crucecitas” (Antonio Sosa y otros), “Clucellas” (María Esther Clucellas Sesma y otros), “Tacurú”(Estancia del Oeste S.A.G.A.C.) y “Sirgadero” (Suc. Juan Aicardi) con una superficie de 1190 hectáreas, 26 áreas y 9 centiáreas (expdte. 50, letra E del 18-8-1960). Dentro de este gran espacio se intentaba ordenar y localizar, por un lado, la población de Alto Verde; por el otro, planificar sobre las islas la radicación de empresas de acuerdo a la actividad o rubro. Acerca de estas empresas estaban las de hidrocarburos pero, en primer lugar se exigía erradicar los tanques de combustible, preexistentes en Alto Verde, de las compañías ESSO e YPF. Así mismo, se intentaba fomentar la industria naviera y la construcción de escuelas-fábricas, aprovechando la diversidad del patrimonio natural que ofrecía el entorno.
Además, se perseguía preservar una zona reservada para actividades deportivas: sedes sociales de clubes amateurs y entidades de bien público, así también un área ecológica para formar un parque natural. En este aspecto, había preocupación por la protección y cuidado de la flora y la fauna autóctona de la eco-región en un marco que ofrecían los cauces, lagunas y bañados de agua que se unían entre sí, donde se destacaba la “Victoria Regia” o lirio de agua de imponente belleza, en la llamada “Laguna de los espejos”.
Otro rasgo de la Ley 5300 era preservar los humedales con su vida silvestre rodeaba de nutrias, carpinchos, tortugas de agua, yararás, garzas, biguás, martines pescadores, protegidos por los árboles de la ribera. Por todo esto, los legisladores sostenían que la zona “insular” ubicada frente a la misma ciudad era un buen escenario para pensar en el desarrollo de un “parque natural” que contemplase las potencialidades desde lo turístico-geográfico e histórico, es decir, existía la intención de darle un marco similar al Delta de la región de Tigre y San Bernardo (provincia de Buenos Aires). Finalmente, el proyecto de ley quedará como idea y diseño por dos cuestiones: los serios errores en el relevamiento aéreo; y el déficit presupuestario que era superior a la inversión prevista en el año anterior ($265.600) por la problemática económica que atravesaba el país con sus devaluaciones mensuales. De este modo la Ley 5300 caducó en virtud de lo que establece la Ley general de expropiación nº 7534 en su art. 61, por considerar: “Abandono de la expropiación si no se inician los juicios pertinentes a los dos años de sancionada la misma”.
Bajo la gobernación del Dr. Silvestre Begnis se produjo la inauguración del puente “Palito” el 5 mayo de 1962. Además, se realizó la ampliación de las instalaciones de agua potable para la zona sur y norte (para entonces, más que manzanas como se define en la actualidad, sus habitantes se reconocían por zonas); el mejoramiento del dispensario dependiente del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social con el servicio de obstetricia, la puesta en marcha de una lancha sanitaria; y la terminación del edificio de la Escuela Técnica profesional n° 20. Bajo la gobernación de Aldo Tessio (1963-1966), en 1964 se vuelve a presentar el proyecto de ley de expropiación de utilidad pública (que había perdido estado parlamentario) con una nueva Ley 5715. En la misma se incorpora una variante que era la expropiación de la isla “Pesquerías”.
La interrupción del orden constitucional con el golpe militar de Juan Carlos Onganía (1966-1970) y la intervención de la provincia y asunción como interventor/gobernador militar Contraalmirante Eladio Modesto Vázquez (1966-1970) dejará sin efecto el proyecto de ley.
“Distrito Alto Verde” – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2019
1973: «SANTA FE NO TIENE MUSCULO»
ESTUVIMOS CERCA DE SER SUBSEDE DEL MUNDIAL DE FUTBOL 1978, EN ALTO VERDE
“Santa Fe no tiene músculo” son las palabras expresadas por el Arquitecto César Luis Carli al referirse al fracaso del proyecto impulsado en ocasión de la “Copa del Mundo” de 1978, celebrada en nuestro país. Según el profesional, la “mentalidad santafesina” creía que el plan era tan solo una operación mediática lanzada por el diario El Litoral y su periodista Armando Lombardi. Este arquitecto, junto al Ingeniero Carlos Escandell, recuerdan cuando, en abril de 1973, visitaron al gobernador Silvestre Begnis para mostrarle los planos del estadio mundialista frente a la presencia de algunos especialistas en la materia. En ese encuentro el gobernador lanzó el desafío: “Si ustedes me consiguen doscientas personas que me pidan que haga el Alto Verde, entonces abandono Rosario Central”.
Con este panorama, el arquitecto Carli y su grupo de trabajo salieron maravillados por la respuesta del gobernador, y se pusieron en marcha para reunir a esos actores ciudadanos representantes o representativos de la ciudad que avalaran el gran proyecto.
El resultado fue la apatía general, impidiendo que miles de altoverdinos pudieran gozar de un cambio radical en sus vidas. Se perdió una oportunidad histórica para la región pero por sobre todo para Alto Verde, para su transformación urbana.
La iniciativa proponía la creación de un estadio polivalente, semiabierto, con una capacidad de 60.000 espectadores sentados y en casos excepcionales podía reunir a 100.000 concurrentes con la incorporación de tribunas móviles. Además había un estudio de factibilidad bajo las tribunas de hormigón donde se pensaba realizar un complejo integral para la comunidad: plaza cívica, viviendas, escuelas, jardines de infantes; polo hospitalario con hospital general y hospital de niños, dispensarios, hogar de ancianos y estacionamientos, entre otras obras.
Todo esto hubiese favorecido a la consolidación de Alto Verde con la inversión de obras de infraestructura, complementarias o auxiliares que acompañarían al estadio con sus distintos accesos, calles, servicios generales, etc.
“Distrito Alto Verde” – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2019