Barrio Barranquitas Este – Vecinos

Historiador y vecino

Felipe Cervera, citado en “Santa Fe mi Barrio” en repetidas oportunidades con su libro “La Modernidad en la ciudad de Santa Fe 1886-1930”, es un historiador e intelectual santafesino que además es vecino desde la década de 1960 del Barrio Barranquitas Este. Desde ambas posiciones, como morador y como promotor de una mirada ilustrada del pasado, Cervera recordaba que “López y Planes era la divisoria de aguas porque cada vez que subía el Salado normalmente llegaba hasta cerca de la López y Planes porque no había defensa en esa época”. Como vecino, y usuario, repasaba en su memoria que también “Estaba el tranvía (el N° 5) que venía del Matadero, en un coche con los ganchos especiales y que traía las medias reses colgadas, en una época en que la López y Planes todavía no estaba asfaltada, sólo tenía una parte de empedrado en el centro y todo el resto era tierra”.

Es importante reiterar que la relación de Barranquitas Este con barrio 9 de Julio no sólo era de cercanía y conectividad, sino además, por ejemplo, muchas personas se vinculaban con el centro de mejor manera a través de Facundo Zuviría, también como avenida de desarrollo más comercial. Incluso, los moradores de “Barrio Sartor”, como también se llamó a parte de los loteos de Barranquita Este, eran más habitués de concurrir a los bailes de la vecinal Fomento 9 de Julio que a otro tipo de diversiones o reuniones sobre López y Planes o más al oeste todavía. Esta situación no era sectaria ni antojadiza, en verdad, hasta el establecimiento de las defensas contra el Salado, la zona oeste del López y Planes, en especial la parte que quedaba más allá de calle Brasil, corazón de Barranquitas Oeste, estaba con pocas viviendas precarias, cavas, descampados y una urbanización que no se adentraba mucho más allá de la propia López y Planes y de Fray Cayetano Rodríguez en el norte de la barriada, arterias siempre lugar de paso obligado. Además, muchos moradores a un lado y otro de la vía a Las Colonias, o sea del lado de 9 de Julio y de Barranquitas Este, eran parientes o se vinculaban de esa manera con casamientos de los hijos de aquellos vecinos de la misma etnia itálica, algunos de ellos provenientes del mismo pueblo de la península.

En la década de 1960 había dos instituciones destacadas. Recuerda Felipe Cervera sobre su barrio que una era el “Club El Angelito” y la otra era la Vecinal. Muchos de los festejos populares del barrio se hicieron en un descampado, a la altura de Pedro Ferré, entre Freyre y López y Planes, espacio que según se sabe correspondía a terrenos del Dr. Manuel Menchaca, gobernador e intendente perteneciente a las filas del radicalismo allá por la segunda década del Siglo XX. En ese baldío, por los años 60’, la vecinal organizaba los festejos con los juegos y kermeses de ese tiempo (carrera de embolsados, palo enjabonado, entre otros). Por ejemplo, en el Club El Angelito había bochas, juego de naipes en el bar, y era el lugar de concurrencia para bailes, cenas, casamientos y otros festejos familiares. Como entidad el club del Barrio Barranquitas desapareció, su espacio físico hoy es un ámbito de servicios de la Municipalidad de Santa Fe de atención médica y de asistencia social.

Por otro lado, la Escuela Falucho, en López y Planes e Iturraspe, era la escuela del barrio. Vale decir que Iturraspe, entre López y Planes y Facundo Zuviría no existía como tal. En medio de ese espacio, donde está la plaza hoy, había una cava enorme que abarcaba una superficie de dos manzanas, y otra igual de grande más al sur, cercana a las vías del Ferrocarril Mitre, donde estaba la división con barrio Mariano Comas.

Más allá de adjudicarle a los hornos de ladrillo el origen de estas cavas, su dimensión hace presuponer que en realidad su existencia, ya verificada por antiguos vecinos a fines del siglo XIX y principios de XX, debe obedecer al movimiento de suelo para la conformación de los terraplenes de las vías del barrio. Esta hipótesis, que se pierde en el tiempo, encuentra mayor asidero en la necesidad de elevar las vías para el cruce del puente ferroviario que posee el lugar, con lo cual, no es desacertado pensar que los hornos de ladrillo continuaron la extracción de suelo de aquellas cavas preexistentes.

Justamente, las cavas y las vías marcaron la fisonomía del trazado un tanto laberíntico de sus calles. Así, por ejemplo, Iturraspe venía como una calle por encima de la vía desde Facundo Zuviría hasta que se topaba con la cava, por ello, en su tramo este, esta arteria aparece como más amplia que hacia el lado de López y Planes. Una calle que vale recordar encuentra su apertura completa como continuidad y conectividad con la Autopista Santa Fe – Rosario, que es inicialmente inaugurada en 1973, por unos pocos meses hasta quedar inhabilitada en el tramo entre Santo Tomé y Santa Fe por la caída del puente sobre el Salado producto de la crecida de ese mismo año.

En la esquina sureste de López y Planes e Iturraspe hubo un boliche muy grande, de un italiano, pero que al modificarse el lugar en 1973 con la rama de giro hacia Iturraspe en la mano hacia el norte de López y Planes, fue afectado ante la necesidad del espacio. A la par de ese bolicho hubo, incluso hasta fin de la primera década del Tercer Milenio, una peluquería que sobrevivió a la ampliación de la calzada.

Tal vez por tener a italianos como mayoritarios moradores, o descendientes de ellos, el Barrio Barranquitas Este tuvo por fines de los 50’ y los 60’ esa fisonomía prototípica de las comunidades de inmigrantes que encontraban en sostener en el nuevo lugar su vínculo étnico y sentido de pertenencia al pasado y la sangre venida de la Italia. Esa característica, no exclusiva de Barranquitas Este ni de sólo los italianos vale aclararlo, tuvo en la barriada una raigambre de expresiones comunitarias en las reuniones en el espacio público, para las fiestas de fin de navidad o fin de año. Felipe Cervera recuerda aquella escena perdida en el tiempo y sólo conservada en pequeños sectores o cortadas de la Santa Fe de hoy, donde “se sacaban las mesas a la calle, se compartía la comida y la bebida…”, lo que en realidad demostraba que había una “…relación muy íntima y permanente entre las familias, porque estaba en el lugar desde hacía muchísimo tiempo…”, todos se conocían, era una especie de confraternidad. Eran tiempos donde entre los vecinos se ayudaban en las pequeñas cosas, cuando sobre Freyre, a media cuadra de Pedro Ferré, había un italiano que vendía verduras en su carro y tenía en el baldío lindero su caballo atado con un maneador (especie de soga larga de una sola lonja de cuero vacuno o caballar salado y sin pelo) pastando entre la gramilla.

En cuanto a los servicios y mejoras, el barrio, más hacia el interior de López y Planes, para comienzos de los 70’ había sólo agua corriente de red, pero no cloacas, y en su mayoría las calles internas era de tierra, con canales a cielo abierto. Durante esa década se fueron realizando las obras de cloacas, desagües y luego el pavimento, pero siempre por tramos o sectores. Con todo, y en palabras de Cervera, Barranquitas Este “es un barrio de pequeñísima clase media, de sectores populares, pero que lentamente van desapareciendo, vendedores, albañiles, el barrendero, el que vendía pan y hasta los que repartían leche en tarros con el carro…” una barriada que fue dando paso paulatinamente a una ocupación de clase media obrera con una movilidad ascendente, que como consecuencia de ciertos progresos y oportunidades en su formación, obtuvieron en la educación la mejora en sus oportunidades de avance social.

De familia historiador

Una biografía dirá que Felipe Justo Cervera nació en Cacique Ariacaiquín, cerca de la costa santafesina, en agosto de 1930. En sus estudios universitarios obtuvo su licenciatura en Ciencias Políticas y Sociales. Ha sido docente en la Universidad Nacional del Litoral, en las delegaciones de Santa Fe y Paraná de la Universidad de Concepción del Uruguay, y en la Universidad Católica de Santa Fe. Fue Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná y fue Director de la escuela Universitaria del Profesorado de Santa Fe. También ha presidido el Centro de Estudios Hispanoamericanos de Santa Fe y la Junta Provincial de Estudios Históricos. Pero este vecino de Barranquitas, más como escritor que como docente, ha dejado obras literarias y de investigación histórica plasmadas en libros.

Santa Fe, la costa, la literatura, el hombre en su espacio, la política, la sociología y la economía política provinciana y local han sido su derrotero por la investigación volcada a las letras. Así, en “Santa Fe mi Barrio”, Felipe Cervera es citado en numerosas oportunidades por su análisis de perspectiva histórica profusamente fundamentado, y de hondo sentir santafesino.

Desde ese punto de confluencia, entre sentido de pertenencia y rigurosidad científica, el vecino/historiador puntualiza que en la historia de la ciudad de Santa Fe hay “una etapa de tipo colonial, de sociedad tradicional, jerárquica, hispanista, que llega hasta 1890, que en los aspectos sociales y culturales prosigue casi hasta 1940. Pero en los aspectos económicos, hay una ruptura enorme, en un primer momento cuando el gobernador Gálvez crea y establece el Puerto de Colastiné. Allí hay un primer momento de ruptura en la historia de Santa Fe porque nace un puerto de Ultramar, un puerto donde llegaban 1.500 barcos de la época por año”. Esa condición sumaba Cervera la irrupción de los rieles y las locomotoras de vapor, cuando “en octubre de 1885 se puso el ferrocarril hasta Colastiné para conectar el puerto”, a lo que define como el primer mojón de ruptura de la linealidad histórica de la ciudad, “…donde en Santa Fe surgen grandes comerciantes, muchos apellidos todavía siguen, que se inician dependientes del Puerto de Colastiné”.

En el devenir del tiempo, Felipe Cervera, como lo sostiene en sus trabajos publicados, define que “Hay un segundo momento histórico, que es a partir fundamentalmente de la gobernación de Rodolfo Freyre, cuando se hace el nuevo puerto en la ciudad”. A este ícono del desarrollo Cervera suma en la misma época “la Casa de Gobierno, la Legislatura, la Escuela Industrial, el Teatro Municipal, se establece el ferrocarril donde hoy está la Estación Belgrano, en bulevar, se pone el Agua Corriente, se ponen las Cloacas, se pone el tranvía eléctrico, se hace el empedrado de las calles, comienza la modernización de la ciudad”. Como lapso cronológico el profesor establece al período 1905/1915 como “el gran auge modernizador de la ciudad, y nacen las grandes viviendas, algunas tipo palacetes, de familias que hicieron mucho dinero, fundamentalmente con el comercio de exportación e importación”. Entre ellos destaca a Carlos Sarsotti, empresario naviero, que “…empieza a trabajar en Santa Fe a fines del siglo XIX, pero su gran expansión como empresario es después de 1905, y junto con él hay 30 a 40 empresarios italianos, que aparecen en el libro (por “La Modernidad en la ciudad de Santa Fe 1886-1930”) que son los que generan una nueva modernización de Santa Fe”. Es decir, “Hay un primer momento de pequeña modernización cuando se funda el Puerto de Colastiné, pero la Modernización propiamente dicha es de 1905 en adelante, en el período 1905 a 1915, con las grandes obras públicas y privadas y el enriquecimiento de un reducido sector de la ciudad de Santa Fe, no de toda la ciudad, pero sí de un grupo fundamentalmente de empresarios de origen italiano, desde empresarios comerciales, constructores…”.

Según Cervera éste es el marco de la gran expansión y crecimiento de Santa Fe, donde a la ciudad llegaban “miles de inmigrantes por año”. A partir de allí, “viene el gran crecimiento inmobiliario de la ciudad, nace el barrio Roma, nace el barrio Candioti, empiezan a surgir lentamente la parte sur de Barranquitas, o sea, desde Mariano Comas hacia el norte, en la zona donde vivo, más hacia el norte todavía, crece mucho después…”.  En realidad se trata de una “expansión y modernización, pero dentro de una sociedad culturalmente tradicional, porque a nivel cultural y social, se seguía viviendo en el siglo XIX”, analiza Felipe, “ya que por ejemplo las familias encumbradas publicaban en los diarios que recibían tal día, tal hora, sus visitas, y eso hasta cerca de la década de 1930”.

Esta condición desigual, en lo económico, lo social, lo educativo y del acceso a los bienes culturales, lejos de achicarse fue profundizándose en esos primeros años del siglo pasado. Por un lado una minoría más poderosa económicamente, en convivencia pactada con otra minoría de familias patricias tradicionales, y por otro, grandes sectores de la población criolla e inmigrante con atrasos económicos y marginación. Cervera puntualiza sobre la relación de los poseedores del valor simbólico de la casta y la tradición para con los recién incorporados, nuevos ricos poseedores del poder económico de la ciudad. Dice al respecto, “El grupo de empresarios, o de hijos de inmigrantes que hacen dinero, ingresan a la ‘sociedad santafesina’ a través de los casamientos, de matrimonios, donde normalmente hijos de inmigrantes se casaban con hijas de familias patricias, porque muchas de esas familias patricias habían perdido capacidad financiera y económica, mientras que estos inmigrantes y sus hijos tenían mucha capacidad económica, por lo que incluso estos inmigrantes ingresan la Club de Orden, un espacio reservado únicamente para ese patriciado”. Dentro de ese contexto social/político/económico, dice Cervera que “La Bolsa de Comercio se convierte en el eje de este polo de inmigrantes que ha hecho mucho dinero gracias al comercio con el puerto y el ferrocarril”.

Para Cervera el poderío económico comercial de los inmigrantes asentados en la capital provincial comenzó a catalizarse en lo político a partir de las bancas legislativas de la ciudad. “El Concejo Deliberante –menciona– en realidad fue políticamente entregado a los empresarios, en general italianos o hijos de italianos, de allí que por ejemplo Sarsotti fue durante quince años presidente del Concejo Deliberante, y no era argentino, había llegado como inmigrante a los nueve años, después de haber nacido en Montevideo como hijo de italianos, y no tenía nacionalidad argentina”. Concluye el historiador que si bien las familias patricias “entregaron” al poder económico de estos inmigrantes exitosos, se reservaron el poder político de la provincia, y de la ciudad también desde el Ejecutivo. “Ministerios, legislatura, eso quedó en manos de las familias del patriciado santafesino, mientras que la Bolsa de Comercio quedó en manos del grupo de empresarios”, apuntó.  

Pero, en esa Santa Fe de fines del siglo XIX y principios del XX, que modeló una fisonomía y característica de ciudad que en algunos aspectos permanece hasta nuestros días, falta otro punto de articulación de la tríada del poder hasta la irrupción de los partidos de masas, primero con el Radicalismo y luego más profundamente con el Peronismo. Destaca entonces que ese tercer espacio de poder lo ejerció la Iglesia santafesina. “La Iglesia se relaciona con los dos grupos de poder de la ciudad –por las familias patricias y por los empresarios inmigrantes– porque la Iglesia era la que establecía el control social en la ciudad, y lo hacía para todos porque todos se relacionaban y acercaban a la Iglesia porque era el poder espiritual”. Así, Cervera analiza desde su perspectiva fundamentada en años de estudio, que “La Iglesia tuvo ese fuerte poder en la ciudad hasta la irrupción del peronismo, pero incluso en los primeros años del peronismo, era ‘el poder’, por detentar el poder espiritual de la ciudad,  y se rompe en realidad cuando Perón rompe con la Iglesia, pero hasta ese momento el Arzobispo de Santa Fe era –y enfatiza para darle entidad de factor de poder– ‘El Arzobispo de Santa Fe’”.

Un dato que Cervera sostiene en sus trabajos relacionados a la política económica y social de la ciudad es que “El Peronismo es un nuevo proceso de modernización de la ciudad de Santa Fe. Es una nueva etapa de modernización, porque la que va desde 1905 a 1945 aproximadamente para Santa Fe fue una etapa de modernización económica y tecnológica pero no social. Es decir se moderniza todo lo que es infraestructura, tecnología y economía, y algunos servicios, pero no hay modernización cultural ni social, porque tampoco el poder de la Iglesia en esa etapa lo permitía demasiado. La Iglesia en ese período de avance en algunos aspectos se mantiene estrictamente jerárquica y tradicional”. En este marco, “…el Peronismo viene a implicar un nuevo proceso de modernización, donde aparece entonces la ‘modernización social’, y en alguna medida en lo cultural, como arrastre, y eso se evidencia en cómo los hijos de los sectores populares ingresan a la Escuela Media, a la Universidad, a cargos políticos, incluso cargos de relevancia, por ello el Peronismo moderniza, en sentido de progreso social, a la ciudad de Santa Fe”.

El dato sustantivo de modernización puede encontrarse en el acceso a la educación universitaria, que si bien era pública, no dejaba de ser para los hijos de las clases encumbradas de la ciudad la posibilidad de estudiar en la Universidad del Litoral. Cervera explica que al darse esta modernización social del peronismo, por ejemplo, “…la universidad era gratuita, pero los exámenes eran pagos, y eran carísimos, y por ello los sectores populares prácticamente ni siquiera ingresaban a la escuela media”. Va de suyo que ante la perspectiva de trabajar o educarse frente a una posibilidad cercenada desde lo económico para alcanzar la meta de un título universitario, la elección era el trabajo, además por un mecanismo de control social y cultural desde otros ámbitos de la sociedad civil santafesina. En un repaso de su memoria, Cervera recuerda que ese “arancel universitario” para poder rendir los exámenes finales y homologar las materias, recién se derogó entre 1948 y 1949. Esta medida de gratuidad completa de la Educación Universitaria por parte del Peronismo posibilita el ingreso de los sectores populares a la Universidad.

Por otro lado, al crecimiento económico muy acentuado de las clases obreras con el Peronismo le sigue, según Cervera, una posibilidad de crecimiento en lo social y cultural. Ganan visibilidad social las clases populares, una muestra de ello por ejemplo es que en uno de los éxodos del recordado Barrio “El Campito”, ubicado en la zona donde están hoy los elevadores de granos en Circunvalación y 3 de Febrero, los vecinos emigrados de allí fueron a casas de material construidas en el barrio Santa Rosa de Lima, contrariamente a la expulsión por la fuerza producida en otros momentos fuera del período peronista de gobierno de los años 40’ y 50’. Si bien particulariza que en Buenos Aires, Córdoba o Rosario las clases populares tienen un mayor crecimiento económico que en Santa Fe, en la capital provincial hay una movilidad social alta, “…desde los sectores populares hacia arriba, para llegar a caracterizarse como clase media…”, apoyado en gran medida por el acceso a la Educación Media muy extendida en esa etapa, más allá de la Universitaria.

La mirada de Felipe Cervera trasciende por su formación académica las calles y cortadas de Barranquitas Este. Así, el historiador transmuta al vecino y ubica el foco en los años más recientes del devenir y desarrollo de Santa Fe.  Con el descenso del flujo portuario, en la década del 70’, comienza el descenso de la producción de riqueza. “El puerto y el ferrocarril eran las dos grandes fuentes de ingreso de la ciudad de Santa Fe, más el empleo público por ser la sede administrativa del gobierno provincial”, asegura además Cervera que “cuando el puerto empieza a decaer allá por 1975 en adelante, la ciudad comienza a perder capacidad económica, empieza a perder producción de riqueza, y lentamente empieza a entrar en un proceso, no digamos de estancamiento, pero sí de una caída muy leve. Así llega a 1983 aproximadamente, cuando con la desaparición del puerto la ciudad entra directamente en un estancamiento económico, porque además la industria que había nacido con Sylvestre Begnis, también desaparece, la DKW, la FIAT, la Tools Reserch, y con ello docenas de talleres que tercerizaban actividades, así para 1985 prácticamente no queda nada de aquello que había surgido con el Desarrollismo”.

En el cordón que orilla la calle de la historia en lo contemporáneo Felipe Cervera inscribe su pensamiento y análisis de la Santa Fe de inicios del Tercer Milenio. En el devenir del tiempo, el trayecto de la historia imprime en la actualidad sus marcas indelebles en la estructura política, económica, social, cultural santafesina. Y ese derrotero es abordado con mirada retrospectiva, pero también propositiva por el historiador. “A partir de la Modernización –dice Cervera– iniciada a comienzos del siglo XX, del 1900 en adelante, en Santa Fe nace una clase comercial muy rica, nace un capitalismo comercial, no un capitalismo industrial. Y ese capitalismo comercial tenía una capacidad que hoy si uno lo dice se puede pensar que es mentira pero si vas a las cifras lo ves. El puerto de Santa Fe generaba excedentes en algunos años superiores al presupuesto de la provincia. Es decir, si el presupuesto de la provincia era mil millones, el puerto generaba en excedentes, es decir entre importación y exportación, mil millones o más. Y eso quedaba en manos de grandes comerciantes, de grandes productores, y era para ese momento, y aún hoy, un volumen de riqueza inimaginable”. Y esa acumulación de ganancias puede verse todavía hoy en algunas marcas en la ciudad. Así lo concluye el investigador: “Por ejemplo, las grandes viviendas que tenemos hoy todavía, la casa que era de Manuel Leiva (Casa de la Cultura en Bulevar Gálvez), o donde está la sede del Jockey Club que era la casa de Néstor de Iriondo (San Martín casi Juan de Garay), la casa/mansión de Stamati (en Avenida 7 Jefes entre Córdoba y Zenteno), la de Sarsotti, en la época de su construcción eran verdaderos palacios en Santa Fe. Ahora… ¿con qué se hizo eso?; bueno se hizo a partir de un capitalismo comercial que siguió ganando mucho dinero hasta por lo menos hasta fines de los 60’, muchísimo dinero. Entonces la ciudad vivía de ese capitalismo comercial, no le interesaba la industria porque el comercio de exportación generaba mucho dinero, y la sociedad se acostumbró entonces, pienso, en buena medida, a vivir de ese capitalismo comercial”.

En ese marco de “bienestar” económico, dice Cervera, “…los empresarios no pensaban en otra cosa…”, y lo trae al presente al concluir que “…ni lo piensan todavía…”.  Pero no todo es responsabilidad de los empresarios, en tanto también analiza que “Las políticas de Estado tampoco pensaban demasiado en otro tipo de desarrollo, era demasiado dinero el que se generaba por el puerto, por la exportación, y por la actividad ferroviaria, ligada a su vez al puerto”, puntualiza. Al respecto, como corolario, Felipe Cervera dice que lo que en Santa Fe se desarrolló es “una mentalidad propia de un capitalismo netamente comercial, o sea, de vivir del intercambio, de comprar y vender, de la especulación, y esa mentalidad, y la pequeña clase media de entonces, se acostumbró a vivir de empleos, porque toda esa actividad mercantil daba mucho trabajo, público y privado. Así, la sociedad santafesina desarrolló una mentalidad de tipo ‘vegetativa’, es decir, vivir de un sueldo los asalariados, y los empresarios vivir de la especulación”. Esta marca de origen cultural y social en la conciencia colectiva, en el Imaginario Social de la ciudad, incluso persiste hasta la actualidad con la reproducción en muchos casos y entidades intermedias de este esquema anquilosado.

Por ello Cervera verifica su hipótesis en hechos y dice con posicionamiento crítico, como todo intelectual que debe interpelar la realidad, que “En Santa Fe se instaló una mentalidad a nivel de clases dirigentes, económicas y políticas, de sectores de la clase media, de vivir del capitalismo comercial”. Ahora el contexto preeminente de la producción agrogranaria, especialmente sojera, plantea nuevas acumulaciones de capital, donde ya Santa Fe está fuera de ellas con la polarización de puertos en la zona sur de la provincia, y que en la ciudad se expresa, como dice Cervera, en la construcción entre 2002 y 2012, de 1600 edificios en torre, lo que puesto en valor de dólares suman unos mil millones de la moneda estadounidense de inversión inmobiliaria, y el problema que petrifica las viejas  estructuras económicas es que “no son inversiones productivas”, al decir de Cervera, “porque el que tiene un excedente financiero sigue destinándolo a inversiones inmobiliarias, o en diversión, no en industria”. En tal sentido, apunta a la clase dirigente local, económica y política, que “está impregnada de esa mentalidad, y pienso que ese es el tema de fondo que explica nuestro desarrollo incompleto”.

Vecino, historiador, pensador, intelectual, de mirada crítica fundamentada en datos, hechos y conceptos teóricos, Felipe Cervera, residente de Barranquitas Este, trasciende su barrio y hace pensar en el futuro a construir para cambiar y proyectar la ciudad de Garay del Tercer Milenio.

Felipe Justo Cervera falleció el 9 de septiembre del año 2020, a los 90 años de edad, viviendo en la misma casa de su barrio Barranquitas Este.

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2 comentarios en «Barrio Barranquitas Este – Vecinos»

  1. Porque no se menciona el callejón de los Polacos, dónde se encontraba las fabrica de caños vitreos de la familia strnad y muy comprometida con el crecimiento del barrio

    1. Pedro gracias por su aporte no teníamos el dato de la fábrica de caños en ese lugar. Le dejamos nuestro mail para que nos brinde más información así la incorporamos: santafemibarrio@gmail.com el sitio es una construcción colectiva de memoria urbana y muchas veces no todo se puede encontrar en documentos o registros, permanece en los recuerdos de los vecinos y por ello su aporte es muy valioso para este trabajo. Muchas gracias esperamos su correo!

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