Una casita para los pibes
La Asociación Civil “La Casa de Juan Diego” surgió desde la Pastoral Penitenciaria del Arzobispado de Santa Fe en el año 1987, obtuvo su personería jurídica en 1999 y estableció su sede en Junín 2141.
Desde que se creó la ONG se realizaron acciones de prevención, promoción, asistencia, orientación y formación a niños y jóvenes en situación de calle. Incluso, se destaca que es una de las instituciones pioneras en abordar esta problemática.
En aquel entonces, los jóvenes, cada vez de más temprana edad, se vinculaban a delitos menores por la falta de oportunidades que tenían. De esta manera, la institución comenzó su trabajo con el objetivo de llegar a contener a lo que en ese momento se denominaba “banda del poxi” y a los chicos que deambulaban en la zona de Plaza España y la Terminal de Ómnibus como un lugar que se tornaba cada vez más complejo por la presencia de jóvenes en situación de calle que empezaban a consumir droga.
En ese momento, el trabajo estuvo vinculado a una población más joven y las actividades tenían que ver más con la expresión y la contención. Al inicio, la labor estaba vinculada a la asistencia. Por otra parte, en la actualidad, el proyecto está orientado a jóvenes de avanzada edad, incluso se trabaja con niños que son hijos de estos jóvenes. De hecho, la propuesta apunta a un proyecto casi individual para su futuro, no solo se trata de una cuestión circunstancial de capacitación o asistencia sino que hay una serie de actividades y de intervenciones de forma integral pensando en el proyecto de vida de este joven.
Desde la organización, eligen entre los grandes anhelos, el milagro diario de las pequeñas cosas. En ella siempre encuentran, dicen, una retribución muda, mágica, transformadora que alienta esta elección, al final del día.
El objetivo de la asociación es crear un mundo apropiado para los niños y jóvenes mediante el compromiso desde la infancia. En este sentido, la casa albergó durante años a chicos que promedian los 18 años. En tanto, a la edad que llegan y se instalan en la calle rondan los 12 y 14 años en promedio.
Para llevar a cabo este propósito, los jóvenes participan de los talleres de carpintería, herrería, costura y mantenimiento y arreglos del hogar, estos son los espacios más estructurados pero hace un tiempo también se comenzó con un taller de panificación, de comunicación donde se arma una revista y una huerta. Además, desde la institución marcan como positivo la apertura que se logró a la comunidad y la posibilidad de que gente que tiene inquietud e interés en colaborar se acerque y aporte su tiempo y habilidades.
Por otra parte, con el Municipio se trabaja para la relocalización de los jóvenes que buscan salir de la calle. En este sentido, hay chicos que necesitan un terreno, una casa y por eso se articula la tarea con la Municipalidad para que la gente no ocupe sectores que no debe pero que en concreto tenga donde hacerlo.
Así, su propuesta institucional es la posibilidad de brindar un espacio a los chicos, donde ellos puedan desarrollar sus capacidades, expresar sus necesidades y recibir afecto y contención. De igual manera, apoyo espiritual y material.
De esta manera, la Institución trabaja con tres pilares fundamentales: la identidad, los valores y la construcción de consenso.
A su vez, resaltan como necesario el trabajar las necesidades de expresar lo que se siente y lo que se vive. El poner en palabras les permite a los chicos sacar afuera, ver y verse, desnaturalizar, criticar, relacionar unos hechos con otros.
Sobre el paso de los chicos por la casa, el presidente de la asociación, Gustavo Vogel, reconoció que “hay muchos chicos que marcaron la historia de la institución pero hay uno que tenemos muy presente porque está todos los días en la casa y es quien hoy está al frente del taller de herrería y es también quien allá por el ‘99 frecuentaba la zona de la Terminal y decían que era de esta famosa ‘banda del poxi’. Este muchacho hoy por hoy está haciendo un muy buen trabajo con los jóvenes porque además creemos que tiene un plus más que importante para trabajar esta realidad. Hoy tiene su familia, sus hijos, tiene otro trabajo además de estar en Juan Diego”.
Con satisfacción el representante de la entidad agregaba: “De todas maneras, uno encuentra varios jóvenes que hoy por hoy armaron un proyecto totalmente diferente a la realidad que tenían en ese momento, que están trabajando, tienen su familia y están luchando para que sus hijos no pasen lo que ellos pasaron”.
En el mismo sentido, Vogel puntualizó que “si queremos que estos chicos salgan de la calle, tienen que estar en algún lado. Si queremos que no delincan, sobrevivan pidiendo o trabajando en ‘changas’ hay que ayudarlos y acompañarlos en proyectar y sostener algo más organizado”.
En una oportunidad, la murga Los Querubines escribió una canción junto a los chicos de la casa que en una de sus estrofas decía: “Y es por eso la pibada, decidí pintar su cara, aunque no sea carnaval, y alzó ésta voz desafinada para festejar, Juan Diego compañero de verdad”.