Barrio Centro – Vecinos

La esquina de tango y “canillita”

 

Manos laburantas, moldearon tu arcilla,

mezcla milagrera, de obrero y gorrión,

quien nace diariero, morirá canilla,

cumpliendo en su vida, le ley del pregón.

            Tango “Para vos canilla”

Lo que vivió de chico marcó a Alberto Pecorari de forma indeleble para toda su vida. “Beto”, como lo conocía todo el mundo, se crió entre el ritmo del “2 por 4” y las charlas sobre la calle San Martin de aquel entonces. Su madre, doña Isabel Méndez, lo hacía escuchar al gran Carlos Gardel y su padre, Don Carlos Pecorari, “Hombre Silencio“, como él mismo lo apodó en un artículo del diario El Litoral, fue uno de los fundadores del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas de Santa Fe.

Pecorari, heredó su profesión de su padre, pero además amó tanto el tango como su madre. Pero además dejó un espacio bien grande en su corazón para la divisa “sangre y luto” de sus amores, el Club Atlético Colón de Santa Fe.

Sentía a su calle San Martín como su casa, y así se traslucía en sus palabras: “Yo empecé con mi papá en la esquina de Primera Junta, ahí donde estaba el Banco de Italia y Río de la Plata, que cuando yo empecé a trabajar esa esquina tuvo una especie de metamorfosis, porque donde era “El Titán” se hizo “El Batacazo”…” y seguía con el itinerario de comercios de sólo esa esquina, en donde en la “Casa Berruezo”  recordaba “Un pibe de pantalones cortos que tocaba el piano y que se llamaba Ariel Ramírez…”.

En el tiempo en que no se caminaba por esa calle del Centro, “Peco” recordaba que “San Martín no fue nunca peatonal, era el paso obligado de los automóviles, porque venir a San Martín era como el paseo por la costanera cuando se iba en tranvía y se llamaba la ‘punta del bulevar’, bueno era una obligación pasar por San Martín…”. Es más, repasaba que su padre había propuesto allá por 1951 una peatonalización por horas los días de semana, cuando era de doble mano su circulación, pero no fue hasta la época de Coquet (intendente de facto), que definitivamente quedó peatonal.

El tango, los diarios y el rojinegro, fueron ejes fundamentales en la vida de Beto. Ya en el Marzo de 1970, el puesto de diarios de peatonal San Martin y Tucumán era su lugar en el mundo. Allí mismo fue donde tuvo la oportunidad de saludar y abrazar al gran escritor argentino Jorge Luis Borges. Así recordaba aquel momento, “Intento por esos años hacerme cargo de esta parada, ahí fue donde empecé a hacer mis primeras armas en esta esquina y a los pocos días pasa alguien que no me voy a olvidar nunca en mi vida, Don Jorge Luis Borges a quien le di un abrazo”. (Alma de Barrio LT10 AM 1020 – 2004)

“Yo tengo un trabajo full time, con mis dos hijos, –se refería Pecorari- “pepo” que es mi pierna derecha y Jorge, quien hace el reparto por fuera del kiosco. Muy compenetrados con la labor familiar que es lo que elegimos como método de vida, y como vida misma, que es vender diarios”.

Pero en la vida de “Peco”, como también era conocido, había tiempo para otras cosas. Durante muchos años estuvo en LT 9 Radio Brigadier López de Santa Fe, con el microprograma “Un Cacho de tango», dentro del programa del conocido conductor Cacho Galé. Hubo un tiempo en que “Beto” debió vivir fuera del país por sus ideas políticas fuertemente antiperonistas. Anduvo por Uruguay, allá por los años cincuenta. Después, Pecorari recaló en Mar del Plata y en el sur, hasta que vivió diez años en Misiones. En Posadas tuvo un quiosco, siempre de diarios y revistas llamado “El Santafesino”, con el escudo de Colón de Santa Fe bien visible entre diarios y revistas.

Quienes lo conocieron dicen que no sabía bailar tango, pero que sin embargo era un apasionado a la hora de hablar del género. “Después de la década del ‘40, el país se movió a través del ritmo y la letra de un tango, porque era la música por excelencia. Después llegaron otros géneros, hasta que se pudre todo con el rock… Yo no tengo problemas con los chicos del rock and roll, los respeto los quiero mucho, hacen música, pero todo este problema fue cuando comenzó el “Club del Clan” (programa de televisión de la década del ‘60 donde jóvenes cantaban en español con ritmo de rock), que trató de destruir al tango”, afirmaba “Beto” en una entrevista radial con el programa de LT10 “Alma de Barrio”. En estas declaraciones se puede ver el amor que Pecorari tenía por la música argentina nacida en la ciudad de Buenos Aires.

Fue la radio, allá en su infancia en los años ’30, y luego desde 1946 con la famosa audición la “Glostora Tango Club” de Radio “El Mundo” que se mantuvo por 22 años al aire, cómo se encendió también su pasión por la música ciudadana. Recordaba “Peco” que cuando niño “no entendía la metáfora de las letras de los tangos, hasta que con el tiempo fui entendiendo cuál era la metáfora de un tango, porque siempre, a todos nosotros, un tango nos va a pegar en el ojo o nos va a pasar muy cerca”. Pecorari hacía la misma reflexión que Goyeneche, quien cuando le preguntaron cómo había que hacer para entender o que le gustara el tango, dijo el “polaco” a su joven interlocutor: “Viví… pibe… viví”.

Los memoriosos recuerdan a “Beto”, aunque hoy al pasar rumbo del trabajo, el banco o el negocio ya no lo vean en su puesto, parada obligada en la peatonal que lo hizo reconocido como “el diariero más famoso de la ciudad”. Fue el mismo “Peco” quien dejó una frase que difícilmente podría ser refutada…“Vos no te podes imaginar una ciudad sin gorriones, sin chicos que vayan a las escuelas, sin heladeros, bueno por eso nosotros, los canillitas, somos parte del gran folclore urbano que es lo que hace vivir en una sociedad como la que tenemos”.

En el final, antes de los acordes de cierre de la orquesta con el consabido “¡chan… chan…!”, y de la mano de la voz de Rubén Juárez, parece sonar el tango “Para vos canilla” como un eco encerrado entre las cuatro ochavas de San Martín y Tucumán: “¡hermano!, la noche me dio un barato, pa’ estar en tu esquina un rato, y evocar con tu pregón, una leyenda sencilla, que cuenta como a un canilla, la vida lo hizo gorrión”.

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