Barrio Sur – Instituciones

Escuela de maestros

Hay una apreciación generalizada de vincular a las entidades educativas con los edificios que las contienen. En este sentido, las escuelas –como espacio material y físico- imponen en la trama urbana un sitio de referencia ineludible para el desarrollo de lo que se define como “barrio”. Así, en la historia de cada lugar de la ciudad de Santa Fe aparecen las escuelas como mojones arquitectónicos, aquello que referencia un sitio por oposición al “no lugar” Marc Augé en las sociedades postmodernas, con sus espacios desterretorializados como los shopings.

Sin embargo, en términos culturales, institucionales, políticos, ideológicos y pedagógicos, los ámbitos educaciones son marcas identitarias y demostrativas de cada contexto histórico y social. Por ello, las escuelas en los barrios son más que una expresión referencial espacial, son ante todo, una manifestación del crecimiento y la intencionalidad de células comunitarias, que forman parte de la gran comunidad de la ciudad, de contar con una posibilidad de educar a las nuevas generaciones. Va de suyo que el motor de la educación, fundamentalmente pública, laica y gratuita, iguala y fortalece, libera y esclarece, siembra futuro. Así, el nacimiento de una escuela representa no sólo una motivación y una necesidad, sino más bien, el compromiso y accionar de una grupo de la sociedad asentado en un espacio delimitado que pretende lo básico para sus hijos, y los hijos de sus hijos.

La escuela define en sí misma un sentido de pertenencia, tanto para educadores como para educandos, y en la rotura propia de los modelos bancarios unidireccionales educativos, al decir de brasilero Paulo Freyre, es la “comunidad educativa” la que engloba el proceso educacional y formativo. Muestra de estas alternativas son las escuelas de toda la ciudad, pero en especial, de aquellas primeras (o últimas) que rompieron con los anquilosados esquemas tradicionalistas de la formación educativa sustentada en creencias religiosas como baluarte del “ser necesario” para la sociedad, en palabras de Enrique Guinsberg. Ese quiebre en Santa Fe tuvo su tiempo de lucha y participación, de activismo desde instancias políticas y sociales, desde el libre pensamiento y el cuestionamiento de la estructuras dadas.

En este sentido, la creación –tardía– en Santa Fe de establecimientos educativos laicos, públicos y gratuitos, inscriptos en el esquema de pensamiento alberdiano, ideario constitucional expresado en “Bases”, da cuenta del camino que hubo de recorrer el progresismo del naciente Siglo XX en la ciudad. Muzzio, Bonaparte, Silva, entre los más destacados, militaron y bregaron por las transformaciones educativas. De hecho, la creación de la Escuela Industrial, el Colegio Nacional, la Escuela Comercial, fueron avances en ese sentido. Sin embargo, faltaba en Santa Fe la formación de maestros, de educadores, que formaran parte de ese nuevo esquema progresista de ruptura con las petrificadas herencias incuestionables. En los inicios del siglo pasado ésta era una de las pocas capitales provinciales que no tenía una escuela de docentes. En este contexto se inscribe la Escuela Normal, con un derrotero institucional y de ubicación física en la ciudad que llevó años hasta anidar en la manzana comprendida por las calles Saavedra, Zazpe (antes Buenos Aires), San Lorenzo y Moreno.

Los antecedentes de la Escuela Normal aparecen en 1886 cuando el gobernador Gálvez gestionó ante el presidente Roca la creación de la Escuela Normal Nacional de Maestros, que tempranamente despareció, en 1892, al parecer por los grupos de poder, especialmente clericales, que buscaban reservar para sí la formación de los docentes, y por ende, de los futuros dirigentes que de esa clase ilustrada pudiera surgir. Así, los maestros se “importaban” de Entre Ríos, al decir de Felipe Cervera en “La Modernidad en la ciudad de Santa Fe1886-1930”. Luego, en 1897 se crearon dos escuelas que daban título de maestros a sus egresados a los 17 años, pero que en 1902 terminaron por cerrarse por problemas presupuestarios de la provincia. La necesidad de tener docentes pertenecientes al Sistema Nacional de Educación, surgido de la Ley 1.420 de 1884 impulsada por Julio Argentino Roca como presidente era cristalizar el proyecto educativo de Sarmiento y Avellaneda, de la “Generación del ‘80” con una Educación Pública, Laica y Gratuita que diera cuenta de alfabetizar la población, integrar a los inmigrantes por la educación de sus hijos, incorporar una “identidad” nacional. Es notable el caso de Santa Fe en ese marco, donde Paraná tuvo su Escuela Normal Nacional en 1870, Buenos Aires en 1874, Santiago del Estero en 1880, Esquina (Corrientes) en 1888, y hasta Esperanza en 1896, mucho antes de la ciudad de Santa Fe en 1906.

Fue en 1904 cuando se constituyó un “Comité Popular Pro Escuela Normal Nacional en Santa Fe, cuyo Presidente fue el Doctor Manuel J. Menchaca”, quien formara desde la política parte de ese grupo progresista de santafesinos. Justamente, el sitio web oficial de la Escuela Normal Superior N° 32 “Gral. José de San Martín” reza que el 17 de Febrero de 1906 “Por Decreto del Superior Gobierno Nacional, que firma el Vicepresidente en ejercicio por obligada ausencia del titular, Dr. Quintana, Dr. José Figueroa Alcorta, se crea la Escuela Normal Mixta”. Como demostración de una construcción colectiva en aquellos años se manifiesta con buen tino desde la entidad que “No hubo un fundador de la Escuela, si voluntades férreas de educadores, políticos, profesionales y comerciantes”. (http://www.escuelanormal32.edu.ar/web/historia.php)

Vale decir que inicialmente la Escuela Normal comenzó a funcionar con unos 260 alumnos agrupados en dos turnos, en un local alquilado en calle San Martín, entre Moreno y Juan de Garay, espacio donde ya estaban afincados la Universidad y el Colegio Nacional. Era la propiedad del Dr. Néstor de Iriondo, donde muchos años después funcionara el Jockey Club Santa Fe. Estos alumnos estaban distribuidos en seis grados primarios y con en especial, había 45 alumnos para cursar sus estudios de maestros en el primer año del curso Normal. Fue el 23 de junio de 1906 cuando las clases comenzaron.

La demanda de ingresantes fue creciente, y por ello en 1908 la Escuela Normal se amplía con el alquiler de otras casas, también sobre San Martín, pero en este caso entre Corrientes y Juan de Garay. Para 1915 entidad educativa hasta realiza una publicación mensual con temas de interés pedagógicos, que redactada por las alumnas de los cursos superiores, llevaba el nombre de “Revista Argentina”.

La necesidad de contar con edificio propio, y especialmente construido para el fin educativo de la entidad, movilizó a la comunidad santafesina que logró conformar un comité Pro-Edificio Propio, que pivotaba su accionar entre gestionar ante el municipio la cesión de un terreno y sostener las peticiones y acciones políticas y gubernamentales ante el Gobierno Nacional para disponer de los fondos que permitieran levantar el establecimiento. Nuevamente los diarios de la época dan testimonio del aquellas iniciativas y preocupaciones. A la par de obtener el compromiso de los recursos las discusiones se centraron en el lugar donde se debería ubicar el edificio.

En octubre de 1919 el diario Santa Fe del domingo 5 abordaba el tema y mencionaba: “Hemos tenido oportunidad de examinar los planos confeccionados para la construcción del futuro edificio de la Escuela Normal de señoritas, que deberá levantarse en el terreno que comprende la plaza Colón, lindando la zona portuaria y con las calles Rivadavia, Rioja y Tucumán, donado por la municipalidad de esta ciudad para ese objeto” (Santa Fe 5/10/1919). Aquel proyecto, que como es sabido no llegó a concretarse en la popularmente conocida “plaza de las palomas” o “el palomar”, ya preveía un edificio de dos plantas, con todos los “adelantos de higiene pedagógica y de buen gusto y estética” decía el diario. Se mencionaba que si para el fin de ese año no comenzaba la construcción el terreno pasaría de nuevo a manos municipales, y que la Escuela Normal, seguiría funcionando “…como está hoy, alojada en varias casas incómodas e inadecuadas…”. Asimismo, se bregaba para que el gobierno de la provincia, sus representantes en el congreso y las instituciones sociales y gremiales de Santa Fe, trabajaran “…con ahínco para la pronta construcción del edificio de la Escuela Normal”. (Santa Fe 5/10/1919)

Al año siguiente, en 1920, un técnico del gobierno nacional visitaba Santa Fe para verificar las características del terreno, el tipo de fundaciones que el edificio requeriría, y en ese tiempo, se hablaba incluso que el municipio había barajado como ubicación alternativa a la Plaza Colón a la Plaza Constituyentes. (Santa Fe 18/12/1920)

Pasaron los años, y cuando la entidad tenía veinte años de existencia, todavía se solicitaba desde la dirección del establecimiento la concreción de las gestiones ante la Nación para la construcción del edificio propio. Así lo hacía saber el director de la Escuela Normal al gobernador Ricardo Aldao en una carta enviada el 21 de abril de 1926, donde mencionaba que el terreno debía tener “…de ocho a diez mil metros cuadrados, en un lugar céntrico, airoso y de fácil acceso”. (Santa Fe 22/4/1926) En la misma misiva, el entonces director Juan Nissen recordaba que el congreso nacional venía votando desde 1920 la ley que encomendaba un aporte de la Nación para la construcción, al mismo tiempo de considerar que la manzana limitada por las calles San Martín, Junín, 25 de Mayo y Santiago del Estero “…es la que conviene para juicio del infrascripto, la que conviene para la ubicación definitiva de la Escuela Normal”.

En resumen, en 1927 el referido comité Pro-Edificio Propio “…acercó el ofrecimiento de un terreno entre las calles Saavedra, San Lorenzo, Moreno y Buenos Aires al Director Juan José Nissen que se opuso a la construcción de la escuela en ese sitio por considerarlo de no muy buena reputación y bastante alejado del centro”. (http://www.escuelanormal32.edu.ar/web/historia.php). Finalmente, Nissen fue trasladado a la provincia de San Luis y lo reemplazó el Profesor Juan Herrera nacido en Entre Ríos, que apoyo fuertemente la construcción del local propio. Se llega entonces a 1927 cuando el Gobierno Nacional adquirió el terreno. Justamente, el 26 de noviembre de ese año el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Antonio Sagarna, encabezó la colocación de la piedra fundamental como acto simbólico, mismo día en que el funcionario nacional realizó similar acto en Paraná con la instalación de la piedra fundamental de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral. (Santa Fe 26/11/1927)

Sin embargo pasarían varios años para que comenzara la construcción. Recién en 1933, y no sin mediar numerosos reclamos, se iniciaron las obras que concluyeron tres años después. El proyecto del edificio estuvo a cargo del Arq. Alberto Belgrano Blanco y la construcción del Ing. Pablo Tenari, los dos funcionarios de la Dirección General de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas de la Nación. El edificio tiene influencias de dos tendencias arquitectónicas de la época, la corriente neocolonial que se evidencia en el barroco de la fachada y el funcionalismo racionalista en la organización de las plantas, con acceso principal por calle Saavedra, patios perimetrales, patio interno cubierto, entre otras dependencias. (Inventario: 200 obras del Patrimonio Arquitectónico de Santa Fe – U.N.L. – F.A.D.U. – Colegio de Arquitectos de Santa Fe – Fundación Centro Comercial. Santa Fe, 1993)

Como se dijo, tres años llevó la construcción del edificio definitivo de la Escuela Normal. Durante ese tiempo los avances eran visibles con el crecimiento de la imponente estructura en un lugar de la ciudad que por entonces formaba parte de los suburbios, pese a que hoy se lo considere central. El diario El Orden del 22 de octubre de 1935 dedicaba una media página con fotos a las obras, y las destacaba como un “…valioso aporte arquitectónico que para la zona sudoeste de nuestro municipio representará el soberbio local…”. Como dato ilustrativo se destacaba que los materiales utilizados eran de origen nacional, como las veredas y zócalos de piedras de las sierras de Tandil, y que los mosaicos de los patios reprodujeran en ellos “…los más importantes productos de la flora y la fauna argentina…”. Para ese momento ya la Escuela Normal era mixta, y así se preveía en la construcción de los pabellones sanitarios, amén de las quince aulas de la planta baja y las dieciocho en el primer piso. Biblioteca, salón de actos, laboratorios, espacios de trabajos manuales y para los niños de pre-escolar, hasta una sala de costura, daban cuenta de aquel anhelo de los que impulsaron la construcción de un moderno establecimiento con previsión de futuro y crecimiento. (El Orden 22/10/1395)

Llegaría el 28 de octubre de 1936 cuando con la presencia de autoridades nacionales, provinciales y locales quedaba inaugurado el moderno y amplio edificio, con una inversión total de 900.527 pesos. El Litoral de esa tarde santafesina reproducía los discursos de ocasión, y en especial, la alegría y beneplácito de docentes, alumnos, cooperadores, egresados y vecinos del barrio que colmaron la explanada sobre calle Saavedra para la ocasión y luego siguieron atentamente las palabras de las autoridades en el patio interior cubierto. Pero sus aulas se ocuparían recién en 1937, con el comienzo del ciclo lectivo de ese año, donde la razón de ser del edificio tendría su máxima expresión, como hasta hoy.

Fue el 1° de abril de 1937 cuando la fisonomía de esta parte del barrio cambiaría definitivamente con el movimiento en cada ingreso y egreso de los turnos educativos de la Escuela Normal. El vespertino local describía aquella postal trazada en palabras: “…fue dado advertir un intenso movimiento en las diversas calles que conducen al nombrado instituto educacional. La zona donde se halla emplazado el amplio y hermoso edificio que le sirve de sede cobró, así, esta mañana, un ritmo y un colorido enteramente nuevos, pudiendo advertirse en el rostro de todos los vecinos la satisfacción con que asistían a un espectáculo que desde la fecha entrará a convertirse en un hecho cotidiano”.

La crónica no eximía de mencionar que pese al flamante edificio el mobiliario era deficiente y de extrema precariedad, cuestiones que habrían de mejorarse más adelante. Lo cierto es que la Escuela Normal incorporó al poco tiempo, en 1939 el Nivel Inicial con el Jardín de Infantes. Luego, en 1950, se le asigna su actual nombre de “Libertador General San Martín” por conmemorarse el centenario de la muerte del prócer en aquel año que dividía en dos lustros al siglo XX.

En cuanto al barrio, el edificio movilizó la construcción de casas en las zonas cercanas, por ejemplo, en la esquina suroeste de Saavedra y Buenos Aires (hoy Monseñor Zaspe), había un baldío donde los pibes jugaban a la pelota. Luego se transformó en un pequeño parque municipal, y después, en el comienzo de los 60’, en los departamentos que actualmente perduran.

En otro orden, momentos difíciles se vivieron para la Educación Normalista, como en 1969, cuando se terciarizó la formación docente y el normalismo quedó clausurado en el país. Sin embargo, dentro de estos vaivenes propios de la contradictoria y cambiante historia nacional, en 1971 se retomó la formación en el nivel terciario de Profesores para la Enseñanza primaria, con una duración de 2 años y medio.

Más allá de los avatares a los que la Educación Pública fue sometida, desde el férreo control en la Dictadura Cívico-Militar iniciada en 1976, a la concepción mercantilista neoliberal de la educación con la sanción de la Ley Federal de Educación en la década de los años ‘90, la Escuela Pública resistió –y resiste– sobre las bases de su propia comunidad educativa el sentido democrático e igualitario que la formación y la instrucción brinda.

A modo de corolario del recuerdo en el Barrio Sur Nuevo de la Escuela Normal, es atinente recuperar un breve párrafo de aquella crónica de El Litoral de 1937 que resume la razón de ser de tanto esfuerzo de la comunidad santafesina de poseer una escuela de maestros, y de alumnos en todos sus niveles, que siguiera los preceptos modernistas de ser laica, pública y gratuita. A la pieza gráfica de los primeros guardapolvos blancos en la Escuela Normal de calle Saavedra al 1700, se adjuntaba en palabras: “En resumen, la Escuela Normal Mixta de Santa Fe está por fin en su casa propia, y de desear es que tal hecho sirva de punto de partida a una era de nuevas y brillantes conquistas que realcen aún más, si cabe, su bello historial”. (El Litoral 1/4/1937)

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