De las quintas al FONAVI de Las Flores

El Barrio de Las Flores

La frontera norte de la ciudad, de la ciudad cuando a gatas llegaba más allá de bulevar, estuvo signada por una ocupación en degradé que subía como la altura de las calles de hoy desde hornos de ladrillos, quintas, chacras, y el resto espacios abiertos.

Dentro de este espacio, con una “mancha” urbanizadora que creció hacia el norte por los ejes medulares que la conducían por los antiguos caminos de la colonia, se esparció lentamente hasta las primeras décadas del siglo pasado, y con una exponencial ampliación desde los años ’60 en adelante. Diversificada, no integrada en sentido este/oeste, salvo en parte por el camino pavimentado de Estanislao Zeballos, toda la zona norte se enhebró además por las vías férreas que trazaron el paisaje sin estar estrictamente relacionadas con los caminos de antaño.

LAS FLORES I Y II

En este marco, luego de la sanción de la Constitución Nacional en 1853 en Santa Fe, con su espíritu expresado en el preámbulo de recibir a “todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”, se promovió la creación de colonias en campos cercanos a las ciudades existentes para poblar esos espacios con los recién llegados como colonos que se hicieran dueños de esas concesiones mediante el trabajo y la producción agrícola canalizada por intermedio del Estado.

A esta premisa colonizadora se relaciona la ciudad de Santa Fe con dos colonias que luego terminaron por formar parte del damero de manzanas urbanizado con límite en calle Quiroga. Se trata de las Colonias de Guadalupe, y la de Piquete, con su inmediato correlato a partir de la estación de ferrocarril, de Las Flores.

Como lo señala Miguel Ángel Dalla Fontana en su libro “Ciudad invisible” a partir de la Constitución Nacional de 1853, y particularmente de la reforma de 1860, también realizada en Santa Fe, el impulso a la conformación de colonias agrícolas en los territorios hasta ese momento abiertos o relacionados a la ganadería extensiva se materializó luego en normas para facilitar la entrega de parcelas a colonos inmigrantes. Al respecto señala que “El Poder Ejecutivo de Santa Fe, inspirado con estas ideas, puso en marcha la llamada «Ley Colonizadora» que contenía la creación de dos comisiones de inmigración, una, para la capital, y la otra, para Rosario, que ambas dependían de la Dirección Nacional General de Buenos Aires. Dichos organismos desempeñaban las funciones de repartición y donación de tierras para los inmigrantes espontáneos”. (“Ciudad Invisible” – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2022)

Puntualmente, dice el autor que “El Estado Provincial, al marcar los cimientos de las Colonias Piquete (1860) y Guadalupe (1863) logró la organización de la colonización en el ejido urbano con algunas concesiones o títulos favorables de las tierras para los primeros granjeros entre 1860/70”. Luego Dalla Fontana cita a Adriana Crolla y detalla que “Las primeras superficies importantes para labranza en la Colonia Piquete fueron asignadas, en 1869, a las familias Scarafía e Ingaramo, entre otras. Al respecto, es interesante el texto de la Lic. Adriana Crolla que nos informa de la llegada de la Flia. Scarafía y un grupo de inmigrantes: «El primero en radicarse en Piquete fue Matteo Scarafía, con su esposa Luisa Milone y su hijo de seis años, Sebastián. Provenientes de Moretta habían compartido el barco con Simone Ingaramo y su familia. Cuando en 1871 Scarafía compró y escrituró tierras, inmediatamente llegaron, con seguridad a partir del llamado del conterráneo Simone Ingaramo, Miguel Motura, Ángel Giudici, Rosa Torres, Augusto Piaggio, Lorenzo Rossi, Juan Cecotti, entre otros»”.

TANQUE DE AGUA LAS FLORES I - EL LITORAL 29-9-1978

De este modo, se establece la base de la primera ocupación de estos “Pagos de Abajo”, que estaban en los extramuros de la ciudad, al oeste, hacia el río Salado desde el Camino del Medio (Facundo Zuviría), y que otrora era el cantón de defensa de la ciudad de incursiones de aborígenes y luego de los porteños o unitarios.

PLANO 1899
PLANO 1903

Los primeros propietarios

En la ocupación de la tierra en la zona con la creación de la Colonia Piquete, que luego derivó en el Distrito Piquete, al que se le sumó “Las Flores” por la presencia de la estación, tiene dinámica particular, con subdivisiones de las parcelas a medida que la actividad agrícola o de quintas se retrasaba más al norte con el avance paulatino de la trama urbana y la diversificación de las actividades generadoras de trabajo en la zona. 

En estos polos de desarrollo aparecen el matadero, el hipódromo Las Flores luego, la cárcel de Las Flores, el reformatorio de menores, el camino a San Justo por Blas Parera, entre los principales.

En los planos antiguos de la ciudad figuran entonces algunos de los nombres rescatados por Crolla, por ejemplo en 1899. En la zona sur del luego barrio Villa Las Flores y sus monoblocks, se ubicaban como dueños de los terrenos Ingaramo, Piaggio y Armúa, al sur de lo que sería calle Vieytes. Luego, enmarcados justamente en el propio barrio, desde Guanella hasta Larrea, entre Blas Parera (Camino Aguirre) y Peñaloza (Camino Noguera), de este a oeste aparecen Traverso, los hermanos Rossi, y sobre Blas Parera Sobrero y Coria. En tal sentido, pocos eran los dueños del espacio y con grandes extensiones de parcelas.

Para 1903, en el detallado plano realizado por Chapeaurouge se especifican de manera diferente los terrenos y los nombres. Por un lado, la gran quinta sobre Camino Noguera de Armúa, y al este sobre el Camino al Matadero (Blas Parera) tres propietarios Lorenzo Rossi al norte, luego Ingaramo en el centro y Piaggio al sur. Vale decir que estos planos fueron confeccionados con información brindada al agrimensor por el Estado local y provincial, pero también por los mismos propietarios. En todo caso lo que refuerzan es que la tenencia de la tierra era de los inmigrantes de la Colonia Piquete y que paulatinamente se iban parcelando los espacios.

La próxima grafica de la zona se ubica en 1931, donde ya aparece la urbanización del luego barrio San Martín y de la vecinal “Piquete y Las Flores”, hacia el sur. En cuanto a los terrenos de la zona de Las Flores se ubican de sur a norte, sobre Blas Parera, Agustín Piaggio, Ingaramo y Severo Gómez. Llama la atención varios terrenos angostos sobre Blas Parera pero extensos, hasta calle Azopardo aproximadamente, que su ubicaban entre los campos de Ingaramo y Gómez, pero sin nombres. Por el lado del este, desde Azopardo hasta el Camino Nogueras, se visualizan las quintas de Plácido Ochoteco, Buffelli y los hermanos Berraz, de sur a norte. En síntesis, unos seis propietarios eran los que mayoritariamente tenían la titularidad de los terrenos.

PLANO 1931
PLANO 1935

Para 1935 un detallado plano de la ciudad ilustra el proceso de parcelamiento de los grandes terrenos, y en esta grafía se alcanza a divisar los terrenos angostos y largos, que serían de A. de los Reyes, Supisiche y D. Ingaramo. Mientras que el terreno de Severo Gómez, sobre aproximadamente Larrea, permanecía de similares dimensiones, mientras que la quinta de Ingaramo al sur aparece fraccionado, nuevamente, con terrenos con un angosto frente sobre Blas Parera y una profundidad que llega aproximadamente hasta Azopardo. En ese mismo plano, del lado este sobre Camino Noguera, el terreno del sur estaba a nombre de la viuda de Ochoteco, que comenzaba el loteo sobre la zona cercana al barrio San Martín. Luego, al norte se ubicaba la misma quinta pero ahora a nombre de la sucesión de Pedro Buffeli, y luego, el terreno que era antes de Berraz estaba a nombre de Severo y José Gómez.

PLANO 1940

Para 1946 la situación de divisiones de los terrenos no había cambiado demasiado, en donde el eje dinamizador de desarrollo era fuertemente Blas Parera (antiguo camino al matadero), sector del barrio sobre el que comenzaban entre comercios e instituciones a crecer en un claro vínculo hacia el sur con San Martín, Scarafía, Piquete y Las Flores. 

Esa conformación en la tenencia de las tierras, y en la falta de urbanización interna finalmente brindó la posibilidad para que desde los ’60 en adelante el lugar se considerara para soluciones habitacionales populares y extendidas, con torres de departamentos (monoblocs) y casas.

En otras gráficas posteriores de la zona, por ejemplo en 1940 y luego 1946, se aprecian las divisiones en los terrenos con mayores parcelamientos, salvo un puñado de grandes propiedades que luego formaron parte del núcleo para el desarrollo del barrio de viviendas FONAVI. Así se evidencian en 1940 que el terreno de Severio Gomez fue vendido y en la parte oeste sobre Blas Parera se produjo una división en largas franjas de lotes, a similitud de lo descripto anteriormente, pero de solo de una cuadra de largo. Otra zona subdividida fue la ubicada al oeste, sobre Camino Nogueras, con largos terrenos sentido este/oeste entre las propiedades de Ochoteco y de Severio Gómez, que a su vez redujeron sus dimensiones. Un dato significativo es la ausencia de calles internas o de manzanas trazadas, a diferencia de barrios circundantes. Lo dicho, de las grandes propiedades se conservaban los “campos”, aunque más chicos, de Ingaramo, Severio Gómez, Ochoteco y la sucesión de José Gómez.

PLANO 1946

A modo de encuadre dentro de la historia de la ciudad se puede citar al “Atlas Histórico de Santa Fe”, realizado por Collado, Bertuzzi y Del Barco, en el que mencionan que para la época de estos últimos planos “Existían para entonces en la ciudad 1273 cuadras pavimentadas con una expansión poco notoria de esta mejora respecto del momento anterior. En este tema, la principal tarea fue la pavimentación del Camino Blas Parera, principal vía de acceso a la ciudad desde el norte de la provincia, que por su coincidencia con la Ruta Nacional nº 11 se benefició con el plan de pavimentación de rutas nacionales, impulsado por la Dirección Nacional de Vialidad. (1945)”. («Atlas Histórico de la Ciudad de Santa Fe 1887 – 1945» – Adriana Collado / Ma. Laura Bertuzzi / Ma. Elena Del Barco – 2019)

Las Flores I

El primer complejo de edificios destinados a departamentos para clases trabajadoras de menor poder adquisitivo, o con menores ingresos como para aspirar a la compra de un terreno y la construcción de la morada propia. Esta solución habitacional, para familias con ingresos mediamente estables, tenía en el pago en cuotas a varios años la alternativa necesaria para la vivienda propia.

Luis Mino en “Para Conocernos” describe el porqué del nombre del barrio: “El nombre se toma de una terminal de trenes del Ferrocarril Belgrano que existía detrás de la Iglesia del Tránsito y que se llamaba ‘Villa Las Flores’. Con ese nombre se denominó al principio el barrio que la dirección de vivienda de Santa Fe construyó en 1968, el cual posteriormente se llamó ‘Las Flores I’”. (“Para Conocernos” – Luis Mino – 1991)

LAS FLORES I - GOOGLE EARTH

Vale puntualizar al respecto que la zona de la “Villa Las Flores” relacionada a la estación ferroviaria se encontraba al oeste de Blas Parera, al norte de Scarafía, y que contaba con una urbanización avanzada para ese entonces. Sin embargo, el nombre del barrio se trasladó al este de la avenida para denominar este espacio.

La zona elegida para levantar las torres estaba deprimida y sufría de anegamientos, y donde no había sido una quinta, era un descampado con algunos focos de basura y hornos de ladrillos. Estos espacios fueron mejorados, intervenidos por el gobierno, con el relleno y nivelación con miras a la construcción de los monoblocs.

El marco económico y político en el que se brindan estos planes de viviendas los aborda Dalla Fontana en su libro y prescribe que “Las obras prototípicas, con monobloques y viviendas sociales, se dieron en la década del 60 y fueron organizadas por las acciones de la Dirección Provincial de Vivienda y de la Secretaria de Urbanismo del Ministerio de Bienestar Social de la Provincia; todo financiado por el Bco. Hipotecario Nacional”. En general las construcciones se hacían en terrenos fiscales bacantes o de poco valor inmobiliario, y por ello, normalmente alejados del centro o zonas de mejores características de progreso urbano.

El Fondo Nacional para la Vivienda (FONAVI) fue una iniciativa en este sentido, con una mirada de maximizar los recursos en detrimento de la calidad constructiva y dimensiones de las unidades, que en los monoblocs apenas superaban los 50 metros cuadrados. Asimismo, lineamientos urbanísticos y de desarrollo, inmersos en los permanentes golpes militares y la interrupción de los períodos democráticos, llevaban a definiciones en el desarrollo de las políticas de vivienda desde el Estado signadas por la falta de debate e intercambio, propio del Estado de Derecho. En contraposición, la mirada castrense de los gobernantes en puestos como la gobernación, la intendencia, los ministerios o secretarías, dieron soluciones que a la postre fueron cuestionables desde el punto de vista del desarrollo del hábitat urbano y comunitario.

Más allá de este debate de urbanistas y arquitectos, lo cierto es que para muchas familias las viviendas de los monoblocs era una solución al alcance de la mano para dejar precarias casas sin mejoras ni servicios, y muchas veces sólo con posibilidades de alquilar, por una morada propia, a pagar en cuotas, con valor menor que el del alquiler mensual. Así lo refiere Miguel Ángel Dalla Fontana en “Ciudad Invisible”, cuando encuadra a esta modalidad de construcción: “Con un importante grado de desarrollo técnico, se hizo posible que se reprodujeran en series edificios ensamblados con bloques prefabricados y techos de hormigón, a diferencia de las viviendas tradicionales de ladrillo. Esto dinamizó la actividad económica a través de la inversión en la obra pública, en todo el territorio nacional”.

24 DEPARTAMENTOS ENTREGADOS - EL LITORAL 24-2-1975

En este marco el Barrio Las Flores I comenzó a construirse como viviendas sociales. Puntualmente Dalla Fontana detalla el proceso.

Primero “En 1957, bajo el gobierno de Clodomiro Carranza (1957/58), surge la expropiación de 12 hectáreas agrícolas de la familia Ingaramo (Antonio, Juan, Mateo y Domingo) para construir en una parte el condominio Las Flores I; y en la otra, fue sobre una «zona franca de suelo», del frustrado plan de la avenida de «Circunvalación de Santa Fe» no construida”.

Luego, “Sobre la parcela de Domingo Ingaramo, en Blas Parera entre Don Luis Guanella y Millán Medina, se plantó el complejo habitacional Las Flores I, y sobre el solar de Antonio Ingaramo se construyó el campo de deportes del CEF N° 55 «Nehuén» y el Alero de Las Flores”. La construcción se inició en 1965 y continuó por varios años, en los cuales para 1968 ya tenían las primeras entregas. Ese complejo Las Flores I se ubicó entre Millán Medina y Juan B. Azopardo, Ignacio Risso y Blas Parera.

“Allí comenzaron a visibilizarse desde lejos como «atalayas» -menciona Dalla Fontana- dieciocho monobloques que se acoplaron a las sesenta viviendas tradicionales. La primera etapa fue encarada por el Instituto Provincial de la Vivienda con líneas obtenidas por el Banco Hipotecario Nacional. Hacia 1965, se montó, en una primera etapa, los tres primeros monobloques en condominio con 36 departamentos de planta baja y hasta de dos pisos y la construcción de 40 viviendas. Se trató de una obra adjudicaba para la firma del Ingeniero «Elzips» de Córdoba.  En los planes finales de las nuevas obras de Las Flores I, se contemplaba un sector con un total de 668 viviendas. En 1971, en Las Flores I se llevó a cabo la entrega, en su cuarta etapa de diferentes departamentos distribuidos en varios monobloques y viviendas implantadas en Blas Parera, Ignacio Risso y Azopardo (frente a la parroquia)”.

DON ROBLEDO VECINO - FB VECINOS LAS FLORES II

Vale mencionar, como se recuerda en una publicación de la revista “Nosotros” de El Litoral, que en parte de esos predios expropiados estaba la quinta de Bagnaroli, donde además había una recordada pista de baile sobre el Camino al Matadero, luego Blas Parera. 

La referida nota rescataba lo dicho por uno de los descendientes de los Bagnaroli que mencionaba: “Rubén explicó que ‘mi abuelo tenía una quinta de dos hectáreas donde sembraba alfalfa, que luego vendía para los caballos del Hipódromo, aunque también cosechaban verduras. Luego habían arrendado cuatro hectáreas más. Esa quinta después fue adquirida por mi padre y la disfrutamos toda la familia, hasta que el gobierno de la provincia la expropió para construir el barrio Las Flores II’. Aseguró que ‘el apellido Bagnaroli estaba arraigado en el barrio Piquete Las Flores, en sus inicios. Además, hay una afinidad especial con la Iglesia del Tránsito, con sus fiestas patronales, y hay parientes que tenían una pista de baile por esa zona, los hermanos Juan y Roberto Bagnaroli, muy renombrada en la década del 50 y 60’”. (“Nosotros” – El Litoral – 27/10/2007)

En 1965 El Litoral daba cuenta de las iniciativas del Instituto Provincial de la Vivienda, que por ejemplo desarrollaba las obras de las torres del Parque de la Locomotora, en barrio Siete Jefes, en las inmediaciones de la Avenida Almirante Brown. En esa nota se mencionaba sobre Las Flores que se había adjudicado a la empresa Ingeniero Eisips de Córdoba “…la construcción de tres monobloques de planta baja y dos pisos, sin ascensor y de 40 viviendas apareadas como primera parte de una urbanización más extensa a realizar en el barrio Las Flores, en las cercanías de la futura avenida circunvalación y la ruta 11”. El vespertino describía el proyecto: “Cada monobloque constará de 36 departamentos y las viviendas apareadas se construirán sobre terrenos de 9 x 20, con un living-comedor, dos dormitorios, cocina lavadero y baño, con posibilidades de ampliación para otro dormitorio. Como se aprecia, el plan contempla la construcción de casitas económicas de 57 metros cubiertos, pero empleando materiales convenientes y duraderos, es decir, mampostería y techo de hormigón”. Ese primer plan contemplaba dejar disponibles 668 viviendas. (El Litoral 29/8/1965)

NUEVO MONOBLOBC ENTREGADO - EL LITORAL 22-3-1974

En un barrio que se desarrolló en etapas, por partes tanto en su ejecución como en su entrega y ocupación, es dable puntualizar en el resumen que realiza en “Para Conocernos” Mino: “…en cinco etapas un grupo habitacional compuesto por 18 monoblocks, cada uno de ellos con 60 viviendas. Tras habilitarse el primer grupo de 4 monoblocks en 1968, que albergó a casi 1000 personas, las obras sufrieron un importante retraso hasta que entre 1974 y 1977 se inaugura el resto del complejo, la última parte realizada a través del Bco. Hipotecario”.

Por el lado de las dilaciones en la ejecución de las viviendas se puede recuperar una nota de 1972 cuando Vivienda de la Provincia rescindía el contrato por los incumplimientos con una empresa para adjudicarlo a otra. 

Era la empresa Calógero Pizzolo que por problemas financiaros incumplía los plazos y avances con la construcción de las viviendas. Para dato de una nota de El Litoral se deprende que trabajan 106 obreros en la obra, a los que se les adeudaban sueldos. (El Litoral 26/5/1972)

Esas dilaciones en la ejecución de las obras tenían su consecuencia para los adjudicatarios de las unidades, que en agosto de 1972 se movilizaban y hacía oír su reclamo por los retrasos. Eran los beneficiarios de las viviendas de la tercera etapa de Las Flores I, que esperaban el sorteo final para que se les asignaran las unidades, pero que expresaban su preocupación por cierta incertidumbre en el cumplimiento de esa entrega, máxima con la imprevisión del valor de la cuota mensual que les tocaría abonar, que en barrios como “el de la Costanera” (por las torres en Almirante Brown), era de 160 pesos a 20 años de plazo. Eran 60 familias las reclamantes en esa tercera etapa. (El Litoral 14/8/1972)

Un dato para rescatar también se ubica en las dificultades constructivas que encontraron los nuevos vecinos en muchas de esas torres. Problemas en las instalaciones, en los servicios, algunas en las estructuras que debieron solucionar ya habitando sus departamentos.

Otro aspecto de esta “ciudad satélite” que se creó en Las Flores con los monoblocs fue que la implantación de las viviendas careció de la construcción de otros servicios públicos para la comunidad que se trasladó a vivir. Un centro de salud, una comisaría, una escuela propia, dado que las cercanas ya tenían su matrícula completa. Asimismo, la necesidad de comercios para proveer a esta nueva y numerosa población, que en pocos años sumó miles de almas en poco tiempo.

Por ser una zona con sectores bajos y alguna cava, Las Flores tuvo por muchos años anegamientos y desbordes de esos bajíos. Tanto así que se anegaban las pocas calles que atravesaban el barrio, senderos de tierra que poco comunicaban a los vecinos. Esta situación de poca urbanización escaló en dificultades cuando el complejo habitacional se construyó con Las Flores I. Así surgía en las noticias, por ejemplo, en El Litoral, que en 1973 decía “El crecimiento demográfico, las mayores necesidades en materia habitacional, la saturación de vehículos, han impuesto al barrio un nuevo ritmo, muy distinto al que lo caracterizaba algunos lustros atrás, cuando la vida en el mismo transcurría plácidamente, sin urgencias. Hoy son necesarias calles pavimentadas, tanto como el cegamiento de cavas y el trazado de desagües que eliminen inconvenientes que en un ayer no muy lejano no eran tan perceptibles”

CAVA EN CALLE AGUADO - EL LITORAL 22-6-1973

Luego puntualizaba el vespertino, con una pieza gráfica para ilustrar la situación: “Calles como Aguado, Espora, Vieytes, dan fe de ello. A la vera de las mismas, al igual que otras de la zona, se alzan numerosas viviendas modernas, fruto del trabajo y el sacrificio de sus moradores, en su mayoría gente de trabajo, que deben realizar los sacrificios del caso para financiarlas”.

En cuanto las cavas, una en particular estaba en calle Aguado, aunque rellenada por la municipalidad, igualmente se formaba “un declive que se inclina hacia una zona edificada. Las últimas lluvias llenaron las depresiones existentes. Formando una gran laguna como consecuencia de la falta de efectividad de los desagües. Una extensión de más de una manzana está cubierta por aguas pútridas, las cuales invadieron también calles y terrenos baldíos”. Era un tiempo en el que la zona pertenecía a la extensa vecinal Piquete-Los Hornos, con el local inaugurado según el medio en 1955, se supone sobre Estanislao Zeballos, en lo que corresponde a la zona de Piquete y Las Flores. (El Litoral 22/6/1973)

Igualmente, las viviendas se entregaron por etapas en Las Flores I pero otras mejoras quedaban pendientes, como la pavimentación de las calles, la llegada del agua potable (1997) que antes dependía de un tanque y perforación propia de servicio deficiente e insuficiente. El Gas Natural, entre otros adelantos que se ejecutaron por inicios de los ’80, a la par de la construcción del otro complejo lindero, Las Flores II.

Así lo describe Dalla Fontana: “Al mismo tiempo, este sector al estar ubicado en una zona alejada de la ciudad, careció de servicios como la falta del agua potable (tanques cisternas) y cloacas. Con respecto de las cloacas, por razones técnicas e insalvables en su momento, se adoptó el sistema de cámaras sépticas y pozos absorbentes. Se trataba de una solución de emergencia que sufrió sucesivos desbordes con un alto costo de mantenimiento. Recién en 1972 la Dirección Gral. de Hidráulica decidió la construcción de un programa integral de planeamiento y cloacas, que contempló el servicio completo para los complejos habitacionales. Entonces, se construyó un tanque distribuidor por aguas provinciales, suministrado del agotado subsuelo con altos costos altísimos y daños irreversibles a los ecosistemas”.

Las entregas de unidades se fueron sucediendo por etapas en Las Flores I. Por ejemplo, la cuarta serie de entregas se dio en febrero de 1973, cuando 186 familias fueron beneficiarias de igual cantidad de viviendas. (El Litoral 16/2/1973)

Un año después, para el mismo barrio Las Flores I, y dentro todavía de la “cuarta etapa” se entregaban nuevos departamentos de otro monobloc terminado. Se trataba de 36 viviendas cuyas llaves fueron entregadas por los funcionarios a las familias en el propio barrio. 

El Litoral publicaba aquel acontecimiento y mencionaba que el vecino Carlos Rodolfo Marinero, como beneficiario, “agradeció la preocupación del gobierno para solucionar las dificultades que se presentaron para la finalización de las obras”. (El Litoral 22/3/1974)

En la construcción de las viviendas intervenía, además de la Dirección Provincial de Vivienda, la Cooperativa de Vivienda de Las Flores. En la oportunidad, el presidente de esa cooperativa, Julio Mercado, expresaba que con la entrega “un núcleo de familias fue alejado del fantasma del desalojo”, a lo que luego agregaba el trabajo conjunto con el municipio para que llegara al barrio Las Flores I el agua potable y el pavimento en las calles. 

Es decir, las unidades se levantaban y se entregaban, pero los servicios necesarios no formaban parte de esas construcciones para dotar lo necesario para hacer habitable con todo lo necesario la nueva barriada. (El Litoral 22/3/1974)

NECESIDADES EN LAS FLORES I - EL LITORAL 5-7-1974
ENTREGA VIVIENDAS SYLVESTRE BEGNIS - EL LITORAL 8-8-1975

A mediados de 1974, con varios edificios terminados y ocupados, con otros en construcción, Las Flores I era noticia nuevamente por las necesidades de obras complementarias, de servicios para el barrio. Con pieza gráfica incluida, el vespertino local mencionaba que en ese momento ya estaban habitados siete edificios, “con un promedio de treinta familias cada uno”, mientras otros siete estaban en construcción, “…y paralelamente está prevista la erección de 80 más. O sea que una vez finalizado este ambicioso plan, la zona comprendida por la edificación de referencia albergará a varios miles de personas…”. (El Litoral 5/7/1974)

Ante la cantidad de habitantes que ya había, y frente a la previsión de los que vendrían en el tiempo siguiente, más allá de haber resuelto el problema de las cloacas, faltaban como espacios verdes entre os edificios, los accesos al barrio, “…un establecimiento educacional para los centenares de niños, que en un plazo no lejano habrán de habitar el lugar. También se requiere la instalación de un centro de comercio, una galería o algo por el estilo…”. A ello se sumaba un Centro Asistencia, dado que el complejo se encontraba entonces a cinco kilómetros del hospital más cercano. Finalmente, el vespertino prescribía: “Como pude apreciarse, son muchas las cosas que se reclaman en Las Flores. Son problemas que deben ser encarados con criterio realista, máxime considerando que recién se está en el principio, para no verse luego, cuando el correr del tiempo se incremente el número de pobladores de esa zona, frente a cuestiones que podrían ser como difícil solución, porque no se los abordó en su debido momento”. (El Litoral – 5/7/1974)

FALENCIAS CONSTRUCTIVAS - EL LITORAL 25-4-1975
CONSTRUCCION ESC MALVINAS ARGENTINAS 1980 - PARA CONOCERNOS
NECESIDAD DE PAVIMENTAR CALLES I - LAS FLORES I - EL LITORAL 23-8-1975

A comienzos de 1975 otras 24 familias ocupaban los departamentos del monobloc número trece, de dos dormitorios, correspondientes a la cuarta etapa, “cuya ejecución estuvo a cargo de la forma Cornero, empresa que llevó a cabo además la construcción de los monobloques doce y catorce; las obras de reparaciones en otros edificios del barrio y de las viviendas unifamiliares”. El Litoral, luego del subtítulo “Continuación de la obra”, refería lo informado por las autoridades: “Según se especificó, se están realizando los trabajos finales en el último monobloque de la cuarta etapa como asimismo ejecutando 5 edificios más correspondientes a la quinta etapa, que significarán un total de 564 unidades con una población estimada en 2 mil 300 habitantes”. Esa quinta etapa de Las Flores I constaba de 120 departamentos, 72 de ellos de dos dormitorios y 48 de tres. (El Litoral 14/2/1975)

En esta nota surge por primera vez la referencia a Las Flores II, en tanto el vespertino decía: “En otro orden de cosas se informó que se estudia la factibilidad de ampliación del barrio hacia el sector este hasta el antiguo Camino Nogueras, área que originalmente se había incluido en la expropiación, lo que significará la habilitación de tierras actualmente no urbanizadas con las consiguientes ventajas de la utilización de los servicios ya existentes”. A ello, se sumaba como dato que “Con respecto a la escuela se manifestó que ya se ha delimitado un sector de terreno destinado a su construcción, a fin de llenar la necesidad provocada por el incremento de la población”, esa escuela sería la Malvinas Argentinas.

También en 1975 se relevaban las deficiencias constructivas en los edificios. Según se decía en el citado vespertino, en el “monobloque número 11 próximo a terminar”, se advertía que “el material empleado y las instalaciones eléctricas, sanitarias y de gas no se ajustarían a las especificaciones técnicas acordadas”. Las diferencias de materiales se daban por ajustes de costos y la mora de dos años de la empresa para finalizar el edificio. Esto provocaba mal funcionamiento de las instalaciones y caída de revoques, entre otras deficiencias. Varios de los departamentos estaban ya ocupados, con obras pendientes, en el marco de una discusión con una de las contratistas, que estaba en mora, y solicitaba readecuar los precios finales de las unidades, medida que perjudicaba a los propietarios. (El Litoral 25/4/1975)

En el mismo mes de agosto de 1975, cuando el gobernador Sylvestre Begnis entregaba las viviendas del monobloc once, los vecinos reclamaban lo prometido, la pavimentación de calle Risso y de Padre Genesio, hacia el este de Blas Parera para conectar Las Flores I de manera adecuada, y sin barrio cuando llovía. Además, sumaban el pedido de la pavimentación de otras seis calles internas, obras que se habían adjudicado en abril de ese año, pero que no habían comenzado pese a la voluntad de los vecinos de pagar por contribución de mejoras el pavimento. En ese momento eran catorce monoblocs y cuarenta casas unifamiliares las habitadas, mientras se construían otros cinco monoblocs hacia el este del barrio, es decir hacia el centro de Villa Las Flores. La autorización corría por cuenta de la Dirección Provincial de Vivienda. (El Litoral 23/8/1975)

NECESIDAD DE PAVIMENTAR CALLES - LAS FLORES I - EL LITORAL 23-8-1975

Las Flores durante la Dictadura

Más allá del golpe militar y la dictadura con colaboración civil iniciada el 24 de marzo de 1976, el proyecto de Las Flores I surgido en tiempo de democracia, continuó adelante con algunas demoras y tropiezos, pero con nuevas entregas de viviendas. Así se llegaba al 22 de septiembre de 1976 cuando el ministro de Bienestar Social de la provincia, comodoro retirado Rául Fraga, como parte del gobierno de facto provincial, realizaba la entrega de las viviendas de los monoblocs 15 y 16, con “…48 departamentos, 24 de tres dormitorios y 24 de dos”. En el acto, además del militar retirado a cargo del ministerio estaban representantes de la Cooperativa Las Flores, vecinos y beneficiarios, más el padre Zanella que bendijo, como en el resto de los monoblocs, los edificios y sus viviendas.

INAUGURACION DOS EDIFICIOS LAS FLORES I - EL LITORAL 22-9-1976

Eran monoblocs de la quinta etapa de Las Flores I, y en ese marco, el comodoro retirado Fraga expresaba por el micrófono encaramado al palco de autoridades: “También de esta manera se intenta reparar el tradicional patrimonio moral de todos sus pobladores, que han sido agredidos por la intromisión o infiltración de elementos indeseables detectados en un reciente hecho policial”

En el marco del primer año de la Dictadura Cívico-Militar el funcionario de facto aseguraba que en toda la provincia se habían entregado algunas sin terminar, “consecuencia de una demagogia descontrolada”, por lo que no harían nuevas inversiones al respecto, por lo que aseguraba, “No se puede ilusionar a la población con falsas promesas politiqueras. Somos parcos en las palabras, pero rápidos en la acción. No engañamos –descerrajaba– somos crudos, pues decimos la verdad, la dilapidación ya no existe, y así, en este corto plazo que va desde que nos hicimos cargo, podemos terminar viviendas, proveer medicamentos y reparar hospitales, dar de comer a hogares y guarderías”

Daba cuenta además Fraga que estaban en terminación otros tres monoblocs, los últimos de la quinta etapa, junto con cuarenta casas unifamiliares, y la premisa de cegar la cava cercana al complejo. (El Litoral 22/9/1976)

Las políticas económicas desarrolladas por la Dictadura Cívico-Militar iniciada en 1976 pronto tuvieron su consecuencia en el poder adquisitivo de los trabajados, en especial de los asalariados estatales, como en los obreros de las capas de menores ingresos. De este modo, un proyecto de neto corte neoliberal en lo económico, y represivo en lo político desde el Estado en manos de los militares, tenía su inmediato correlato en diversos aspectos de la vida de los argentinos, y de los santafesinos. Este dato se evidencia en un particular artículo del diario El Litoral, en el que el vespertino haciéndose eco de los pobladores de Las Flores I, analizaba el contexto entre salarios y costo de las cuotas mensuales de las viviendas del barrio.

Decía en 1977 el medio fundado por Caputto y Víttori que “Resulta ser que los adjudicatarios confiaron en los planes y en la seguridad que brinda el Estado tomando sus previsiones de acuerdo con las cuotas fijadas y sus posibilidades de pago según los sueldos que perciben. Pero ahora la realidad torna irreal la situación en cuanto al monto de los salarios y a lo que se debe pagar como cuota mensual por la vivienda. Que el aumento de los salarios pudiera haber provocado proporcionalmente un aumento de la cuota, es quizás aceptable, y tal vez nadie hubiera intentado una queja. Pero remitiéndonos a los números y mencionando que el salario mínimo de los adjudicatarios, en su mayoría empleados públicos, aún ni siquiera ha sido elevados a los 30.000 pesos que fijó el gobierno nacional, sino que alcanza alrededor de 23.000 pesos nuevos, mal puede ser el monto de la cuota mensual para la vivienda de 25.000 pesos. No solamente que mal puede ser, sino que resulta a todas luces imposible de cumplir. Esta incongruencia torna, entonces, absurdo el ideal fijado para el proyecto: dar solución de vivienda a familias de escasos recursos”. Sobre lo expresado, en viviendas financiadas por el Banco Hipotecario dentro de programas de la Dirección Provincial de Vivienda, concluía líneas después: “La respuesta no puede hacerse esperar. La angustia de muchas familias santafesinas provoca el reclamo de la comunidad”. (El Litoral – 6/10/1977)

MONOBLOCS DE LAS FLORES I - EL LITORAL 6-10-1977

Si bien las torres fueron habitadas los accesos al barrio desde Blas Parera para 1978, única posibilidad de ingreso, estaban en muy mal estado. Así lo contaba El Litoral cuando mencionaba que a esa altura ya se habían entregado 574 viviendas. La nota reflejaba que “Obviamente han crecido y son patentes toda una gama de necesidades en materia sanitaria, educativa, transportes, alumbrado público, mantenimiento de espacios verdes, parques infantiles, pasos peatonales y playas de estacionamiento, como así el arreglo de calles interiores realidad que impone la adopción de medidas adecuadas”. (El Litoral – 21/4/1978)

Las fotos demostraban el mal estado de calles que eran de tierra, como por ejemplo el acceso desde Blas Parera por Risso. Era un tiempo en el que se construía sobre Blas Parera el nuevo edificio de la Escuela Juna de Garay, frente al barrio. Con respecto al estacionamiento de los vecinos se destacaba que era “…un extenso cantero central paralelo a Blas Parera y que se extiende a lo largo de unos cien metros, presenta deterioros…”.

Como se dijo, los problemas de los servicios básicos para las primeras viviendas, y las siguientes también, signaron por años a Las Flores I. El tema del agua potable era uno, con una prestación a cargo de Obras Sanitarias de la Nación. En 1978 se había reparado los filtros del pozo de extracción y bombeo hacia el único tanque de distribución. Sin embargo, el sistema no funcionaba adecuadamente y el agua era de mala calidad, por ello los reiterados reclamos de los vecinos. En ese tiempo era unas 400 unidades las habitadas en Las Flores I. A ello se añadía que en los momentos de pico de consumo el agua se cortaba, con agotamiento del tanque de reserva. Todo ante los anuncios de nuevos edificios elevaba la preocupación para los habitantes. (El Litoral 29/8/1978)

MAL ESTADO CALLES DE LAS FLORES - EL LITORAL 21-4-1978
CONTRATO POR 1300 VIVIENDAS LAS FLORES - EL LITORAL 2-12-1978

En el avance en la construcción de nuevos edificios en Las Flores I llegó un punto de inflexión cuando en 1978 la Dirección Provincial de Vivienda firmó un contrato para la levantar 1.306 nuevas unidades. Se trataba de viviendas colectivas (monoblocs) y también unifamiliares.

Pero el acuerdo sumaba también “…obras de equipamiento e infraestructura”, según la nota de El Litoral. La licitación se había realizado el 11 de septiembre y se había adjudicado a la firma CER de Córdoba. 

En la oportunidad de la firma del contrato el ministro de Bienestar Social de la provincia, comodoro Pítaro, exhortaba a la empresa cordobesa a “el cumplimiento del plazo de 22 meses calendario así también el de los niveles de calidad especificados en el pliego de llamado a licitación”. (El Litoral 2/12/1978)

Las Flores II

Con el complejo Las Flores I completo, aunque con faltantes de obras complementarias de infraestructura urbana, comenzó la construcción de Las Flores II. El Litoral repasaba esa historia a poco más de 30 años de aquel inicio de obras en un artículo titulado “Las Flores II, una ciudad aparte”. Era 2015 cuando bajo la producción de Mónica Ritacca y María Víttori el vespertino “En 1982, 14 años después de que se levantaran los monoblocks y viviendas de Las Flores I, en la zona delimitada por las calles Larrea, Peñaloza, Javier de la Rosa y Europa empezaba a hacerse realidad la construcción de un nuevo barrio: Las Flores II. Ya por entonces, se avizoraba una “miniciudad” en el norte porque se edificarían veinte monoblocks, diez torres y 103 viviendas. Y la profecía se cumplió”. (El Litoral 24/6/2015)

LAS FLORES II - GOOGLE EARTH

Era un espacio todavía sin urbanizar, al este de Las Flores I y que requería además una conectividad más efectiva con Peñaloza, el antiguo Camino Noguera. Dalla Fontana en “Ciudad Invisible” repasa justamente ese cambio de fisonomía para el lugar, que perdía en con esas nuevas torres su aire de campo, de aquella Colonia Piquete y Las Flores de antaño: “Las Flores II se estableció entre Juan Larrea, al norte; Ángel Vicente Peñaloza, al este; Javier de la Rosa, al sur; y Europa, al oeste con veinte monobloques de diez torres, y en sus alrededores 103 viviendas. Con estos cambios el «campo se esfumó», ya que había sido el paisaje abierto de la pampa, el horizonte y los cielos visibles, que unían de oeste a este Blas Parera hasta Ángel Vicente Peñaloza”.

Si el impacto de las torres fue visual y geográfico, más todavía lo fue para los antiguos pobladores de las quintas y los descampados de la zona. Con buen tino Dalla Fontana se adentra en la mirada extrañada de aquellos vecinos de la Villa Las Flores ante las moles de cemento: “En ese marco, el lugarero y el forastero tenían una extraña sensación, una nueva visión de relacionar la desaparición o «pérdida» de ese amplio territorio cubierto de quintas con frondosos ombúes, cavas, flores y pájaros que fue bruscamente reemplazado por la incipiente construcción de los edificios en alto. Algunos, estaban resignados, otros no –pero cada uno hacía una lectura del «crecimiento» de la ciudad– y miraban extrañados las ‘inverosímiles’ torres de dos pisos en una de las más antiguas colonias de nuestra ciudad: Piquete”. (“Ciudad Invisible” – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2022)

El concepto de una “ciudad” nueva implantada en el noroeste de Santa Fe encuentra hasta en la cantidad de habitantes un sustento jurídico en tanto con más de 10.000 habitantes un poblado puede ser declarado como ciudad. Pero más allá de esta disquisición, lo cierto es que junto con los edificios llegaron a la Villa Las Flores familias, personas, de distintos puntos de la ciudad y de la región, con sus historias individuales a cuestas, con sus expectativas por la nueva morada, y con un entramado con sus vecinos que debía construirse como una comunidad nueva, sin lazos previos más que el nuevo lugar para vivir. Así, la identidad propia, el sentido de pertenencia, el sentimiento de “barrio”, se debía constituir como se construyeron los mismos monoblocs y las casas FONAVI de alrededor.

BARRIO LAS FLORES II - FB LAS FLORES II
CARRERAS BICICLETAS - FB VECINOS LAS FLORES II
LAS FLORES III - GOOGLE EARTH

Arreglos en edificios

Para el Tercer Milenio el mal estado de las construcciones del complejo Las Flores se evidenciaban con edificios que ya contaban con más de 30 años de construidos y un deficiente mantenimiento y conservación. Por ejemplo, el diario Uno Santa Fe abordaba esta problemática en una nota en 2014 y consulta a la entidad vecinal: “Luis Mansur, el presidente de la vecinal de Las Flores II, remarcó que las urgencias en el barrio son muchas, con edificios que tienen más de cuarenta años, y la situación de las edificaciones es de regular a mala. Esto se hace evidente a medida que se recorren las calles del barrio. Paredes descuidadas, revoques que comenzaron a caerse por el paso del tiempo y por la falta de mantenimiento, son algunas de las cosas que quedan al descubierto. Al momento se ser consultado sobre esta situación y el porqué se ha llegado a tanto abandono, el presidente de la vecinal dijo que esto se debe en parte a la desidia de los mismos vecinos”.

Igualmente, el vecinalista destacó al medio que la diferencia con otras torres donde el consorcio funcionaba bien, y así lo resumía el diario: “En la otra vereda, están aquellos inmuebles que a pesar del paso del tiempo, sus inquilinos han sabido mantenerlos. Es el caso del monoblock 11, que se destaca por el buen estado en el que está. En las edificaciones en las cuales habitan personas mayores, las mamposterías internas se fueron arreglando, pero se dejaron de lado las externas. El titular de la vecinal calificó el estado de los edificios de regulares para abajo y las diferencias entre unos y otros es bastante notoria”. (Uno Santa Fe – 22/6/2014)

La necesidad de un mantenimiento adecuado de las estructuras de los departamentos, más allá de algunas deficiencias constructivas, requería la conformación de consorcios administradores de cada unidad, tanto de los monobloques de Las Flores I como Las Flores II. 

Estos consorcios, por diversos motivos, no funcionaron adecuadamente en todos los casos, por lo que al tratarse de barrios FONAVI, el Estado Provincial debió intervenir en algunas oportunidades.

La última mejora impulsada por el Estado fue concretada en 2019 sobre Las Flores II, donde las torres son de mayor altura y cantidad de unidades por edificio. Así lo comunicaba el gobierno provincial cuando anunciaba que avanzaba con el plan integral de obras para revitalizar el barrio Las Flores II, bajo un plazo de tres años de trabajo y una inversión de 250 millones de pesos. 

Al respecto, se puntualizaba que “En el complejo habitacional delimitado por las calles Larrea, Peñaloza, Javier de la Rosa y Europa, la provincia avanza a buen ritmo con una batería de obras en 10 torres y 20 monoblocks, que también apuntan a recuperar los espacios comunes del complejo, construir un edificio Alero y remodelar el emblemático Club Las Flores II”.

Asimismo, el parte oficial expresaba que “A la fecha, ya se ejecutaron obras de hidrolavado, revoque y pintura en núcleos, pasarelas y muros exteriores de monoblocks y torres. A la vez, se impermeabilizaron cubiertas y azoteas, se repararon tanques de reserva, se colocaron barandas, se refaccionaron gabinetes de luz y gas, y se concretaron obras pluviales. Además, se realizó un nuevo tendido eléctrico y se avanzó con la parquización y nueva iluminación de los espacios comunes. Todas estas tareas demandaron una inversión cercana a los 105 millones de pesos”. (Prensa Gobierno de Santa Fe – 19/1/2019)

En ese marco, desde el gobierno provincial se mencionaba la necesidad de conformación de los consorcios de administración en edificios y complejos en los cuales algunos vecinos habían realizado ampliaciones con ocupación de espacios comunes inclusiva al construir una cochera para el auto, u otra habitación. 

La nota oficial mencionaba en 2019 que para la formación de los consorcios “la provincia realizó un relevamiento de ocupación de las viviendas a fin de concluir con la regularización dominial y posterior entrega de escrituras a los residentes de los inmuebles. Como resultado, el barrio ya cuenta con 27 consorcios conformados y en funcionamiento (…) En este sentido, el gobierno provincial ya logró conformar el 90% de los consorcios de la ciudad de Santa Fe”.

Así como Las Flores I fue un barrio de la década de los años ’60 y parte de los ’70, el concepto de complejos habitacionales en torres, más algunas casas, continuó luego tanto con Las Flores II en los ’80 y finalmente con Las Flores III en los ’90, aunque este último ya sin monoblocs sino más bien con los nuevos aires de planes de viviendas basados en viviendas individuales y no en grandes torres.

De las quintas al FONAVI de Las Flores

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll hacia arriba