El 9 de julio de 1816 en Santa Fe

El 9 de julio de 1816 en Santa Fe

En la vida de la ciudad, en su historia, los vecinos, cada uno en su época, tejieron con sus acciones, su compromiso ciudadano, con sus actividades colectivas, el entramado de acontecimientos que forjaron el devenir de Santa Fe. Con avances y retrocesos, en cada contexto histórico, esos vecinos estuvieron muchas veces ligados al sentir santafesino.  Y en el momento mismo que la Patria daba uno de los pasos fundamentales en su historia con la Declaración de la Independencia en el Congreso de Tucumán en 1816 los santafesinos luchaban por su propia independencia de las pretensiones porteñas centralistas de anexar a Santa Fe como una parte de su territorio.

            En la ciudad del siglo XVIII la Independencia Nacional se vivió en forma muy distinta de cómo los vecinos festejaron la noticia de la Revolución de Mayo. En 1810, cuando se recibió la noticia de la gesta del 25 de Mayo, se saludó con campanas y salvas de fusil al enviado por la Primera Junta a Santa Fe.

            Sin embrago, para 1816 la cuestión para los santafesinos fue muy distinta. Después de las intervenciones porteñas sobre la vida política de la provincia, una revolución popular de los vecinos de Santa Fe impuso al frente del gobierno provincial al “Príncipe de los Gauchos”, Don Francisco Candioti. Candioti levantaba la bandera de la autonomía provincial y la no subordinación a los intereses centralistas de Buenos Aires. De todas maneras, como lo menciona  Leoncio Gianello en su libro “Historia de Santa Fe”, en marzo de 1816 los santafesinos se imponían sobre Viamonte, con la primera aparición destacada de Estanislao López y con el ascenso del caudillo Mariano Vera para defender a la provincia de los intentos centralistas de Buenos Aires.

Plano de la ciudad de Santa Fe de Marcos Sastre (1824)

           En este punto, mientras en Tucumán ya estaba reunido el congreso encargado de dictar la Independencia, Santa Fe no enviaba su diputado a este congreso por el no tratamiento del Pacto firmado en la capilla de Santo Tomé el 9 de abril de 1816. Pero lo peor estaba por llegar, mientras en Tucumán se declaraba la Independencia, y las mediaciones del diputado enviado por el congreso José Miguel del Corro fracasaban, el Director Supremo Pueyrredón desconocía en mayo este pacto de Santo Tomé porque no era admisible para las ambiciones de los porteños la separación de Santa Fe como provincia independiente. Es decir que justo en la declaración de la Independencia Nacional Buenos Aires intentaba frenar la autonomía de los santafesinos.

              Dentro de ese marco de hostilidad hacia Santa Fe, Eustaquio Díaz Vélez invade la provincia, y los vecinos de Rosario y Coronda se repliegan hasta Santa Fe. Según lo dicho por Leoncio Gianello, el 24 de julio de 1816, en la madrugada, “entraron por el arroyo negro dos faluchos y dos cañoneras. Era su propósito provocar la alarma por este lado (en referencia al sur de la ciudad) para que se descuidara la vigilancia del Paso de Santo Tomé por donde debía pasar el grueso de las tropas de Buenos Aires. Unas lavanderas que estaban en la costa cercana a San Francisco alcanzaron a divisar los mástiles entre la niebla y despertaron a la ciudad con la noticia. Las naves porteñas, poco conocedoras del lugar varan a pocas cuadras del Cabildo, y aprovechando esta situación Mariano Vera hace tocar a generala y los vecinos con toda clase de armas, pistolas, sables, chuzas, palos, se dirigen a la costa”. Continúa Gianello en su libro: “Estanislao López con compañía de dragones abre un nutrido tiroteo sobre las naves y luego en frágiles canoas, los santafesinos s lanzan al asalto de los buques adversarios. A mediodía los invasores estaban muertos o prisioneros, salvo los pocos que consiguieron esconderse en la isla”.

            Pero la historia de la Santa Fe de julio de 1816 no termina allí. Pese a la resistencia y encarnizada defensa de los santafesinos, las fuerzas dictatoriales de Buenos Aires, que eran muy superiores en número, finalmente se impusieron. Así, Díaz Vélez tomó la ciudad el 4 de agosto y Mariano Vera se retiró con algunos hombres hacia la campaña. Empezó entonces un sitio donde Vera hostigó a los porteños desde las cercanías de la ciudad. Cuenta la historia de Leoncio Gianello que Díaz Vélez para defenderse mandó cavar un zanja como trinchera una cuadra al norte de la plaza (lo que hoy sería calle Monseñor Zazpe) y derribó parte de las casas y varios árboles para evitar que los tiradores santafesinos se apostaran. También, para disuadir los ataques nocturnos de quienes quería reconquistar la ciudad, el general porteño mandó quemar los ranchos de paja de las orillas para iluminar las noches sin luna.

            Así, sitiado en la propia ciudad, aislado de Buenos Aires, Díaz Vélez fue hostigado desde los extramuros por los vecinos de Santa Fe día y noche durante agosto de 1816.  El cerco de los santafesinos hizo que entre los porteños atrincherados en el Cabildo y la Aduana empezara a escasear el alimento. Tanto es así que un testigo de aquella época rescatado por Leoncio Gianello mencionó que ya no les quedaba a los de Buenos Aires ni un caballo que montar ni una vaca que comer.

            Finalmente, el 31 de agosto los santafesinos, con Mariano Vera a la cabeza recuperaron la ciudad, cuando Díaz Vélez con un ardid logró retirarse sin que lo pudieran perseguir. La crónica final de los hechos cuenta que cuando los vecinos regresaron a sus casas el panorama fue desolador por los excesos y saqueos cometidos por los porteños. Era septiembre de 1816 y los santafesinos encontraron sus casas destruidas y quemadas, las huertas removidas en busca de la enterrada platería, estragos y ruinas para la capital de una provincia que sólo quería ser independiente y autónoma.  Pese al destrozo y la ruina en que quedó la Santa Fe de 1816, después de la ocupación y saqueo de Díaz Vélez, las campanas redoblaron para anunciar que Santa Fe era libre y autónoma, y que los santafesinos habían ganado su propia independencia a fuerza de coraje. Sin embargo faltaría mucha lucha, compromiso y acción política, encarnada en el Brigadier López, para que la provincia fuera reconocida como “La Invencible”, y como la meca de la construcción del Federalismo Constitucional del país.

El 9 de julio de 1816 en Santa Fe

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