NARANPOL, sabor santafesino
Entre los elementos distintivos de los rasgos característicos de Santa Fe la cerveza, dentro de las bebidas, la “Santa Fe” y la “Schneider”, ocupan el imaginario de sabores. Pero también dentro de las bebidas, en particular de las no alcohólicas, existen algunas marcas distintivas en el paladar de grandes y chicos.
La “Bidú”, que fue fabricada por el hijo de Otto Schneider en la planta de barrio San Pantaleón, con aquella bolita de vidrio dentro de su cuello que oficiaba de tapa una vez presurizada. Pero también hubo otros, como el jugo Araya, o los jugos Estambul, y entre las gaseosas autóctonas y jugos, las Naranpol, nacidas de la fábrica del empresario Carlos Galán, con su planta asentada sobre Avenida Blas Parera, en Barrio Santa Marta.
La empresa se denominaba Productora Alimentaria S.A. y además de Naranpol producía y comercializaba la marca de vinos “Viñas de Carragal”. Según los datos relevados el auge de la empresa con los jugos y las gaseosas se dieron en los años 90, con un crecimiento que llevó, por ejemplo, a exportar a varios países de América del Sur, África, y hasta Rusia. En su mejor momento, allá por 2008 producía 360 millones de litros de bebida, en siete plantas en todo el país, con un plantel de empleados que alcanzaba los 1200 trabajadores. El crecimiento de la producción, y su difusión en el mercado argentino, llevó a que las gaseosas Naranpol se ubicaran como terceras en el consumo por sobre las de las marcas multinacionales más difundidas.
Con el fallecimiento del fundador de Productora Alimentaria, Carlos Galán, en 2010 ña empresa comenzó un proceso de crisis por inadecuados manejos de sus sucesores, lo que llevó a la industria a la quiebra en 2011, con un largo tiempo de conflicto con los trabajadores, falta de pago a proveedores, atrasos, suspensiones y hasta despidos, a la par de no abonar los sueldos. De este modo, luego de un conflicto que llevó un año y medio aproximadamente, el gobernador socialista de Santa Fe, Antonio Bonfatti, promulgó la ley provincial que declaraba temporalmente “de utilidad pública y sujeto a expropiación”» a los bienes de Productora Alimentaria S.A., incluyendo instalaciones y maquinaria, así como marcas, patentes y habilitaciones.
De esta forma, la empresa Naranpol se transformó en na cooperativa de trabajo, con esa ley únicamente en la planta principal de Barrio Santa Marta. Esa cooperativa estaba originalmente formada por 130 empleados. Esa expropiación, que expiraba periódicamente a la espera de que la cooperativa creciera en su producción para hacerse sustentable y lograra resolverse la quiebra, requirió nuevas leyes para extenderla disponibilidad de las instalaciones y maquinaria, medida que había sido prorrogada hasta el año 2023.
Del vaciamiento y la quiebra a la cooperativa
La crónica de los hechos vividos por los trabajadores de Naranpol resume que el 25 de octubre de 2011, cuando los empleados quisieron ingresar a la planta, encontraron la fábrica cerrada y así se anoticiaban que se quedaban sin trabajo.
Juan Pascual, en el aquel momento blog de noticias, luego periódico impreso y sitio Web, seguía de cerca los acontecimientos de Naranpol y la lucha de sus obreros por no perder los puestos de trabajo. En noviembre de 2012, bajo el título “Naranpol, a manos de sus trabajadores”, el periodista describía aquella audiencia en tribunales en la que los empleados se presentaban para ver cómo se iniciaba la quiebra de la empresa.
“Cristian Farieri es un urso. Tiene una cara grande, hombros grandes, manos gruesas y es alto. Y es el delegado sindical de la planta santafesina de Productora Alimentaria, la empresa que producía las bebidas con la marca Naranpol. El 26 de octubre a la mañana, delante de los Tribunales de Santa Fe, al tipo se le caían las lágrimas. Después, comenzó a llorar. Desconcierta ver así a un tipo grandote. Lo rodeaban sus compañeros de trabajo, las familias, los integrantes de la Multisectorial de Apoyo a los Trabajadores de Naranpol. No era el único emocionado: el juez de la décima nominación en lo civil y comercial, Eduardo Sodero, había resuelto la quiebra de Productora Alimentaria, haciéndose eco del pedido que los trabajadores hicieran el 14 de agosto. La transformación de Naranpol en una fábrica recuperada a partir de la autogestión cooperativa de sus trabajadores había dado su primer paso significativo”. (Pausa 9/11/2012)
Luego Juan Pascual abundaba en los detalles sustanciales de la quiebra y el vaciamiento, con un aparente “testaferro” en el medio. “La crisis en la empresa es de larga data (ver Pausa #96). El 4 de mayo de 2011 ya se había presentado a concurso preventivo de acreedores. El mismo juez Sodero accedió al pedido y, además, dio por caído el convenio colectivo de trabajo (CCT): en el escrito elaborado por los hermanos Galán –dueños de la empresa hasta que pasara de manos, en abril de este año, a un testaferro: el corredor de Top Race Carlos De los Santos– se indicaba como causa de los problemas al ‘costo laboral’, pese a que apenas representaba el 16% de los ingresos por ventas de la empresa. Desde ese entonces, los trabajadores vieron sus salarios reducidos a un tercio, pero siguieron operando la línea de producción hasta que octubre de 2011 la patronal decidió el cierre de la planta y el cese de los pagos salariales. Los obreros se declararon en huelga, tomaron el predio e iniciaron el camino que hoy parece desanudarse a su favor, después de que se conformaran como cooperativa en noviembre de 2011, de haber asistido a casi 40 conciliaciones obligatorias en el Ministerio de Trabajo de la provincia, de una feroz campaña mediática en su contra, de un intríngulis judicial kafkiano y de no ver un peso por más de un año”.
La nota de Pausa resumía los acontecimientos que desembocarían luego en la ley de expropiación temporaria en favor de la cooperativa: “Las cartas quedaron expuestas el 15 de mayo de 2012, en la última conciliación obligatoria, la única de la que participó De los Santos, cuando se acordó la reapertura de la planta, se pactó la reincorporación de los despedidos, la no persecución de los dirigentes obreros, un salario acorde al CCT y el pago en cuotas de la deuda de la empresa con cada empleado. La fecha de la reapertura era el 4 de junio. Sin embargo, ese día, delante del síndico y los representantes del Ministerio de Trabajo, los obreros no pudieron volver a sus puestos porque las puertas estaban cerradas. Fue entonces que decidieron ir por el camino de la quiebra”. (Pausa 9/11/2012)
La Cooperativa Naranpol
Para fines de 2012, el decano de la prensa argentina, el diario La Capital, publicaba en diciembre que se promulgaba la Ley Nº 13.317, por la que se declara de utilidad pública y sujeto a expropiación el uso temporal y los inmuebles de la empresa, ubicados en avenida Blas Parera 9309, en la capital provincial. (La Capital – 17/12/2012)
Al poco tiempo, el mismo medio anunciaba la intención de que la empresa volviera a funcionar a principios de 2013, con unos 100 trabajadores dentro de la cooperativa. Pero la espera se extendió algo más. Recién para marzo de 2013 el diario Uno Santa Fe reflejaba que “La planta que ahora está en manos de la cooperativa de los trabajadores volverá a producir hoy. En las primeras 48 horas pretenden generar un stock inicial que se distribuirá desde el miércoles”. Luego refería a las palabras de Cristian Farieri, presidente de la cooperativa, que mencionaba: “Por ahora, para la primera etapa, vamos a producir para abastecer los negocios de la ciudad de Santa Fe. La idea es poder tener un buen stock y llegar a todos los lugares. Pero vamos a empezar con Santa Fe y con los alrededores y de acuerdo a la demanda que tengamos, iremos agrandando la producción”.
Luego el mismo trabajador puntualizaba sobre los primeros productos que la cooperativa iba a producir para poner a la venta: “Nosotros tenemos pensado comenzar con soda y gaseosas de tres sabores: naranja, cola y lima. Serán de dos litros y cuarto. Eso será la primera etapa. Ni bien terminamos con eso, tenemos previsto producir las líneas de amargos, jugos y bidones de agua de cinco litros”. (Uno Santa Fe – 24/3/2013)
Ese primer año de trabajo de la cooperativa Naranpol fue positivo. Así lo destacaba Uno Santa Fe que publicaba: “la compañía produce por día –en la planta ubicada en Blas Parera 9.358– más de 81 mil litros de gaseosas, en sus cuatro variedades, una cifra que si bien apenas alcanza el 20 por ciento de la capacidad productiva de la fábrica, es un volumen que fue alcanzado en muy poco tiempo”. (Uno Santa Fe – 28/12/2013)
A modo de referencia de lo que representaba para los trabajadores de la cooperativa vale la pena recuperar lo citado por el medio, cuando exponía lo dicho por uno de los trabajadores, Bleckman, que destacaba: “Estas fiestas serán muy diferentes a los dos últimos festejos, cuando nos encontrábamos luchando en una carpa frente a la fábrica. Pensar que teníamos un panorama muy sombrío y que pudimos revertir eso nos mantiene más unidos que nunca”.
Ese mismo año se dio la particularidad de que los trabajadores de la planta de la empresa ubicada en Reconquista lograban una ley similar que les permitía como cooperativa recuperar la producción. El periódico Pausa exponía en su blog que “Tal como ocurrió con la fábrica ubicada en nuestra ciudad, la Legislatura expropió Naranpol Reconquista a favor de la cooperativa de trabajadores Forlín Unidos. La expropiación alcanza al inmueble, las instalaciones y las maquinarias ubicadas en la planta que fuera parte de la firma Productora Alimentaria SA. Por unanimidad, las dos cámaras legislativas –el 22 de agosto el Senado y el 19 de septiembre Diputados– avalaron el proyecto del senador radical Orfilio Marcón (departamento General Obligado)”.
Vale mencionar, como lo hacía Pausa, que la empresa “Forlín Unidos” era una antigua empresa de Reconquista del rubro, que funcionó por 50 años hasta que “en 2004 quebró y fue adquirida por Productora Alimentaria SA, pero el cierre de la firma por parte de los hermanos Galán, en octubre de 2011, puso en riesgo la continuidad laboral de sus trabajadores, que tuvieron tomado el inmueble durante más de un año hasta la sanción de la expropiación”. (Pausa – 7/10/2013)
Hacia atrás en el tiempo, con la muerte del empresario Carlos Galán, candidato a vicegobernador en las internas del Partido Justicialista santafesino junto a Rafael Bielsa como gobernador, los hijos se hicieron cargo de la empresa y al poco tiempo, según la denuncia de los propios empleados, pretendieron primero cambiar de convenio colectivo de trabajo a 800 trabajadores, de SUTIAGA (el gremio de los obreros de la Industrial de Bebidas) hacia el gremio de Comercio para una rebaja de salario.
Luego sumaron un intento de despido de 180 trabajadores, resistido con una huelga de 17 días que logró la reincorporación y cobrar parte de lo adeudado, allá por 2011. Luego en octubre los trabajadores pararon, la patronal presentó un concurso de crisis y cerró la fábrica, asignándole la responsabilidad a los obreros.
La empresa cerró el 28 de octubre de 2011, luego de un proceso en el que fueron despedidos 470 trabajadores. Estos empleados denunciaron el vaciamiento de la empresa, con la enajenación y la aparición dentro de la sociedad de un tercero, más cierto del abandono del gobierno provincial al no intervenir en el conflicto desde la Secretaría de Trabajo para salvar las fuentes laborales.
Para 2016, la Cooperativa Naranpol funcionaba con 85 trabajadores. En ese año el gobierno de la provincia firmaba un convenio con la cooperativa en el marco del programa “Vuelvo a Estudiar Tiempo de Superación”, por el que se promovía que obreros de la Naranpol recuperada pudieran asistir a una de las siete escuelas de enseñanza media para adultos (Eempa) para cursar la secundaria y obtener el título.
En el inicio de la década del 2020 la pandemia afectó a la cooperativa, que si bien no había logrado los objetivos de crecer para no depender de la prórroga de la ley de expropiación que le posibilitaba el uso de la planta y las máquinas, se sostenía con un plantel de trabajadores que paulatinamente se había reducido con los años.
En una nota de diciembre de 2022, bajo la pluma del periodista del diario El Litoral, Luis Rodrigo, se daba cuenta de la compleja situación. Al respecto, recordaba la publicación que “Periódicamente la Legislatura santafesina vota leyes que renuevan la norma, la Ley 13.317, que le permite a una cooperativa de trabajadores mantener en su poder y explotar la fábrica Naranpol desde diciembre de 2012”.
En ese marco la prórroga extendía la posibilidad de uso de las instalaciones hasta el 2024. Sin embargo, el gerente de la Cooperativa de Trabajo Naranpol, Ricardo Thompson, expresaba para el medio que “El año 2022 fue el más feo que pasamos…”, a lo que agregaba sobre la falta de producción, “…porque estamos tramitando la habilitación municipal y cuesta dinero. En la Cooperativa somos 25 familias y tenemos que poder hacer arreglar la maquina principal, para poder volver a producir”. (El Litoral – 31/12/2022)
Luis Rodrigo reproducía la preocupación del trabajador presidente de la cooperativa “seguimos aguantando a ver qué pasa este año”, por el 2023, a lo que concluía el periodista: “en lo que seguramente será el brindis más sentido para las familias que han podido vivir de esa planta y ahora ven que no hay ayudas estatales como les sucede a otros sectores ante por ejemplo inclemencias climáticas y que hay demoras con trámites a nivel local, además de necesitar inversiones”.
La nota de Rodrigo finalizaba con un resumen que orillaba la contemporaneidad del emprendimiento: “La Cooperativa nació en 2012 con 82 asociados y directa e indirectamente daba trabajo a más de 150 personas. Llegó a producir bajo la administración cooperativa 1.890.000 litros de gaseosas en sus cuatro variedades en la planta ubicada en Blas Parera 9358 de la ciudad de Santa Fe, pero en lo últimos años su situación ha empeorado”. (El Litoral – 31/12/2022)
Naranpol era en un doble sentido una de las identificaciones de Santa Fe. Por su nombre y el sabor de sus gaseosas y jugos, que compitieron en un mercado de gaseosas acaparado por las dos marcas norteamericanas producidas por sus subsidiarias locales. De raigambre popular, Naranpol estaba más presente en las mesas de los santafesinos y argentinos de menor poder adquisitivo, accesibles desde el precio, sin despreciar calidad.
Así se instaló en el paladar de la gente, con una retracción del mercado al entrar en crisis y sobrevivir como empresa recuperada mediante la vigencia de una cooperativa de trabajadores que debieron sumar al saber de producir el ameno sabor, pomelo o naranja burbujeante, el saber de cómo llevar adelante una empresa que vivió un proceso de abandono y vaciamiento. En ese retroceso perdieron mercado frente a otras gaseosas de nuevas marcas, también de costo popular, alguna con nombre portugués.
Sin embargo, sin perder la utopía, un grupo de santafesinos, laburantes en la planta de Barrio Santa Marta, continuaban con la ilusión de sostener a sus familias, y dar trabajo, de no cerrar definitivamente las puertas de Avenida Blas Parera al 9000, para dejar un sabor amargo en otra industria de Santa Fe perdida.