La historia de Santa Marta
Algunas barriadas de la ciudad surgen en un desarrollo periférico de otros barrios más añejos, más grandes, que en su crecimiento ejercieron una tracción de servicios e infraestructura, y hasta instalación de establecimientos demandantes de mano de obra, que en los sectores vacantes de alrededor produjeron un nacimiento y progreso tardío para esos vecindarios más pequeños, que poco a poco, completaron el damero de manzanas y dieron continuidad a las calles trazadas.
Si ese tipo de ocupación del espacio, de la ubicación relativa del lugar, se encontraba contigua a un eje desarrollador, una cicatriz urbana, como una vía de ferrocarril, un accidente geográfico como una barranca o un canal, o un camino medular, los confinamientos para explicar el surgimiento de una barriada encuentra muchas veces en el entorno y su dependencia de éste su propio progreso. Esta condición, repetida en varios lugares de la trama santafesina, lógicamente con los años encuentra su propia identidad, y de este modo su propio sentido de pertenencia, su ubicación cultural y espacial.
Santa Marta, un barrio de unas cuarenta manzanas, parece responder en cierta forma a esta breve explicación de crecimiento urbano. Por un lado, flanqueado al este por el antiguo “Camino Aguirre”, luego Blas Parera y Ruta Nacional N° 11. Por otro, ubicado al norte del matadero y al “Asilo de Inmigrantes”, luego Cárcel Pública y más tarde Cárcel de Las Flores.
Luego, al norte, el camino pavimentado al nuevo Frigorífico Municipal, cuando tenía una sola mano de hormigón Teniente Loza. Finalmente, la barriada encontró en el poniente como espacio de atracción de urbanización al barrio Yapeyú.
Asimismo, tanto por su límite sobre Blas Parera, como por esos accesos, a la subdivisión y venta de los terrenos, en extensas “lonjas” con frente sobre el Camino Aguirre y alargados hacia el oeste, y por ende su imposibilidad de loteos extendidos en manzanas, parcelamientos con apertura de calles transversales tardías en sentido norte/sur, conformaron inicialmente a Santa Marta como un espacio, que sin llevar ese nombre todavía, era parte de Piquete, con preeminencia de la instalación de industrias y diversos galpones sobre la que luego se transformó en Avenida Blas Parera.
Para detallar la jurisdicción se puede repasar que sus límites corresponden a Teniente Loza por el norte; Callejón J. R. Méndez al sur; Avenida Blas Parera al este; y Beck Bernard al oeste.
Hacia el interior, hacia el centro de Santa Marta, el crecimiento del manzanero tuvo su extensión paulatina desde los bordes ya urbanizados previamente, es decir, desde Yapeyú y desde Estanislao López.
Esta expansión, acelerada a partir de la década de 1980 con el mayor poblamiento de los barrios cercanos, acarrearon a que, por ejemplo, la vecinal surgiera en los primeros años de la década de 1990.
Esa ubicación relativa de Santa Marta explica, por ejemplo, por qué no existen escuelas en su jurisdicción, ni centros asistenciales propios, o espacios verdes. Con una historia reciente, en la geografía del vecindario aparecían todavía para inicios de la década de 2020 grandes galpones, con empresas de materiales, de logística de transporte, la mítica planta recuperada como cooperativa de jugos y gaseosas “Naranpol”, o el recordado “Toro” metálico en la entrada de la curtiembre, o el frigorífico en su límite oeste, ya dentro de Yapeyú.
Extrañamente no existe en Santa Marta una parroquia con ese nombre, aunque sí un templo correspondiente a la “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” ubicado en Beck Bernard 9773, casi sobre Teniente Loza.
Antiguos dueños de los terrenos
El repaso de la tenencia de la tierra dentro de la zona de Santa Marta sigue el derrotero de viejos planos de la ciudad que dan cuenta de una similar condición a los terrenos al oeste del Camino Aguirre, pero con una particularidad. Si bien eran de gran extensión, no pertenecían entonces ni a los Jesuitas, que estaban contra el Salado bien al oeste, ni a la empresa del Matadero, que ocupaba el espacio intermedio.
El detallado plano del agrimensor Chapeaurouge de 1903 se reconocen dos grandes terrenos, de varias manzanas, con el más pequeño a nombre de “Petrina y Lothringer”, para ubicarlo en el espacio posterior desde Blas Parera hasta aproximadamente Santa Cruz y luego por Hermano Figueroa, y desde Loza hasta Chaco. Luego, el campo más grande, estaba a nombre de Pedro Beltrami, y llegaba por el Camino Aguirre (Blas Parera) desde se infiere calle Chaco hasta el límite del terreno ocupado por el “Asilo de Inmigrantes”, es decir un poco más al sur de la jurisdicción posterior de Santa Marta, hasta la altura de Piedrabuena.
El siguiente registro gráfico detallado de la zona corresponde a 1935, plano en el que ya el gran terreno hacia el sur, antes de Beltrami en 1903, fue subdividido en varias parcelas, algunas al parecer de la descendencia de José Beltrami (seguramente herederos dado que los apellidos en los planos de distintas épocas suelen tener variaciones de algunas letras). A saber de norte a sur: Ángel Boggini, José Beltrame Jerónimo Gutierrez, Rosa Beltrame de Gajón y Miguel Beltrame. Todos ellos con un frente al aprecer de 100 metros sobre Blas Parera y un fondo hasta calle Santa Cruz y su continuidad luego por Hermano Figueroa.
En la parte norte, el otrora terreno de Petrina y Lothringer había pasado a manos de José Milocco.
El último plano de la serie a analizar para rastrear el pasado en la tenencia y división de las tierras se ubica en 1946. En esta gráfica de la zona el campo sobre el norte cambió de José a Luis Milocco. Por otro lado, los terrenos hacia el sur conservaban su delimitación y dimensiones de 11 años antes, aunque sin los nombres de los propietarios.
La continuidad de la historia
Lo dicho, como barriada fue completando paulatinamente el damero de manzanas con loteos y sin planes de viviendas de gremios o del Estado. La descripción del lugar no cambió mucho desde los ’80 hasta al menos el inicio de la década del 2020, en tanto más allá del notorio crecimiento de la cantidad de viviendas, y de algunas mejoras en las calles que no obstante era de mejorado o solo de tierra, el resto del barrio seguía con canales a cielo abierto, y algunos espacios abiertos sin edificar.
Como una isla en medio del noroeste de la ciudad carecía en todo el sector de Santa Marta de agua potable de red, como así también de cloacas. Tampoco contaba con gas natural, lo que hacía que la barriada reclamara ante las autoridades de turno por necesarias mejoras. En este sentido, la vecinal Santa Marta, ubicada en el oeste de la jurisdicción del barrio, desde su fundación a inicios de los años ’90 pasó por varias instancias de actividad y de acefalía, y hasta la intervención de Asuntos Vecinales para su regularización.
Santa Marta, para el 2023, había recuperado el protagonismo de la única institución relevante para el progreso del barrio, como lo era su vecinal, y junto a los vecinos, y un par de clubes de fútbol barrial nacidos en campitos, militaba su progreso en un trabajo cotidiano para un mejor futuro de sus vecinos.
