Escuela n°465 “Doctor Wenceslao Escalante”
Sobre Martín Zapata, en una de las aristas de la plaza del barrio, se emplaza la Escuela “Escalante”. Su nombre se debe a un reconocido personaje, el Doctor Wenceslao Escalante, un propietario de tierras de la zona que se desempeñó en varios cargos públicos a nivel nacional.
La historia de la escuela Escalante comenzó en el barrio “Villa Calcagno”, muy cerca del barrio Escalante, donde un grupo de vecinos, casi todos trabajadores ferroviarios, reclamaban una escuela para la educación de sus chicos.
Así, en 1919, el rector del Seminario de Guadalupe, el Padre Aniceto Biaggioni donó en una propiedad sobre Aristóbulo del Valle, cerca del Puente Negro. Se trataba de la casa donde había vivido Calcagno y en ese modesto establecimiento nació la Escuela N°465 “Ignacio Crespo”, y su primera directora fue Lola de Andino.
El traslado del establecimiento hacia su ubicación frente a la plaza Escalante se debió al aumento de la matrícula y a la imposibilidad de cubrir la demanda en la vivienda originaria. Con la intervención del Ministro de Justicia e Instrucción Pública, Dr. Pío Pandolfo, en el Gobierno de Manuel M. de Iriondo, la Escuela Escalante se trasladó a un establecimiento más amplio.
La piedra fundamental del nuevo establecimiento fue colocada en la mañana del domingo 22 de agosto de 1937, con la participación de los vecinos y de autoridades del Consejo de Educación. (El Orden 22/8/1937)
El terreno para la construcción del mismo fue donado por los sucesores de Wenceslao Escalante y 5 de julio de 1938 comenzó el primer ciclo lectivo de la escuela. La escuela Escalante costó en 1938 $ 105.000, y tenía seis aulas, un salón, patio cubierto y demás dependencias, incluida la casa para el director.
Como sostenía el diario El Litoral, en el marco de la celebración de los veinticinco años de la escuela, el primer director fue el Sr. Luis Eliggi, junto a otros docentes fundadores. (El Litoral, 6/7/1963)
Las mejoras edilicias llegaron con el paso del tiempo. Hacia el año 1957 se inauguraron dos aulas y el mástil a partir de la actividad de la Asociación Cooperador de la escuela, “con la cooperación del personal docente, alumnado, padres y con el entusiasta aporte del ex director Sr. Luis Eliggi”. Las mejoras en la casa de estudios buscaban “dar mayor comodidad a los alumnos”. (El Litoral, 30/9/1957).
La escuela Escalante ha tenido una importante presencia en el barrio y emprendió diversas actividades que excedían los límites propios del establecimiento. Tal es así, que hacia el año 2018 la escuela llevó adelante unas tareas de embellecimiento de la plaza Escalante, que se encuentra a pasos de su puerta de entrada y que resulta tan relevante para el barrio. En un audiovisual del Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe se retrata como los niños y niñas de la escuela Escalante salieron al barrio a realizar entrevistas a los vecinos. Muchos de ellos comentan que su presencia en el barrio data desde los años cincuenta o incluso antes. Luego de consultar a los vecinos por el significado de la plaza, los alumnos y alumnas de la escuela emprendieron tareas plásticas y artísticas con el objetivo de enriquecer al espacio verde y realizar una muestra de esculturas sonoras
Hacia el año 2022, la escuela Escalante contaba con nivel inicial y primario y continuaba como un establecimiento de gestión pública estatal que albergaba a un gran número de niños y niñas, tanto vecinos del barrio de igual nombre como de otras partes cercanas de la ciudad.
Parroquia “Santa Teresita”
La Iglesia “Santa Teresita” se encuentra en la esquina inferior derecha de la plaza Escalante, sobre Martín Zapata, a metros de la escuela del barrio. La piedra fundamental del edificio fue colocada el 3 de octubre de 1936, como el puntapié inicial para que el “populoso barrio del Norte” contase con “esta magnífica iglesia construida por subscripción popular”, como rezaba El Litoral. El proyecto se juzgaba como un planteo arquitectónico de “severo estilo” pero que tendría “en cuenta la arquitectura moderna” y “una buena concepción de arte cristiano”.
El edificio proyectado contaba con un interior de once metros de ancho por treinta y ocho de largo y una torre campanario en la esquina con vista al norte de “40 mts. de altura hasta la cruz”. Además, se pensó una casa parroquial, un salón de actos “que servirá para reuniones de la Acción Católica, veladas teatrales o cinematográficas de carácter parroquial, etc.” y que fue lo primero en materializarse, con el objetivo de comenzar lo más pronto posible una capilla provisoria.
En cuanto a la financiación, la misma publicación comenta que “Los medios económicos con que se cuenta no son otra cosa que el óbolo público, por lo que esta obra será de carácter eminentemente popular” (El Litoral, 3/10/1936)
Finalmente, aquel proyecto no se concretó de manera completa, tal como estaba previsto, al menos por la fisonomía de la ilustración de 1936.
El padre Zanello
Indudablemente el padre Hilmar Zanello fue gravitante en la vida de la parroquia. Nacido en Cañada Rosquín en 1923, falleció en la ciudad de Santa Fe, ya como cura emérito, el 24 de abril de 2017 a los 94 años.
En una de las ediciones de la Revista Nosotros, del diario El Litoral, se publicaba una nota realizada al padre Zanello. En ocasión de su fallecimiento el vespertino recuperaba aquella entrevista en la que refería:
– ¿Desde dónde Dios nos envía a su persona como servidor?
– Dios, Creador y Padre que desde la Eternidad pensó en nosotros con un designio de amor, ya había destinado que en Cañada Rosquín, provincia de Santa Fe, naciera yo un 3 de mayo de 1923.
– ¿Cómo fue su infancia?
– Me crié en un hogar a la antigua donde primaban las buenas costumbres y el servicio a Dios gobernaban y ordenaban la vida. Tuve un hogar normal, viví como cualquier niño de la época pero con muchos amigos. Aún hoy hago de la amistad un culto. Justamente, pronto almorzaré con ellos, ¡qué bendición!
– ¿Nos puede contar cómo se sintió un elegido de Dios?
– Solía dialogar mucho con un tío, llamado Padre Porta, y conversábamos de sacerdotes y de Dios. Era muy amigo de pequeño de mis sacerdotes, jugaba mucho en la parroquia que era como mi casa y también fui monaguillo desde pequeño.
– ¿Dónde desarrolló su vocación?
– A los 13 años, después de la muerte de mi padre en 1936 y ya siendo monaguillo, entro en el Seminario de Guadalupe en 1937. Quedaron mi madre y mi hermano Delio, viviendo en la casa paterna. Sin embargo, pasaban muchas temporadas conmigo en la Parroquia Santa Teresita, donde vivía y profesaba en esos momentos.
También conviví con un sobrino y una sobrina que estudiaban aquí. Nunca estuve solo. La presencia divina siempre me acompañó. Fui ordenado sacerdote el 12 de diciembre de 1948 en la Basílica de Guadalupe, a los 25 años. Hice mi escuela secundaria en el Seminario.
– ¿Qué actividades desarrolló en su carrera?
– Mi primera ocupación fue ser encargado de la formación en el Seminario. También en mi primer año de sacerdocio fui cura párroco de Rincón. Luego tres años, oficié como capellán del Colegio de las Hermanas Adoratrices, profesor y, por último, cura párroco de la Parroquia Santa Teresita.
– ¿Siempre se sintió identificado con los enfermos y ancianos?
– En 1996, Monseñor Edgardo Storni me nombra asesor de la Pastoral Arquidiocesana de la Salud y junto con las Sras. Alba de Kilibarda, Amelia Capellari de Fernández y Vilma de Feresin comenzamos un apostolado enseñando y guiando a un grupo de servidores evangelizadores de la misericordia en marcha, con casi 30 o más capillas y parroquias. Enseñaban la visita acogedora y vivificadora al enfermo, anciano y más necesitado de la sociedad. Se impulsó un voluntariado más intenso y una asistencia en las parroquias cada vez más cercanas al enfermo y anciano. Esta labor fue continuada hasta la fecha por las Sras. Norma Oliver, Inés Tosello, secretaria, y Laura Pacitti, tesorera. Y siempre me sentí identificado con los enfermos y más necesitados. Lo que más me interesaba era tener contacto con la gente. En este sentido coincido con nuestro actual pontífice Francisco cuando dice: “No quiero vivir aislado, quiero compartir…”.
