El Festival de Guadalupe
El Festival de Guadalupe, nace en 1966, en oportunidad de organizarse los festejos del sesquicentenario de la declaración de la Independencia, por iniciativa de un grupo de vecinos cuya actividad se aglutinaba en torno de la Basílica de Guadalupe.
Para la organización de este homenaje se conforma una comisión presidida por el Sr. Francisco Restaine, y se convoca a una serie de instituciones representativas del barrio como la Cooperadora Policial, los colegios, el Club Central Guadalupe, etc. Se contrata al elenco completo del programa televisivo, muy popular en ese momento `Nuestra Fiesta’, integrado por Claudio Monterrío, Horacio Deval, Ismael Gómez y su ballet, sumando esto a la actuación de Ramona Galarza y Luis Landriscina. El festejo se completó con carreras de embolsados en la plaza J.P. López, disparo de bombas, izamiento de bandera y fogones criollos durante toda la noche.
El festival que resultó de toda esta organización fue un éxito total, según nos cuenta el propio Sr. Restaine, el beneficio recaudado fue distribuido entra las entidades organizadoras.
A partir de allí, surge la idea de organizar un festival de mayor envergadura para los primeros días de febrero de cada año. Es así como nace, en el año 1969, el ‘Primer Festival Folklórico de Guadalupe’, que por el éxito logrado se convirtió por muchos años (hasta 1986) en una verdadera institución.
Resulta oportuno recordar a quienes estuvieron en aquellas primeras jornadas, acompañando al Presidente del Festival, Sr. Antonio Perusini, nombres entre los que se destacan el del Sr, Francisco Restaine, Benito Villanueva, Carlos Riboldi, Néstor Trucco, como así también el Rvdo. Edgardo Trucco, cura párroco de la Basílica de Guadalupe.
(Colección «Historia de los Barrios» II – Guadalupe – Museo de la Ciudad – Municipalidad de Santa Fe – 1996)
De este modo, por muchos años, hasta 1986, el festival fue uno de los más importantes del país en lo folklórico. Se entrega en cada edición al grupo o solista consagrado por el aplauso del público la famosa “Palmera de Plata de Guadalupe”, que era una pieza de orfebrería de plata enclavada en un mármol con forma de la “bota” santafesina, y ubicada, por su puesto, en el punto de la capital provincial.
Luego de 1986 se acallaron las voces del festival de Guadalupe, hasta que en 2005 fue recuperado en sus ediciones, y así lo expresan desde la comisión que lo organizó desde entonces: “En el año 2005 la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe conjuntamente con vecinos e instituciones de la zona recuperaron el festival, patrimonio artístico y cultural de nuestra ciudad y centro de devoción Mariana de la región”.
Las Voces cantoras de Guadalupe
El recordado grupo folklórico santafesino “Las Voces de Guadalupe”, surge de un grupo de amigos y alumnos del colegio “Nuestra Señora de Guadalupe”, que cuando cursaban en tercer año, deciden el 9 de julio de 1976 crear un conjunto con el nombre de su barrio y su escuela.
Jorge Cicolini recopilaba la historia del grupo para la publicación del Museo de la Ciudad sobre Barrio Guadalupe. Al respecto decía que comenzaron con José Luis Garelli y Luis Alberto Ferreira, aunque “También integraron ‘Las voces de Guadalupe’ en distintas épocas: Sergio Daniel Echagüe y Adrián Carlos Trevisan”.
Cicolini, cuando el grupo tenía 17 años de trayectoria, contaba que: “El por qué de nuestro nombre tiene una respuesta muy sencilla: nacimos, nos criamos y crecimos con las vivencias de Guadalupe a nuestro lado; necesitábamos representar a nuestra gente y este nombre ‘Las Voces de Guadalupe’ es muy caro a nuestros sentimientos, especialmente cuando salimos a recorrer el país llevándolo”. Recordaban los integrantes del grupo folklórico que el gran artífice fue Alberto F. Estrubia, profesor de literatura que luego llegó a ser rector del colegio.
Repasaba el integrante que “En 1981 tuvimos la posibilidad de cantar en el Festival Folklórico de Guadalupe. En este mismo año recibimos el clásico padrinazgo artístico, en la localidad de Monte Vera, siendo nuestros padrinos ‘Los cuatro de Córdoba’”.
A partir de 1982 incorporan la vestimenta de gaucho para su atiendo e incorporan nuevos instrumentos como el requinto, la guitarra melódica y el violín, más las guitarras y el bombo. Así, “Las Voces de Guadalupe” actuaron representando a Santa Fe y a su barrio lagunero en numerosos festivales de todo el país.
Jorge Cicolini refería a los integrantes del conjunto en 1996, compuesto por Ricardo Miguel Barrera, Esteban Francisco Machado y el propio Cicolini. Y justamente, sobre la propuesta de representación de “Las Voces de Guadalupe”, Jorge destacaba: “Siempre intentamos que nuestra música fuese bien hecha, cuidando el detalle de las letras correctas al igual que los autores, sin desvirtuar, de manera simple y sencilla, porque consideramos que el hombre popular no tiene academia ni escolasticismo. Simplemente siente y se emociona, gusta o rechaza, desecha o adhiere”. (Colección «Historia de los Barrios» II – Guadalupe – Museo de la Ciudad – Municipalidad de Santa Fe – 1996)
Así, las “Voces de Guadalupe” sonaron en su barrio, en el festival de la virgen, al pie de la añosa palmera, como un canto del lugar, lagunero, creyente y santafesino.
“DESTINO CANTOR” – Las Voces de Guadalupe
Quincho de Chiquito, el “Templo de la Amistad”
El “Quincho de Chiquito” se inició común comedor costero de pescado en la “Vuelta del Pirata”, paraje cercano a la Ruta Provincial Nº 1 camino a Cayastá. Allí nació no sólo fama por la preparación culinaria de platos de pescado de río, sino además el signo distintivo de su dueño Agustín Carlos, conocido como “Chiquito”, en cuanto a su valor como amigo. Con los años el quincho se ubicó en Guadalupe Este, en donde nace la calle Obispo Príncipe, sobre la orilla de la Laguna Setúbal.
Creado por Agustín Carlos “Chiquito” Uleriche el comedor trasuntó de su ubicación costera a la ciudad. Pero antes tuvo una larga historia, junto a un puñado de costeros y costeras, su primer esposa “Doña Nidia” y su hijo Carlitos. Luego, con el tiempo, el comedor de pescado de río más reconocido del país llegó a barrio Guadalupe.
María Luisa Berón, quien primero fue su empleada y varios años más tarde, su segunda esposa, comentaba para “Alma de Barrio” sobre su llegada al comedor, allá en la Vuelta del Pirata: “Comencé a trabajar a los diez años como empleada del que sería luego mi marido. Mi papá fue uno de los primeros pescadores que tuvo chiquito. Yo con mis ocho hermanos nos criamos en La Vuelta del Pirata, somos hijos de pescadores muy humildes y sólo dos de nosotros logramos ir a la escuela hasta segundo grado. Luego, tuvimos que trabajar y cuatro de mis hermanos conmigo fuimos al quincho”. (Alma de Barrio – LT10 AM 1020 26/6/2021).
Lo dicho, en el Quincho es también conocido como el “Templo de la Amistad”, lugar donde se congregaban las amistades de Chiquito, y donde más allá de la desaparición física de Uleriche, se reúnen las personas para celebrar la amistad entre sí y con los recuerdos de Chiquito. A su vez, él siempre inculcó a los empleados que los comensales siempre se sintieran cómodos como si estuvieron en su casa, “eso es lo que siempre quiso y por lo que siempre luché luego de su muerte, hace diez años y yo creo que lo logramos, aún sigue vigente el Quincho para toda la gente, como él quería”.
En junio de 2016, para asegurar la continuidad del Quincho, el Consejo aprobó la concesión de uso del predio del mismo a María Luisa Berón.
Por su trascendencia en lo nacional e internacional, y por su identificación con el sentir santafesino, el 17 de mayo de 2012 el Concejo Municipal aprobó por unanimidad que un tramo de calle Obispo Príncipe se llame Agustín Carlos “Chiquito” Uleriche. Justamente se trata de la calle que comunica al Quincho con la avenida Almirante Brown, en la intersección donde se encuentra la mencionada estatua de Carlos Monzón.
Un dato no menor es que el “Quincho de Chiquito” se encuentra ubicado a metros de la estatua de Carlos Monzón, quien fuera uno de los grandes amigos de Uleriche. Es así como las paredes del restaurante se encuentran empapeladas de viejas fotografías de amigos, personalidades, artistas, políticos, gente reconocida, entre las que puede verse en repetidas ocasiones a Chiquito con Monzón y Alain Delón.
En el Quincho sólo se sirven pescados de río, a la parrilla, fritos y al disco de arado. “Ésta es una cocina islera, donde el pescado tiene gusto a pescado. El surubí se trae de Corrientes, la boga de Zárate, Brazo Largo y Tigre, porque es tanta la gente que viene que necesitamos traer pescados de otros lugares para abastecernos”, decía “Mari” con orgullo por la radio universitaria. Un “templo de la amistad” que se ha vuelto poesía y canciones en los amigos del recordado “Chiquito” y su ser santafesino y costero.
“EL QUINCHO DE CHIQUITO” – Orlando Vera Cruz
