Desde sus comienzos fue un club muy concurrido por los torneos de bochas que se hacían. Los fondos recaudados eran destinados para la construcción de una sede que diera mayor crecimiento a la institución. Además de los encuentros de bochas se realizaban carreras de sortijas a caballo, torneos de “sapo”, juego de embocar las fichas de bronce en las aberturas de un pequeño mueble de madera por las que se deslizaba hacia unas bandejas con puntuación diferente, y en el que acertar a la boca del pequeño sapo de bronce, daba la mayor cantidad de puntos. También en las kermeses hacían carreras de embolsados, entre otras actividades.
Al cabo de un tiempo sólo Luis, uno de los hermanos Difilipo quedó a cargo del almacén y del club. Después, Luis decidió trasladar su almacén a la Avenida Blas Parera, inmueble que no tenía espacio suficiente para el funcionamiento del club. Frente a esta dificultad, los socios compraron a un vecino de apellido Álvarez, tres lotes de 10x30m, sobre calle Servando Bayo al 6730, lugar que al año 2020 todavía se encuentra el club Cabal.