Las Lomas y Las Lomitas
Tierra de los pueblos preexistentes al aluvión europeo, esta zona antes de llevar el nombre de la creencia que le dio sustento moral e ideológico a la conquista, y usurpación al nuevo continente, tuvo en sus originales moradores a los verdaderos primeros vecinos. Tobas, Guaraníes, Mocovíes, Pilagás, Guaycurúes, Querandíes, Abipones, Timbúes, Chanás, Quiloazas, Mocoretás y Corondas, formaban parte de las comunidades que vivían en el hoy territorio provincial santafesino. En particular, el espacio de la hoy ciudad de Santa Fe, tenía la presencia preeminente de las tribus de mocovíes, abipones y tobas, mientras que más relacionados a la vida fluvial, los mocoretás, corondas y quiloazás, estaban asentados en la orilla de los ríos del sistema Paraná.
Por ello, hablar de un barrio Toba, Qom en todo caso según su propio idioma, es hablar de los verdaderos primeros vecinos de la desembocadura del Salado. Vecinos originarios que migraron, exiliados, hacia el norte, y que después de casi 400 años, volvieron a aquellos dominios de sus ancestros, aunque en condiciones muy diferentes. En las orillas de la marginalidad, sumidos en la pobreza, con el estigma de la discriminación por su color de tez y sus rasgos, los Qom viven en Santa Fe desde mediados de la década de 1990, en el barrio Las Lomas, o Las Lomitas, como también se lo menciona.
Esas lomas que los cobijaron en sus tolderías, hoy en precarias casas o cortes de rancho, pero con la misma idiosincrasia y sentido de pertenencia a su cultura, su historia, su estirpe. Lejos de sentirse “indios”, por aquello de la confusión de Colón de haber llegado a las Indias, los Qom, o Tobas, como se los llamó luego con una deformación del vocablo guaraní que significa “frentón” o de “frente amplia”, pueblan como comunidad una parte de Santa Fe. Detrás del hipódromo, arrinconados antes contra el Salado, ahora contra la Circunvalación Oeste, se sostienen en el tiempo y luego de explicar la historia del lugar sin su protagonismo, hasta que el camino de la reconstrucción del pasado los traiga de regreso al presente como vecinos de la ciudad capital de la provincia.
Los primeros propietarios –con papeles– de Las Lomas del Salado
El abordaje de la ocupación de los terrenos y los primeros propietarios con registros más cercanos en el tiempo, lleva sobrepasar aquella primera distribución de los solares en “pagos de arriba” y “pagos de abajo”, del traslado de la ciudad desde Cayastá al actual emplazamiento, completado en 1660. Así aparecen como grandes propietarios Domingo Crespo, al norte, y más en la zona de Las Lomas, José Iturraspe, allá por mediados del siglo XIX. Hoy los límites de la Vecinal Las Lomitas, tal como lo fija la ordenanza correspondiente, son al este Manuel Menchaca (Viejo Camino a Esperanza), Estado de Israel al sur (y su proyección hasta el Salado en la zona del relleno sanitario), Espora al norte y al oeste el río, del otro lado de la Circunvalación Oeste (RN 11).
Sin embargo, con el paso del tiempo, esa gran propiedad de Iturraspe comenzó a subdividirse, en la que un gran campo aparece. Una parte, bien al oeste y donde luego aparece el “Puente Iriondo”, correspondió a un chacra de unas cuatro hectáreas, con una casa, de la cual fue dueño por 1860 el General Juan Pablo López, gobernador de la provincia y hermano del Brigadier. Pero también entre los registros más antiguos se puede deducir de un plano de 1870 que la mayor parte de la zona era propiedad de Ballarino, del que se conserva parte de una construcción ubicada en la otrora gran finca, sobre el Viejo Camino a Esperanza que la atravesaba diagonalmente hacia el “Paso de Mihura”, y después en 1884 por las vías del Ferrocarril a Las Colonias.
Luego, esos campos confinados contra el Salado fueron a su vez divididos en propiedades más pequeñas. La zona aparece con más precisiones de su parcelamiento en planos de bien adentrado el siglo pasado. Así, se evidencian en la zona de Las Lomitas cuatro grandes propiedades hacia el sur del antiguo camino al “Puente Iriondo”, ubicado en una curva pronunciada del Salado, en lo que hoy sería la proyección de calle Hernandarias al oeste de la Circunvalación Oeste. Entre los primeros propietarios de las subdivisiones figuran, de este al poniente, Denner, Negri y González, y Cándido López con dos terrenos que corresponderían a la antigua finca de Juan Pablo López (uno de ellos en 1946 fue adquirido por Luisa de Stoffel). Con división por Hernandarias entre estos grandes espacios, la zona norte de Las Lomitas tenía entre sus propietarios, también de este a oeste, hasta la hoy calle Viñas un gran predio correspondiente a la “Sociedad de Crédito Territorial”. Más hacia el Salado seguían nuevamente Negri y González, luego Peresutti y los hermanos Francisco y Umberto Caro (al parecer por lo que puede leerse en un viejo plano de 1930).
Vale abrir un paréntesis para abordar la historia de la referida a esta sociedad que entre sus actividades de negocios tenía por ejemplo la faena de animales en la década del ’30, y tal vez por la cercanía del antiguo matadero municipal, la presencia con un terreno tan importante en esta zona de Las Lomas. De hecho, en 1932, el fiscal del Estado, Dr. Rodriguez Larreta, condenaba a la Sociedad de Crédito Territorial de Santa Fe a pagar el impuesto de abasto por la faena de animales en 1930 y 1931 que había declarado como para abastecer al personal de sus estancias, lo que representaba un malversación para evitar el pago del tributo dado que la carne fue comercializada. (Santa Fe 14/12/1932)
Esta sociedad, privada, tenía terrenos en la ciudad de Santa Fe para efectuar negocios inmobiliarios, y poseía además estancias, cabezas de animales, entre otros negocios. Justamente, por sus actividades comerciales en apariencia con algunas evasiones de sus obligaciones fiscales, el diario El Orden de 1936, titulaba a todo ancho de página “Otro Caso Como el de ‘La Forestal’”, en el que pretendían tributar el entonces impuesto del “tres por mil” sobre un capital que no era el real de la compañía, que declaraba en 6,8 millones de pesos pero que en realidad era de 11,6 millones según lo determinado por el Fiscal de Estado, la Dirección de Rentas y el Agente Fiscal, aunque, según el diario El Orden, el juez Antonio Anadón, “…que ya se equivocó favoreciendo a La Forestal, se equivoca nuevamente en beneficio de la Sociedad de Crédito Territorial. (El Orden 6/5/1936)
Para 1944, la Sociedad de Crédito Territorial de Santa Fe formaba parte central en una de las páginas del suplemento especial por el 25 de mayo del diario El Litoral. En esa publicación se mencionaba que esta sociedad “que en el año 1896 se hizo cargo del activo y el pasivo del Banco de Crédito Territorial y Agrícola que funcionaba en esta ciudad, ha continuado sus actividades urbanizando numerosos barrios y adquiriendo tierras destinadas a explotaciones agrícolas ganaderas”. La nota, que aparecía en realidad como una publicación auspiciada por la propia compañía, describía que Sociedad de Crédito Territorial tenía en el departamento 9 de Julio la estancia “Santa Lucía”, cerca de Tostado, de 42.700 hectáreas. Pero también las estancias: “Los Guasunchos”, “El Dichoso”, “La Irene” y “La Angélica”, más la estación Santa Margarita y el ramal del FFCC de Tostado a Pinedo, todo por una superficie de 167.000 hectáreas, “…de las cuales 4.600 alfalfadas”. Y más al norte, sobre el paralelo 28, luego límite provincial, la Estancia “Gato Colorado”, por otras 22.800 hectáreas. Entre todas las estancias del departamento cuya cabecera es Tostado sumaban 232.500 hectáreas. Pero no eran las únicas tierras en la provincia de Santa Fe, la sociedad poseía también estancias en los departamentos San Justo, San Cristóbal y Vera. En total tenían en las estancias unas “29.000 cabezas de vacunos y 2.800 yeguarizos”. (El Litoral 25/5/1944)
En la referida propiedad de Santa Margarita, al norte de Tostado, llevaban adelante para 1944 la explotación del quebracho, a similitud del esquema de la otrora compañía La Forestal, en la que el propio pueblo “de moderna construcción”, tenía entres su dependencias el “almacén de ramos generales, hotel, farmacia, sala de primeros auxilios, consultorio médico, escuela, mercado de carne, panadería, departamento para empleados, estación de servicios para autos…”, hasta la comisaría había sido construida por la Sociedad de Crédito Territorial. También, “En dicho pueblo funciona, en local facilitado por la Sociedad, una escuela, suministrándoseles a los alumnos la copa de leche y mazamorra, y otra en Desvío Kilómetro 421”.
Puestos en las propiedades de la Sociedad de Crédito Territorial en la ciudad de Santa Fe, para 1944, bien avanzado el siglo XX, la empresa poseía “…una superficie de 78.000 metros cuadrados, en venta en lotes con facilidades de pago, habiendo contribuido considerablemente en el desarrollo de la población de los suburbios y dentro de la misma ciudad”. Esa superficie representaban 78 manzanas de la cuidad, entre las que se encontraban las ubicadas en el barrio Las Lomitas, delimitadas al día de hoy aproximadamente por Menchaca, Espora, Viñas y Hernandarias, es decir, unas 14/15 manzanas.
También poseían tradicional edificio de la esquina de San Martín y Salta ocupado por la tienda “Gath y Chaves Ltda.”, más otros terrenos ubicados en el departamento La Capital por unas 260 hectáreas. Sus oficinas de administración funcionaban en la ciudad, “…en su local propio, calle 9 de Julio 2048/52”.
En el final de esta digresión sobre la historia del barrio para hablar de esta compañía, vale la pena repasar su directorio constitutivo de 1944, resaltado en recuadro dentro de la página de El Litoral de ese 25 de mayo: “Presidente, Julio García Victorica”, y algunos vocales: “Dr. Horacio Beccar Varela” (ministro de Agricultura y Ganadería de la dictadura de José Félix Uriburu); el “Dr. Eduardo T. Tornquist” (hijo de Ernesto Tornquist); el “Dr. Ramón J. Cárcamo” (gobernador de Córdoba entre 1913/1916 y 1925/1928); “Dr. Nicanor Palacios Costa” (médico, obstetra, director de Bienestar Social de la ciudad de Buenos Aires entre 1940 y 1945); “Dr. Warren Delano Robbins” (hijo de padre del mismo nombre que fue diplomático de Estados de Unidos y embajador en varios países, Warren Junior fue agregado de la embajada del país del norte en Buenos Aires); entre los más renombrados. (El Litoral 25/5/1944)
Cruce de caminos (al puente Mihura y al puente Iriondo)
De regreso a la historia del barrio identificado en el Tercer Milenio como la barriada de los Qom, se puede volver a 1935, cuando una parte del lugar, el gran terreno donde desembocaba el Camino al Puente Iriondo para cruzar el Salado hacia la zona de Empalme San Carlos, tenía como titulares a la sucesión de Koch. Éste último predio paso de manos a nombre de Roberto Menchaca, para 1946.
En ese mismo plano de 1935 aparecen dibujados los primeros dameros de manzanas, contiguos a Estado de Israel y Camino a Esperanza, con límite al norte del sendero hacia el puente Iriondo (hoy calle Hernandarias). Eran unas cuatro manzanas perfectas, más otras con diagonales, pero que en la realidad no existieron. Hoy ese espacio, acotado entre el reservorio de la casambomba 4, tiene una calle sin salida hacia el sur con una urbanización informal de los terrenos.
A mediados de los años ’30, este espacio de la ciudad pertenecía al límite norte del Distrito Barranquitas, en la frontera con el Distrito Las Flores, cuando el límite urbanizado del municipio se establecía bastante más al sur, sobre la calle Salvador del Carril y su prolongación hacia el oeste. En ese escenario urbano, de crecimiento sostenido de la barriada de Cabal, Scarafía, hacia el poniente también los terrenos se iban ocupando, más allá del punto de referencia que establecía el Camino Viejo a Esperanza (hoy Manuel Menchaca). Pero para la zona de Las Lomitas, el eje articulador de su ocupación devino del antiguo sendero hacia el Puente Iriondo, y la para esos años.
De la encrucijada de Estado de Israel y el camino a las Colonias por el puente Mihura, partía este camino, señalado en varios mapas anteriores al de 1935 que lo detalla con particular remarcado. Por ello, no es extraño que surgiera en el lugar una de las propiedades recordadas como la Quinta Menchaca, y otros espacios de casonas de aspecto rural que se extendían como un avance hacia el oeste de la ocupación del espacio. Surge en este sector también, por ejemplo, la antigua escuelita de campo de Puente Iriondo, génesis de la actual Escuela Ballarini sobre calle Vieytes entre Scarafía y Cabal (Vecinal Sarmiento).
El tiempo más cercano
Lo que sigue es la ocupación de los terrenos, algunos de manera informal y desorganizada, otros como loteos ordenados y con dameros de manzanas y calles abiertas. El avance de los años hizo que, antes de la extensión de la Avenida Circunvalación Oeste en su Tramo III, toda la zona se vinculaba con las márgenes del río, que en este caso corre encauzado, y donde la zona de bajos y bañados se extiende en realidad hacia el oeste del curso de agua. Acaso por estas características topográficas, la ocupación de los espacios de Las Lomitas siguió como derrotero por un lado al Viejo Camino a Esperanza, en su margen oeste, y luego en su extensión hacia el poniente, por las calles Espora al norte y el camino al Puente Iriondo (Hernandarias).
El sector hacia el sur de la barriada si estaba confinada hacia los bajos del Salado, por donde en 2003 la ciudad terminó por inundarse en la brecha de calle Gorostiaga en la defensa de la Circunvalación Oeste, Tramo II, no terminada. Para 2020 este sector terminó por establecerse como reservorio del desagüe del propio canal paralelo a Estado de Israel, tributario de la casabomba número cuatro para evacuar las aguas hacia el Salado. En tal sentido, esta parte del barrio todavía tiene algunos terrenos sin utilizar, ni para viviendas ni para actividades, donde predominan los chilcales y árboles, confinados contra los límites del canal paralelo a la Circunvalación.
En la parte oeste de la barriada quedan todavía los hornos de ladrillos característicos de lo que fue una actividad de toda esta zona en otros tiempos. Incluso, cerca del cruce de Hernandarias con la avenida del oeste por donde pasa la Ruta Nacional N°11, algunas parcelas trabajadas como quintas en pequeñas fincas.
Las Lomas, o Las Lomitas, como se prefiera, mantiene una situación de falta de infraestructura en cuanto a calles mejoradas más allá de ser calzada de tierra, o barro, según llueva o no. Zanjones a cielo abierto, con falta de servicio de agua y cloacas, en la orilla noroeste de la trama urbana, pese a algunas mejoras, para el año 2020, evidencia un atraso en sus posibilidades de crecimiento y de calidad de vida.
Barrio de trabajadores, de gente humilde, algunos de ellos relacionados a las actividades hípicas como peones, otros en la economía informal de recuperar elementos de los residuos del centro, Las Lomas del Salado, al oeste de Cabal y Scarafía, encontraron en el final del milenio pasado un nuevo signo identitario que los distingue, y los destaca en la ciudad capital de la provincia. Esa identidad devenida de aquellos primeros –verdaderos primeros– pobladores de esta parte del mundo, regresaron un día a sus antiguos dominios, en la margen del río de agua turbia y amarga, de salitrosas orillas y serpenteante curso. Otrora dueños del viento, el árbol, el río, la greda, el sol y la noche, volvieron otra vez corridos, por la indiferencia, la marginación, la pobreza, del norte, a donde fueron a refugiarse cuando no encontraron lugar sobre sus tierras, ni en la sociedad que se comenzó a construir en la trasladada ciudad de Garay.
La Comunidad Qom de Santa Fe en Las Lomitas
Al promediar la década de 1990, por 1994, los primeros miembros de la comunidad Toba (Qom en su idioma), llegaron a Santa Fe emigrados de la pobreza extrema y la falta de oportunidades en Chaco. Resultado de la aplicación de políticas económicas de corte neoliberal, la “década del ‘90”, como luego se la denominó, generó exclusión más profunda todavía en las clases más humildes. Va de suyo que en América Latina, y en la Argentina, pertenencia étnica a pueblos originarios es sinónimo de pobreza y marginalidad. Una marginalidad tanto en lo social, como lo económico y lo educacional, en los bienes y servicios de la misma sociedad que muchas veces estigmatiza por los rasgos y el color de piel.
En ese marco general, y particular, poco a poco fueron asentándose en la zona de Las Lomitas los venidos desde el norte profundo. Con promesas de obtener alguna parcela para edificar una precaria vivienda, y la esperanza de acceder a un trabajo y sustento, trasladaron su condición de marginalidad de lugar, más que la realidad de abrir puertas a un mejor destino. No obstante, resilientes por necesidad de supervivencia, los tobas en Santa Fe lograron con el tiempo un reconocimiento y una organización como comunidad que les permitió una visibilidad de conjunto, y de dar los primeros pasos para mejorar sus vidas.
Se pueden obtener algunos datos valiosos de un programa desarrollado por el Gobierno de la Provincia de Santa Fe en 2018 para la conformación de un emprendimiento artesanal con mujeres de las comunidades Qom de los barrios Las Lomas y de Santo Domingo. Por ejemplo, se detalla en la memoria de este proyecto denominado “Laboratorio de Innovación Ciudadana”, y en particular sobre estas barriadas como “Mujeres Qom Empoderadas”, que en Santo Domingo eran unos 700 los miembros de esa comunidad para 2012.
Respecto a la historia rescatada por el trabajo, se menciona que “La comunidad Qom Las Lomas y Santo Domingo se compone de migrantes provenientes del Chaco, sobre todo de las localidades de Castelli y Miraflores. Los primeros integrantes de las comunidades llegaron a Santa Fe en los años 1980. Son pueblos que han sufrido el proceso de reestructuración económica que afectó el agro. Esto se evidenció en la pérdida de sus puestos de trabajo (precarios) en la cosecha del algodón, lo que los obligó a desplazarse desde su provincia natal a Santa Fe, y otras provincias como Buenos Aires. Actualmente la población de la etnia ‘qom’ se concentra en las grandes áreas metropolitanas, su presencia es cada vez mayor en el Gran Rosario, Gran Santa Fe, Gran Buenos Aires y Gran La Plata. Esto se relaciona principalmente a que los procesos migratorios de las comunidades se da a partir del mecanismo de redes parentales o de conocidos que son quienes en primera instancia alojan a los recién llegados”. (https://www.santafe.gob.ar/ms/labicar/wp-content/uploads/sites/21/2018/09/Mujeres-Qom.pdf)
Barrio de postergaciones
Lo dicho, los Qom llegaron en 1994 a Santa Fe, en su mayoría de la zona de Castelli, en el corazón del Chaco, del “Impenetrable”, más bien cerca del límite con Formosa. Al arribar, sin lugar donde asentarse, se refugiaron en vagones abandonados en la playa de maniobras de la Estación Belgrano, de barrio Candioti Norte. Desterrados y recién llegados, fueron trasladados por las autoridades hacia un espacio con la promesa de darles una posibilidad de vivienda digna, de acceso a los terrenos de manera regular, pero esa medida de 1994 para 2020 todavía no se ha cumplido completamente. Gracias a la lucha de la comunidad y la presencia de “Los Sin Techo”, que algunas casas y titularidad de terrenos llegaron con el tiempo.
A modo de corroboración de la promesa incumplida, el diario El Litoral en una de sus recorridas para la sección “Crónicas de Barrio”, dialogaba con Cleto Mansilla, uno de los dirigentes “caciques” de la comunidad por mucho tiempo, que manifestaba: “Desde hace casi 20 años venimos pidiendo ayuda del gobierno para el mejoramiento de nuestra situación de vivienda. Pero parece que no existimos. Cuando nos fuimos de los vagones, nos prometieron que se nos iba a dar la tierra, pero nunca pasó nada”. (El Litoral 9/1/2013)
Sin embargo, y pese a las dificultades, la presencia Qom en el barrio logró con el paso del tiempo, y la lucha de la comunidad, que algunas mejoras se pudieran concretar. La primera, cuando se asentaron en el lugar, fue la apertura de un comedor municipal para los en febrero de 1994. En este espacio llegaron a almorzar diariamente unos 150 niños y niñas, con el trabajo de cinco madres voluntarias y el apoyo económico del municipio para el sostenimiento de las raciones. Luego, se logró la presencia de un servicio de salud, con un dispensario, ubicado en Estanislao Zeballos y Manuel Menchaca (Camino a Esperanza), inaugurado en diciembre de 2007 durante el segundo mandato como gobernador de Jorge Obeid.
En una recorrida realizada en 2013 por el diario El Litoral se vertían en la crónica barrial algunos detalles de la realidad de Las Lomas. Para ese momento se estimaban en unas 700 personas, entre ancianos, adultos, jóvenes y niños, los que formaban parte de la comunidad Toba. Según los datos aportados por la comunidad, vivían unas 68 familias, de las cuales 49 tenían una precaria vivienda, mayoritariamente levantadas con chapas, mientras que el resto, unas 19, lo hacían como “agregadas” en esas mismas moradas, lo que daba cuenta del hacinamiento en las condiciones de vida.
El barrio de los Tobas no tiene plazas, ni espacios verdes para esparcimiento de los chicos, sólo en un predio contiguo a la capilla “Nuestra Señora del Salado” encuentran un solar para sus correrías, sin juegos infantiles de plaza para usar. El agua potable no cubre todas las casas, y en muchas de ellas, mediante conexiones clandestinas y precarias pueden acceder al líquido elemento. El tendido eléctrico tiene las mismas características, donde la necesidad y la informalidad de los asentamientos de viviendas, hace que se conecten como “enganchados” a la red.
Como si fuera un adagio, donde hay marginalidad y pobreza están “Los Sin Techo”, en Las Lomas construyeron dos jardines de infantes (uno en Espora al 6330 con casi treinta niños), más allá de trocar algunos ranchos por casas, como es la obstinada costumbre de la organización no gubernamental. También el movimiento sostiene un segundo dispensario para los vecinos.
En realidad, el movimiento creado por el padre Atilio Rosso, había logrado en Las Lomas la transferencia por parte del Estado Nacional a la organización de los terrenos mayormente ocupados por los Qom, razón por la cual, el proceso de regularización de la tenencia de los terrenos fue un horizonte posible para la comunidad. Justamente, estas acciones de radicarse en una vivienda digna, con titularidad de dominio, es una realidad que con el tiempo se fue concretando.
En este punto, vale citar la acción de “Los Sin Techo” y su plan de erradicación de ranchos, que por ejemplo en 2013 tuvo la concreción de 20 casitas para miembros de la comunidad, en la zona de Regimiento 12 de Infantería y Camino Viejo a Esperanza. Esas casas de material, financiadas por el gobierno provincial, fueron construidas con la modalidad de “Los Sin Techo”, es decir, por autoconstrucción y ayuda mutua. Este sistema propone que los propios beneficiarios, en base a sus conocimientos de albañilería, en forma colaborativa y supervisados, levantan su propia casa y ayudan en las de sus vecinos. De esta manera, el sentido de pertenencia y propiedad de la vivienda, su posterior cuidado y ampliación, se fortalece más allá de la ayuda en la disponibilidad de los materiales y el terreno.
En este caso de las 20 unidades habitacionales, los terrenos fueron cedidos al movimiento por la empresa inmobiliaria santafesina “Guastavino e Imbert”. Era una manzana y media de espacio donde ya se encontraban varias de las familias que cambiaron su rancho de chapa por una casita de material, con puertas y ventanas. El Litoral, bajo el trabajo de la periodista Monica Ritacca, señalaba en 2013 que “Cada unidad habitacional tiene una superficie de 36 m2, techo de zinc, paredes de placas térmicas de hormigón armado, cielorraso de madera, pisos de cerámica, baño, tanque de agua elevado y pozo negro. También cuentan con las conexiones para agua y energía eléctrica”. Vale aclarar que no había ni red de agua ni eléctrica, pero el movimiento social ya gestionaba que los organismos correspondientes llegaran con los servicios.
Lo cierto que al igual que el resto de los barrios más humildes y postergados de la ciudad capital del segundo Estado Nacional, la pobreza, la marginación y la inseguridad, forman parte del paisaje cotidiano. Así también, la complejidad de la violencia creciente, anclada al consumo y la circulación de distinto tipos de drogas, hacen más compleja la vida de los vecinos. Reiteradamente, Las Lomas, y la zona, es motivo de noticias en los rubros de “policiales”, o “sucesos”, mientras que una comunidad doliente sigue su trabajo solidario y mutuo en la mayoría de sus miembros para tener un mejor barrio. Lamentablemente, adentrado el Tercer Milenio, los actos delictivos incluso contra instituciones de bien público, comedores y copas de leche, el jardín de “Los Sin Techo”, la capilla “Nuestra Señora del Salado”, ha puesto sobre la superficie aquello que cotidianamente se entremezcla por la barriada.
Como lo mencionaba el padre Milessi, de la parroquia El Tránsito de la que depende la capilla, aquellos códigos de respetar a las maestras, enfermeras, curas, ancianos, niños, se ha perdido en debacle de la marginalidad sin solución y la droga como disparador de la violencia. Así lo refería el párroco para Uno Santa Fe cuando decía con motivo de las situaciones de inseguridad del barrio que “…la mayor cantidad de gente que habita en La Loma es honesta y quiere laburar, pero lamentablemente ha sido excluida o marginado, pero quiere trabajar honestamente”. (Uno Santa Fe – 8/11/18)
Rasgos distintivos
El gobierno provincial cuenta con un “Listado de Comunidades Aborígenes”, en el que aparece la comunidad Qom, inscripta en mayo de 2010, simplemente con el nombre del barrio “Las Lomas”, y dirección oficial en “Boneo y Tercer Pasaje”. Desde la conquista, ser miembro de un pueblo originario, ser un “indio”, es sinónimo de pobreza.
Es palpable que los avances logrados en la organización de las comunidades, su trabajo sostenido, y el reconocimiento de derechos alcanzados en diversos ámbitos de la sociedad argentina, vienen a dar un horizonte de esperanza. Una perspectiva que no desconoce la situación de partida, como lo han relevado “Los Sin Techo” en sus estudios puntuales sobre los barrios. En particular, en la barriada, Luciano Zócola del movimiento explicaba en 2019 que “El 3% de los chicos del barrio Las Lomas no asisten a la escuela primaria. Tenemos un 67% de indigencia en barrio Las Lomas y un 25% de pobreza”.
Recorrer Las Lomas es adentrarse en la doble condición de marginalidad urbana y de pobreza de los pueblos originarios. El pedido de un espacio para vivir, unas parcelas para trabajar para sí mismos, para la comunidad y no como peones de quintas de terceros, es uno de los reclamos siempre presentes por resolver.
En una ya citada recorrida barrial realizada por el vespertino local, bajo el título “Crónicas de Barrio”, se exponían las palabras del Cleto Mansilla, responsable de la comunidad Qom de Las Lomas, desarraigado de su tierra chaqueña en 1994, que decía en 2013: “Vinimos a Santa Fe persiguiendo un sueño: el de prosperar. Lo único que queremos es trabajar, ya sea en la construcción o haciendo artesanías. Y para eso la seguridad que da una vivienda propia es fundamental. También pedimos a los gobernantes la posibilidad de capacitar a nuestros chicos. Muchos tienen 15 ó 16 años y ya están en condiciones de trabajar. Sin embargo, no tenemos opciones para educarlos en un oficio y brindarles expectativas que nosotros no tuvimos”.
El relleno sanitario de la ciudad en Las Lomas
Los vecinos de Santa fe generan unas 250 toneladas diarias de residuos, más entre 80 y 90 de otros desechos de barrio de calles o podas. Esa cantidad de material, más desde 2013 los residuos de otras localidades cercanas como Monte Vera, Sauce Viejo, Rincón y Arroyo Leyes, terminan en esta planta que ocupa un predio de 35 hectáreas, al oeste de Las Lomas, entre la Circunvalación Oeste y el río Salado.
En funcionamiento desde 2009, la ubicación del relleno a la vera del Salado, y cerca del barrio Qom, fue resistido por los ambientalistas y los vecinos del lugar. Finalmente, luego de estudios de impacto ambiental e informes, el municipio aprobó la instalación del relleno dar por terminada la disposición de basura en el ya saturado predio de Altos de Noguera.
Según MILICIC, la empresa que lo construyó y que tiene la concesión hasta 2020, “El Relleno Sanitario se construyó sobre un predio de aproximadamente 35 Has que permite albergar la infraestructura necesaria para dar correcto tratamiento a los residuos allí destinados. La infraestructura básica para disposición final consta de un módulo de 11 Has de superficie para disposición final de residuos sólidos urbanos y una planta de tratamiento para los líquidos lixiviados generados por los residuos dispuestos. Para su construcción, previo desmonte de capa vegetal, se desarrollaron tareas de excavación a escasa profundidad (1.5 metros de terreno natural), terraplenes de circulación con coronamientos de 10 y 4 metros de ancho, con una altura aproximada a los tres metros…”.
La Ordenanza 11237 de 2005 fija en uno de sus artículos que “La duración de la relación contractual será de doce (12) años, la cual incluirá un año para la apertura del predio, diez (10) años de prestación efectiva del servicio, y un año para el cierre del relleno”. Si bien ese año de cierre se cumpliría en 2020, la misma norma brinda la posibilidad al municipio de ampliar dos años más la vigencia del servicio, para llevarlo a 2022.