Barrio Centenario – Vecinos

Con sangre Federal en las venas

Durante muchos años, hasta la injusta y evitable inundación de 2003, vivió en Barrio Centenario un descendiente del prócer máximo de la historia de la provincia de Santa Fe. Don Alberto López Pianello atesora el sentir federal no sólo desde la convicción santafesina, sino además, desde su pertenencia por ser bisnieto del Brigadier Estanislao López.

“Mi padre era nieto del Brigadier y para mí ser descendiente de López es lo mismo que debería sentir cualquier santafesino, porque fue un hombre que hizo mucho por la Patria, no por Santa Fe como creen algunos solamente, por la Patria… porque el sistema Federal lo impuso, lo implantó López… -decía en una nota radial con casi cien años de edad- Santa Fe es Santa Fe porque estuvo veinte años López, sino hubiera sido parte de Buenos Aires, porque la quisieron siempre dominar”. (Alma de Barrio – LT 10 Radio Universidad – 2005)

Don Alberto nació muy lejos del litoral, un 24 de marzo de 1907, en Rawson, Chubut. A los cinco años llegó con su familia a Santa Fe, y pasó parte de su infancia en la tierra de su bisabuelo. Los recuerdos tienen casi cien años, y sin embargo siguen vivos al rescatarlos del olvido: “Yo no cambiaría nunca a esta vida por la de antes. Porque era más alegre, más sencilla, nosotros salíamos de acá… (por el barrio Centenario) caminando, y nos encontrábamos caballos por ahí sueltos, los montábamos y nos íbamos hasta Guadalupe cuando éramos chicos”.

Vivió su adolescencia en Entre Ríos, cerca de Paraná, estudió en la escuela agropecuaria de Villa Urquiza, trabajo en los campos, fue alambrador, anduvo trazando vías del ferrocarril, fue un poco de todo. Pero la Santa Fe que corría por sus venas lo hacía buscar latir en el propio terruño, y así fue que un día volvió. En 1946 se casó con Hilda Calderón, maestra reconocida en la ciudad, que lo acompañó por los caminos de la vida hasta el 2006 cuando falleció. Afecto a la vida ecuestre, dejó la capitanía de Club de Polo de Santa Fe y vendió sus caballos para casarse, para formar un hogar. Sin embargo, su apego por las tradiciones lo llevaron a escribir sobre la cultura del paisano, con libros como “Del con cuero y otros asados: Desde su origen hasta nuestros días: Sucedidos y mentiras criollas” (en 1988), o con su participación hablando de yeguarizos en el recordado programa radial de Pedro Oscar Roteta “Campamento Litoral”.

Pero más allá de su ejemplo de vida, ya con 105 años, viviendo en Alejandra en casa de uno de sus hijos, Don López Pianello tiene un compromiso con su sangre, con las convicciones federales santafesinas de sus antepasados. Lejos de buscar usufructuar de una estirpe o alcurnia que posee, Alberto ha sabido desde el llano sostener la bandera de la “Provincia Invencible”, que su bisabuelo ganó con los siririseros y blandengues en las batallas para defender a Santa Fe. Porque bien vale la pena recordar, Estanislao López, pese a tener en determinado momento la supremacía militar y política del Litoral, no tuvo ansias de poder más allá de los territorios de la provincia, con intromisión para anexar otras provincias bajo su mando. En realidad, su espíritu federal quedó sentado en los pactos preexistentes, mencionados en la Constitución de 1853, acuerdo liminares de la Organización Nacional que lo tuvieron como central protagonista.

No se trata de una estirpe patricia, de viejas glorias del pasado sobre las que Don López Pianello venga a parapetarse para decirse descendiente del Brigadier. Por el contrario, su vida sencilla y austera, su prédica cotidiana –donde fuere- rescata al Brigadier del olvido y la negación. Ése ha sido el signo distintivo de su existir. “Hacen falta millares de libros de López para que en Santa Fe lo conozcan, porque parece mentira que en las escuelas no se lo conozca, que los chicos no tengan material para estudiar sobre López…”, decía alguna vez en su vieja casa de barrio Centenario, esa misma donde muchos papeles, documentos y escritos relacionados al Brigadier, atesorados por la familia, se perdieron para siempre con el agua de Salado en las calles en 2003.

Justamente, en una entrevista para el diario Uno de Santa Fe, en diciembre de 2008, López Pianello decía: “A mí me desaparecieron muchos papeles. Mi padre tenía un cofre de hierro con documentación, todo lo relacionado con mi abuelo, que era el hijo menor del Brigadier. Yo estuve viviendo unos años en el Centenario, justo cuando se inundó. Se mojaron casi todos los manuscritos. Además, cuando vinieron a limpiar tiraron muchas cosas que se podrían haber salvado”. Preguntaba el ocasional cronista: “¿Qué había entre esos papeles?”, y Don Alberto, con un sesgo de tristeza y resignación, respondía: “Por ejemplo, a mi abuelo Martín, en una de las batallas que hubo, lo tomaron prisionero los porteños y lo llevaron a Buenos Aires. Me acuerdo de una carta que le envió su hermano, donde decía ‘aunque estés preso, estamos contentos porque eso significa que peleaste hasta el último momento’. Los otros, los que se salvaban era porque se fueron. Los que estaban prisioneros era porque estuvieron en el campo de batalla. De esas cartas entre hermanos, con detalles de batallas, no me quedó nada”.

Apartado de la “historia oficial” de la Argentina, Estanislao López rompió los estereotipos instalados sobre el caudillo provinciano, dictador y terrateniente, con objetivos personales de poder antes que objetivos políticos colectivos. López llevó el apellido de su madre, por ser fruto de una relación de Doña Antonia con el Capitán Juan Manuel Roldán. Tuvo una hermana melliza, y otro hermano, Juan Pablo, que fuera también gobernador y lo sucediera en el cargo ante su fallecimiento en 1838. La única propiedad, la estancia ubicada en la zona de Maciel, y la casa de la esquina de 9 de Julio y la calle que lleva su nombre, devenían antes que nada de la fortuna de su mujer, hija del protomédico de la ciudad.

Para muestra basta un botón, y López Pianello recordaba que la neumonía, transformada luego en tuberculosis, que llevó a la muerte a su bisabuelo era la consecuencia de tantas campañas, de las mojaduras y fríos, de vivir en carpa junto con su tropa, de ir al frente junto con sus paisanos santafesinos para defender la autonomía provincial.

Acaso por tener más de cien años, quizás por ser descendiente del Patriarca de la Federación, tal vez por atesorar en su lucha de contarle al mundo la historia ocultada de su bisabuelo, negada incluso por algunos comprovincianos, es que surge una pregunta para López Pianello: ¿qué habría de recuperar de Estanislao López hoy? en especial los jóvenes, si se piensa que cuando López va con Belgrano al Paraguay tenía sólo 17 años.

Al respecto, Don Alberto refería sobre la juventud de hoy y el legado del Brigadier: “Que sigan el ejemplo de rectitud, de honestidad que tuvo López, ese espíritu de sacrificio, pero hoy muchas veces se busca el beneficio, la ganancia, no se espera ni trabaja con paciencia por nada, se quiere ser, se quiere llegar, pronto…”.

Un siglo de ver pasar la vida da una perspectiva única. Con lucidez, con sentido común, con compromiso, Don Alberto López Pianello abreva en su experiencia, y en su sentir federal, para decir palabras tejidas en cien años de existencia, donde ansias de juventud y sabiduría de vejez se mezclan: “La única esperanza que tenemos los hombres que nos vamos es la esperanza en la juventud. Ya los viejos no podemos hacer nada, nos quedamos con las ideas, como decía Hipólito Irigoyen en una frase célebre donde mencionaba que ‘Las ideas más bellas quedan empantanadas en la mente de un viejo’, o sea que los viejos muchas veces tenemos bellas ideas pero ya no estamos en condiciones físicas de realizarlas…”. Palabras de un joven de sólo 105 años.

ENVIANOS TU HISTORIA-03
Barrio Centenario – Vecinos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll hacia arriba