Historia Barrio Escalante
Al oeste del Parque Federal, en el corazón de la ciudad de Santa Fe, los vecinos y las vecinas encuentran el barrio Escalante. Debe su nombre al propietario de una importante quinta que se ubicaba en la zona, el Dr. Wenceslao Escalante, luego de una rápida urbanización, con “un récord en la edificación”, como titulaba El Orden en 1933.
La historia del barrio Escalante comienza con la llegada de los gringos, italianos primero, y polacos después, a la zona del Puente Negro, en Aristóbulo del Valle y Salvador del Carril. Con los trenes como impulso de la expansión económica del modelo agroexportador hacia comienzos del siglo pasado, los inmigrantes poblaron y desarrollaron los barrios alrededor de la estación Santa Fe Cambios.
El Dr. Wenceslao Escalante, a quién debe su nombre el barrio, nació en Santa Fe el 28 de septiembre de 1852, pero se radicó desde muy joven en la Capital Federal, donde cursó sus estudios superiores y se graduó de abogado a los 21 años. Escalante fue funcionario de los gobiernos de Luis Saénz Peña, Julio Argentino Roca y José F. Uriburu.
Se desempeñó como director del Banco Hipotecario Nacional hasta 1881 y también fue director del Banco Nación. Wenceslao formaba parte de la “Generación del 80”, fue diputado por Buenos Aires y profesor de “Filosofía del Derecho” en la Universidad de Buenos Aires. Escalante falleció en Buenos Aires, el 23 de marzo de 1912.
En términos generales, los límites del barrio “Escalante”, reconocido como tal en la segunda parte del siglo XX, se definen por la diagonal que traza el ferrocarril General Manuel Belgrano por el oeste, desde el Puente Negro hasta el cruce con Facundo Zuviría y esas vías, en concordancia con el límite de la Vecinal Fomento 9 de Julio. Por el sur corresponde tomar a calle Manuel Padilla y por el este a Aristóbulo del Valle.
Sin embargo, reconocida la Quinta Escalante, como área más amplia que el actual barrio denominado popularmente así, ese predio de Wenceslao Escalante, allá por 1903, tenía por límites aproximado de su propiedad al norte a calle Santiago Derqui, igualmente la avenida Aristóbulo del Valle al este (antes Camino a Ascochingas), también al Camino del Medio, luego Facundo Zuviría, al oeste. Pero en el sur se trazaba en diagonal el límite con la Quinta Iriondo, aproximadamente desde la esquina de Padilla y Aristóbulo a la esquina de Facundo Zuviría y J. M. Gutiérrez.
En estrecha vinculación con la estación de Santa Fe Cambios y, en especial, con sus trabajadores, el barrio Escalante se desarrolló en un contexto de crecimiento de la ciudad hacia el norte. La primera urbanización de la zona, como cuenta Dalla Fontana en su trabajo sobre Fomento 9 de Julio, Oser y Escalante, se realizó a partir de la quinta de Urbano de Iriondo y dio lugar a lo que se conoce como barrio Oser.
Esta división en parcelas y la apertura de calles significaron un “gran acontecimiento para la urbanística porque multiplicó las ofertas de loteos de las quintas de Escalante y De Iriondo”.
Dalla Fontana también describe el barrio antes de la urbanización: “Entonces, había inmensos campos donde abundaba una exuberante frondosidad y la naturaleza había hecho de las suyas con pastizales, cardos, abrojos y madreselvas (…) hasta reconocer muy a lo lejos, otra quinta con su rancho o su vieja casona”. Hacia los años 30, el barrio Escalante no contaba con calles, sino que “para entonces solo había un imperfecto y mal trazado sendero barroso, sin zanjas, dando lugar a pequeñas lagunas”.
La quinta Escalante, a la que debe su nombre el barrio, fue loteada hacia la década de 1930. El diario El Orden titulaba en abril de 1933: “Un barrio nuevo, populoso y de gran porvenir ha aparecido”.
La publicación continuaba remarcando que “La Quinta Escalante, se transforma rápidamente” y que ya se podían visualizar “las casitas que surgen, blancas y flamantes, sobre el terreno donde se está formando con extraordinaria rapidez el nuevo barrio”. La subdivisión de la quinta Escalante se enmarcó en un contexto de loteos y urbanizaciones de grandes propiedades ubicadas en puntos céntricos de la ciudad, lo que “ha fomentado la creación rápida de barrios progresistas, ocupados por una población emprendedora y laboriosa”.
El Orden continuaba y remarcaba que “Los habitantes de estos barrios, no solamente han realizado en gran parte ese anhelo común bautizado como ‘sueño de la casa propia’, sino que se esfuerzan por hacer que el lugar donde han puesto los cimientos de su hogar, se embellezca y transforme”. (El Orden, 4/4/1933)
La venta de los loteos que surgieron a partir de la parcelación de la quinta Escalante fue realizada por el rematador Francisco Bobbio. En cuanto a quienes accedieron a un terreno para construir su hogar, el diario mencionado sostenía que “Centenares de padres de familias, en condiciones de adquirir un lote a bajo costo, cumplieron su aspiración.”
Las primeras construcciones del barrio iban “Desde aquel que ha logrado hacer su casa con los 10.000 ladrillos que regala la firma vendedora” hasta aquel vecino que podía costear la construcción de un chalet. Las viviendas de modesto tamaño se basaban en una pieza amplia, un cuarto, una cocina, un baño y una galería, y hasta algunas podían contar con cocheras. En este contexto, El Orden no escatimaba la confianza depositada en el porvenir del barrio: “Basta ver la pujanza con que se ha iniciado y continúa desenvolviéndose. Escasos son los lotes que quedan aún disponibles”. (El Orden, 4/4/1933)
En la quinta original de Escalante no existía la vía que la atravesó luego en diagonal. Ya en un plano de la ciudad de 1913 aparece esa vía, con la que se construyó el Puente Negro, pero que además de dividir el barrio en dos, también le puso un terraplén, extenso, que daba la altura para pasar con el ferrocarril sobre el otro tendido ferroviario del Ferrocarril a las Colonias.
Fue cuando se terminó el puerto de Ultramar de Santa Fe, en 1910, y los trenes debían llegar hasta la zona de la luego Estación Belgrano y de allí a los diques, con el único puente ferroviario que había sobre el Salado viniendo desde el sur, el de luego Ferrocarril Mitre.
Esta cicatriz urbana que propuso la vía transversal a la quinta Escalante hizo que el desarrollo posterior se diera con mayor ahínco hacia Aristóbulo del Valle. Esta condición se evidencia, por ejemplo, en otro mapa de la ciudad, ya más cercano al proceso de loteo de la quinta que inició especialmente Francisco Bobbio con su inmobiliaria.
Para un gráfico de 1930 aparecen, en líneas de punto, marcadas las manzanas de Escalante, con sus calles sin abrir, y la vía escindiendo el terreno.
Luego, para 1935, otro nuevo plano de la ciudad daba cuenta de la profusa urbanización y metamorfosis acelerada de la Quinta al Barrio Escalante. Calles abiertas y marcadas, con los pasajes, prácticamente como perduraron luego. Incluso la Plaza Escalante aparece señalada en su lugar, junto a las vías.
En la serie de mapas de la ciudad, para 1946, ya estaba consolidado el Barrio Escalante, con todas sus calles definidas, y una historia que continuaría escribiéndose con nuevos vecinos, más necesidades de obras y mejoras, y la presencia fundante de las entidades del lugar.
Postales de Escalante
En cuanto al transporte en el barrio, hacia la década de 1930 el servicio de tranvías se desarrollaba por Avenida Aristóbulo del Valle, pero eran frecuentes los reclamos no sólo por la extensión del recorrido, sino que también por la incorporación de horarios nocturnos.
La ciudad de Santa Fe históricamente ha sido el destino de numerosos colectivos de inmigrantes extranjeros y connacionales. En Escalante, en particular, la colectividad polaca tuvo una importante participación en la vida social del barrio. La Unión Polaca y Sección Excombatientes “Dom Polski” fue inaugurada en febrero de 1936 en Llerena 2674, de acuerdo con el aporte de Dalla Fontana. En ese sentido, las entidades de Sociedad de Socorros Mutuos, fundada en 1926, y la Unión Excombatientes, creada en 1931, se fusionaron el “23 de abril de 1935 para dar lugar al centro <<Don Polski>>, presidida, para entonces, por W. Komorowski y J. Gorki”.
En diciembre de 1953, con motivo de celebración de la inauguración de obras de ampliación y mejoras en el edificio de “Dom Polski”, su presidente, el Sr. José Mista se refirió a la sede social como “un centro de esparcimiento y cultura a disposición de la sociedad santafesina”, que excedía los límites de la colectividad polaca (El Orden, 24/12/1953). Para las primeras décadas del corriente siglo, el centro de la colectividad polaca se encuentra en Aristóbulo del Valle al 5400.
Don Polsky quiere decir “Casa Polaca” y a este club no solo iban los inmigrantes de Polonia a bailar y cultivar sus tradiciones, sino además a recordar la tierra del este europeo y la guerra. Era común en Don Polsky escuchar historias de la primera guerra y de la segunda guerra mundial de boca de algunos veteranos escapados del horror.
Y hablando de polacos, en San Martín y Milenio de Polonia estaba la fonda de Papanek, donde se podía comer, tomar y dormir en la pensión. Era clásico ver por la década de 1950 a los obreros de la cremería La Técnica tomarse una copita antes de seguir en la bicicleta o tomar el tranvía en Aristóbulo pagando diez centavos el boleto. Don Papanek servía comidas de todo tipo, pero a los paisanos polacos los deleitaba con la “Kapusta”, un preparado de repollo y carne de cerdo. (“Alma de Barrio” – LT10 AM 1020 6/3/2004)
Otros sitios recordados de barrio Escalante eran el boliche del polaco “Don Lonza”, donde se tomaba y se jugaba al billar, a pasos del Puente Negro, mientras se escuchaban canciones de la vitrola. También sobre calle San Martín estaba el primer destacamento de la comisaría once, que en ese tiempo tenía caballos, así que eran “El Escuadrón” con sus rondas nocturnas y silbatos en las esquinas oscuras.
Otros vecinos de Escalante recordaban para “Alma de Barrio” en 2004 el carro del panadero antes de la panadería de los Yugoeslavos. Y el lechero del barrio, decían, era un alemán, Don Hargeman, que pasaba con su carro y dejaba en la puerta de las casas la botella de pausterizada con la tapita de cartón.
Otra importante colectividad inmigrante que se radicó en el Barrio Escalante fueron los italianos e italianas, en especial aquellos oriundos de la zona del Lazio
El barrio en crecimiento
Por el lado de los adelantos del barrio, la actividad inquieta de los vecinos llevó a lograr algunas mejoras necesarias para una barriada que ocupó en pocos años la mayor parte de la geografía de Escalante. Lo primero fueron las casas, detalladas por Dalla Fontana en su trabajo, de una construcción y aspecto que denotaba el nivel socioeconómico de sus moradores.
Esta condición, junto con el trazado de calles, veredas, la plaza triangular, es decir un loteo con urbanización adecuada, daba al barrio desde sus inicios un aspecto que lo distinguía. Así lo referenciaba el diario El Orden en 1934, cuando mencionaba: “El aspecto que desde la Avenida Aristóbulo del Valle mirando hacia el Oeste, presenta el barrio Quinta Escalante es el de un caserío compacto agradable a la vista”. (El Orden 20/4/1934)
El cronista ocasional describía que “Se trata de un barrio nuevo, muy cercano al centro, poblado en su totalidad por empleados y obreros que han podido ver realizada la aspiración de poseer su vivienda propia merced de la facilidad que da la empresa vendedora de estos terrenos”.
Vale aclarar que la inmobiliaria que comercializó la vieja Quinta Escalante fue la de Francisco Bobbio. Asimismo, El Orden, dentro de una visión positivista de la ciudad y su desarrollo, auguraba: “En muy poco tiempo el Barrio Quinta Escalante ha progresado en forma considerable u ello se debe en gran parte al aumento constante de la población de Santa Fe, que al descongestionarse, hacia el norte, empieza a transformar en barrios modernos y densamente poblados lo que hasta hace pocos años eran grandes extensiones de terrenos ocupados por quintas o se encontraban cubiertos de lagunas que imposibilitaban el tránsito de los que se aventuraban a acercarse”. (El Orden 20/4/1930)
Una de esas lagunas se encontraba en el límite sur de la Quinta Escalante con la Quinta Iriondo, aproximadamente en la manzana comprendida por Aristóbulo del Valle, Padilla, San Gerónimo y Quintana, tal como aparece en los mapas de 1903 y 1913. Y como en todo comienzo, las cosas no eran tan ideales para los primeros vecinos, como por ejemplo la falta de alumbrado público, “Igualmente –decía el medio– en lo que respecta a la vigilancia y al riego de las calles, servicios todos que el barrio aspira y merece obtener cuanto antes”.
En la ciudad de Santa Fe una de las inmobiliarias que realizó grandes ventas de lotes, con la comercialización de terrenos de otros propietarios, pero también de parcelas subdivididas propias, fue la empresa de Francisco Bobbio. En particular, en Barrio Escalante, fue el principal vendedor de los terrenos. Bobbio, según una sucinta biografía, fue inicialmente maestro de trabajo manual en Esperanza, Helvecia y San Justo. En esta última ciudad, capital del Departamento del mismo nombre, se inició en el comercio y en especial en las transacciones inmobiliarias, negocio con el que luego se posicionó en la ciudad de Santa Fe. Ya en la capital de provincia fue dos veces presidente de la Bolsa de Comercio e integró la Comisión Directiva de la Sociedad Rural, además de otras sociedades. En lo político fue concejal, presidente del Hogar Propio Municipal, de la Caja Municipal de Jubilaciones y Pensiones, y la Caja Municipal de Sanidad y Beneficencia, para arribar a la intendencia municipal entre 1937 y 1941.
Francisco Bobbio, además de un prolífero comerciante y político se desenvolvió activamente en otras entidades. De este modo fue vocal en el directorio del Banco Provincial, miembro de la Biblioteca Cosmopolita, presidente del directorio del diario La Mañana, y martillero de los bancos Español, Hipotecario Nacional, del Hogar Argentino y de la Nación Argentina. Como miembro de la alta sociedad burguesa santafesina contrajo matrimonio en 1906 Bobbio con María Luisa Angeloni, con quien tuvo varios hijos, el más conocido de ellos fue Marcos Bobbio que creó en la década de 1060 el Canal 13 Santa Fe de la Vera Cruz.
Francisco Bobbio falleció el 17 de agosto de 1952 a los 72 años en la ciudad de Rosario, y sus restos fueron sepultados al día siguiente en el Cementerio Municipal de Santa Fe.
De regreso al Barrio Escalante, los adelantos y mejoras igualmente tardaron en llegar, en especial el pavimento para sus calles y en la provisión de agua. Con Bobbio como intendente, en 1937, la cooperadora de la Escuela Fiscal 465 se movilizaba con reclamos y el pedido de una recorrida por parte de las autoridades. Así lo reflejaba El Orden y de esa nota se desprendía la necesidad de que Obras Sanitarias de la Nación llevara las “aguas corrientes” al vecindario, y los vecinos solicitaban solucionar los desagües en la zona de “Aristóbulo del Valle y C. Freyre, inundándose esa esquina con las consiguientes molestias para el vecindario y el tráfico de los peatones y toda clase de vehículos”. (El Orden 21/7/1937)
En la misma visita el intendente Bobbio recibió otros pedidos de los vecinos, de los que se desprenden a la luz de la historia, algunos aspectos de las condiciones del barrio, como por ejemplo que los camiones que tomaban por Presidente Roca lo hicieran por Facundo Zuviría, ambas como arterias ya pavimentadas, y en especial sobre Roca que se construyeran más veredas para los peatones y también la iluminación de esta arteria.
Los trenes el motor del progreso
El ferrocarril, por su parte, no sólo representó demanda de mano de obra para los vecinos de la zona, sino que fue el marco en el que se definieron los límites y los elementos físicos del barrio Escalante. Toda la zona que se corresponde con la vecinal de “Fomento 9 de julio” se encuentra circunvalada “a través de las trochas del ferrocarril”, lo que representa ciertas complicaciones “en los límites donde confluyen y se empalman los distintos ramales del ferrocarril Mitre y Belgrano”, como comenta Dalla Fontana.
Así, el paso del ferrocarril significó la fragmentación entre los barrios y “determinó, por un lado, problemas para el trazado de las parcelar en forma regular, y por otro, la construcción de los terraplenes con sus pasos a nivel”.
Como recuerda Dalla Fontana, algunos vecinos se referían al terraplén como “Muro de Berlín”, lo que generaba cierta división entre los residentes del triángulo superior y los del triángulo inferior. Mientras que los pobladores de la zona “de abajo” “eran de clase media obrera y/o empleados calificados, en ascenso, con viviendas de buena determinación”, los vecinos de la zona superior, en cambio, estaban más vinculados con el barrio de “Villa Calcagno” y se había conformado un “conjunto de viviendas modestas donde no faltaron algunos ranchos”.
Va de suyo que la zona del Puente Negro, pero en especial el paso a nivel sobre Aristóbulo, con las formaciones que pasaban y las que esperaban en el lugar como parte de las maniobras en la playa de Santa Fe Cambios, producían interrupciones de varios minutos en la circulación de vehículos, con las consiguientes demoras y embotellamientos. Era un tiempo donde se nombraba al barrio como “Quinta Escalante”.
Asimismo, la presencia de los ferrocarriles con sus talleres, playa de maniobras, de carga y descarga, a la par de generar trabajo también producía algunos problemas para el barrio.
Algunos de ellos devenían de los corrales del ferrocarril, que estaban en la zona de Aristóbulo y Salvador del Carril, en el predio de la esquina sureste, donde luego se desarrolló una parte del Parque Federal, del final de calle Víttori, y hasta una gran estación de servicios. Antaño, el producto del lavado de los vagones jaula que transportaban el ganado, más los propios corrales, generaban aguas contaminadas con estiércol, que iban a parar a un zanjón a cielo abierto paralelo a las vías del Ferrocarril Central Santa Fe, o Ferrocarril Francés, en el cruce con el Callejón Freyre, allá por junio de 1937, con los consiguientes olores y focos de contaminación que generaban.
En relación con estos corrales del Ferrocarril Francés, uno de los vecinos, Jorge Papanek, recordaba en una nota en 2004 para el programa “Alma de Barrio” de LT10 que muchas veces las hembras parían en ese corral antes de ser cargadas nuevamente en otro vagón jaula.
De este modo, algunos terneros y corderitos nacidos en esos corrales, lo que quedaban “gauchos”, muchas veces eran tomados como mascotas por los chicos de la Quinta Escalante que los criaban a fuerza de biberón y leche de vaca, hasta pastar atados a una soga en los baldíos del caserío, allá por los años ’50.
El mismo Papanek recordaba para el programa radial que en esos tiempos la vía estaba cercada por un alambrado de púas, y cada tanto, había uno de esos molinetes para cruzar. Por los micrófonos de la Radio Universitaria se recordaba que “También el tren era la atracción de los pibes, ellos jugaban en el Puente Negro y se ligaban el reto de sus padres y la protesta de los maquinistas. Pero los chicos también jugaban bajo los árboles al pié del terraplén de la vía. Esos arbolitos se llamaban “Pezuña de vaca”, por la forma de sus hojas, y servían de refugio para las travesuras en la siesta. También al principio surgió la parroquia “Santa teresita del niño Jesús” y su capilla frente a la Plaza Escalante, y en 1938, se construyó la escuela N°465, que inicialmente se llamó Ignacio Crespo, para luego cambiar al nombre del dueño de la quinta, Wenceslao Escalante”. (“Alma de Barrio” – LT10 AM 1020 6/3/2004)
Los tiempos nuevos
El Barrio Escalante se autodefine en la geografía urbana como un espacio con identidad propia.
Por la herencia de la antigua Quinta Escalante, por el loteo de la inmobiliaria Bobbio & Mantovani, por su particular condición en relación con las vías escindiéndolo, por su plaza y su escuela, su parroquia.
Sin embargo, y pese a los vecinos nucleados en algunas instituciones relevantes, Escalante no generó una vecinal propia y forma parte de la extensa vecinal Fomento 9 de Julio, que tiene su sede en Pedro Ferre casi Facundo Zuviría.
Esa condición no lo excluyó de varios avances colectivos para lo que antes fue la Quinta Iriondo, y la Escalante. Entre esos logros urbanos fueron los servicios que se extendieron a lo largo del tiempo, siempre desde los ’60 en adelante, con relevancia en la pavimentación de sus calles, justamente por haber sufrido la presencia del obrador de la empresa en su plaza Escalante, con sus consecuencias medioambientales.
Más allá del espacio verde, también el levantamiento de las vías del ferrocarril en su ramal por el Puente Negro, ya adentrados los años ’90 con las políticas neoliberales de privatizaciones de los ferrocarriles llevadas adelante por el menemismo, dieron por finalizada el paso de las formaciones por la estructura sobre las vías del entonces Ferrocarril Belgrano, y de la propia avenida.
Ya en el Tercer Milenio, la plaza se integró con una peatonal, ciclístico, que llevó el nombre de “Paseo Escalante”, construido durante la primera intendencia de José Corral.
Esta obra, que tuvo su primera etapa con la puesta en valor de la Plaza Escalante en noviembre de 2012, y que, según el parte de prensa del municipio, completó en diciembre de 2013 el paseo desde Milenio de Polonia hasta el Puente Negro y Aristóbulo del Valle, “con la ejecución de bicisendas, la construcción de veredas, colocación de luminarias y la plantación de especies arbóreas, entre otras intervenciones”. (Notife – 6/12/2013)
Las obras del Paseo Escalante comprendieron la continuidad de la bicisenda que unió Aristóbulo del Valle y Facundo Zuviría, con veredas perimetrales de las viviendas y las sendas peatonales, iluminación y en la plaza con la instalación de bancos y forestación. Por el lado del Puente Negro, “…se construyeron dos escaleras de acceso, se colocaron las barandas de contención para hacer más seguro el lugar…”, pero se aclaraba en el comunicado oficial que al puente solo se podía subir pero no cruzar hacia el otro lado, dado que “estos trabajos forman parte de la tercera etapa”.
Hubo antes de 2012 y 2013 unas primeras obras en la zona de la Plaza Escalante y en las cercanías del Puente Negro, cuando en 2009, durante la intendencia de Mario Barletta, se hizo el pavimento de hormigón y cordón cuneta en el cruce de Milenio de Polonia y 9 de Julio, lo que permitió conectar Escalante con Calcagno por sobre los terrenos que antes ocupaban las vías y que estaban en desuso.
