Historia Barrios Ciudadela Norte – Villa Hipódromo – Piquete y Las Flores

         La unificación de la historia en base a la ocupación del espacio urbano, el crecimiento de las barriadas, en relación con una actividad particular convocante de servicios y mano de obra, producen determinadas características de conformación del hábitat en vecindarios dependientes unos de otros. Gravita además el confinamiento de desarrollo que inducen y producen las arterias troncales de comunicación y los accidentes geográficos. Sin embargo, en estos espacios urbanos reducidos también se evidencian particularidades distintivas para cada sector.

           Si a esta descripción metodológica al delinear los límites para abordar desde la historia una, o unas barriadas, se le superpone, como una papel vegetal, los límites establecidos por las ordenanzas para poner fronteras a las vecinales, muchas veces ambas premisas no se cruzan, cual vías paralelas de los trenes.

          Esta condición puede tomarse para el sector que comprende a las vecinales Ciudadela Norte (que incluye a Villa Hipódromo en su mayor parte) y Piquete y Las Flores, que se ubica al norte. Entre ambas jurisdicciones la calle J. P. López se establece como arteria divisoria, delimitación que en la realidad representa poco cambio de fisonomía o idiosincrasia a ambos lados de la calle. De todas maneras, si se destaca en el devenir del tiempo el sector central de Villa Hipódromo, que por cuestiones socioeconómicas de sus ocupantes originales, tiene algunas características propias de los asentamientos informales.

          Puntualizado este detalle, los tres barrios, de sur a norte, Ciudadela Norte, Villa Hipódromo, Piquete y Las Flores, se definen como franjas reconocibles entre Pasaje Santa Fe, paralelo a las vías del Ferrocarril Santa Fe (antes Francés o de Las Colonias), más al norte Blas Parera y al este Avenida Peñaloza, entre Ruperto Godoy y Estanislao Zeballos. Así como Schneider debería ser barrio San Pantaleón, por haber estado ahí la quinta y la cervecería de don Otto, y tal vez Schneider el barrio Lourdes por la parroquia, Ciudadela Norte debería esta al norte y no al noreste del estadio con la tribuna techada.

      Como sea, Villa Hipódromo sí tiene un grado de mayor pertenencia por su nombre al espacio que ocupa, históricamente relacionado al uso del ámbito urbano por el hipódromo Las Flores cercano. No resulta antojadizo entonces delimitar para el tratamiento de la historia estos barrios con las fronteras propuestas, y con la relación con la actividad hípica que en gran parte dinamizó su ocupación y desarrollo, más allá de su origen común de quintas y hornos de ladrillos en el extremo norte del viejo Distrito Las Barranquitas.

       Por un lado se puede decir que Piquete y Las Flores tiene 24 cuasi manzanas divididas por calles, en las cuales hay cortadas, por lo que su superficie real representa aproximadamente unas 18 hectáreas. Para el caso de Ciudadela Norte y Villa Hipódromo se puede dimensionar en una superficie mayor, de unos 40 espacios irregulares, atravesados también por cortadas, más algunas diagonales, que se entretejen para dar una superficie aproximada a 33 hectáreas, cercana al doble del anterior.

      Los caminos que enhebraron la población de estos barrios fueron por un lado el viejo Camino al Matadero, también conocido en el Siglo XIX como “Camino de Aguirre”, según Pérez Martín, hoy Blas Parera. En el este estaba el “Camino Nogueras”, hoy Avenida Vicente Peñaloza. En el medio, seguían casi como una bisectriz las vías del ferrocarril a las Colonias, de 1884, o Ferrocarril Francés, luego transformado en el Ferrocarril Santa Fe. En estos rieles, a cinco kilómetros de la vieja estación en calle Belgrano y Humberto Primo (hoy Hipólito Irigoyen), estaba el cruce del paso a nivel con el Camino al matadero, del que hoy queda solo el recuerdo por el espacio a los lados de la avenida y los rieles que a veces asoman debajo del asfalto.

        Vale decir que en un plano de catastro de 1870 la mayor parte de esa zona de Ciudadela Norte, Villa Hipódromo y Piquete y Las Flores era propiedad de Tomás Puig. Se desprende del mismo plano que una parte, aparentemente recostada sobre lo que sería el Camino Nogueras, sería en orden de sur a norte, correspondiente a sectores de terrenos cuyos propietarios eran Ramón Dios, Perazzo, M Coll y Roldán.

       Justamente, en ese viejo plano de 1870, como en otros posteriores, aparece una importante laguna en el cuadrante noreste donde está el cruce con las vías del ferrocarril y Blas Parera, frente al hipódromo. El bajo cubierto de agua se representa aproximadamente entre las calles de hoy Ricardo Aldao, Gaboto, Hernandarias y Blas Parera. Esa laguna estaba en los terrenos que pasaron luego de Puig a nombre de “Dr. Furno”, en su parte norte, con un camino de acceso a la laguna desde el Camino Nogueras en lo que hoy sería calle J. P. López, mientras que la parte sur correspondía a Francisco Andernos, según un plano de 1913.

        En esa misma representación cartográfica de 1913 se define ya bien con su traza ambos caminos, Blas Parera al oeste y Camino Nogueras al este. También ya figura la vía del Ferrocarril Santa Fe, en su ramal hacia San Cristóbal. A ello se suma un apellido que se recuerda, con su gran quinta recostada a lo largo de gran parte de lo que es hoy avenida Peñaloza, la quinta de Juan Parma. Este terreno, extrapolando los planos, parece haber comprendido desde Casanello hasta Huergo, con el límite oeste de esta gran quinta por calle Lamadrid.

      Para 1930 los terrenos fueron cambiando de mano, subdividiéndose en parcelas cada vez más reducidas. Por ejemplo, lo que es hoy el sector oeste de Villa Hipódromo, y que incluía la mencionada laguna, estaba a nombre de Francisco Zuviría. Los terrenos hacia el este de lo que hoy es Lamadrid, hasta llegar a Camino Nogueras, eran de unos hermanos de apellido Fontana, que se extendían de norte a sur desde J.P. López hasta Lavaisse aproximadamente. Esta familia tuvo por muchos años un almacén, tipo “ramos generales”, sobre Peñaloza, entre Pedro de Vega y Ricardo Aldao. Esta calle, Aldao, desde Peñaloza hacia el este era sólo un callejón, conocido como “El Colorado”.

        Figura más al sur todavía una fracción lindante con el Camino Nogueras parte de la gran propiedad de Parma, ahora a nombre de Benito Parma. Sobre el lado de Blas Parera se parcelan dos grandes terrenos entre Gorostiaga, las vías del FFCC y calle Llerena de hoy, a nombre de Martínez, Undiner y Benito Peña respectivamente.

        Todos estos parcelamientos, de la mano del avance del tiempo, dan cuenta tanto de la subdivisión de las tierras como así también del incipiente comienzo del loteo para la ocupación del espacio con viviendas, y ya no con actividades relacionadas a las quintas o los hornos de ladrillos. Justamente, en el extremo norte del barrio tratado, en lo que corresponde al sector de Piquete y Las Flores, aparecen para 1930 el primer damero de manzanas trazadas con la apertura de calles. El predio loteado, a nombre de Pividori, supera hacia el norte a Estanislao Zeballos (barrio San Martín), mientras que al sur las calles quedan abiertas a los baldíos a la altura de calle Hernandarias. Estas pocas manzanas se describen desde Blas Parera hasta una diagonal que cortaba aproximadamente con la línea de calle Gaboto, por lo que se deduce que más allá de otras viviendas y cascos de quintas, éste sector noreste fue el primero urbanizado de la gran barriada. Se desprende de este último dato que el bajo antes referido ubicado en esa zona debe haber sido cubierto, como era de costumbre, con basura para hacer el relleno y luego tierra para cubrir y utilizar los terrenos.

      Para 1935 hay una incipiente ocupación trasversal del barrio con sentido este/oeste por el eje medular que traza Estanislao Zeballos, que había sido pavimentado poco tiempo antes. De esta manera, en un plano de ese año impreso por la “Librería San Martín”, el damero de manzanas abarcaba también hasta casi Casanello, con el pasaje Boedo trazado. Sin embargo, subsiste el gran predio al este, a nombre “Herederos de Fontana”. Era un tiempo en el que el “Límite Norte de la Planta Urbana”, estaba marcado por calle Derqui, al sur de Ciudadela Norte. Vale destacar que en el referido plano de 1935 ya figura el óvalo del Hipódromo Las Flores, mientras que el plano de 1930 la pista hípica aparecía en su ubicación de barrio Belgrano.

        Más cerca en el tiempo, año 1946, la representación en planos de los barrios Ciudadela Norte, Villa Hipódromo y Piquete y Las Flores, no había cambiado demasiado, más allá de las manzanas urbanizadas en el sector norte aledañas a Estanislao Zeballos. El gran terreno de los Fontana paso a propiedad de Elisa Gaudino, al sur del cual se extendía como una calle ciega desde Camino Nogueras hacia el este Gorostiaga. Esta arteria, con el tiempo, se transformó en la principal vinculación entre ambas avenidas al este y oeste, y corazón del barrio Villa Hipódromo.

Ciudadela Norte y Villa Hipódromo

      Con el paso de los años, los espacios otrora campo de quintas, o bajos y hasta cavas de hornos de ladrillos, se fueron ocupando. En tal sentido se puede caracterizar que las avenidas a los flancos, en especial Blas Parera o “El camino pavimentado a San Justo” (Ruta Nacional N° 11) fueron el elementos dinamizadores del establecimiento de viviendas y comercios frentistas con estas arterias. En la parte sur, al avance con el polo irradiante de Ciudadela hacia Ciudadela Norte, y lo abordado en barrio Schneider y la comunidad de Lourdes, hizo que a uno y otro lado de la vía del FFCC se fueran completando los espacios con viviendas, con apertura de calles, la mayoría de ellas sin paso sobre los rieles.

     No obstante, en sector medio, correspondiente a lo que se denomina Villa Hipódromo, tuvo su evolución vinculada también a la cancha de caballos que le dio nombre. Como en “Villa del Parque”, en la que era la “villa miseria” (sic) aledaña al Parque Garay, “Villa Hipódromo” cargó con el mismo mote por el origen muy humilde de sus primeros moradores.

       En el programa “Alma de Barrio”, emitido por Radio LT10 a partir de 2002, alguna vez se recordaba cómo surgió y creció Villa Hipódromo. Al respecto, se citaban los recuerdos de algunos vecinos memoriosos que rememoraban para el espacio radial que la zona antes era propiedad de unas pocas familias. La mayor parte de las tierras estaban en manos de la citada familia Parma, que tenía una especie de casa de fin de semana en el gran predio de la propiedad. Según relataban para el espacio radiofónico “Esta casa de los Parma tenía grandes dimensiones y comodidades con muebles lujosos”.

        Por otro lado, aproximadamente a la altura de Peñaloza al 5700, es decir en calle Ruperto Godoy, el extremo sur del barrio, vivía un señor de apellido Lombardi que se dedicaba a fabricar ladrillos. De aquellos hornos de ladrillos de Lombardi quedaron algunas cavas, y también una construcción muy antigua en pié por muchos años a la vera del viejo Camino Nogueras, y que aparentemente corresponde a una precaria vivienda sobre Peñaloza, entre Godoy y Huergo, vereda oeste.

      Al igual que la mayoría de los barrios del norte de la ciudad, Ciudadela Norte fue también zona de quintas. Los vecinos de la barriada recordaban para “Alma de Barrio” a un quintero importante de apellido Cristante. Como en otros espacios abiertos de antaño no faltaba el vecino proveedor de leche, antes de la llegada de la leche pasteurizada y embotellada. En la zona que ocupa hoy el caserío de Villa Hipódromo, al este de Blas Parera cerca de Gorostiaga, al parecer allí había un pequeño un tambo, el de don Alfonso. Dicen que don Alfonso pastoreaba sus lecheras en el barrio, y en un carro tirado por caballos, vendía de los tachos de aluminio la leche fresca, recién ordeñada a los primeros vecinos de Ciudadela Norte, con el recordado jarro que colectaba el blanco líquido a los hervidores, o las ollas, de las vecinas paradas al pie del carro.

      En la parte  norte de Ciudadela Norte, y al sur de lo que es Piquete y Las Flores, allá por los ’40 había muchos terrenos sin trabajar cubiertos por pastos altos y garabatos. En lo que hoy corresponde al sector de Villa Hipódromo había algunos ocasionales hornos de ladrillos, informales que tomaban parte del predio descampado y sin uso para esta actividad marginal y de supervivencia. Como en otros lugares, una vez utilizada la tierra cercana, y en especial desalojados por las autoridades o los propietarios, estos vecinos nómades a veces emigraban hacia otro lugar, casi siempre más al norte o al oeste de la ciudad. Otros, los que fueron forjando la presencia en Villa Hipódromo con los vecinos ya afincados, se quedaron y tomaron como modo de vida otros trabajos, “changas”, como peones de albañiles, o en las actividades generadas y relacionadas al hipódromo.

      Justamente, otra de las características distintivas de Ciudadela Norte, y en especial de Villa Hipódromo y el sur de Piquete y Las Flores, fueron los studs de caballos de carrera. La ubicación cercana, al otro lado de Blas Parera, del Hipódromo de Las Flores, hizo que llegaran a funcionar en el barrio en la época de esplendor del derby local unos seis studs de caballos “pura sangre” que corrían “adentro”, como se menciona en la jerga burrera en diferenciación de las carreras tipo “cuadreras”.

      Dentro de Villa Hipódromo había otra quinta grande, la que estaba a la vera del antiguo callejón “El Colorado”, sendero que terminó por establecerse como la calle Ricardo Aldao de hoy. Para el citado espacio radial de LT10 rememoraban los vecinos que esos terrenos estaban dedicados a la producción de verduras y hortalizas, y que  pertenecían a un señor de apellido Esperancín, siempre allá por los ‘40.

      Un poco más adelante en la historia, y sobre cómo fue poblándose la parte central de la amplia barriada, aproximadamente a principios de los ’50, según relatos a partir de  1952, los propietarios de la mayor parte de las tierras de Ciudadela Norte, la familia Parma, decidió lotear y vender los terrenos. Como fue antes mencionado, este amplio predio tenía por límites a Peñaloza por este, a Lamadrid por el oeste, y se extendía de norte a sur prácticamente desde Casanello hasta Huergo. Según los relatos, para concretar las operaciones los Parma contrataron a la empresa de Francisco Bobbio SRL que loteó y vendió en cuotas los terrenos.

Vecinal Ciudadela Norte
Copa de Leche Vecinal Ciudadela Norte

            En la estación universitaria, en 2004 el programa “Alma de Barrio” relataba al aire lo mencionado por los vecinos: “A partir de 1952 entonces, se fueron instalando familias en el barrio, y el loteo trajo la urbanización con la apertura paulatina de calles. Como muchos de los barrios del norte, en los comienzos –y ahora también– las necesidades fueron muchas. La falta de luz eléctrica, agua potable y otras mejoras hizo que los vecinos formaran en 1960 la vecinal Ciudadela Norte. Una de las primeras gestiones que realizaron fue contar con tendido eléctrico para los domicilios y para el alumbrado de las calles, servicio que se hacía allá por los 60 con faroles. Esta falta de electricidad hacía también que la extracción de agua se tuviera que hacer a mano. En 1965 la vecinal compró el actual predio que ocupa la entidad en Gorostiaga al 3900”.

        En los barrios siempre se recuerdan algunos comercios destacados en la memoria de la vecina. Uno de esos lugares recordados, no solo por los vecinos, fue el Bar de Don Otto, en la esquina de Blas Parera y Gorostiaga, al sureste de donde hoy se encuentra el Centro de Salud. Este lugar fue muchas veces confundido en cuanto a su propiedad, la que erróneamente se le asignaba a Otto Schneider por la proximidad del Cervecería, al otro lado de Blas Parera. Según lo desarrollado por Luciano Alonso y su equipo de investigación el libro que lleva el nombre del cervecero, “En avenida Blas Parera y cerca del actual Hipódromo se abrió el ‘Recreo Don Gustavo’, de Gustavo Dempke, con amplios jardines y un laberinto de ligustros. Para ese momento Otto Schneider ya había habilitado su propio ‘Recreo’ sobre la misma avenida, del que nos ocuparemos en detalle. Como el local de Dempke luego fue alquilado por Otto Lindermann y recibió el nombre de ‘Don Otto’, muchas veces se lo confunde en los recuerdos locales con el ‘Recreo Schneider’ que estaba a escasas cuadras”. La fachada y parte de esta construcción permanece en la margen este de Blas Parera al 6100.

       En la otra avenida que hace de límite por el naciente del barrio se ubicaba otro comercio recordado. En este caso se trataba del almacén de ramos generales de Fontana sobre el camino Nogueras. Los Fontana fueron quienes en su momento adquirieron una gran parte de la otrora propiedad de Parma, en especial con algunas cuadras de largo sobre lo que es Avenida Peñaloza. Allí, entre Pedro de Vega y Ricardo Aldao (antes conocido como callejón “El Colorado”), para el inicio de la segunda década del tercer milenio parte de la construcción del almacén de ramos generales de Fontana se sostenía en pie. Se destaca esta propiedad por su retiro de la línea de edificación, lo que presupone que ese espacio vacante fue en otro tiempo lugar para apearse del caballo, o de sulkys o volantas, de parroquianos y clientes que llegaban al almacén donde todo se conseguía.

        De regreso al corazón del barrio Villa Hipódromo, y mucho más cerca en el tiempo, al segundo período de gobierno luego de la vuelta de la Democracia en 1983, se recuerda un dato curioso, se diría en publicaciones como “de color”. En 2006, para el programa radial “Alma de Barrio”, los vecinos que se afincaron allá por fines de los ’80 recordaban cómo surgió el nombre de un pasaje del barrio. Una denominación no establecida por ordenanza sino por un curioso episodio. Ese nombre de la calle tampoco se encuentra  inscripto en catastro de la municipalidad, pero si está marcado en la gente del barrio cuando dice: “Si… vaya por allá, por el Pasaje Reviglio”.

       En realidad en los planos ésta cortada figura como “Pasaje General Iriarte”. El nombre popular deviene de una visita que hizo al barrio el entonces Gobernador de la Provincia Víctor Félix, “El Chajá”, Reviglio. Según cuentan los vecinos algunos que deseaban instalarse en el lugar le preguntaron cómo podían hacer para obtener algunos de los terrenos fiscales que se otorgaban para levantar sus precarias moradas. Al parecer, en esa recorrida por Villa Hipódromo, “El Chajá” Reviglio les dijo, señalando con su índice: “Y… muchachos construyan por ahí…”. Por esa decisión gubernamental, muchos vecinos del barrio denominaron popularmente a la calle con el nombre de “Pasaje Reviglio”.

Piquete y Las Flores

     Más hacia el norte, la fisonomía del barrio comprendido en la jurisdicción de Piquete y Las Flores comparte la misma característica de Villa Hipódromo en sus comienzo por la ocupación del espacio. Como fuera referido antes, la urbanización de la zona comenzó por este sector norte, en virtud del adelanto que irradiaba la pavimentación de calle Estanislao Zeballos, allá por mediados de la década de 1930, cuando era de doble mano y la vinculación de Don Bosco hacia el oeste.

      La historia de los barrios más antiguos de la ciudad, de los ubicados en torno del casco fundacional (o refundacional) de la ciudad tienen su relato mayoritariamente tratado por historiadores, desde diferentes perspectivas, pero han sido estudiados y sobre ellos se puede abrevar en distintos tipos de soportes de contenidos. Estos barrios son aquellos ubicados entre bulevares, o alrededor de ellos. Sin embargo, al adentrarse en las barriadas nacidas más recientes en el devenir de la ciudad, en pocas –y loables– ocasiones se encuentran sistematizadas y fundadas investigaciones históricas.

       Piquete y Las Flores, como en general los barrios del norte y noroeste de Santa Fe tienen en algunas publicaciones de entidades e instituciones, y en medios, datos de sus historias. Pero donde sobrevive esa trazabilidad hacia el pasado es en la tradición oral, en el relato de los vecinos más antiguos de cada barriada. En los recuerdos, la memoria urbana, se sostiene entonces la posibilidad de reconstruir el pasado, la idiosincrasia, el origen y crecimiento de cada espacio identitario de la ciudad.

      El nombre del barrio deviene, según la tradición oral de los vecinos más antiguos de un acontecimiento de la década de 1930 y de la fisonomía de algunos predios de la zona. Al parecer, el nombre “Piquete” deviene de una fuerte rebelión policial que tuvo su epicentro justamente en la comisaría de la zona, a cargo en ese momento del comisario Domingo Arghinchona. La otra parte, contradictoria si se quiere, de “y Las Flores”, no es por la Estación Las Flores del ferrocarril que estaba bastante más al norte, sino más bien por la presencia de algunas plantaciones de flores en partes no loteadas de las quintas, que seguramente eran destinadas al Cementerio Municipal de barrio San Pantaleón (Barranquitas).

     En relación con los relatos en los medios, el ya citado programa “Alma de Barrio”, producido por Fernando Pais en LT 10 Radio Universidad, como otros tantos espacios, ha recorrido esa memoria en el relato de la genta más antigua de cada lugar. Así, en Piquete y Las Flores, el programa radial visitó la zona en 2006, cuando entrevistó a don Tata Modolé, un vecino de calle Estrada al 6500, que se afincó allí a comienzos de los años ’60.

      El especio reprodujo las palabras de Modolé, al recordar que “El barrio era un lugar de cavas, por los hornos de ladrillo, poblado en su gran mayoría por vecinos que trabajaban en el hipódromo o en los studs del lugar (lugares dedicados al cuidado y preparación de los caballos de carrera). Justamente, uno de los motores que favorecieron el poblamiento del barrio fue el polo de actividad generada por las carreras de caballos, que entre los años ’40 y los ’80 tuvieron sus años de mayor desarrollo. Pero también se tenía como fuente de trabajo a las quintas cercanas, especialmente al norte de Estanislao Zeballos, dado que como se ha visto a lo largo del crecimiento de la trama urbana, el poblamiento con casas y la urbanización desplaza otras actividades productivas y usos del espacio.

     Sin embargo, a los dispersos ranchos que había, y a las primeras casas de material, algunas de ellas con boxes para los “pura sangre” en los patios, se fueron sumando nuevos vecinos, trabajadores también, pero con otros empleos. Algunos de esos vecinos eran metalúrgicos, otros obreros de la construcción, también los había empleados municipales, como el caso del Tata Modolé.

      Un apartado especial requiere el mencionar a los varios cuidadores de caballos que hubo en Piquete y Las Flores. Entre ellos algunos recordaban a Motta, que estaba en Estrada cerca de J.P. López, y otro de los tantos studs fue el de Mirón, que se ubicaba en Castelli cerca de Aguado.

       En “Alma de Barrio” también se mencionaba que no solo caballos había en la barriada de Piquete y Las Flores, también estaba por ejemplo un vecino, conocido por todos como “Don Piotto”, que paraba todos los días su carrito de verduras en alguna esquina del barrio para que las amas de casa se acercaran a comprar las verduras del puchero, allá por la década de 1960. Había además un comercio recordado, el que estaba sobre Estanislao Zeballos, cerca de Blas Parera. Era un almacén de ramos generales, con despacho de bebida, que allá por los ’60 se lo llamaba simplemente “El Almacén de Don Domingo”.

      Vale decir que la entidad educativa primaria a la que asisten los niños y niñas del barrio es la Escuela N° 6385 “Adelia Di Carlo”, sobre Zeballos y Blas Parera, entidad creada en 1953, que será abordada en la historia del Barrio San Martín, y que lleva el nombre de esta escritora y periodista ligada al movimiento feminista de la primera mitad del siglo XX. Pero los primeros chicos del barrio asistieron a la original escuelita “San Martín”, que antes de su actual ubicación en Espora y Boneo (pleno Barrio San Martín), ocupaba una vieja casa de Castelli y Aguado (dentro de Piquete y Las Flores). Modolé recordaba para “Alma de Barrio” que esa primera sede de la Escuela San Martín era una vivienda tipo “casa de campo de antes, con techos y aberturas altas”. Pero la vieja casa terminó por ser inadecuada e insuficiente para la cantidad de alumnos, así fue que se construyó la nueva escuela San Martín, esto en los primeros años de la década del ’70, pero en el barrio ubicado al norte de Estanislao Zeballos.

     En la zona de Piquete y Las Flores hubo bailes, como en todos los barrios. Al parecer, allá por los años ’70, eran dos lugares los convocantes para las reuniones danzantes. Uno se ubicaba en la sede de la vecinal, sobre Estanislao Zeballos al 4500, el otro, estaba un poco más al norte, en el Club San Martín, en el barrio del mismo nombre. Recuerdan memoriosos concurrentes a los bailes de la vecinal que las reuniones se realizaban los viernes, casi siempre con grabaciones y un sonido que las reproducía, ya que en pocas ocasiones había orquestas o grupos en vivo. Eran bailes como los de antes, familiares, donde los muchachos se empilchaban con lo mejor que tenían, donde las chicas iban acompañadas de la mamá o la abuela, y las que eran mamás solas, con alguna amiga a las que les decían para salir a bailar el clásico “teneme el nene…”. Hubo en su momento también un Club Piquete Las Flores, pero desapareció y su predio fue adquirido por un particular que no dejó rastros de lo que fue la institución.

Tres barriadas, dos vecinales

            Como ya fue desarrollado, existen en el espacio jurisdiccional de las dos vecinales del lugar, Ciudadela Norte y Piquete y Las Flores, un tercer barrio intermedio, Villa Hipódromo. Y son las vecinales, entidades intermedias creadas por los moradores de las barriadas, las que muchas veces logran mediante gestiones, trabajo y militancia civil ciudadana mejoras para sus barrios. El caso de este capítulo no es diferente.

            La vecinal más antigua es la Asociación Vecinal Piquete y Las Flores, que se creó en el año 1948 gracias a la iniciativa de un grupo de vecinos, aunque en otros registros aparece el 19 de mayo de 1946 como la fecha de formación. Sus límites son Estanislao Zeballos al norte, J.P. López al sur, al naciente Avenida Peñaloza y al poniente Avenida Blas Parera.

         El predio, ubicado en Estanislao Zeballos 4599 (esquina Europa), fue donado por uno vecino de lugar para la construcción del edificio. Las instalaciones en su momento contaban con diversos salones que en un tiempo sirvieron para hacer bailes populares. La entidad poseía en sus buenas épocas un escenario, frente a un gran patio donde se practicaba fútbol, entre otras actividades deportivas y recreativas, como así también un gimnasio donde hacían Educación Física alumnos de las escuelas N° 633 y la “Adelia Di Carlo”.

          Con respecto a los bailes populares que se realizaban en esta vecinal, se puede decir que los vecinos podían por lo menos un día en la semana divertirse en aquel lugar. Era común que alrededor de la pista de baile se ubicaran  las mesas y sillas, donde las personas se sentaban para descansar y tomar algún trago.

          En el Tercer Milenio, producto de algunos problemas de manejo de la entidad, la vecinal vivió una situación de acefalía y cierre, con la consecuencia más directa de la pérdida del predio y el edificio de Estanislao Zeballos y Europa. Luego de una intervención por parte de Asuntos Vecinales del municipio, en 2010, se restableció la vida institucional cuando en un acto realizado en el Club Sportivo Hernandarias asumió la presidencia de la vecinal Piquete y Las Flores, Diego Villarreal. Este ese club barrial en 2020 se asentaba la sede de la Vecinal Piquete y Las Flores.

ESTADO CALLE AGUADO - EL LITORAL 27-1-1971

         La otra vecinal es la correspondiente a Ciudadela Norte. En este caso su sede se ubica en calle Gorostiaga 3955, cerca de Avenida Peñaloza. Tiene como límites jurisdiccionales a las calles J.P. López al norte, al sur Ruperto Godoy, Avenida Vicente Peñaloza al este y al oeste Avenida Blas Parera. Surgió en década de 1960, y con altibajos en su vida institucional, superó una situación difícil en el inicio de los años de segunda década del tercer milenio, pero el compromiso de los vecinos logró rescatar la entidad y restablecer su edificio y servicios a la comunidad, como un anexo de la Escuela Primaria para Adultos “Pablo Ricchieri”, que funciona en la escuela del barrio “Raimundo Peña”.

     Sin poseer la fuente dinamizadora que conlleva el adelanto de la pavimentación de una calle neurálgica, como lo fue Estanislao Zeballos para Piquete y las Flores, encerrada entre las dos avenidas, y atravesada en diagonal por las vías de los trenes, el avance de las mejoras para Ciudadela Norte fue más lento. A ello se agregaban las condiciones de los terrenos que habían quedado en la zona, en especial en la parte norte de la vecinal, donde proliferaban las cavas y espartillos entre mucha maleza y hasta algunos “renuevos” (árboles pequeños que brotan luego de un desmonte si no se trabaja o mantiene la limpieza de un terreno).

              A fines de los ’50 ya el barrio contaba con varios vecinos, que movilizados, hacían escuchar sus reclamos por la falta de luz eléctrica e iluminación pública. Decía El Litoral en una nota de1959 que “Se trata del barrio Ciudadela Norte, desconocido para gran parte de nuestra población, quizás porque la vida del mismo ha transcurrido en las más absoluta oscuridad. Carece de suministro de energía eléctrica domiciliaria, y de alumbrado público a lo cual debemos agregar la falta de otros servicios indispensables…”, por supuesto entre ellos están la falta de agua potable de red y cloacas. Para ese tiempo el mismo medio destacaba que “Esta barriada nueva surgió no hace muchos años como consecuencia de un loteo de extensos terrenos ubicados al costado del camino Nogueras…”, y luego describía la ocupación del espacio por aquellos primeros años: “La única vía de acceso al barrio es la avenida López y Planes, puesto que hacia los otros costados aún no se ha hecho el trazado de calles, dándose el caso de que no hay acceso hacia el camino Blas Parera, a sólo 3 cuadras de distancia”, en este caso era por la barrera impuesta por las vías del ferrocarril. (El Litoral 20-10-1959)

            Pasados los años ’70 el sector boreal de Ciudadela Norte ya era conocido como “Villa Hipódromo”. En una de sus recorridas barriales el vespertino local ahondaba en descripciones que, puestas al canto, dan una ilustrada visión del barrio en esos años. Allá por 1976, infausto año de la vida nacional, El Litoral imprimía el viernes 2 de abril, a pocos días del Golpe Cívico-Militar, que “…a pocos pasos del hipódromo hay un barrio, enquistado en el corazón de una gran zona, conde sin fuera porque los cables del alumbrado público, las antenas de la televisión y la marcha de algún automóvil que se aventura por callejuelas intrincadas, se pensaría que típicos rancheríos de lejanos pueblos han sido trasplantados con pedazos de naturaleza. Claro que hay que poner un poco de imaginación: el río junto al cual suelen nacer abigarradas concentraciones de casitas humildes y, más aún miserables, es reemplazado por las cavas que, generosas, albergan el agua de lluvia y de improvisados desagües domiciliarios. El monte está suplantado por los yuyos, y los animales montaraces por infinidad de canes, en su mayoría famélicos, que no están los tiempos para alimentar con carne al más fiel amigo del hombre”. Luego, el medio continuaba con las desventuras de aquella humilde barriada, “Esto es en pocas palabras Villa Hipódromo –puntualizaba El Litoral- Su antesala, si se accede por calle Cassanello son dos grandes cavas: una de ellas, bordeada por plantas acuáticas y montones de residuos, se abre a la altura de calle Estrada; después, marchando por la primera de esas arterias, un hilo de aguas cenagosas, verdes, que despiden malos olores, se desliza por la cuneta. Más hacia el este, otra cava, enorme, con muchas viviendas que se asoman a su vera, con muchos árboles naciendo dentro de ella”.

      La crónica, ilustrada con piezas gráficas elocuentes, finalizaba como una premonición de lo que sería por muchos años el paisaje de Villa Hipódromo: “El panorama se completa con calles retorcidas, pasajes, caminitos que grandes y chicos han ido trazando con su constante paso. Falta agua corriente, hay que abrir calles y tapar esas cavas, que necesitarán de miles de camiones de tierra porque son profundas y de gran diámetro. En esa zona viven centenares de familias. Y como ocurre en los lugares menos favorecidos, multitud de chiquilines juegan despreocupadamente con esa inconciencia propia de la niñez, cuando no se piensa los avatares del futuro”. (El Litoral 2-4-1976)

     Como en otros espacios de la ciudad, las dificultades y los atrasos en la infraestructura urbana y sanitaria, de servicios, produce que la movilización de los vecinos se encauce en las vecinales. Esas necesidad provocan muchas veces que las instituciones civiles se fortalezcan y permanezcan en el tiempo, con más actividades para el vecindario, que en la mayoría de las ocasiones cubren los espacios vacíos dejados por la ausencia del Estado en sus diversos niveles.

Villa Hipodromo cava - El Litoral 2-4-1976

        Por ello Ciudadela Norte como vecinal no escapa a esta caracterización de las entidades barriales. Por ejemplo, para el inicio de la segunda década del siglo XXI, se ofrecen actividades recreativas y deportivas. Además, funciona una aula radia de nivel primario para adultos, que depende de la escuela primaria Raimundo Peña, ubicada en Villa Hipódromo.  

        Existe una relación institucional y territorial entre la vecinal Ciudadela Norte y el “otro” barrio que incluye en su jurisdicción. Por este motivo, como Villa Hipódromo no posee vecinal, se lo considera en las acciones vecinales de Ciudadela Norte. De esta manera, la vecinal de Ciudadela Norte forma parte de la Red Interinstitucional de Villa Hipódromo. Esta red asociativa de vecinales abarca además del barrio homónimo a Schneider, Ciudadela Sur y San Martín. Las distintas instituciones, vecinos y trabajadores  de estos barrios se complementan en acciones dentro de los campos sociales, culturales, educativos y también en los concernientes con la seguridad y la salud.

        Algunas de las actividades recreativas y de contención social institucionales y compartidas entre los barrios antes mencionados son la práctica de hockey mediante la Asociación Club de Hockey Solidario de Villa Hipódromo; la iniciativa “Juntos en la Plaza”, a través de la cual personas de todas las edades realizan murales y graffitis; el espacio  “Así Me Gusta” , el cual está coordinado con el Jardín de Infantes Nº 142, ubicado en Peñaloza y Pedro de Vega, en el acceso a barrio Villa Hipódromo y el Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) “Padre Cobo”.

solar municipal Villa Hipódromo
solar municipal Villa Hipódromo

       Ya en el tiempo más cercano, en Ciudadela Norte y en Villa Hipódromo, se han construido varios espacios para la práctica de deportes en forma pública y comunitaria. Como lo refiere un artículo de El Litoral de 2014,”Ciudadela Norte fue uno de los barrios beneficiados con la experiencia del presupuesto participativo –iniciativa propuesta por la Municipalidad en 2008 que permite la participación vecinal en la determinación de ciertos recursos asignados para el barrio desde el Estado local– En ese marco, en 2010 los vecinos eligieron la construcción de cuatro playones deportivos: uno en Lavaisse al 3800, otro en J. P. López al 4200, el tercero en Pasaje Santa Fe y Gorostiaga, y el cuarto en la cava interna de Gaboto y Gorostiaga”. (El Litoral 10/12/2014)

El Camino de (don) Nogueras

          En el libro “Ciudad y urbanización: problemas y potencialidades”, escrito por María Laura Bertuzzi y Julio Arroyo, se destaca sobre el proceso de modernización de la ciudad el medular papel que jugaron las corrientes inmigratorias, y en el ámbito de lo urbano, los caminos hacia el norte del casco fundacional que se abrían como ramas hacia el progreso. Justamente, los autores refieren que “Al promediar la década de 1880, varios hechos dieron por resultado la modernización urbana. El caudal inmigratorio produjo un quiebre en la tradicional sociedad santafesina, y se hizo evidente en el límite urbano que significaba la calle Mendoza, divisoria virtual entre la ‘ciudad vieja’ al sur y la ‘ciudad nueva’ al norte”. Bien, ya en ese tiempo, la presencia de vinculaciones con la zona rural, despoblada del norte, y de allí hacia las otras localidades, se daba por los “caminos”, tal como se los mencionaba por aquel tiempo. Entre esos caminos aparece el Camino Nogueras, mencionado ya a fines del siglo XIX. Dice la publicación que en el plano realizado por el agrimensor B. N. del Llano en 1884 aparecen los caminos de acceso, que se detallan que eran: “Camino de Nogueras (hoy Avda. López y Planes), Camino Público (hoy Avda. Facundo Zuviría), Camino Ascochingas (hoy Avda. Aristóbulo del Valle) y Camino de Guadalupe (hoy Avda. Gral. Paz)”. Cabe consignar que para ese momento, según los datos expuestos en el mismo trabajo, la ciudad contaba en 1887 con 15.099 habitantes, “de los cuales 13.603 eran habitantes urbanos y 413 de los suburbios”.

          Lo cierto es que el Camino Nogueras, o “a lo de Nogueras”, en realidad comenzaba más al sur de la barriada en estudio. Según los relatos el camino se iniciaba aproximadamente en la zona de la Escuela Beleno, es de decir por calle Saavedra hacia el norte, luego bordeando por este al predio de la Sociedad Rural, seguía como derrotero por la mencionada avenida López y Planes, para luego continuar por donde hoy está avenida Peñaloza. Incluso en algunos planos antiguos de la ciudad, de 1930 hacia atrás, su trazado figura en algunos como “Camino López y Planes”, mucho más allá de donde termina esa avenida y comienza Peñaloza. Sin embargo, en un plano de 1942 aparece como “Camino Nogueras”. El nombre del camino surge a partir de un campo, de Nogueras, que estaba ya fuera del ejido urbano, ubicado aproximadamente entre Monte Vera y Recreo Sur.

          En la barriada, el Camino Nogueras fue el derrotero de un humilde vecino que vivía en la zona de Callejón El Colorado, es decir en lo que es Peñaloza y Ricardo Aldao. Dicen que este hombre iba y venía con su carro tirado por caballos al centro de la ciudad a recolectar entre los despojos de los más pudientes algo de chatarra para su acopio en el callejón. Por ese ir y venir de chatarrero, un “ciruja” de estos tiempos, también le quedó el mote de Don Nogueras, por el camino que usaba. 

Centro de Salud Villa Hipódromo

Centro de Salud

        La amplia barriada bajo estudio cuenta con varias entidades, algunas dependientes de Estado en alguno de sus niveles, y otras gestionadas por la sociedad civil. Entre las más destacadas aparecen, por su importancia para estos barrios, es el Centro de Salud “Villa Hipódromo”.

         El nuevo edificio de este centro de atención primaria de la salud fue inaugurado por el gobierno de la Provincia el 28 de noviembre del año 2007. La construcción está ubicada en Avenida Blas Parera 6110. Se trata de un establecimiento de diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Para el año 2020 contaba con los servicios sanitarios de clínica médica, enfermería, ginecología, obstetricia, inmunizaciones, medicina general, medicina de familia, odontología, pediatría y psicología.

             Los ambientes del efector  están totalmente climatizados y cuentan con equipos nuevos, “tanto en los distintos consultorios como en los sectores de enfermería, farmacia, sala de reunión, office de enfermería y sala de espera, a la que se le incorporó, además, un televisor”, tal como lo mencionaba la página oficial del gobierno de la Provincia al momento de su inauguración.

Instituciones y acciones solidarias

Abuelos creativos y solidarios

        En la zona del Barrio Piquete y Las Flores, en Estanislao Zeballos 4541, se creó en 2003 la Asociación Civil “Abuelos Creativos en Colores”. Este espacio de expresión y creatividad tiene por protagonista al adulto mayor, bajo el eslogan. “La creatividad es la capacidad de crear, de producir cosas nuevas y valiosas”.

        En un informe producido para el programa “Alma de Barrio” de LT10 en 2010 se mencionaba por los micrófonos de la radio universitaria que “Allí, se trabaja en talleres para montar un espectáculo musical en su integridad. Desde la elección de la música de distintos géneros y estilos, la creación de las letras de las canciones con el posterior ensayo y grabación en estudio, el armado y el ensayo de baile, las coreografías y el movimiento corporal, el diseño y la elaboración del vestuario, la construcción de los accesorios, hasta su difusión y puesta en escena en los más diversos escenarios”.

        En esta iniciativa de Adultos Mayores se destacaba que en 2003 comenzaron las actividades “…con un reducido grupo de adultos mayores…” que fue creciendo en cantidad y propuestas con el correr de los años. Se decía en 2010 que contaban con unos  cuarenta integrantes, de 60 a 87 años de edad, que según refería el espacio radial, “se divierte en cada reunión, que hace cantar a la gente, incluso emocionar. Que transforma este pasatiempo en vocación y sabe llevar mucha alegría a otras personas”.

     Los “Abuelos Creativos en Colores” se presentaban con un espectáculo, de 30 minutos a dos horas de duración, según las circunstancias y con un repertorio adaptado de acuerdo al público. Así, el grupo recorrió escuelas primarias y secundarias, jardines de infantes, centros de jubilados, clubes, entidades benéficas, salas culturales y todo tipo de eventos, siempre de manera desinteresada y solidaria. (Alma de Barrio – LT10 AM 1020 – Julio 2010).

Fe y solidaridad

         El “Centro Comunitario Corazón de Jesús” es una Asociación Civil que surgió en el año 1982 y se emplaza sobre calle J. P. López al 4230, en el límite Piquete y Las Flores con Villa Hipódromo. En esta ONG cuenta con un comedor, copa de leche, entrega de viandas, clases de apoyo y juegos didácticos para niños, niñas y adolescentes, como así también talleres de costura, tango, folclore, gimnasia, entre otras actividades para adultos y personas de la tercera edad, quienes además pueden acceder a un centro de alfabetización para abuelos. A su vez, la Asociación Civil brinda servicios para el barrio de limpieza y desmalezamiento y cuenta con una enfermería.

        El trabajo diario de este Centro Comunitario es de doce horas, con el esfuerzo permanente de trece personas y la colaboración de varios comercios y vecinos del barrio. Hubo en algunos años ayuda económica por parte de la Provincia y la Municipalidad, pero ese apoyo no siempre fue continuo. Para el año 2020 asistían más de 400 personas al comedor y a la copa de leche de “Corazón de Jesús”, algunas de las cuales provenían de zonas aledañas como el barrio Villa Hipódromo, donde antes había un comedor y que tras cerrar hizo que la gente recurriera a la ONG de Piquete y Las Flores.

     La historia cuenta que Dora Toledo, oriunda de Misiones, al llegar a Santa Fe al inicio de los ‘80 se puso al hombro este proyecto solidario para ayudar a los vecinos más necesitados del barrio y de las zonas aledañas. Es así que Dora cedió la mitad de su propiedad, lo que junto con la donación de la mitad del terreno del hogar de quien era el coordinador en los comienzos de la ONG, se logró construir y concretar lo que luego sería el espacio de esta entidad.

      Antes de entrar a la institución, en el cartel de ingreso, se puede ver una imagen del “Sagrado Corazón de Jesús” que también se encuentra en una de las paredes internas de la institución. “Me gusta ayudar y me siento guiada por Jesús, me invita a seguir con mi gesto. Desde muy joven llevo a cabo estos emprendimientos y me dan alegría y gratificaciones a pesar de los tropiezos”, dijo Dora para el diario UNO de Santa Fe en una nota publicada en septiembre de 2014. (UNO Santa Fe – 10/9/2014)

Dora Toledo

 

Después del fútbol, la merienda solidaria

        En una barriada con muchas necesidades no es extraño que surjan vecinos con motivaciones de ayudar a los demás desde sus conocimientos, desde su experiencia de vida o profesión. Este también es el caso de la “Asociación Civil Mis Nenitos”, del barrio Villa Hipódromo. Esta institución solidaria, de contención social y alimentaria, trabaja diariamente con las personas más necesitadas. Está ubicada en un pasillo sobre calle J. P. López 4230. Esta ONG nació en el año 2011, como una copa de leche, y luego en 2014, se sumó también el fútbol solidario. Al año 2020 ayudaban a más de 300 chicos y adultos del lugar. Juan Alberto Carrera, tesorero de “Mis Nenitos” es además el coordinador de las actividades deportivas, quien trabaja junto a su esposa Pilar González.

      Pero el esfuerzo que desarrollan depende también de la colaboración y donación de los vecinos. Cuenta con una panificación propia, para venta callejera que hace Juan en su bicicleta y con la que recorre toda la ciudad. Para obtener algunos recursos que los ayuden a sostener la ONG, y poder comprar las garrafas y los alimentos necesarios para las meriendas solidarias, venden los productos panificados a través de la red social Facebook. Este trabajo surgió para cubrir los fines de semana las necesidades alimentarias de los chicos, ya que los centros y comedores comunitarios del barrio sólo daban sus copas de leche o viandas de lunes a viernes.

        Con el tiempo decidieron ir más allá de darles a los chicos una taza de leche caliente y una factura dulce. Por ello iniciaron las prácticas de “Fútbol Solidario  Hipódromo-Las Flores”. Así, luego de la práctica deportiva se brinda a los niños y niñas la copa de leche de las nueve distintas categorías que pudieron inscribirlas en la Liga Barrial Infantil. Pero también se suman los adultos, porque chicos necesitados de familias con problemas sociales tienen por seguro padres y madres en las mismas condiciones, así que para ellos también hay los fines de semana una merienda. Por su parte, los papás comparten el predio del playón deportivo y la “canchita” contigua para también hacer prácticas de fútbol.

      “No damos lo que nos sobra, sino lo que tenemos”, decía Juan en una entrevista radial realizada por “Alma de Barrio”. Los aportes de alimentos, de colaboración, son en la mayoría de las veces de vecinos con una condición humilde, tal como los benefactores de la asociación “Mis Nenitos”, enclavada en la calle que hace de límite entre Piquete y Las Flores y Villa Hipódromo. (Alma de Barrio – LT10 – 2/5/2020)

 

Manos que ayudan

            La inundación evitable de 2003 generó la movilización de la sociedad con sentido humanitario y solidario. Muchas personas comenzaron a ayudar, y luego de pasada la emergencia, en numerosos espacios de la ciudad germinaron de esas acciones solidarias instituciones comunitarias que perduraron en el tiempo. En Villa Hipódromo hay un ejemplo de este compromiso por ayuda en la “Asociación Civil Manos Solidarias”

          Esta entidad solidaria se encuentra Ángel Casanello 4235, en la propia vivienda de su referente principal, Carina González. Lo dicho, la ONG surgió para dar de comer a los niños que sufrían hambre como consecuencia de aquel 29 de abril de 2003, cuando el agua del Salado por la desidia de las autoridades del momento inundó un tercio de la ciudad. Es así como se concretó una olla popular entre los vecinos del barrio del noroeste de la ciudad que se autoconvocaron para pedir ayuda al Estado, específicamente al municipio de ese entonces, y a partir de allí su trabajo no cesó.

     Recién en 2004 “Manos Solidarias” se constituyó legalmente como ONG al conseguir su personería jurídica. Su trabajo se articula además con centros de salud cercanos, jardines y otras instituciones barriales de Villa Hipódromo. Uno de los objetivos de la entidad es alimentar a los niños y a las personas necesitadas sin desvincularlos de sus familias, por ello decidieron entregar viandas en lugar de hacer que las personas vayan a un comedor. La acción solidaria se sustenta con la colaboración de vecinos y personas benefactoras que acercan donaciones para la copa de leche y las viandas. Pero además de comida, las donaciones de vestimenta y calzado permiten extender la ayuda con indumentaria para los más necesitados y vulnerables socialmente del barrio. Para el año 2020 ayudaban a más de 200 familias del barrio Villa Hipódromo, entre las que se encontraban muchos niños, ancianos y personas en situación de calle.

Historia Barrios Ciudadela Norte – Villa Hipódromo – Piquete y Las Flores

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