Estación Las Flores del Ferrocarril a las Colonias
En la ciudad de Santa Fe, la traza de las vías férreas dejó su marca urbana, en algunos casos como predios vacantes, en otros con trenes en circulación a mediados de la década de 2020. Para el caso de los ramales levantados, esos terrenos reutilizados o intrusados, tienen más allá de la tierra a las antiguas estaciones como mojones urbanos.
De esas estaciones, independientemente de los predios de las playas de maniobras o talleres, como “La Redonda” y “Santa Fe Cambios” (luego ambos parte del Parque Federal), o la Estación del FFCC Belgrano y su talleres, los antiguos talleres en las cercanías de la Terminal de Colectivos devenido como predio ferial municipal, el Mitre con el Centro Cultural del Birri y “La Baulera” cercana, todos estos puntos de la ciudad se configuran como un entramado que en el caso de las “estaciones” se destacan dos puntuales.
Estas estaciones justamente están relacionadas a la extensión de la ciudad hacia el norte cuando en la última parte del siglo XIX se conformaron como “colonias”. Es decir, Colonia Guadalupe, con su estación de ferrocarril Guadalupe, y la estación Las Flores, en el ferrocarril Santa Fe, o “a Las Colonias”, o “Francés” después, que se estableció en la “Colonia Piquete”, luego reconocida como “Piquete y Las Flores”.
La breve historia repasa que esta estación, mucho más que un apeadero, fue habilitada a fines del siglo XIX por el “Ferrocarril Provincial de Santa Fe”, en su ramal que iba hacia Las Colonias y que paulatinamente se extendió en sus primeros tiempos hasta San Cristóbal. La estación funcionaba como lugar de carga y descarga, incluso con vagones de hacienda que bajaban los animales a corrales cercanos relacionados con el antiguo y primer matadero.
Pero también la estación actuaba como lugar de tomar el tren para los pasajeros. Tanto para los santafesinos que viajaban a Las Colonias, como también para los primeros vecinos de “Piquete” que utilizaban el tren para llegar hasta la estación central ubicada a unos seis kilómetros de distancia en Belgrano y Humberto Primo, a metros de Plaza España.
La estación fue en su construcción sencilla, pero importante. Se ubicó en 1885 en lo que luego se conformó como la intersección de calles Ayacucho e Ignacio Crespo. Una de las características de esta estación, la última del ramal antes de alejarse de la ciudad y cruzar el río Salado, fue su ubicación aislada del “Camino Aguirre”, luego “Camino al Matadero”, por donde la gente se vinculaba hacia la ciudad poblada.
Justamente, muchos años después de su construcción, en 1926, el diario Santa Fe recuperaba el reclamo de los primeros vecinos de “Piquete” que medio publicaba “Para ponerla en comunicación con la parte Este, servida por el tranvía se hace necesario abrir un camino que lleve desde el general hasta la estación de referencia. Si es arteria se abre el beneficio será enorme y el crecimiento de la población resultará importante”. Acto seguido el diario menciona a uno de los propietarios de los terrenos entre las vías y lo que luego se conformó como Avenida Blas Parera: “Entendemos que algunos vecinos, como don Juan Pedrazzi y otros dejarán en sus propiedades el terreno necesario para calle. Faltaría solo que otros hagan lo mismo y la comuna autorice esa apertura con la cual beneficiarán a todos”. (Santa Fe – 17/9/1926)
Respecto del nombre de “Las Flores”, tanto para la estación como para luego el hipódromo, el barrio FONAVI de la zona, es dable recuperar lo mencionado por Miguel Ángel Dalla Fontana en su libro sobre Colonia Piquete que describe: “Según el testimonio de Benito Ángel Marchese que vivió buena parte de su vida en la Estanzuela de los Jesuitas y en barrio Del Tránsito, el topónimo de Las Flores tiene mucho que ver con el cultivo de flores en los campos de Bertona, Domingo y Juan Boasso, Difilippo y Mateo Arigoni, entre otros. Los productos del sembradío de flores de corte eran de distintas formas y tamaños como rosas, claveles, gladiolos, alelíes, crisantemos, flores destinadas, particularmente, para el Cementerio municipal”. («Ciudad invisible. Piquete Las Flores y sus barrios» – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2022)
La relación entre el campo y quinta de los Jesuitas en la zona cercana hacia el Salado, terrenos atravesados por el ferrocarril, tienen también una relación con la construcción de la Estación Las Flores y del apeadero cercano, a la altura del Km 7. Dice Dalla Fontana que “…la estación Las Flores fue el punto neurálgico, decisivo y crucial en la transformación de Piquete, junto con los intereses entretejidos de los grupos de inversión de la época. Pues bien, la construcción del otro apeadero que estaba ubicado en la Quinta de los Jesuitas, fue producto de la ‘compensación’ que recibió la orden por ceder parte de las tierras para el trazado de la línea del «Ferrocarril de Santa Fe a las Colonias»”.
Por su parte, el Colegio Inmaculada en la recuperación de su historia revela el acuerdo alcanzado en su momento por los Jesuitas con el Ferrocarril Santa Fe. Lo cita Dalla Fontana en su libro: “«En 1884, pero del lado norte tuvo el colegio que vender, toda una franja de cien de ancho por dos mil metros de largo. Recibió en compensación 600 pesos, comprometiéndose la empresa del Ferrocarril a poner junto a la Quinta de los Padres una estación o apeadero». «Aunque por el contrato hecho con la empresa del Ferrocarril, al venderse a ésta los terrenos por donde habría que pasar la vía, tenía ella que poner un apeadero en el Piquete, y parar siempre que hubiese viajeros que quisieran subir o bajar, fue menester que el gobierno urgiera esta obligación. Pero aun cuando existía el dicho apeadero, no pocos de los Padres del colegio como no pocos de los alumnos preferían ir en tranvía hasta el matadero, y desde esta al Piquete, ya en coche o a pie. Los trenes eran pocos y había que tomarlos en la estación Francesa, pero los tranvías eran frecuentes»”. (Historia del colegio de la Inmaculada. Tomo N.º Quinto. Capítulo XI “San José del Piquete”)
Por el lado de la mirada académica sobre la Estación Las Flores se ocupó la Universidad Nacional del Litoral por intermedio de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, junto al Colegio de Arquitectos, que produjeron el “Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Santa Fe”. En esa publicación se detalla que “La estación Las Flores puede remontarse a 1882 cuando el gobierno de Santa Fe emprende, mediante un contrato con la John Meiggs and Sons de Londres y un empréstito de la Casa Murieta, el trazado de las primeras líneas férreas de la región con el fin de comunicar las colonias agrícolas que ocupaban el centro–oeste de la provincia con el puerto de Santa Fe. Efectivamente, el tramo inicial de todo este trazado que originariamente se denominó ‘Ferrocarril Santa Fe a las Colonias’, fue el de Santa Fe a Esperanza, inaugurado el 1º de enero de 1885; este tenía como una de sus paradas intermedias a la estación Las Flores apenas cinco kilómetros de la terminal de Santa Fe”.
Más adelante el referido trabajo académico menciona que “Inicialmente el edificio de pasajeros contaba de un solo local, al que más tarde se le anexó una oficina, todo levantado con tabiques de madera; una cubierta de chapas onduladas a dos aguas se prolonga en una galería que cubre el andén, sostenida por columnas de madera. Más que una valoración arquitectónica intrínseca, resulta pertinente referir a este edificio en función de los valores de significación que, en general, plantean todos los rastros de instalaciones ferroviarias que subsisten en la ciudad como mudos y abandonados testimonios de aquella infraestructura económicas que tanta incidencia tuvo en el desarrollo de la región y que dejó huellas indelebles en la imagen urbana”. (Inventario: 200 obras del Patrimonio Arquitectónico de Santa Fe – U.N.L. – F.A.D.U. – Colegio de Arquitectos de Santa Fe – Fundación Centro Comercial. Santa Fe, 1993)
En el final del repaso de la historia olvidada de la Estación Las Flores del Ferrocarril Santa Fe en la zona de Barrio Acería es indispensable abrevar en el trabajo del historiador (y defensor de la memoria) de los rieles en Santa Fe: Andrés Andreis.
En su libro “El ferrocarril, lo que el tiempo no borró” este ferroviario describe con precisión que “La estación se halla ubicada en Gobernador Lehmann, entre Pavón y Larrea. Por aquellos años (1885) la circundaban inmensos campos que eran sembrados por colonos suizos-alemanes, arribados en las últimas décadas del siglo XIX. Además, la ganadería cobraba una importancia inusitada. Las autoridades ferroviarias luego de efectuados los estudios correspondientes deciden erigir la estación inmediatamente después de la fundación de la localidad cuyos pobladores y colonos se hallaban a poca distancia de la red del ferrocarril a Las Colonias”.
Luego Andrés Andreis especifica que “Construida en madera con techo a dos aguas, el servicio lo cubría primeramente el Jefe de estación y luego aumentado con la incorporación de ayudantes de estación para recepcionar los despachos de carga y en especial con la integración de los trenes de pasajeros que se dirigían a Rafaela y San Cristóbal. Ante el crecimiento del ganado vacuno –que llegó hacia finales de la década de 1920 a sumar 4.000 cabezas– se resuelve incorporar junto a la playa ferroviaria un amplio brete, convirtiéndose en su principal tráfico. A medida que las tierras se iban loteando y se formaba el núcleo urbano la importancia de la estación fue perdiendo sustento. A principios de 1960, se la transforma en embarcadero con parada trenes mixtos (pasajeros y carga), y de pasajeros, únicamente en casos eventuales de subir o descender los mismos”. (“El ferrocarril, lo que el tiempo no borró” – Andrés Andreis – Ediciones UNL – 2003)
Para el tercer milenio nada quedaba de las vías del ferrocarril a las Colonias, ni de la estación que se mantuvo con su construcción inhiesta hasta casi mediados de los años 1990 antes de quedar como parte del entramado de casas en terrenos antes ocupados por las vías, las locomotoras y los vagones.
De aquel pasado se avizoraba para mediados de la década del 2020 el borde de hormigón que marcaba el andén de la estación Las Flores, que paradójicamente se ubicaba del lado oeste de los rieles, a modo de evidenciar que era más importante como lugar de descarga de las formaciones que venían a Santa Fe más que las que partían.
Saben que número tenia la estación de las flores
Disculpe no entendemos la consulta.