El Norte Unido y sus barrios interiores
La dinámica de desarrollo del noroeste extremo de la ciudad, es decir de aquel espacio confinado entre el límite con Recreo al norte y el río Salado al oeste, describe en su crecimiento, en proceso para la segunda década del nuevo siglo, una relación directa con una serie de actividades de la economía, formal e informal.
Por el lado de lo formal La Tablada, la “Vieja” al oeste de la Circunvalación Oeste (RN 11) y la de la “nueva”, al este de la mencionada avenida hasta Blas Parera (antigua RN 11), tienen una vinculación directa con dos presencias productivas / comerciales. La primera con el Frigorífico Municipal, la segunda con el Nuevo Mercado de Abasto de la ciudad.
La primera Tablada, la “Vieja”, más antigua responde a la ubicación del matadero del municipio devenido en industria frigorífica, con una economía de subsistencia para sus pocos vecinos, afincados precariamente en ranchos sobre sectores sin urbanizar, entre senderos hasta llegar al Salado, o hasta ese límite norte que impone la extensión de calle Monseñor Rodríguez, arteria que a su vez define el comienzo, ya en jurisdicción de Recreo, del segundo barrio cerrado de Santa Fe, country “Los Molinos”.
Cabe recordar al respecto el primer barrio de Santa Fe, también fuera de los límites de la ciudad, fue el complejo “La Tatenguita”, a orillas de la autopista a Rosario en el norte de Santo Tomé.
La segunda Tablada, la “Nueva”, justamente relacionada a la jurisdicción de la Vecinal Norte Unido, responde a la dinámica de crecimiento impulsada por la instalación del Mercado de Abasto, el nuevo, aquel que funcionaba en Avenida Freyre, y que recién para inicios de los años ’80 comenzó a concretar su reinstalación justamente en la zona noroeste de la ciudad, antes de la construcción de la Circunvalación Oeste. En nuevo mercado fue ubicado en un predio cercano al Frigorífico Municipal, al oeste, sobre el mismo ingreso por avenida Teniente Loza, aquella de calzada de hormigón angosta que llevaba al nuevo matadero y que con los años tuvo su fronda de añejas tipas. Este polo atractivo de mano de obra barata, changarines para descargar camiones en puestos de verduras, y cargar camionetas de verduleros de la zona, hizo que la población buscara asentar cerca del mercado.
Luego llegaron los planes de viviendas, el primero en 2005 para los vecinos que debieron reubicarse luego de la tragedia evitable con la inundación de sus moradas por el Salado en 2003.
Divididas así, entre la antigua y la nueva, separadas luego por la Ruta Nacional N° 11, denominada en su tramo de autovía como Circunvalación Oeste, las dos Tabladas crecieron con dispar suerte e igual diferencia de servicios y desarrollo. La parte este, sobre la antigua traza nacional, en Blas Parera, lindante con Cabaña Leiva, tuvo los principales progresos dada la facilidad de una mayor conectividad por las dos avenidas que flanquean a la barriada, Loza (al sur), Monseñor Rodríguez (al norte).
En un presente que escribe el futuro, con algunas áreas vacantes de urbanizar importantes, la Tablada Nueva, o al revés para mejor decir, la Nueva Tablada, capta la instalación de construcciones relacionadas a los servicios esenciales del Estado, Educación y Salud. A la par que describe en los planes de viviendas su mayor rasgo distintivo, sin dejar de lado sectores de informal ocupación, o precaria, con casas e incluso cortes de rancho, pero con una perspectiva de mejorar que al oeste de la circunvalación parece más difícil de alcanzar.
En la nueva Tablada además del Mercado de Abasto se encuentra el camping del Centro Unión Empleados de Comercio de Santa Fe (CUEC), las escuelas Gálvez y Bicentenario de la Patria, el club Nuevo Horizonte, y como aspecto distintivo, una serie de urbanizaciones que cubren casi el resto de los espacios, salvo el campo abierto detrás del predio de CUEC sobre Teniente Loza.
Y lo dicho. La Vieja Tablada, aquella cercana al frigorífico municipal, y el “cementerio de autos”, depósito de automotores. Pero también lindante, con clubes hípicos de caballos de polo, y el barrio cerrado de Los Molinos. Y como contracara de una realidad social muy divergente, el rancherío de los ladrilleros, entre el predio del frigorífico y el río, o en la zona por excelencia de ladrillerías, enmarcada por el Salado, la calle Monseñor Rodríguez, los campos hípicos y el cementerio de autos. Toda una geografía de cavas, norias para el pisadero, secaderos y hornos de ladrillos, entre precarias viviendas y gente pobre. Todos ubicados fuera del anillo defensivo contra el Salado que representa la circunvalación como obra de protección hídrica.
Así las cosas, se podría decir que en la Tablada antigua perviven las ladrillerias de antaño, aquellas que fueron empujadas desde la altura del barrio Calcagno o Los Hornos, cada vez más al noroeste, hasta llegar al reducto de ese espacio de la ciudad, sin vecinal ni entidades, que sin embargo comparte la misma historia de antaño entre marginalidad y formas de vida de subsistencia. La Tablada vieja del frigorífico y luego de hornos de ladrillo, la Tablada nueva, del Mercado de Abasto y los planes de vivienda.
La tierra del lugar en pocas manos
Mientras más al oeste y norte de la ciudad se adentra Santa Fe mi Barrio se pueden ver cómo de las manos patricias del reparto de los “pagos de abajo”, a los que correspondía la zona al oeste del “Camino del Medio” (Facundo Zuviría), los nuevos propietarios de fines del siglo XIX fueron aquellos que parcelaron las tierras en las colonias de Guadalupe (al este) y de Piquete (al oeste).
De aquella división, por ejemplo, se sostuvo por muchos años el predio de la chacra de Luciano Leiva, hijo de don Manuel Leiva (convencional constituyente por Santa Fe en 1853) y que tuviera su “Cabaña” a la vera de la luego avenida Monseñor Rodríguez. De hecho, para 2023, quedaba como vestigio de aquella propiedad prácticamente la misma dimensión en hectáreas del predio original, y la frondosa arboleda en Monseñor Rodríguez y Colombia, pero del lado de Recreo, de lo que fue es “casco” de la Cabaña de Leiva.
Pero puestos sobre los planos antiguos de la ciudad, uno de los primeros con detalles de los propietarios de la zona se ubica en 1903, del trabajo de Chapeaurouge, en el que se delinea con precisión la división entre el campo de Luciano Leiva, con su “cabaña” incluso dibujada, de los terrenos al sur de la que luego se estableció como calle Monseñor Rodríguez. Así, en el sector norte de lo que luego fue la vecinal Norte Unido, sobre calle Rodríguez hasta calle Doldán, desde el entonces “Camino Aguirre”, se da cuenta de los terrenos del “Banco Agrícola” (donde en 2023 se ubica la Escuela Gálvez y el Club Nuevo Horizonte.
Luego, siempre entre Rodríguez y Doldán, aproximadamente desde Hermano Figueroa hasta Venezuela el campo de Diego Díaz. Luego se ubicaba una extensa lonja, desde Venezuela hasta la línea del telégrafo a Las Colonias, y coincidentemente el “Viejo Camino a Esperanza” que iba al puente Mihura, hasta allí, en lo que hoy sería aparentemente la Circunvalación Oeste, el terreno de Mariano López.
Hacia el suroeste de la barriada de Norte Unido, o La Nueva Tablada, en 1903 la mayor parte la ocupaba el terreno de la “Empresa Matadero”, relacionada al matadero ubicado más al sur. Quedaban por ese inicio del siglo pasado delimitados en la zona sureste del barrio, donde en 2023 se ubicaba el camping de los Empleados de Comercio, y hacia el oeste un gran predio sin urbanizar ni utilizar con actividades productivas, los terrenos de dos propietarios.
Es decir, en el paralelogramo que forman en la actualidad Blas Parera, Loza, Patricias Argentinas y Doldán se ubicaban los grandes lotes de “E. Sonnenkalb” y el otro de “Petrina y Lothringer”.
La siguiente serie analizada de planos para ese sector noroeste extremo de la ciudad se ubica temporalmente en 1935, cuando la propiedad de los terrenos quedaba reducidas a dos únicos titulares. Al este, con límites precisos en Loza, Blas Parera y Rodríguez, y aparentemente sobre calle Tobas, el campo de Juan P. Courault.
El otro, desde allí hasta el Camino Viejo a Esperanza (Circunvalación Oeste), el gran campo antes de la Empresa del Matadero pasaba a manos de la Municipalidad de Santa Fe. Esta parte de La Nueva Tablada contenía para 2023 tanto al Mercado de Abasto nuevo como a gran parte de los planes de vivienda realizados en el barrio.
El siguiente punto de análisis es 1946, cuando el plano de la ciudad de ese año a gatas llega a cubrir con su grafía esta zona extrema del ejido municipal. Así, solo puede visualizarse de aquel momento que las cosas parecían estar igual que once años antes, en 1935, con el terreno de Juan P. Courault delineado de manera similar, y al oeste de esta propiedad, el plano no continúa, pero se deduce que seguía en manos del Estado local.
Así las cosas, en las series siguientes, el paso de manos del municipio hacia la conformación de barrios con planes de viviendas devino luego, en los años ’90, cuando ya el Mercado de Abastecedores y Productores de Santa Fe se había instalado en el lugar. Mientras que previamente, más al oeste, más cerca del Salado y al otro lado del Viejo Camino a Esperanza, se encontraba el nuevo matadero, en realidad, el Frigorífico Municipal.
Asociación Vecinal Norte Unido
El barrio Norte Unido, para el año 2023, no contaba con una vecinal en funcionamiento, regularizada, y con sede. Sin embargo, sus vecinos y vecinas buscaban agruparse por las necesidades de su barrio. La vecinal estuvo inactiva por algún tiempo y luego intervenida.
En lo que respecta a las características del barrio al inicio de la década del 2020, en diálogo con la Fundación Centro, los vecinos y las vecinas de Norte Unido destacaban que una de las necesidades del barrio de Abasto era la deficiencia de los servicios. No contaba con cloacas, ni gas natural ni acceso regular del transporte público.
Asimismo comentaban en una visita al barrio de la Fundación que: “En consecuencia, los vecinos deben caminar hasta la Av. Blas Parera, que son más de 10 cuadras por calles difíciles de transitar (en el caso de las internas), o a la vera de Mons. Rodríguez que no tiene vereda. La otra opción es ir hasta Teniente Loza, que está un poco más cerca. Cuando llueve este recorrido se vuelve imposible. Los taxis y remises no entran, y solo funcionan servicios de remises irregulares”. De hecho la accesibilidad al barrio constituía un problema grave. No sólo las calles se volvían intransitables con la lluvia, sino que la ambulancia y la policía no ingresaba o, si lo hacía, era de manera tardía.
En cuanto a la escasez de agua potable, algunas viviendas extraían el agua de perforaciones, pero el vital líquido era de mala calidad. En otros casos, a pesar de estar conectadas a la red, a veces no contaban con el suministro por deficiencias en el servicio con baja presión y cortes. Vale decir que la electricidad también mostraba problemas de tensión y cortes.
En lo que respecta a la recolección de residuos, “los vecinos afirman que el camión no recorre el barrio completo. En consecuencia, mucha gente tira la basura a la vera norte de Mons. Rodríguez, donde hay un inmenso descampado que tiene un propietario. El depósito de basura en esa zona es grave, porque no solo es causado por los vecinos. Afirman que allí vienen muchas camionetas a tirar cosas, y que se ha encontrado de todo”, según el informe publicado por la Fundación Centro en febrero de 2023.
La Nueva Tablada
Para empezar por el final, con la instalación del nuevo Mercado de Abasto a inicios de la década de 1980, se conformó un nuevo polo atractivo de radicación informal en la zona cercana al movimiento que generaba el mercado. Va de suyo que al comienzo los changarines venían de la “vieja Tablada”, asentamiento que se ubicaba al otro lado del Viejo Camino a Esperanza donde estaba el Frigorífico Municipal.
Sin embargo, las actividades conexas al mercado abastecedor de frutas, verduras y hortalizas daban también impulso al desarrollo y crecimiento de las barriadas al sur, es decir de Yapeyú y San Agustín.
La primera ocupación de terrenos en la zona se evidenció, como era de suponer, cercana al mercado. De este modo, las primeras casitas, y algunos ranchos, se establecieron en el denominado Barrio Abasto, o del Abasto, que se ubicó cerca de esta fuente laboral. En este caso se lo puede encuadrar entre Menchaca y Colombia, desde Doldán hasta Rodríguez.
La particularidad de este sector radica en que no se trata, en su mayoría, de unidades habitacionales de un plan, por ello únicas en su fisonomía, sino más bien en construcciones particulares, pero en terrenos fiscales entregados.
La presencia de los servicios del Estado se ubica en el corazón de este grupo interno a la jurisdicción de Norte Unido. Por ejemplo, el “Jardín Municipal de El Abasto”, inaugurado el 16 de mayo de 2012, se asienta en calle Espinosa al 6800.
Este espacio fue ampliado dos años después con obras que incluyeron un nuevo ingreso, galerías de acceso y una sala de tres años con sectores de apoyo, cambiado de pañales, sanitarios, administración y baños para el personal docente. En el mismo sector se encuentra el Centro de Salud El Abasto, ubicado en Espinosa y Avipones, con atención primaria de la salud para la barriada.
Otro de los espacios reconocibles como “barriada” interna a Norte Unido es el que corresponde al conformado por el denominado barrio Marcos Bobbio, ubicado detrás del Polideportivo La Tablada (Tte. Loza 6900), flanqueado al oeste por los terrenos del Mercado de Abasto hasta Gobernador Menchaca, aproximadamente, y desde Loza hasta Monseñor Rodríguez. Geográficamente, el barrio Marcos Bobbio se ubica entre el mercado y el barrio El Abasto, con una forma triangular que extrema su vértice hacia el norte. En este espacio interior de la vecinal Norte Unido, o Barrio La Tablada, se ubicaron más de tres centenas de familias, todas ellas en casas que recién obtuvieron las escrituras de sus terrenos, otrora municipales, en 2023. Con esta medida reparadora, tanto con los vecinos de La Tablada, como de otros barrios de la ciudad, se logró que pudieran obtener una nomenclatura de calle y altura, con una dirección postal, una referencia para ubicarse como santafesino en una parte de la ciudad a la cual decirle a un amigo, una ambulancia, búscame en calle Sarsotti siete mil cientos y tanto. Un aspecto de la inclusión como ciudadanos que no parece poco, el derecho a la ubicación del lugar donde se vive.
Por otro lado, y en realidad por estar en la zona “rural” de la ciudad en el límite con Recreo por el noroeste, y además por tener una parte de tierras fiscales como las destinadas al mercado, el crecimiento poblacional obedeció a otros planes de viviendas, ya no de manera informal como en el sector de El Abasto. De este modo, el barrio conocido como “La Nueva Tablada”, vino de la mano de un plan de viviendas para los afectados por la inundación de Santa Fe de abril y mayo de 2003, que en realidad en su mayoría no vivían muy lejos del lugar.
En una de sus recorridas por los barrios, en sus “Crónicas de Barrio”, el equipo periodístico de El Litoral, y de Cable % Diario, el canal de cable del vespertino, se llegaba hasta la barriada y daba cuenta de aquel origen.
Era 2015 cuando en las páginas del tradicional medio se resumía sobre la Nueva Tablada que “El 6 de mayo de 2005 se inauguró en el noroeste de la ciudad uno de los primeros planes habitacionales construidos para relocalizar a familias que fueron afectadas por la inundación de 2003. Un predio de grandes dimensiones, situado a pocos metros del mercado concentrador de frutas y verduras, sobre la avenida Teniente Loza al 6900, fue el lugar elegido para las edificaciones. El plan se construyó específicamente para reubicar a las familias de La Tablada, zona emplazada fuera del anillo defensivo. Muchas de ellas estaban acostumbradas a vivir de la pesca por habitar muy cerca del río Salado, pero dejaron de hacerlo y aceptaron la relocalización luego de que las mismas aguas que les propiciaban el sustento diario destruyeron sus precarias casas y se llevaran todas sus pertenencias. Otras de la ladrillería, que fueron las que regresaron pasada la inundación ya que en La Nueva Tablada no podían desarrollar esa actividad”. (El Litoral 22/7/2015)
Este grupo de casas se ubicó sobre la única calle pavimentada para ese momento, Teniente Loza, que para el 2023 solo se le suma Monseñor Rodríguez que flanquea por el norte el barrio y un par de calles en la zona del barrio del Abasto. Así, este grupo inicial se conformó de cien viviendas, de las cuales “65 fueron construidas por la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales y 35 por el Ente de la Reconstrucción”, según el diario.
Vale recordar que el Ente referido se había creado por Ley Provincial en el año 2003 para “resarcir” a los afectados por la inundación, un organismo que más allá de ello se encargó de determinar un esquema de indemnizaciones según la altura del agua en las casas y de llevar adelante obras de reconstrucción de la infraestructura pública que había sido destruida o deteriorada por la tragedia evitable. Pero más allá de eso, parte de los recursos que se destinaron fueron utilizados para abonar un trabajo de consultoría que tuvo por objetivo “reconstruir” la imagen pública de los funcionarios de ese entonces, en especial de los relacionados al gobierno de Carlos Reutemann, y en especial del mandatario antes corredor de Fórmula Uno. Esta disquisición fue incluso realizada por la propia Pericia Judicial de la Causa Inundaciones, en la que se califica que este informe pagado por los santafesinos en vez de dar mejores condiciones de vida a los inundados reubicados, asignaba una preponderancia a la idea de una “tormenta súbita” y el Cambio Climático como el origen determinante de la inundación, mientras que obvia la falta del cierre de la defensa oeste, de su falta de previsión para hacer un cierre provisorio en la zona del hipódromo y calle Gorostiaga, y finalmente, la falta de una evacuación preventiva de los barrios ubicados debajo de la cota de la entrada del agua. Esta condición está descripta en numerosos trabajos, destacable entre ellos, el libro de investigación realizado por el periodista Fernando Pais, “Agua de Nadie”, publicado en 2008 y reeditado en 2023 por el Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral.
Más allá de esta digresión, aunque congruente, se puede decir que cuando comenzaron a habitarse las casitas de la Nueva Tablada, en su mayoría por inundados de la Vieja Tablada, ese barrio de cien viviendas no tenía servicios más que el tendido eléctrico. No había ni pavimento, ni cordón cuneta, ni espacio verde, ni escuela, ni servicio de salud. Pero tampoco había por el 2015 agua corriente o cloacas, ni gas natural. Cuestiones básicas más allá de ser casas de material de mejor condición que la mayoría de los ranchos y viviendas precarias en las que vivían las familias hasta el 2003.
En la continuidad de los planes de urbanización de la zona se puede describir otro grupo de casas, compuesto por unas 380 unidades que corresponden al denominado barrio Nuevo Horizonte, que se ubicó sobre Monseñor Rodríguez, hasta José Doldán, desde el final del predio del club de fútbol Nuevo Horizonte (calle Carranza) hasta Colombia.
Este otro barrio cuenta desde 2011 con un centro de salud del mismo nombre, ubicado sobre Monseñor Rodríguez, entre Carranza y Figueroa. Detrás de este predio, entre las mencionadas calles, pero limitado al sur por Sarsotti.
En esa media manzana, a mediados de 2023, la municipalidad bajo la intendencia de Emilia Jatón finalizó la obra de construcción de la plaza de Nuevo Horizonte. Este espacio verde, el único para el barrio limitante con Recreo, tuvo la particularidad de ser conformado con juegos infantiles y mobiliario urbano fabricados con las tapitas de plástico recolectadas en la campaña “Juntá, reciclá, transformá”, desarrollada por el municipio.
Finalmente, vale decir que en extremo este de Norte Unido, sobre el final de la Avenida Blas Parera, para el 2023 ex Ruta Nacional N° 11, la presencia de viviendas fue escasa. En realidad, se desarrollaron por un lado un predio que terminó por conformar el camping del gremio de los empleados de comercio y dos grandes establecimientos educativos.
De esta forma, la dinámica de ocupación del espacio evidenció características diferentes que las descriptas hacia el interior, hasta llegar al Salado.
La Vieja Tablada
Lo dicho, desde el final hacia el principio, en una zona que era de campo y chacras, chilcales y zonas bajas, pocas quintas y algunos hornos de ladrillos, existe un sector que se encuentra fuera del ejido de la vecinal de Norte Unido. Se trata del núcleo poblacional original de la zona y que se asentó alrededor, por no decir en las puertas, del Instituto Frigorífico Municipal, en el extremo final del pavimento de hormigón construido desde la vieja Ruta 11 (Blas Parera) hasta cerca del río Salado.
Estas precarias viviendas, en su mayoría producto de ocupaciones informales, o ranchos, estuvieron ligadas a pobladores con sus familias que tenían los peores o más duros trabajos en el Frigorífico Municipal. Lo de “La Tablada”, según parece, deviene un poco de los corrales de animales que se ubicaban cerca de la planta fabril que era a la vez matadero y faena de bovinos, más su congelamiento.
Así, con la instalación de esta industria en manos del municipio, personas vinculadas a la ruralidad y el manejo de la hacienda en pie se afincó con sus saberes, muchos de los cuales se mudaron desde la zona del antiguo matadero, más al sureste.
Esta Vieja Tablada, con primero la privatización del frigorífico municipal y luego su cierre, se vinculó en los márgenes de la economía de subsistencia con el naciente Mercado de Abasto, pero también con el paulatino confinamiento hacia la orilla misma del Salado de los hornos de ladrillos, acaso los últimos dentro de la superficie de la ciudad.
Esos vecinos, con la crecida del Salado en 2003, y fuera del anillo defensivo, debieron evacuarse. Y algunos de ellos finalmente se asentaron en las casitas de la referida barriada “La Nueva Tablada”, sobre Teniente Loza y al este del mercado. Sin embargo, por su vinculación a la economía semirural de subsistencia, como la cría de chanchos, más los que desarrollaban actividades de pesca en el serpenteante, y cercano, río Salado, regresaron a la vieja Tablada desde la nueva.
Con la instalación del predio “Interpuertos”, sobre la Circunvalación Oeste, como espacio de desarrollo de un polo/parque industrial promovido desde el Estado Municipal, y el abandono total de las instalaciones del antiguo frigorífico del municipio, profundizado luego de 2003, los asentamientos en la zona de la Vieja Tablada correspondían para el inicio de la década de 2020 a cortes de ranchos, precarias viviendas, de chapa, cartón y cobertores de plásticos, entre los hornos de ladrillos, el club hípico de polo y su predio, y las ruinas vandalizadas y saqueadas del Instituto Frigorífico Municipal.
Acaso como una postal del tiempo de crisis de los años ’20, de los años veinte del siglo XXI, conviven en la Vieja Tablada una zona industrial y comercial sobre la circunvalación, un campo para un deporte ecuestre de alto poder adquisitivo, las ruinas de la presencia del municipio que dinamizó la zona a partir de la segunda mitad del milenio pasado con el frigorífico, y la pobreza extrema con hornos de ladrillos, cirujeo, sin ninguna presencia efectiva del Estado para transformar ese lugar que no tiene ni siquiera una entidad civil conformada que los represente o los contenga.