Barrio Roma – Historia

El oeste de la ciudad comenzó a desarrollarse a fines del Siglo XIX, y su crecimiento se profundizó durante los primeros años del Siglo XX. A partir de 1889 la zona comienza a tomar una importancia ante el inicio de la construcción de la estación del Ferrocarril Central Argentino, ubicado en General López y Zavalla. Con la premisa de tomar como motor de crecimiento y urbanización a los bulevares, bajo la intendencia de Juan Arzeno, se potencia la apertura de estas avenidas en el norte y en el oeste de la ciudad. En 1889 se planifica abrir el Bulevar Zavalla para vincular la estación del ferrocarril en construcción (puesto en servicio en 1892) con calle Mendoza hasta llegar al propio Bulevar Gálvez (hoy Pellegrini).

Si bien el Bulevar Zavalla no fue concretado, postergando el desarrollo del oeste de la ciudad, tal como lo cita Dalla Fontana en “Barrio Roma y Constituyentes” (2004), el primer loteo de la quinta de Ramayón y Silva en 1889, con unas 18 manzanas, comienza a darle fisonomía de urbanización a la zona. Este sector comprende al área ocupada hoy por el Hospital de Niños hasta los fondos del predio militar en calle San José.

Por otro lado, tempranamente, la congregación católica “Sagrado Corazón de Jesús” se instaló en la zona -durante 1889- en un predio que todavía conserva. Hoy se mantiene la parroquia y el colegio en la cuadra del 2.300 de calle San José. En las cercanías, sobre Zavalla, entre Alfonso Durán y Mendoza, funciona el hogar San Vicente de Paúl, creado en 1912. Y en la misma manzana, pero sobre San Juan y Durán, la Casa Cuna, nacida en 1935.

Colegio Sagrado Corazón – Diario El Litoral 13-6-1959

En el poblamiento de barrio Roma primerio existieron ranchos dispersos en los bañados del río Salado, que al no tener el Terraplén Irigoyen como barrera anegaba el sector hasta llegar a la zona de la barranca de los Aldao (aproximadamente en Santiago de Chile y Juan de Garay), y más cerca del borde de la ciudad también. En un censo de 1901 aparece la zona con unos 350 habitantes. Lo cierto es que el eje urbanizador de la zona se inició hacia el oeste por calle Mendoza, un callejón utilizado por carretas y arreos, para llegar al viejo puerto de cabotaje y al Mercado Central en el este de la ciudad, y por los carretones que depositaban los residuos en el oeste. Así, esta calle fue consolidándose como el centro del naciente barrio, como mucho tiempo después lo haría más hacia el norte con calle Vera.

Entre los primeros pobladores aparecen trabajadores venidos de la zona de la costa, del puerto de Colastiné o del “Campito”, emigración de este lugar en las cercanías de Moreno y 27 de Febrero donde se construyó el actual puerto. Se sumaban a los asentamientos de humildes casas, ranchos o casillas de madera, cosecheros y peones golondrinas del norte santafesino, Chaco o Corrientes. En el oeste vivían, sin servicios y en condiciones muy precarias, hombres que eran albañiles y changarines, y mujeres que hacían el servicio doméstico en las casas del centro. Algunos de ellos luego se incorporarían como porteadores en el Mercado de Abasto, donde los puestos eran mayoritariamente de los inmigrantes.

Entre aquel caserío diseminado entre los anegadizos y el borde urbano del oeste del casco de la ciudad -que no superaba la actual Avenida Freyre- se desarrollaría propiamente el barrio Roma, especialmente en dos oleadas de inmigrantes italianos y españoles. Estas dos características poblacionales, de ocupación de los terrenos y de actividades, junto con el crecimiento de otras instituciones y emprendimientos comerciales como el Mercado de Abasto, diferenciaron a barrio Roma de barrio Santa Rosa de Lima, profundizando más la postergación del oeste en los bañados del Salado, con menos servicios, calles de tierra y sin desagües.

Instalaciones del Regimiento 12 – Circa 1940 – Banco de imágenes «Florián Paucke»

Su nombre

El nombre de “Barrio Roma” surge, como en muchos lugares de Santa Fe, del propio loteo o venta de terrenos. En este caso se trató de la subdivisión de parcelas y comercialización que hiciera a partir de 1912 Talín y Dalmaso, propietarios de la sastrería y tienda “A la Roma”, ubicada en San Jerónimo y Mendoza. Los lotes se podían comprar en cuotas, con hasta diez años de plazo, y se recibían con una cantidad de ladrillos como para iniciar la construcción. En 1921 Alejandro Talín vendía las últimas dos manzanas del loteo ubicadas entre Rioja y Primera Junta y Juan Díaz de Solís y Roque Sáenz Peña (Dalla Fontana – 2004).

Vale mencionar que los loteos y parcelamientos de todo el barrio se realizaron en su momento sin respetar las normas, donde los vendedores no proporcionaban servicios a los nuevos pobladores, con el consiguiente atraso en las condiciones de vida en las primeras décadas del Siglo XX, hasta acarrear la ausencia de espacios verdes.

Justamente, sobre el crecimiento del barrio daban cuenta los medios impresos de la época, como por ejemplo el Diario Santa Fe. El desaparecido matutino mencionaba en una nota publicada el 2 de marzo de 1922: “Quien visite ahora barrio Roma y lo haya hecho hace un año quedará sorprendido por los progresos alcanzados en aquella zona de la ciudad. En materia de edificación se ha adelantado mucho”. En una breve descripción, detallaba el diario, “Se han levantado nuevos edificios que suplantan a viviendas antiguas. Cada vecino cuida mucho la estética y se están formando quintas, lo cual da un bello aspecto y con el tiempo el barrio que nos ocupa será tanto como otros, verdadero centro de actividad”. Sin embargo, otro dato daba cuenta de la situación de periferia, en la década de 1920, en la que se encontraba el lugar: “Existe en el barrio que nos ocupa una gran cantidad de animales que destrozan cuanto encuentran a su paso. Los dueños de esas bestias deberían evitar que causen tales perjuicios o de lo contrario deben proceder como corresponde las autoridades”. (Diario Santa Fe, 2/03/1922)

Unos años después el mismo medio daba indicios de quiénes fueron los primeros vecinos de Roma, y de algunos reclamos que en materia de transporte tenían. En el ejemplar del jueves 16 de diciembre de 1926, en alguno de los bares cercanos al Mercado de Abasto, habrán leído en la primera plana, bajo el título “Barrio Roma reclama mejoras”, una enumeración de necesidades, entre ellas la solicitud de apertura de calles, pero en particular se destacaba: “Nos han hablado los vecinos de los servicios de tranvías. Dicen que la empresa podría mejorarlo, ampliándolo hacia las calles más céntricas del barrio donde viven numerosos empleados y obreros, que no costaría grandes gastos el hacerlo”. (Diario Santa Fe, 16/12/1926)

Avenida Freyre

El otro eje vertebrador del barrio Roma fue la Avenida Freyre, que conectaba hacia el norte con el denominado “Camino al matadero” (hoy López y Planes y Blas Parera). Antes de llevar este nombre la arteria se la conoció desde mediados del Siglo XIX como Castellanos, en 1888 como Dr. Iriondo, en 1901 como Juan de Garay, en 1908 como Avenida Córdoba y desde 1925 con la actual denominación. Rodolfo Freyre fue un destacado político santafesino, gobernador de la provincia entre 1902 y 1906, quien fomentó el desarrollo agrícola y la instrucción pública, en el marco del modelo nacional agroexportador, hasta llegar al inicio de las obras del puerto.

Sobre la Avenida, y en lo que era la antigua plaza “Santa Coloma” (entre Lisandro de la Torre y Salta), desde 1902 se inicia la construcción del Hospital de Caridad proyectado por el Ingeniero Arturo Lomello. El nosocomio es hoy llamado “Dr. José María Cullen”, pero antes se lo denominó “Hospital Piloto”, y en la década del 40’ llevó el nombre de “17 de Octubre”, hasta la proscripción del Peronismo con la autodenominada Revolución Libertadora de 1955.

El aspecto de Avenida Freyre era el de los bulevares franceses: calles de adoquines y grandes arboledas que se combinaban con las columnas de alumbrado y los bancos de estilo francés. Hasta 1913 las farolas funcionaban a querosén, cuando llegó la luz eléctrica a la avenida (“Alma de Barrio”  – LT10 Radio Universidad – 2004).

La extensión de Avenida Freyre marca una continuidad para barrio Roma, hasta la aparición en el sur del Regimiento 12, que fragmenta hacia el oeste la trama de la barriada y escinde al núcleo poblacional más cercano a los terrenos del ferrocarril Mitre, el que termina por consolidarse como barrio Alfonso. La presencia castrense en barrio Roma se inicia con el asentamiento del antiguo Regimiento 12 “Gral. Arenales”, en el edificio que originalmente se había construido para el Asilo de Mendigos y Huérfanos (en Mendoza, entre San Juan y Bv. Zavalla) pero que nunca la entidad llegó a terminar y ocupar. Esa edificación fue demolida en fecha no precisa después de 1931, cuando fue trasladado el Regimiento a los cuarteles en Avenida Freyre, entre Salta y Juan de Garay (Dalla Fontana – 2004).

En cuanto a la llamada Avenida Freyre, que en realidad es un bulevar, el principal atractivo de la arteria fue siempre la vida social. Sobre sus veredas se instalaron el café del Abasto, en la esquina de Primera Junta. Enfrente, el bar Buenos Aires, con sus mesas de billar. Y en la misma cuadra, también estaba el bar Japonés. Unos cien metros hacia el norte el cine Avenida, lugar obligado para ver las películas del «Far West» que terminó por cerrar sus puertas prematuramente en la década del 70’. Otro comercio tradicional fue el restaurante Carlucci, donde comían gran parte de los visitantes y propietarios de puestos del mercado de Abasto. Este tradicional comedor estuvo en manos de la familia italiana fundadora hasta 1995, para cerrar sus puertas definitivamente en el año 2004.

Hospital de Caridad – Hospital José María Cullen

En 1860 el gobernador Pascual Rosas creó por decreto la “Sociedad de Beneficencia”, que implusó la construcción de un hospital en base a donaciones fuera del entonces ejido urbano. Inicialmente se pensó levantar el edificio en las manzanas cedidas por José Aldao, que hoy ocupa el Liceo Militar General Belgrano y antes el Regimiento 12, pero que por razones de salubridad -al tratarse de terrenos que fueron cavas de hornos de ladrillos rellenadas con residuos- se definió por el espacio destinado a la plaza «Santa Coloma» ubicado enfrente.(Dalla Fontana – 2004)

Finalmente, el 25 de mayo de 1902 tuvo lugar la colocación de la piedra fundamental. Así, el 9 de julio de 1909, bajo el nombre de “Hospital de Caridad”, quedó inaugurado la Sala 1, primer pabellón llamado San Buenaventura, según José Rafael López Rosas, «en homenaje a Ventura Coll y Andino que donó la mayor parte del dinero». En su publicación “Santa Fe, aquel rostro”, López Rosas rescata que «Bien pronto se perfiló la clásica estampa del hospital que todos conocieron luego, con su doble fila de salas, en número de 4 por lado. En la parte posterior, años después, se levantó el asilo y la hermosa capilla».(López Rosas – 1997)

El 21 de junio de 1979 se impuso el nombre de Dr. José María Cullen al hospital Piloto. Cullen fue el primer director del establecimiento, cargo que ocupó durante 24 años.

El Cinema Avenida fue inaugurado el 31 de octubre de 1927. Construido por la empresa de Virgilio Colombini para un señor de apellido Aprile, luego regenteado, al igual que otras salas, por Leopoldo Samper. (Bernardi – 2009)

En una carta de lectores, el diario El Litoral del martes 3 de diciembre de 2003 reporducía los recuerdos del Cinema Avenida de José Antonio Tavella. Luego de mencionar los amigos de la infancia Tavella mencionaba: «Este enjambre de afectos y de diaria convivencia tenía un reducto para «soñar» el cine Avenida. El lunes: tres nacionales; martes, tres de cowboys; miércoles, tres policiales, y de jueves a domingo, tres variadas incluyendo un «estreno primicia». Y ni hablar de las «previas»; la venta de revistas «usadas», cuyo precio de mercado fluctuaba de acuerdo a la proximidad del inicio de la función y la «necesidad» del ocasional vendedor de disfrutar de ella, esos matinés interminables de chicles pegados en el cabello o algún que otro guardapolvos arrugado escondido detrás del lomo, para no delatar la grave ausencia del «espectador» al turno tarde de mi entrañable escuela Vicente López y Planes -pegadita al cine». (El Litoral 3/12/2003)

El Cine Avenida cerró sus puertas como sala de proyección en 1978. El edificio permanecía en 2012 como sala de juegos infantiles, aunque sobre la cartelería comercial aparece el viejo nombre tallado en la pared «CINE AVENIDA».

Luego, en 2015 se produjo un incendio que provocó la destrucción de la zona del proyector y el ingreso, lo que terminó por llevarlo a su demolición en 2017.

En una artículo publicado en 2017 por la Revista Nosotros del diario El Litoral, Manuel Manuale repasaba la historia y el final del cine tradicional de Barrio Roma. Decía al respecto que «

El 4 de diciembre de 1925 el Popular cine Avenida se inauguraba en pleno barrio Roma, ubicado en avenida Freyre 470-472 (ahora 2551). Esta sala, ubicada en el oeste de la ciudad, contaba con una máquina de fabricación alemana Hann Goerz a lámpara a espejos parabólicos y lentes extra luminosos, la misma trabajaba a luz fría, logrando mayor brillo en la proyección sobre la pantalla. La sala fue un adelanto edilicio para el barrio, importante para el público popular, de donde se desprende su nombre completo: Popular cine Avenida, ubicado en la zona oeste que avanzaba y progresaba. Los propietarios del local fueron los señores Aprile y Danna y la empresa arrendataria el señor Leandro Martín y Cía. La sala fue inaugurada a las 18 hs. con la presencia de autoridades provinciales. En dicho acto intervino la orquesta típica Jazz Band, dirigida por el maestro De Dominiccis, integrada por 2 bandoneones, 2 violines, flauta, batería, violoncello y piano, ejecutando para la ocasión música criolla y jazz. La función inaugural se llevó a cabo a las 21″. (Nosotros – 5/11/2017)

Sobre el final del edificio el mismo autor, y vecino de Barrio Roma, mencionaba: «

El viernes 4 de septiembre del 2015 vino la estocada mortal, que preanunciaba su final: un incendio consumió parte de su primer piso, otrora sala de proyecciones. El edificio ya se encontraba desocupado desde hacía varios años y fue usurpado en reiteradas oportunidades, procurando reparo para aquellos que no tenían un espacio para pernoctar. Un colchón y un cigarrillo no siempre conjugan un resultado positivo. En realidad, no fue ni el agua ni el fuego lo que lo hizo tambalear, sino la negligencia y la impericia humana lo que lo llevó a su demolición. Estos son los momentos donde uno se pregunta sobre el accionar de los encargados de velar por el patrimonio de la ciudad, sobre aquellos individuos que ejecutan las determinaciones referidas al cambio del paisaje arquitectónico.

Veamos… ¿Qué se perdió? Un edificio que otorgaba identidad al barrio Roma, una línea arquitectónica ecléctica, única en la ciudad, ya que el edificio se encontraba dentro de una cuadra con características irrepetibles, debido a que el conjunto de estructuras, de esos cien metros, mantenían una unidad con elementos característicos de Santa Fe de la década del 20 y 30 del siglo XX, un elemento que jerarquizaba Av. Freyre y, lo más importante, la memoria sobre la cual se apoya la construcción colectiva de la barriada».

CINE AVENIDA INCENDIO 2015 - DIARIO UNO
CINE AVENIDA ANTES DEMOLICION - FB DANIEL GAYA
DEMOLICION CINE AVENIDA 2017 - FB ASOC AMIGOS AVDA FREYRE
CINE AVENIDA DEMOLIDO

Por otro lado, los trabajadores, changarines y parroquianos menos pudientes, bebían o comían algo en la fonda del “Gringo Negro”, de José Cámpoli, que se instaló en 1944 sobre calle Zavalla, a la vuelta del mercado de Abasto. En las madrugadas llegaban los quinteros con su cargamento de verduras y frutas, especialmente en las mañanas de invierno, se calentaban las manos entorno a los braceros y se entibiaban las entrañas con caña, grapa, café caliente o por lo menos con unos mates. Y habiendo gringos quinteros, cuentan que no faltaba una “verdulera” (pequeña acordeona de dos hileras de botones) para acompañar con canciones las reuniones. Este bar luego se trasladó barrio 9 de Julio. (“Santa Fe, rastros y memorias” – El Litoral – 2000).

El progreso sobre ruedas

De regreso a la Avenida Freyre, fue también fundamental para la llegada del transporte público de pasajeros. Como lo menciona Dalla Fontana en su trabajo: “…el tranvía 6 circulaba por el cantero central de la avenida para luego ingresar al barrio Roma por calle Mendoza hasta San José y volver por la misma vía. El tranvía 3 ingresaba por Av. López y Planes hacia la Av. Freyre hasta calle Salvador Caputto, para dirigirse luego al centro de la ciudad” (Dalla Fontana – 2004).

Asimismo, según Dalla Fontana en “Barrios Roma y Constituyentes”, el crecimiento de Avenida Freyre posibilito el poblamiento de la zona intermedia hasta calle Urquiza. En particular, señala que los vecinos asentados sobre Freyre fueron diferenciándose del sector oeste de Roma, más atrasado en términos de servicios y condición económica. El establecimiento de una clase media, en muchos casos surgida de las políticas de bienestar del Peronismo de los 40’ y los 50’ que posibilitó una movilidad social ascendente, se expresaba en numerosas casas de estilo funcionalista y en un sentido de pertenencia que miraba más hacia el “centro” de la ciudad que hacia el “oeste”.

Hasta los años 60’ Avenida Freyre estaba forestada con grandes tipas y álamos, que se había plantado con su construcción. Fue una mañana de febrero del año 1961 cuando comenzó su remodelación, con una cuadrilla de municipales que talaron indiscriminadamente todos los árboles. En virtud de aquella acción, el intendente del momento, Ramón Lofeudo, fue nombrado por los vecinos con el mote de «Hacha Brava». Fue producto de esa remodelación que se incorporaron las dársenas de estacionamiento y el cantero central.

Tala Tipas – Avenida Freyre  Diario EL LITORAL 01-02-1961

Uno de los recuerdos más presente está relacionado a los tradicionales corsos. Entre 1935 y 1940 los corsos duraban los fines de semana comprendidos en más de un mes. Se hacían sobre la Avenida, desde La Rioja hasta Suipacha. Las carrozas tiradas por caballos en muchos casos, las candidatas a reina, las comparsas, las mascaritas sueltas, todos desfilaban desde las 7 de la tarde hasta las 12 de la noche. Hasta había pasaje de murgas infantiles de los barrios, espontáneas agrupaciones de niños de los barrios que también tenían su lugar, como lo refiere Eduardo Bernardi en “”La Santa Fe que yo viví” (2009). Para divertirse,  los asistentes usaban el papel picado, las serpentinas y el pomo (que se compraba ya cargado de agua perfumada y como era de plomo se usaba una vez y se tiraba).

Los corsos eran organizados por la vecinal República del Oeste, fundada en 1936. La otra entidad del vecindario surgiría mucho después, recién el 2 de marzo de 1988, bajo el nombre de vecinal Barrio Roma, en calle Tucumán 3965. Un club más del barrio recordado por su patio cervecero es el Club Independiente (Zavalla entre Hipólito Irigoyen y Vera). Esos mismos corsos vivieron algunas otras etapas de realización, incluso con alguna edición dentro de los años 80’.

En el extremo norte del barrio surge con una marca distintiva diferenciadora el Parque Garay en 1939. Esa consolidación de un sentido de pertenencia diferente al resto del barrio Roma, acaso por la presencia de un espacio verde moderno y amplio en una barriada hacia el sur que no tiene ninguna plaza, propone un tratamiento diferenciado para este sector, tanto por su historia como por su desarrollo y origen con los hospitales allí presentes.

Los árboles del recuerdo

En barrio Roma hubo, y hay, dos escuelas principalmente representativas del barrio. Una de ellas es las Escuela Primaria “Nicolás Avellaneda”, ubicada en Santiago de Chile e Hipólito Irigoyen. El actual edificio fue levantado entre 1940 y 1941 por el Arquitecto Roberto Crocci.

La otra, ha sostenido durante muchos años una particular tradición estudiantil, ha sido la Escuela Primaria “López y Planes”, de Zavalla y Tucumán. Esta entidad surgió en 1889, como la primera escuela del barrio, pero recién en 1913 adopta el actual nombre.  La escuela tiene el honor de ser la primera comunidad educativa que generó una asociación cooperadora, participación de los vecinos que desencadenó primero la construcción del “parque infantil”, en la esquina de Freyre y Tucumán en 1931. Luego, en 1935 llegaría la oportunidad de construir el edificio en la esquina oeste de la misma cuadra de Tucumán, bajo proyecto de los arquitectos Navratil y Bertuzzi, y la ejecución de la empresa constructora Stamati, trabajos que se concluyeron en 1936. (Inventario: 200 Obras del Patrimonio Arquitectónico de Santa Fe – Centro de Publicaciones UNL – 1993

Pero la anécdota escolar que trasciende el tiempo y las aulas de la Escuela “López y Planes” está relacionada la implantación de dos árboles que sirvieron para el reencuentro de viejos alumnos. Esta historia empieza en el año 1949, cuando se estaban por recibir los alumnos de sexto grado. A propuesta de los directivos surgió la idea de plantar dos árboles en el patio y hacer un pacto de volver a encontrarse más adelante. Así, a fines de la década del 40’, los chicos y las chicas que se recibían plantaron un quebracho colorado y un guayaibí blanco. Al mismo tiempo, firmaron un pergamino comprometiéndose a volver al pie de esos mismos árboles cada cinco años.

Así, lustro de por medio, repitieron la ceremonia, desenterraron la vieja botella con la ilusión de no terminar de separarse nunca. El último encuentro fue en 1999, cuando aquellos egresados que plantaron los dos ejemplares autóctonos cumplieron las bodas de oro. Ese pergamino de los 50 años, y los anteriores, los atesora todavía hoy un alumno de aquella promoción 1949, mientras que el guayaibí blanco y el quebracho colorado permanecen erguidos y pueden verse en el patio del establecimiento al pasar por la avenida Freyre. Sus ramas sostienen aún la memoria de los egresados del 49’, y de las otras promociones de la escuela López y Planes, que cumplieron con la tradición de acercase a la sombra de los dos árboles del recuerdo de barrio Roma. (“Alma de Barrio”  – LT10 Radio Universidad – 2005)

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