Libros, Educación y Canoas: Escuela Monseñor Zazpe
La Escuela Monseñor Zazpe nació a fines de la década del 80’, como un proyecto comunitario para los chicos que iban quedando fuera del sistema educativo. La institución tuvo su primera sede en calle Moreno, donde funcionaba como un anexo de una cooperativa de viviendas, en la vecinal 12 de octubre.
Hoy, se encuentra ubicada en el extremo sur del barrio, algo elevada de las otras viviendas de Santa Rosa de Lima, rodeada de los hogares más precarios, donde las carencias eran muchas pero mayores eran las ganas. Allí en ese lugar tan particular, comenzó a forjarse la historia de este emblemático establecimiento educativo.
Las intenciones de inclusión de los docentes que iniciaron este camino eran inmensas y es por eso que la institución comenzó a funcionar en triple turno. Esto también se debía a la gran demanda de chicos del barrio y de zonas cercanas que necesitaban reinsertarse en el ámbito educativo.
La escuela tuvo grandes educadores y muchísimas personas dispuestas a colaborar con lo que sea, pero sin lugar a dudas, Ana María Salgado fue una de las directoras más destacadas. Ana, una histórica militante peronista, llegó al barrio en la década del 70’ de la mano del recordado Padre Osvaldo Catena y la hermana Teresita.
“La Salgado”, como la apodó el barrio, reconoció que lo que siempre quiso fue transformar el aula en espacio de libertad, algo que para los chicos de ese barrio significó mucho. Esta forma de ver a la educación hizo que ella pasara algunos de los momentos más importantes de su vida en ese lugar. Ella misma, recordó los momentos más difíciles que le tocó vivir en la Escuela Zazpe. Sin lugar a dudas, las inundaciones del año 2003 como la del 2007 marcaron su vida de una manera indeleble.
Los vecinos del barrio estaban acostumbrados a las crecientes, Ana recordó “La escuela, cuando el agua crecía hasta casi un metro, era un lugar donde la gente podía encontrar un lugar seco y donde podían estar todos juntos”. Pero aquella inundación del año 2003, superó todos los pronósticos y las experiencias vividas hasta el momento.
“Ese día (28 de abril de 2003) la escuela funcionó normalmente, y yo me volví a mi casa a la tarde, pero cuando comencé a escuchar que las noticias no eran alentadoras en cuanto a la crecida del río, al anochecer decidí volver. Si no hubiese regresado en ese momento, nunca más iba a poder volver a la escuela”, rememoró Ana.
Frente a esa situación la escuela abrió sus puertas y se puso al servicio de los vecinos, y centenares de ellos llegaron hasta allí. “Al poco tiempo era ver como el agua comenzó a ingresar por calle Aguado, es decir por el oeste, y como crecía al ritmo de los ríos cordobeses y ese fue el momento en el cual cerca de 400 personas subimos al techo”, recordó Ana.
Pero la película que Ana tiene en su cabeza, la dirigió directamente a “la romi”, una chica en silla de ruedas que salvó su vida gracias a la escuela, en ese lugar donde encontró un sitio seguro en el cual pudo estar hasta que un vecino del lugar logró rescatarla en su canoa. Luego de ese salvataje, llegó el momento de ser fuertes y estar más unidos que nunca en uno de los lugares más altos de la institución.
Poco a poco, las canoas de los vecinos, iban y venían con familias completas. El recorrido que habitualmente tardaba unos 5 o 10 minutos, entre la escuela y la Estación Mitre, se habían convertido en una eternidad.
Fueron horas muy difíciles para toda la ciudad en su conjunto, pero aquel golpe se hizo sentir muchísimo en esa escuela Zazpe que con la voluntad y la ayuda de todos los vecinos, se había convertido en un punto de encuentro para cientos de chicos que día a día tomaban sus mochilas para acercarse un poco más a la inclusión.
El agua del Río Salado se llevó muchas cosas materiales, mucha historia de esa escuela, pero lo que no se llevó fueron las ganas de seguir luchando de los docentes que la sostuvieron en ese momento tan complicado.
“Nosotros con la inundación del 2003 hicimos realidad una utopía. Con “Piru”, una maestra de la escuela, pudimos lograr que la escuela se convierta en una escuela de jornada completa. Realmente transformamos una utopía en una realidad”, recordó Ana.
Pero el agua no tuvo compasión con la escuela Zazpe, y cuatro años más tarde, con la inundación del 2007, volvió a ingresar en las aulas que todos los días eran el lugar donde tantos chicos adquirían conocimiento, pero además una identidad basada en su educación.
“Por segunda vez, fue tener toda una noche la gente en la escuela, todo el otro día, los camiones, sacar a la gente, salir caminando con el agua al cuello y volver otra vez a soñar, a pensar y a hacer realidad a aquello que yo aprendí con la militancia, pero sobre todas las cosas con las Madres de Plaza de Mayo, y es que la única pelea que se pierde es la que se abandona…” Concluyó, Ana.
Algunos de los que fueron parte de esta histórica escuela ya no están, pero Ana se encargó de recordar a alguien muy especial, Juan Pablo Mendoza, uno de los vecinos del barrio y director de la escuela secundaria, que dio su vida por Santa Rosa de Lima. Artista plástico, pero sobretodo artista de la vida, en un barrio donde los talentos humanísticos afloran a flor de piel.
Ana ya se jubiló, pero sigue yendo de vez en cuando a la escuela, sobre todo para actos emblemáticos como el del 24 de Marzo y el 11 de Octubre, donde celebran el último día de libertad de los hermanos originarios. Estos son actos que marcan sin duda la vida de esta docente que hoy ya no está todos los días en las aulas, pero que de una manera indeleble está sellada con Santa Rosa de Lima y, en el 2013, cuarenta años después de su llegada al barrio con el Padre Catena, afirmó que sin lugar a dudas volvería al barrio y haría todas, y cada una, de las cosas que hizo en su vida.
Ana María Salgado falleció el 12 de marzo de 2023, pero su legado de docente y militante seguirá vivo en las calles sin pavimento y en las escuelas públicas de los barrios más postergados de la ciudad de Santa Fe.