El hipódromo y sus barrios

El hipódromo y sus barrios

            El 1° de Diciembre de 1928 se inauguraba el hipódromo santafesino (actualmente hipódromo de Las Flores) con el patrocinio del Jockey Club de Buenos Aires, en terrenos cedidos al Jockey Club santafesino, en los cuales se lo autorizaba solamente a construir un hipódromo y que en caso de no concretarlo, o desmantelarlo, los terrenos regresarían a su propietaria, o en su defecto a sus herederos. Estos terrenos estaban dentro del Barrio Barranquitas, que por esos años llegaba hasta la vía, cruzando la misma se cambiaba de barrio.

            El hipódromo pasaba a ser el segundo en funcionamiento en la ciudad, ya que el primero (compartieron algunos pocos años) se encontraba en lo que es en la actualidad, al norte de Avenida Estanislao Zeballos, entre Facundo Zuviría y Aristóbulo del Valle, siendo la actual calle Alberti su límite norte. La recta principal corría de oeste a este en la actual Zeballos y el codo (después del disco) rozaba Aristóbulo del Valle, siguiendo la recta opuesta por calle Alberti, girando el codo antes de Facundo Zuviría.

             El nuevo y moderno escenario hípico se metió muy profundo en ciudadano santafesino que desde su propia inauguración. Con el correr de los años el escenario se convirtió en toda una referencia para la ciudad con un gran movimiento y a su par fueron creciendo los barrios que hoy lo circundan, como lo son, Schneider al sur y Cabal al norte, mientras que hacia el este cruzando Avenida Blas Parera y las vías del Ferrocarril Belgrano, también crecía un loteo que en la actualidad se lo conoce como Villa Hipódromo.

         La década del ‘30 encontró en pleno crecimiento al nuevo hipódromo que construyó dos tribunas similares con una capacidad aproximada de 2500 personas cada una, sumados a sus jardines que todos los domingos se colmaban de espectadores.

         Muchos studs estaban instalados cerca del antiguo hipódromo, pero ahora comenzaban a competir en el nuevo escenario, en tanto que varios se fueron (de a poco) trasladando. La actual curva Roces (Blas Parera y Estanislao Zeballos) tenía varias caballerizas afincadas, mientras que mucho más al sur (concretamente en las inmediaciones de Av. López y Planes y calle Artigas también estaban radicados varios compositores, por esos años la Escuela Uruguay (actualmente en Fray Cayetano Rodríguez y Av. Peñaloza) se ubicaba en calle Artigas y Cochabamba y estaba rodeada de studs, los cuales resistieron en la zona hasta mitad de la década del 50.

     Las cuadras que estaban entre la Cervecería Schneider (actual Supermercado Yaguar) y el hipódromo fueron adquiridas en su amplia mayoría por personas relacionadas al hipódromo que se establecieron cerca de su lugar de trabajo: jockeys, cuidadores, propietarios de caballos, comerciantes de artículos relacionados a la actividad hípica y muchos empleados del Jockey Club comenzaron a forjar su futuro en la zona. Lo propio ocurrió con el sector norte (Barrio Cabal) donde las caballerizas llegaban desde Blas Parera, hasta el antiguo «Camino Viejo a Esperanza», los cuales aún siguen en pié y con plena actividad, tal vez el más lejano fue el de don Conrado «Tito» Fuentes, que se encontraba sobre calle Estanislao Zeballos, muy cerca del «camino viejo».

     El Hipódromo siguió creciendo y a mediados de la década del ‘40 se construyó la imponente tribuna paddock, se cambió el ingreso y se amplió el sector de boleterías y también se corrió la pista principal, 100 metros hacia el oeste, modificándose el disco de llegada, por lo que las primeras tribunas construidas que estaban entre los postes indicatorios de los 100 y 200 metros finales de la pista, pasaron a estar entre los 200 y 300, con la nueva tribuna, aún los metros finales no tenían gradas, por lo que en los ‘70 se construyó la última tribuna (primera frente al disco de llegada) para socios del Jockey Club, que además de dos confiterías, también alojaba un nuevo comisariato y los vestuarios de jockeys, así como el sector de pesaje.

         En cuanto al barrio ubicado al sur del hipódromo, calles Benjamín Lavaise y Gorostiaga con Blas Parera como límite este y el bañado del Salado como límite oeste, a mediados de los ‘80 se construyó la capilla San Pantaleón que también le otorgó otra fisonomía al Barrio, poco a poco los studs se fueron convirtiendo en casas de familia, lo mismo que sucedió en barrio Cabal al norte de la pista hípica.

          Por su parte el deterioro de la actividad hípica de las últimas décadas, fue dejando sin trabajo a mucha gente de la zona (sobre todo a los sectores más vulnerables, ya que la actividad emplea mucha mano de obra no calificada, tal es el punto que por cada caballo de carrera, existen entre 7 y 10 puestos de trabajo) por lo que los barrios circundantes comenzaron a sufrir esta debacle.

             En épocas doradas del turf en Santa Fe, solamente en la ciudad estaban radicados alrededor de 600 caballos, que por lógica consecuencia daban trabajo a cerca de 5 mil familias. Existiendo además muchos caballos en distintas zonas aledañas como Recreo, Santo Tomé, La Guardia, Rincón, que también competían en Las Flores.

                A principios de 2012 la actividad tuvo un notable repunte y un censo de principios de 2013 realizado por la Secretaría de carreras del hipódromo arrojó más de 400 ejemplares radicados en el hipódromo y los studs de sus alrededores, estos números bajaron drásticamente a partir de 2015 por lo que en la actualidad (año 2020) se entablan alrededor de 150 ejemplares.

Juan Raúl Moncada

Periodista – (El Litoral – C&D)

Martes 19 de agosto de 2014

EL CUARTO PASO DEL TORNEO

Bass Line, la alegría de los chicos

El potrillo hijo de Incurable Optimist se tomó amplia revancha de sus tres verdugos ganando con categoría el clásico Independencia en pleno festejos por el Día del Niño, con un hipódromo de fiesta y repleto.

Juan Raúl Moncada

            Más de 20 mil personas coparon el renovado hipódromo de Las Flores, donde las grandes estrellas fueron los niños, que recibieron todos los mimos posibles, desde la ampliación de la plaza de juegos Dr. Carlos Felice, a los distintos espectáculos, regalos y todas las cosas que la directiva del hipódromo y de Utta se encargó de hacer una fiesta inolvidable para los más pequeños, convirtiendo esta fecha en un clásico para todos los chicos que se acercan a Las Flores, por eso sin lugar a dudas podemos afirmar que el hipódromo local ya es una marca registrada para el tradicional Día del Niño, que este año se atrasó una semana, pero que valió la pena al ver la alegría dibujada en cada uno de ellos.

Bass Line alcanza la gloria sobre El Gran Barullo, de fondo Las Flores se viene abajo de gente. Foto: Pablo Aguirre

Cuarto paso, cuarto ganador

            La magistral idea surgida desde la presidencia del NHLF en la creación de este Torneo Generación 2011 nos sigue sorprendiendo, ya que se corrieron cuatro clásicos generacionales, oficiales y con un magnífico nivel de participantes, con el agregado que todo se hizo en un breve período de 45 días, un hecho realmente histórico, atendiendo que día a día vemos clásicos de este tipo en los escenarios mayores con muy pocos participantes y como si esto fuera poco el G2011 es apasionante desde todo punto de vista, ya que ayer se sumó un nuevo ganador por lo que cuatro caballos distintos cruzaron victoriosos y otra vez, los cuatro separados en poco menos de dos cuerpos, porque a los dos largos de Bass Line sobre El Gran Barullo, aparecieron un pescuezo y una cabeza dirimiendo el placé.

Se lo merecía

            La carrera fue otra vez un espectáculo hermoso, porque tal cual se lo esperaba El Gran Barullo salió a enseñar el camino, mientras que Bass Line quedaba segundo, mientras Freaky Fin y Kavalera corrían cerca, delante de Ruby Minor y Freudiano. Hasta ahí todo en orden y como se lo esperaba. Recorrieron la recta opuesta y el puntero tenía dos cuerpos sobre Freaky Kin, pero por dentro Bass Line traía otro ritmo que antes de meterse al codo lo ubicó segundo.

            Cuando pasaron por los 800, la carrera presagiaba un final cerrado, porque El Gran Barullo tenía un cuerpo sobre Bass Line, pero a las patas de éste ya estaban la favorita Kavalera y Freudiano, por lo que muy temprano, los cuatro que definieron hace dos semanas estaban a tiro.

Domina y resiste

            Pisaron la recta final y allí fue donde se esmeró Claudio Olivarez, pasando por dentro con Bass Line, que emparejó a El Gran Barullo con facilidad. Ambos jinetes buscaron a sus potrillos y pudo más Bass Line que enseguida cortó luz, en tanto Freudiano se sumaba junto a Kavalera.

En los primeros metros de la recta, parecía que el caballo que luce una “pipa” en sus colores escapaba con facilidad, pero no fue así, sólo se limitó a mantener la ventaja sobre El Gran Barullo, Kavalera y Freudiano que luchaban por el placé; tanto el ganador como sus tres escoltas mantuvieron el ritmo y llegaron corriendo lo que luce aún más la paridad y la calidad del torneo.

            El cronómetro se detuvo en 1 minuto 24 segundos 10 centésimas, una marca realmente espectacular y que como lo desatacábamos, marca el excelente nivel del torneo; gran trabajo de Claudio Olivares trayendo cerca a un potrillo que mostró ser muy manso y una gran tarde de Mauricio Viña, que reemplazó al suspendido Ramón Tavella, logrando cuatro victorias.

            Además de las notables cualidades del ganador, habrá que destacar el gran trabajo de los tres ejemplares que definieron juntos el segundo puesto que dejaron todo en la cancha y quedaron muy cerca; se vienen las Pollas y con ellas el arranque de la triple corona de Santa Fe, donde el ganador ahora se pone el traje de candidato y muy merecido lo tiene, mientras que El Gran Barullo y Freudiano aparecen con la firme esperanza de revertir el marcador en 200 metros —como ya lo supieron hicieron—, mientras que Kavalera tomará el rumbo entre las de su sexo, con enormes chances de ganar.

El LITORAL (19/8/2014)

El hipódromo y sus barrios

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