Historia Guadalupe Este

Del oratorio a la villa y de la villa al barrio de Guadalupe

Pocos barrios alejados del Barrio Sur Colonial tienen una historia propia casi tan antigua como la de la ciudad desde su traslado de Santa Fe la Vieja a las tierras de Lencina, en su nuevo emplazamiento, allá por 1660. Acaso se puede mencionar, fuera del casco histórico, como espacios reconocidos con nombre propio que hoy forman parte de la trama urbana a “La Guardia”, a “La Chacarita” de los jesuitas (Barrio Candioti), las Barranquitas del Salado (en su defensa de las incursiones aborígenes), y en especial, a la Villa de Guadalupe.

Guadalupe tiene en su desarrollo tres etapas marcadas por diferentes características. La inicial, de Setúbal y el oratorio, la colonia con las quintas y primeros pobladores, y la etapa más contemporánea de conformación como barrio propiamente dicho. Y en todas ellas, la presencia de la fe católica expresada no sólo en la virgen sino además en el seminario, las escuelas religiosas y finalmente la Universidad Católica.

BASILICA GUADALUPE - RAUL KOLHMANN

Por este breve resumen se puede concluir además que en la ciudad de Santa Fe la historia de la mayoría de los barrios, como tales, con sus características definidas con apertura de calles, dameros de manzanas, y vinculaciones entre sí, empieza a surgir a partir de 1870. 

Con la expansión del modelo agroexportador, la llegada de los ferrocarriles y la inmigración, Santa Fe creció junto al mito de esa “Argentina Granero del Mundo”.

Sin embargo, la zona de Guadalupe tiene un origen mucho más antiguo. El inicio de la historia de este tradicional barrio santafesino se remonta al siglo XVIII, cuando llegó al lugar el capitán don Juan González de Setúbal. Las tierras en ese entonces estaban una legua de la ciudad poblada, o lo que es lo mismo unos cinco kilómetros.

Según Agustín Zapata Gollán, en su libro “Crónicas y Costumbres”, la ciudad era por ese entonces como una aldea silenciosa y tranquila. Calles de tierra, veredas desniveladas y huertas arboladas. Vale tener en cuenta que allá por el 1750 el límite “norte” de la ciudad era calle Juan de Garay.

Más allá se daban los solares de trabajo, las viviendas dispersas de negros serviles, y algunos mestizos, y luego una suerte de tierras repartidas entre “pagos de arriba” y “pagos de abajo”, según la divisoria de las aguas y de esas tierras de labranza que estaba marcada prácticamente por lo que luego fue el viejo camino a Ascochinga, que seguía aproximadamente el derrotero de Aristóbulo del Valle.

En la “Colección Historia de los Barrios”, editado por la Municipalidad de Santa Fe en los años ’90, uno de los fascículos estuvo destinado a Guadalupe. De este trabajo motorizado por el Museo de la Ciudad, se habla del inicio del villorrio, con la presencia de Setúbal y su familia. 

Dice la publicación que “El nacimiento de la Villa de Guadalupe es parte de la historia de la ciudad de Santa Fe. Sus orígenes, acompañados de la religiosidad, tradición y leyendas, hay que rastrearlos a partir del enclave del Capitán Don Juan González…”. 

Se menciona, con documentación citada, que la entrega de las tierras para establecer el oratorio viene a suceder en 1759. Se menciona que ese lugar religioso, de diez varas por lado, corresponde al lugar de la luego capilla de Guadalupe, hoy basílica.

AEREA GUADALUPE COSTANERA
NIÑA FRENTE A LA BASILICA DE GUADALUPE - BANCO FLORIAN PAUCKE

Allí, el primer lugar sacro para los feligreses de los campos cercanos, o de Rincón que cruzaban en embarcaciones la laguna, fue consagrado en realidad a la “Virgen de las Mercedes”.

Según describe Monseñor Alfonso Durán, el paraje donde fue a vivir Setúbal con su familia era una “…selva de espinillos, aromos, algarrobos y chañares, salpicados de lagunas y anegadizos…”, en los que se oían “…como a mil metros los rumores ininterrumpidos de la laguna, hoy llamada de Setúbal o Laguna Grande… en ocasiones con playas deliciosas de bruñidas y finísimas arenas y otras veces crecida hasta las barrancas escarpadas…”. (“La Virgen de Guadalupe en Santa Fe” – Alfonso Durán – 1938)

Vale decir, como lo señala la historiadora santafesina Catalina Pistone, que las familias pudientes de la ciudad tenían muchas veces su propio oratorio para llevar el culto a su lugar, hablando especialmente de la campaña.

IMAGEN ORIGINAL DE LA VIRGEN DE GUADALUPE DE SANTA FE

Ahora bien, cómo la capilla de la Virgen de las Mercedes pasó a ser de la Virgen de Guadalupe, cuando en realidad esa zona estaba en manos de los mercedarios. El fascículo citado refiere que “Aproximadamente en 1770, en el Convento de los Mercedarios (que antes de la expulsión fue de los jesuitas y la virgen fue de los Milagros en el hoy templo de San Martín y General López), el Padre Miguel Sánchez encuentra en la biblioteca una estampa de la Virgen de Guadalupe. Decide llevarla al Oratorio de los González Setúbal y desde ese momento cunde la veneración de la Virgen de Guadalupe por toda la comarca y poblados vecinos”.

Según Ramón Lassaga en el libro “El Santuario de Guadalupe. Apuntes de su fundación” de 1895, el historiador rememora aquel sencillo acto de llegada de la Virgen de Guadalupe al oratorio de los Setúbal: “Con permiso de la familia Setúbal, el mismo Padre Sánchez llevó su imagen de la Virgen al oratorio de la Merced, e improvisando una cátedra con una mesa que rodeó de verdes ramas y guirnaldas de sencillas flores campesinas, hizo de panegírico, oficiando en la misa solemne el doctor Vera y Mugica, cura rector de la Matriz de Santa Fe”.

Nace entonces, poco a poco, la veneración de la virgen de Guadalupe, y ese nombre afincado al oratorio, luego se consolida en la capilla posterior y en la propia villa que se genera con los años al poblarse el lugar, en lo que sería la segunda etapa de la historia de Guadalupe.

En cuanto a la tarea desarrollada en “Santa Fe mi Barrio” se ha determinado fraccionar la reconstrucción de la historia en Guadalupe Este y Guadalupe Oeste para abordar mejor las particularidades que marca la Avenida General Paz como eje y a la vez línea divisoria. Si bien el origen es común para ambos espacios, más volcado sobre el este donde se instaló Setúbal con el oratorio, el devenir del tiempo propuso un desarrollo diferente a cada lado de la arteria. En algunos casos con marcados contrastes, en especial en lo social y económico, cada barriada creció con sus particularidades.

La Virgen, la Capilla y “El Ermitaño”

Si bien el desarrollo de la historia de Francisco Javier de la Rosa, conocido como “El Ermitaño” se desandará en el apartado del vecino del barrio, es ineludible repasar su presencia, luego de ser convocado por la viuda de Setúbal en 1779, a los pocos años que la imagen llegara al oratorio. Con la presencia de Francisco Javier el oratorio se transforma en una capilla, que él mismo levantó con su trabajo, incluso con la fabricación en el lugar de los ladrillos, las baldosas, tejas y demás ornamentos religiosos, desde el altar hasta las campanas. Por ello, no fue sólo la presencia de la imagen de la Virgen de Guadalupe (que se conserva en la basílica) la que inició la devoción, sino además, la vida misma de “El Ermitaño”, constructor y guardián silencioso y solitario del oratorio, otrora alejado de la ciudad.

CAPILLA DE GUADALUPE - BANCO FLORIAN PAUCKE

El escrito del municipio sobre el barrio repasa brevemente el camino de aquel oratorio que se transformó en capilla con “El Ermitaño” en pocos años, y que luego se sostuvo gracias al aporte y guarda de otras familias ilustres y devotas de Santa Fe: “En 1974, dice Lassaga, se ausentó para no volver Francisco Javier de la Rosa. Desde ese momento, muchas personas dedicaron tiempo, recursos económicos y devoción a la finalización, mantenimiento y cuidado de lo que había iniciado El Ermitaño. Entre ellos, los Godoy, familia a la que dejo el cuidado de la capilla; siendo su última guardiana Doña María Antonia Godoy o sea <<Doña Antonia>> como afectuosamente la llamaba todo Santa Fe, quien pasó sus últimos años en el Colegio-Asilo que la congregación de las Hermanas Terciarias Franciscanas de la Caridad tenía próximo al Santuario (actualmente Colegio)”. Abunda la publicación que “Otros benefactores, según testimonios de esa época, que contribuyeron a la culminación de la construcción de la Capilla iniciad por Fco. Javier, fueron: don Miguel Garmendia; don José Elías Galisteo; don Pedro Aldao; los gobernadores Domingo Crespo y José María Cullen; el Dr. Juan Francisco Seguí; don Ventura Colly su esposa; gobernador Dr. Simón de Iriondo; como así también el gran bienhechor del templo y del pueblo de Guadalupe Dr. Juan Beleno y el Dr. Rafael Funes, eminente santafesino, devotísimo benefactor de la Virgen, y tantos otros cuyos nombres no se conservan”.

Esa devoción por Guadalupe en Santa Fe no sólo se manifestó en los vecinos de la ciudad que expresaban la fe católica sino además en los de la campiña. Y un dato curioso, de aquellas historias que rodean a Guadalupe, su virgen y su capilla, recupera que durante las incursiones de los aborígenes sobre la ciudad, incluso adentrado el siglo XIX, el santuario era “respetado” por los malones. 

Así lo testimonian los relatos de las avanzadas sobre la ciudad, entre las cuales, como medida de defensa, en 1819 pedido por Estanislao López se construyó una zanja o foso, desde la laguna hasta las costas del Salado, con algunos pasos fortificados y acantonados de defensores para repeler a los malones.

Recuerda el fascículo, en rescate de otros autores, a Alfonso Durán que recupera lo dicho por Urbano de Iriondo: “En la madrugada del día 13 de noviembre de 1832, se presentaron ante los cantones fuertes partidas de indios, al mismo tiempo que otras entraron hacia la quinta de Larramendi, y aún más adentro, por las costas del Salado. Se esparcieron por las chacras matando, hiriendo y cautivando…”. Pese a la ferocidad de la arriada aborigen, recuerda la tradición, “…que nunca los indios atacaron ni profanaron <>”. (Colección «Historia de los Barrios» II – Guadalupe – Museo de la Ciudad – Municipalidad de Santa Fe – 1996)

Lo dicho, el oratorio se convirtió en capilla y ese tempo, lamentablemente demolido, se transformó en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

Igualmente, con su nueva denominación, la estancia de Setúbal se transformó en la Villa de Guadalupe primero, y luego, en el Barrio Guadalupe, que irradió progreso a la zona hasta unirse con la trama urbana que creció desde el sur hacia el norte hasta completar con manzanas, casas y calles esa parte de la ciudad.

TEMPLO GUADALUPE - FOTO JOSE BELENO - GUILLERMO ALEVI - FASFC
JAVIER DE LA ROSA
BASILICA GUADALUPE

Así también, en términos del trabajo histórico de Santa Fe mi Barrio, el Barrio Guadalupe se considerará, con sus particularidades distintivas y profundos contrastes, las jurisdicciones de las vecinales en que se divide la zona: Guadalupe Este, Guadalupe Central y Guadalupe Noreste, con cierto límite establecido hacia Guadalupe Oeste y Coronel Dorrego a partir de la división que propone la Avenida General Paz.

El inicio de la Colonia de Guadalupe

Como Las Flores, también Guadalupe tuvo su primigenia etapa de ocupación del espacio bajo la inspiración de las “colonias”, núcleo de pobladores con tenencia y distribución de parcelas productivas para actividades agropecuarias y de granja. En tal sentido, en un informe elevado por Guillermo Wilcken en 1872 a la Comisión Central de Inmigración se mencionaba sobre la “Colonia Guadalupe” de Santa Fe que “En el año 1864, en momentos que el gobernador Cullen practicaba su visita al Dpto. del Rosario, llegaron a las Colonias del Brasil varias familias alemanas (de Hanover) que compraron cerca de la capilla de Guadalupe, a distancia de una legua escasa del puerto de Santa Fe, terrenos de propiedad particular; facilitándoles el Gobierno con carácter de reembolsable después de 2 años: una yunta de bueyes vacas y caballo, cuyo valor, una vez devuelto, sería destinado para la construcción de un edificio para escuela, lo que es todavía un desiderátum”. (Colección «Historia de los Barrios» II – Guadalupe – Museo de la Ciudad – Municipalidad de Santa Fe – 1996)

El informe, citado en la publicación del Municipio de 1996, continúa con descripciones de la situación de esos colonos de Guadalupe, que fueron en sus primeros años de estancia, afectados por muchas dificultades entre las que pasaron “…secas continuas y lluvias intempestivas, tuvieron que perder un tiempo precioso en destruir las innumerables biscacheras (el tipeo del original) y hormigueros de que los terrenos estaban cuajados”

Asimismo, menciona que “La colonia abraza un terreno de 4 leguas cuadradas dividida en lotes de chacra de 18 cuadras, término medio; cercadas casi la totalidad con alambre y postes de ñandubay”. El citado informe abonaba además el dato de la cantidad de pobladores de la “Colonia Guadalupe”, compuesta por 97 familias con 425 personas, de ellos 100 eran alemanes y 110 italianos.

Va de suyo que los católicos del poblado, la mayoría según el relevamiento, iban a la capilla de Guadalupe. También se mencionaba que la escuela tenía a 25 niños que asistían, en relación con la educación cristiana, además de la general.

Un dato que también ubica Guadalupe en la historia de la ciudad por los terrenos que tenía la iglesia en el lugar es la instalación de un camposanto dada la situación de una gran epidemia y de la falta de espacio –y salubridad– que presentaba el cementerio de la Capilla San Antonio, que se ubicaba donde hoy está el Colegio Nacional, en la manzana de Mendoza, Urquiza, Salta y 4 de Enero.

Era el año de 1866, cuando el gobernador Nicasio Oroño impulsa la ley que compele a la construcción de un nuevo cementerio público. La norma, sancionada el 3 de septiembre de ese año, establecía que instalaría un camposanto en la manzana al oeste de la capilla de Guadalupe, es decir, donde habitualmente se realiza el festival y que oficia de plaza pública. 

Como fue abordado en la historia de barrio San Pantaleón, y de la necrópolis municipal en particular, el cementerio de Guadalupe tuvo vida efímera y un uso limitado, hasta 1905, cuando por ordenanza, fue clausurado en la búsqueda de concentrar en un solo espacio de la ciudad la disposición final de los difuntos santafesinos. 

Al respecto, vale recordar que el gobernador progresista para su época, Nicasio Oroño, dictó la ley por la cual todos los cementerios que en general estaban contiguos a templos o iglesias pasaban a depender de las municipalidades en toda la provincia. 

Medidas como ésta, tomada por el corondino Oroño en septiembre de 1866, junto con el matrimonio civil fuera del registro administrativo de la iglesia católica, le valió que la Iglesia como institución lo cuestionara, lo señalara y hasta impulsara, por intermedio del Obispo Gelabert, su excomunión, con revueltas en Rosario de algunos seguidores católicos pertenecientes al ejército.

Como lo rescata Catalina Pistone en “Historias de las Instituciones de la Provincia de Santa Fe” publicado en 1973, “Esta ley constituyó un hito importante en la historia legal de los Cementerio, ya que con ella se autorizaba el entierro de toda persona, cualquiera fuese su religión. Hasta ese momento sólo se tenía en cuenta la profesión católica y los cementerios eran regenteados por las autoridades eclesiásticas”.

De regreso al crecimiento de Guadalupe como colonia, para 1879, el cura de la capilla de apellido Tonda, mencionaba eran “Beckmann, Yunges, Geiser, Koch, Krüger, Díaz, Hilgert, Colombini, Reinares, Hilmann, Stoqui, Müller, Méndez, Lugens, Pagero, Mollero, Donadille, Renter, Hilgrand, Barco, Boejiler, Klaus, Schulze, Beck, Güller…”. (Colección «Historia de los Barrios» II – Guadalupe – Museo de la Ciudad – Municipalidad de Santa Fe – 1996)

PLANO PUEBLO GUADALUPE 1890 - DEL BARCO
HISTORIA BARRIOS MUNICIPALIDAD 1996En el fascículo sobre Guadalupe en la "Colección Historia de los Barrios" publicado en 1996 por la Municipalidad de Santa Fe se expone este registro de la quinta de Beckmann. En un destacado se rescata que en 1966, al cumplirse 100 años de la llegada de Guillermo Beckmann al lugar se dejaba un monolito recordado esa fecha junto a la construcción original, que por entonces se conservaba. Se menciona además lo narrado por uno de los descendientes de Guillermo: "Narra el Sr. Beckmann que en una sala de esta centenaria finca se conservan las armas con las cuales sus ascendientes combatían las partidas de indios rebeldes que por mucho tiempo asolaron esa comarca. Agrega el Sr. Beckmann que el <> adquirió ese nombre debido al asentamiento en la zona de un integrante de esta familia que desde Europa había traído el oficio de zapatero y las herramientas adecuadas, las cuales se conservan en poder de la familia". (Colección "Historia de los Barrios" II - Guadalupe - Museo de la Ciudad - Municipalidad de Santa Fe – 1996)
PLAZA JUAN PABLO LOPEZ

Pese a las dificultadas citadas por el informe de Wilcken, lo cierto es que el lugar era propicio para la actividad minifundista de chacras pequeñas, quintas. Entre las tierras aptas, el clima y la proximidad de la laguna como entorno fluvial, combinaban, junto con el esfuerzo de los colonos, extranjeros y argentinos, para que el desarrollo de la zona fuera paulatino pero sostenido. Dice la publicación citada del municipio que “Paulatinamente y con mucho esfuerzo el monte virgen de talas, aromos, ombúes y espinillos se transformó en quintas cultivadas. Toda la zona ubicada al norte de Santa Fe, cercana a la Laguna de Guadalupe, se pobló de ranchos criollos y de casas de sencillo estilo europeo de quienes cultivaban esas tierras. Según el informe de Wilcken de 1872, Guadalupe contaba en ese momento con <<102 casas, desde las de azotea, hasta las de rancho, clasificadas así: 12 casas de material y azotea, 20 casas de material con techo de teja francesa y 70 ranchos>>”.

Como muestra del crecimiento paulatino y sostenido de la colonia se destaca el nombramiento de un juez de paz para el lugar el 5 de julio de 1872. El mismo año, pero el 25 de septiembre, el gobierno de la provincia determinaba los límites de la colonia en función de la jurisdicción del juzgado de paz antes creado. Al sur se tomaba la línea divisoria de las propiedades de Leonardo Encinas y Joaquín Méndez, prolongada hasta el Salado. Al norte “la Zanja”, que presumiblemente podría ser aquella mandada a cavar en la época de Estanislao López para evitar el ingreso fuera de los acantonamientos de los malones. Al este la laguna y al oeste el Río Salado.

BASILICA GUADALUPE - FOTO JOSE BELENO - GUILLERMO ALEVI - FASFC
MONUMENTO ARTIGAS
PLAZA JUAN PABLO LOPEZ

Los caminos a Guadalupe

En cuanto a la vinculación con la parte habitada de la ciudad para la segunda mitad del siglo XIX, Guadalupe tenía dos “caminos”, que igualmente llevaban hacia la zona. Uno era el camino a la “Estanzuela”, de Pascual Echagüe, que estaba un poco más al oeste y llegaba hasta donde hoy se encuentra el G.A.D.A., que sigue hoy el derrotero aproximadamente de la Avenida General Paz. El otro era el camino hacia Guadalupe propiamente dicho, en realidad inicialmente hacia la capilla, luego hacia la colonia.

El próximo hito de desarrollo y vinculación con “la ciudad” fue la construcción del ramal del ferrocarril Central Norte, que llega a la estación sobre Bulevar Gálvez, y que estableció la Estación Guadalupe, para su ramal entre 1906 y 1908 por el ingeniero Boasi.

En cuanto al camino por la costa, este derrotero debería espera hasta bien adentrado el siglo pasado para pasar de ser un sendero sinuoso de arena entre árboles y chilcas hasta conformarse como la Avenida Almirante Brown de hoy, junto con su costanera.

AVENIDA ALMIRANTE BROWN

En el apartado histórico de Siete Jefes se habla de la continuidad de la Avenida Costanera hacia el norte, de los proyectos para concretarlo pasando por el terraplén de las vías que iban hacia Colastiné y Roncón, con el puente sobre la Setúbal.

En concreto a Avenida Costanera tuvo varios intentos de concreción, con proyectos, iniciativas y la necesidad de comunicar a Guadalupe con la ciudad, mejor dicho, con Siete Jefes, por la costa. En 1956 se daba la licitación de las obras para esa construcción de la arteria costera, una obra que representó, por ejemplo, reubicar en la zona de Villa Setúbal al Club Ferroviario.

En realidad, más allá de la licitación mencionada, para 1957 en ocasión del homenaje de la Armada Argentina en Santa Fe al almirante Guillermo Brown se mencionaba que ya se había asignado el nombre del navegante a la avenida, pero que los trabajos de pavimentación todavía no habían comenzado. (El Litoral 15/3/1957)

Al año siguiente el vespertino reflejaba los avances de la construcción de la avenida, y especificaba que “…hace mucho tiempo que está siendo sometida a los diversos trabajos correspondientes a la pavimentación de la misma lo que configura una obra de aliento, dada la extensión del paseo…”. Además, se refería en la nota que para ejecutar la calzada tuvieron que realizar rellenos por los desniveles, junto con la falta de algunos materiales, en especial cemento y piedra para la base del camino, se dilataban los tiempos de ejecución. Para subsanar en parte esta situación se citaba que la piedra faltante desde la provincia de Córdoba se utilizaba “…suelo calcáreo que se extrae de las proximidades de Esperanza de canteras cerca del río Salado…”. El informe cerraba con el estado de la construcción: “Un recorrido por la avenida permite apreciar que en muchos tramos se encuentra colocada la imprimación; en otros se trabaja la base, mientras que en ciertas partes de la calzada se ha colocado ya la carpeta de desgaste, tal como en la zona próxima a la intersección con la calle Ángel Cassanello (ex 26 Sin Nombre) y sobre el cordón inmediato a la costa”. (El Litoral 23/11/1958)

AVENIDA ALMIRANTE BROWN
CONSTRUCCION AVENIDA ALTTE BROWN - EL LITORAL 23-11-1958

Para 1959 las obras continuaban, siempre bajo la tutela de Vialidad Provincial, con adelantos notorios, pero parte de esos avances, en especial el margen costero, se veían afectados por la crecida del río Paraná, y por ende de la laguna Setúbal, lo que junto con el oleaje provocaba socavones y derrumbes. Decía nuevamente El Litoral “Los trabajos se encuentran bastante adelantados y existe ya pavimentado un extenso tramo de la avenida, como así también realizadas las obras que comprenden un camino de hormigón, destinado a transeúntes y el correspondiente muro de contención de las aguas sobre la misma ribera de la laguna Setúbal. Pero, para aflicción de quienes seguían paso a paso esos trabajos con ánimo satisfecho, la creciente actual mantiene las aguas en niveles desacostumbrados, ha causado serios daños en el muro de contención…”. (El Litoral 21/5/1959)

Igualmente, para fines de 1959 todavía no estaba finalizada la obra y había negociaciones entre Vialidad Provincial y la empresa contratista para finalizar el tramo norte de la avenida, justamente a la altura de Guadalupe. (El Litoral 20/11/1959)

CONSTRUCCION AVENIDA ALTTE BROWN ZONA CALLE CASSANELLO - EL LITORAL 23-11-1958

Pasaría un año más hasta la terminación de las obras de pavimentación de la Avenida Almirante Brown, en 1960. Sin embargo, se reseñaba por noviembre de ese año que si bien los trabajos de construcción de la doble calzada estaban concluidos, la nueva arteria carecía de iluminación. En ese entonces la nueva conexión con Guadalupe cobrar mucho tránsito debido al mal estado de la Avenida General Paz, que evitaban transitar los santafesinos para llegar hasta el barrio. (El Litoral 3/11/1960)

RAUL VITAL ANDINO - CONSTRUCCION AVDA ALTE BROWN

RENÉ GUSTAVO ANDINO

EGRESADO ESCUELA INDUSTRIAL SUPERIOR.

PLANIFICACIÓN Y CONSTRUCCIÓN DE LA AVENIDA ALMIRANTE BROWN

Hace pocos días tuve la oportunidad de ver en Facebook, fotografías de viejas casonas residuales de tiempos idos y otras restauradas de la zona Guadalupe. Me resultó agradable la lectura, por el cariño con que eran reconocidas por descendientes de sus originales habitantes u ocasionales visitantes de la época. Gran parte de ellas estaban sobre Javier de la Rosa, calle de acceso obligado. También por el lado Este de la zona, bordeando la Laguna, había como un sendero de tierra, que partiendo del viejo puente ferroviario a Colastiné, se llegaba de igual manera allí, pero esta vía era muy poco usada, porque era zona de quintas y el camino de tierra no era muy atractivo.

Con el pasar de los años, ese sendero se convirtió en un largo paseo que es hoy nada menos que el principal lugar de esparcimiento de los santafesinos. Quien quiera saber cómo fue su origen, creo que no va a encontrar en ninguna parte alguna referencia. Como yo conozco algo de ello, decidí por este medio darlo a conocer.

Fue creo que alrededor de 1945 cuando surgió en la Administración Provincial de Vialidad la idea de hacer un mejorado de ese camino que llegue hasta Guadalupe. TODO lo que sigue a continuación surge de recuerdos que no me atrevo a asegurar totalmente, porque salen de a poco de lo que escuché a los doce o trece años. Sucede que mi padre, Raúl Vital Andino, estudió en lo que es hoy la actual Escuela Industrial Superior, recibiéndose en el año 1921, y pertenecía al grupo de profesionales provinciales encargados del estudio y realización de caminos en la Provincia. Se lo designó a él en la tarea de efectuar el estudio para concretar esta obra, por su experiencia pues años atrás proyectó y dirigió la construcción de la ruta 11 de Santa Fe a Rosario, que se dice que fue la primera ruta pavimentada de Sudamérica, esto no sé si es verdad, fue entre los años 1927 y 1930 creo. Yo no había nacido.

Pero de entrada le pareció a mi padre que un proyecto de un camino mejorado era muy poco atractivo para esa zona, que él vislumbraba como de gran trascendencia por los efectos que ya el balneario presentaba. Propuso en cambio, efectuar como una continuación de la avenida de los Siete Jefes, con un ancho de 80 metros como tenía la misma. Por supuesto que esta idea fue de inmediato rechazada en razón del alto costo que podía tener.

Sin embargo se suscitó seguidamente un largo análisis sobre la racionalidad de la propuesta, en donde finalmente se aceptó la sugerencia, luego que mi padre incluyera un tramo posterior a Javier de la Rosa, que empalmaría con una futura circunvalación en el Norte de la ciudad, es decir que se tuvo la luz verde para empezar los estudios. Para tal efecto se lo designó Jefe del proyecto, y para ello se formó para su asistencia un grupo formado por varios técnicos con experiencia, dibujantes, y un agrimensor, que fueron muy eficaces en su colaboración.

No fue un trabajo fácil lo que siguió. Primero se debió eliminar la cabecera del puente ferroviario, totalmente de hormigón, que marcaba la terminación de la costanera, y que poseía para su traspaso como un túnel con un techo abovedado, en el cual nacía el sendero de esta historia. Bajo él pasaban los carros que traían la producción de las quintas a la ciudad, desde fines de 1800. Para eliminar este puente, se debió solicitar el auxilio del Batallón de Ingenieros de Santo Tomé, con lo que se obtuvo una reducción de tiempo considerable. Otro tema difícil a resolver se presentaba en el costado norte del mismo puente, en donde se encontraba un gran barrio de viviendas humildes, cuyo nombre era Monte Chañar, que era de muy mala fama, y en donde todos los días había algún herido de arma blanca. No sé con qué argumentos se logró que fueran desalojados, puede ser ante la promesa de efectuarles un barrio de emergencias, que sí lo hizo posteriormente, llamado “Barrio de mil viviendas”, en la zona de los mataderos en el norte de la ciudad. Pero de lo que sí me acuerdo, por lo singular, es que las indemnizaciones provinciales que se debieron abonar por el desalojo, se efectuaron todas el mismo día por razones de seguridad, y las hizo mi padre personalmente, sin la asistencia del Oficial de Justicia y ni del policía que debe legalmente acompañar siempre estas operaciones, porque ellos no se animaron al entrar al caserío. Los terrenos que se ganaron así son los que ocupan actualmente la Administración y depósitos de Vialidad Provincial y la Escuela Técnica Secundaria Avellaneda.

Lo que siguió fue un largo trabajo de análisis metro a metro, desalojos de viviendas al borde de la laguna, algunas usurpando terrenos y algunas pocas legales. Algunas como el Lawn Tennis y otros clubes fueron por su naturaleza respetados porque una de las finalidades de la obra, era destinar los terrenos sobre las playas como asiento de sitios e instituciones deportivas. En la parte final de la avenida, las propiedades que figuraban como de fin de semana, y tenían títulos de propiedad, fueron mantenidas como tal. Tengo en mi poder solamente una fotografía y una copia del plano completo de la Nueva Avenida, que puede ser consultada por quien le interese. Es una larga copia un poco deteriorada, de 30 cm y largo 110 cm, fechado octubre 1947. La foto que acompaña este relato es de R.V. Andino, creo que fue tomada desde el costado sur del Tennis y el terreno que se observa, debe ser el que ocupa actualmente el Club Ferroviario.

René Gustavo Andino

Santa Fe, marzo 2022

Facebook – Fotos Antiguas de Santa Fe Ciudad

MONUMENTO ARTIGAS

La rotonda en el final de la avenida donde se cruza con Javier de la Rosa fue licitada en 1961, espacio que alberga el monumento a José Gervasio Artigas, uno de los que el “Protector de los Pueblos Libres” tiene en territorio argentino.

En 1962 se planificaba desde el Gobierno de la Provincia un plan de forestación del corredor costero con especies autóctonas, que evidentemente son las que cobijaron años después el caminar de los vecinos por el paseo y la zona cercana a la avenida. Por otro lado, el anhelado alumbrado recién se ejecutó para fines de ese mismo año.

Al comienzo la avenida no tenía el cantero central divisorio para ambos sentidos de circulación. Esa observación se hacía notar en 1968 cuando se expresaba la necesidad de dividir los sentidos hacia y desde Guadalupe e incrementar la seguridad vial del corredor. Igualmente, cabe señalar que en el centro de la calzada existían refugios peatonales que fueron retirados en ese mismo año por la cantidad y velocidad que desarrollaba el tránsito.

La avenida costera tuvo otras mejoras a lo largo del tiempo, algunas de ellas con la incorporación de dársenas de estacionamiento a 45º del lado este, como así también renovación de la capa de rodamiento de la calzada, sin perder el aspecto fluvial desde el paisaje al nombre que recuerda a uno de los héroes de la historia nacional.

DAÑOS A LA AVENIDA ALTTE BROWN POR LA CRECIDA - EL LITORAL 21-5-1959
AVENIDA ALTTE BROWN SIN CANTERO CENTRAL - EL LITORAL 7-4-1968
Colectivo Linea D frente a Basilica - Julio Monsi
UNIDAD LINEA D DE COLECTIVOS A GUADALUPE - EL ORDEN 19-12-1934

Por el lado de los servicios de transporte, el primero de fuerte presencia y vinculación con la ciudad al sur fue el ferrocarril, con la instalación de la Estación Guadalupe que comenzó a construirse en 1906 y se finalizó en 1908 (ver Historia Barrio Guadalupe Oeste). Por esas vías iban y venían vecinos y cargas, y en las peregrinaciones, se reforzaban la frecuencia y cantidad de coches de pasajeros, hasta llegar a los conocidos “trenes peregrinos”, de santafesinos venidos desde el interior de la provincia o localidades cercanas a demostrar su devoción por la virgen.

Luego llegó el tranvía N° 4, aquel que corría por Aristóbulo del Valle hasta Avenida Galicia, luego General Paz y desde allí por Javier de la Rosa hasta la puerta de la basílica primero, y luego hasta casi la propia laguna, en la rambla. Fue en 1915 cuando las vías del tranway arribaron hasta Guadalupe, pero el viaje era bien azaroso, casi una aventura, que demoraba cerca de una hora, pasando por sectores no urbanizados, algunos bajos, particularmente la laguna ubicada en el borde norte de Avenida Galicia.

Luego se sumaron las líneas de colectivos. El citado trabajo del municipio menciona que “En eI diario El Orden, del 9 de abril de 1929, aparece la referencia a la línea B que fuera la primera en prestar su servicio de colectivos a la Villa, a la que con posterioridad se sumaría la línea D, dato también extraído del diario El Orden de fecha 19 de diciembre de 1934. Esta última establecía comunicación entre Guadalupe y Barrio Centenario”. 

Ese servicio se inició con catorce coches, a los que se debería sumar dos más, y que fueron presentados sobre Avenida Siete Jefes. En el camino desde el sur al noreste de la ciudad la nueva línea recorría calles que no contaban con servicio de transporte. (El Orden 19/12/1934)

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SERVICIO LINEA D DE COLECTIVOS A GUADALUPE - EL ORDEN 19-12-1934

En 1951 la Municipalidad ensayó un servicio “expreso” entre Guadalupe y Plaza de Mayo, es decir sin paradas intermedias, pero la experiencia no fue continuada por la falta de pasaje más allá de las horas pico de ingreso y salida de los espacios laborales. (El Litoral 10/6/1951)

El otro eje de contacto urbano fue la Avenida Costanera, y con ella, la llegada por el este de la Línea de Colectivos “R”, que utilizaba Almirante Brown no sólo como vía de comunicación para su recorrido, sino que además instaló su parada en la zona de la rotonda con Javier de la Rosa

La presencia religiosa en Guadalupe

Desde su origen la fe católica marcó el destino de esta zona de la ciudad de Santa Fe. En sus orígenes con el oratorio, pasando por la capilla levantada por las manos de “El Ermitaño”, hasta la gran basílica de Guadalupe, la Iglesia Católica como institución poseyó gran parte de los terrenos de la villa y luego del barrio. Así quedó plasmado luego en la mayoría de esos espacios con la instalación de instituciones eclesiásticas o de entidades relacionadas a curia santafesina.

En los planos del siglo pasado se hace referencia a la zona de Guadalupe en relación con terrenos de la iglesia. Por ejemplo, los grandes espacios aparecen señalados como propiedad de la iglesia para 1935 a nombre del “Obispado de Santa Fe”, ya con una urbanización incipiente en el eje medio trazado de este a oeste aproximadamente por calle Agustín Boneo. Luego, para 1946 todos esos terrenos quedaron loteados, subdividíos en manzanero dando continuidad a las calles cercanas, con excepción de los terrenos del seminario, de la hoy Universidad Católica de Santa Fe, y por supuesto de la Basílica de Guadalupe.

De todas maneras, más hacia atrás en el tiempo, estos terrenos, que se extendían desde la laguna hasta las vías del FFCC a Reconquista, abarcaban desde el norte por lo que es calle hoy Padre Genesio (antes llamada Andes) y por el sur Hernandarias, limitando con los terrenos del Prado Español (a nombre de la Sociedad Española de Socorros Mutuos).

Así figuran, por ejemplo, en un plano de la ciudad incluso anterior, de 1930, a nombre de la “Curia Eclesiástica”, en la que además por Boneo se enhebran dos lonjas de terreno a nombre de F. Zuviría, aquellas que luego en 1935 serían las primeras urbanizadas.

Puntualmente sobre el espacio físico del Seminario, el fascículo editado por la Municipalidad de Santa Fe en los ’90 se menciona que el seminario funcionaba en el 1900 en dependencias del Colegio de los Jesuitas, en el centro de la ciudad, pero que el primer obispo de Santa Fe, Juan Agustín Boneo, tenía el objetivo de darle un edificio propio.

COMISION ORGANIZADORA FIESTA VIRGEN GUADALUPE - BANCO FLORIAN PAUCKE
SEMINARIO DE GUADALUPE - BANCO FLORIAN PAUCKE

Así, “En 1906, Mons. Bonero firma el auto de Traslación del Seminario y dispone que a partir del 1° de enero de 1907 el Seminario de Santa Fe funcionará en el edificio de Guadalupe”. Vale decir que aquel paraje cerca de la laguna no era un lugar extraño para los seminaristas dado que allí realizaban sus paseos y peregrinaciones. Dice el citado trabajo que en esas peregrinaciones a pie, por caminos de arena entre chilcas y espinillos, don Pedro Koch “…brindaba a los seminaristas la casa arbolada, que poseía a dos cuadras al Oeste de la línea de Ferrocarril”.

Sobre cómo llegó la Iglesia santafesina a poseer esos grandes terrenos, se menciona que “Esta adquisición reconoce su origen en unos dineros provenientes de fundaciones pías, y otras instituciones y rubros, que la Vicaría Foránea de Santa Fe había puesto a interés de la casa de los hermanos Crespo. Como esta forma hubiese de presentarse a acreedores, los señores Crespo aseguraron al Delegado eclesiástico que la iglesia no perdería sus bienes; y, en efecto, entregaron a Mons. Boneo, en compensación, una franja de terreno en Guadalupe. Posteriormente en 1907 se agregó a la franja primitiva la llamada ‘quinta del Seminario’, invirtiéndose en su compra la casi totalidad de un legado de 25.000 $ que dejó la Sra Amalia Anchorena de Blaquier; pero años más tarde el mismo Preado vendió en remate las mansas comprendidas entre las actuales calles Obispo Boneo, Tacuarí, Hernandarias y Av. General paz, más la media manzana circundada por Espora, Tacuarí, Obispo Boneo y Av. General Paz”. (Colección «Historia de los Barrios» II – Guadalupe – Museo de la Ciudad – Municipalidad de Santa Fe – 1996)

Seminario de Guadalupe en 1925

El predio cedido por Crespo a la curia local era de 27 hectáreas, y en particular el primer edificio del seminario fue construido según los planos elaborados por el padre Pascusi Dirán, Ministro del Colegio de la Inmaculada, y que construyó Sebastián Copello.

En el centro del predio original el Obispo Boneo mandó a construir en el año 1900 el primer inmueble del seminario, constituido por “…una sola planta baja, con dos patios internos, circundados de corredores con arcos coloniales y pisos de baldosas coloradas. El edificio quedó concluido en el mismo año de 1900, de modo que pudo ser utilizado por los seminaristas en las vacaciones de aquel curso lectivo”.

Como hitos del desarrollo del Seminario de Guadalupe se puede destacar que luego fue convertido como Seminario Metropolitano de Santa Fe, para albergar más cantidad de vocaciones sacerdotales.

CONSTRUCCION SEMINARIO METROPOLITANO - EL LITORAL 14-11-1958

En la web de la Arquidiócesis de Santa Fe de la Vea Cruz se destaca que como “Seminario Conciliar de Santa Fe Nuestra Señora de Guadalupe” funcionó en la quinta de Guadalupe entre 1907-1934. 

Después, denominado “Seminario Metropolitano de Santa Fe”, cuando la Diócesis fue elevada Metropolitana en 1934, desde ese año hasta 1968 cuando cesó de funcionar en Guadalupe como tal. 

Y finalmente, por decisión de Mons. Vicente Zazpe, el 16 de enero de 1978, “…reabre el Seminario Metropolitano de Santa Fe en su sección de adolescentes con el nombre y bajo la advocación de Nuestra Señora”.

Un dato que ilustra la lejanía de Guadalupe del área más poblada de la ciudad se visualiza cuando se recuerda que el Seminario suplantó en 1913 la luz a gas por un equipo de generación de grandes dimensiones, que funcionó dando fluido eléctrico (de corriente continua) por la provisión de energía brindada por la compañía de electricidad inglesa que operaba la usina de Barrio Candioti y los tranvías, y que en 1925 llegó hasta Guadalupe con los rieles y el tendido del servicio eléctrico.

Por la presencia religiosa y la fe en Guadalupe, desde su origen, no es posible escindir el crecimiento del barrio, la llegada de los primeros servicios, y finalmente, la subdivisión y venta como loteo de la mayor parte de esas 27 hectáreas de la Arquidiócesis de Santa Fe, entregadas por Ignacio Crespo como pago a sus acreedores por la quiebra del “Banco de Santa Fe”, pero esa es otra historia.

Lo concreto en cuanto a la urbanización del barrio, y al lento y progresivo retirada de la zona de quintas hacia el norte en Ángel Gallardo, se evidencia en lo mencionado por el fascículo editado por el municipio en 1996, en el que puntualiza que “Desde mediados de la década de 1930, y en forma ininterrumpida durante casi 30 años, se llevaron a cabo loteos con fines de urbanización. Ya en 1942, la mayoría de las calles nuevas reciben denominación oficial y Guadalupe deja de ser ya un lugar de fin de semana para la <> y se transforma en un sitio de residencia permanente”.

Este desarrollo fue posible, y de la mano, con la vinculación por la Avenida General Paz en 1928 hacia el norte, por el tranvía N°4 antes en 1915, pero en especial, por lo que como centro irradiante ocupó siempre en el barrio, su capilla devenida a basílica, y la presencia cercana y apacible de las arenas y aguas de la laguna. 

Como corolario de esta historia, aunque ya bien adentrados los años ’60, la construcción de la avenida costanera Almirante Brown terminó por sellar un crecimiento que llevó de la vieja colonia de fines del siglo XIX al barrio del siglo XX.

Un vecino y una casa

En el trabajo realizado por el Museo de la Ciudad en 1996 se destacan dos apartados sobre Guadalupe. Uno relacionado al relato de un vecino, el otro, respecto a una casa, tal vez la más antigua del barrio, todavía en pie para 2022.

Los recuerdos son del vecino Benito Meneghetti, que allá a fines de los ’90 cuando vivía en calle Defensa 6647, con entonces 66 años rememoraba mientras trabajaba en su quina, “tal como lo hicieron sus padres: Doña Luisa Rampazzo y Don Victorio Meneghetti, ambos apellidos pioneros de Guadalupe”, dice la publicación.

Puestos en el testimonio recogido se mencionaba: “Nos cuenta Don Benito que cuando él nació la casa paterna estaba ubicada a la misma altura del 6600 pero en Gral. Paz. Sus padres no eran propietarios de la tierra que cultivaban, sino que la arrendaban a un particular y posteriormente al Arzobispado. Su actividad laboral estuvo siempre ligada cultivo frutihortícola característico de la zona.

Don Benito recuerda que otro familiar de apellido Meneghetti era dueño de la esquina NE. de Javier de la Rosa y Gral. Paz, donde funcionaba un bar con almacén. Posteriormente, construyen más al norte (cerca de la panadería de Kreig) un local más amplio para trasladar su almacén al que agregan el rubro ferretería y fábrica de embutidos, alquilándole a los hermanos Rampazzo el local anterior.

Frente a esta esquina, en la SE., otro pariente de apellido Tacca construye un salón para bar y almacén, también dedicado al rubro chacinados. Cuando este señor fallece compran los Hermanos Rampazzo. En el primero de estos negocios entra a trabajar Don Benito a la edad 12 o 13 años.

Posteriormente sus padres se trasladan con toda la familia actual casa de calle Defensa, dedicándose siempre a la producción quintera. Recuerda también Don Benito, que cuando se trasladan, año 1930 más o menos, se comenzaba el asfalto en calle Gral. Paz, y que aproximadamente por 1949 se abre la continuación de <<7 Jefes>> de tierra debiendo ganar a la laguna con relleno del terreno en algunos tramos, el asfalto y la denominación de Almirante Brown llega por los 60”.

En otro tramo de la reconstrucción histórica realizada en 1996 por el municipio bajo la intendencia de Horacio Rosatti, se describe a una particular casa, seguramente la más antigua del barrio, que pese al crecimiento y loteo de toda la zona, permanecía en pie para bien adentrada la segunda década del Tercer Milenio. Se trata del inmueble, con galerías al frente, ubicado en calle Defensa, entre Ayacucho y Regimiento 12 de Infantería.

Sobre esta vivienda, el libro de los barrios en su capítulo sobre Guadalupe menciona que “Fue erigida por José Massara, quien vino a estas tierras con el solo capital de sus brazos, dedicándolos al trabajo. Fue a poco de su arribo, agricultor. más adelante erigió una vivienda precaria, para reemplazarla por las fuertes paredes que siguen enhiestas (1996).

CASA DE CALLE DEFENSA
CASA CALLE DEFENSA - 2013

Se dedicó a la actividad hortícola. Casado con Catalina Cantarutti, la unión fructificó en diez hijos, como para que el apellido Massara no se perdiera. Explotaba varias manzanas del entonces desolado lugar. Colocó un molino de viento, con una cañería que discurría debajo del suelo por la polvorienta calle y ello le permitía tener agua pura y abundante en su domicilio. Con un carro llevaba el producto de su quinta para el consumo de la población, a un espacio abierto que había en el sur de la ciudad, remedo de los mercados que surgirían con el correr del tiempo. Allí abastecía a los verduleros y retornaba a sus lares.

Uno de sus hijos, Luis, se casó con Purísima Tacca, y cuando falleció don José hizo la división de bienes, le tocó la vivienda, donde su viuda sigue siendo su ocupante, junto con su hija Blanca. Dona Purísima cuenta que cuando ella llegó a la zona todo era quintas, había pocas casas, entre otras la de D. Vicente Ingaramo; las calles eran de tierra, se contaba con una línea de tranvías y había que combinar con otra, en este caso la N° 5, para llegar al cementerio. Cosa que aún perdura, porque no hay ómnibus que permitan un acceso directo entre el este y el oeste”. (Colección «Historia de los Barrios» II – Guadalupe – Museo de la Ciudad – Municipalidad de Santa Fe – 1996)

CASA FAMILIA BELLO EN GUADALUPE - BANCO FLORIAN PAUCKE
El Hogar de Infantes "José Manuel Estrada" se encuentra en Avenida Almirante Brown 7398, en la que fue la casa de Monseñor Carlos Macagno. Al parecer, y por tesimonio de un familiar de Macagno, la casa fue levantada en el lugar por el año 1930 por un constructor de apellido Beltrame. El hogar fue inaugurado en el barrio en 1947. (Colección "Historia de los Barrios" II - Guadalupe - Museo de la Ciudad - Municipalidad de Santa Fe - 1996)

De las quintas a los dos barrios

La vieja Villa de Guadalupe, con sus quintas de producción frutihortícola, o sus parcelas con otras actividades de granja, fue dando paso en de manera paulatina, pero creciente, al loteo y ocupación de los terrenos divididos en propiedades más pequeñas. Primero fueron las “quintas” de fin de semana de algunas familias adineradas de la ciudad que buscaban en la apacible zona ribereña y del solar de la fe un lugar para su descanso. Pero luego, con la pavimentación de General Paz y la extensión, primero de tierra luego de asfalto de Almirante Brown, el barrio cobró la misma fisonomía que los nuevos desarrollos urbanos más al sur, hasta ligarlo en una trama de calles y casas con el resto de la ciudad. Ese pasaje fue paulatino pero sostenido, desde los ’40 hasta los ’70, y luego más hacia el norte de la propia barriada.

CASA DE GUADALUPE
PLAYA Y COSTANERA GUADALUPE
PLAZA JUAN PABLO LOPEZ
PARQUE DIVERSIONES GUADALUPE - GUILLERMO BERRETA - FASFC
Construida hacia 1930 en la "Villa de Guadalupe", su emplazamiento en un predio en esquina permite el pleno lucimiento de su morfología exenta, en armónica correspondencia con las condiciones de tranquilidad y aislamiento que una zona de descanso requiere. La construcción de la casa fue encargada a la empresa constructora R. Chacón y Cía. que, estando radicada en Buenos Aires, se dedicaba a la construcción de viviendas tipificadas en todo el país, que incluían procesos de prefabricación y racionalización tecnológica desde inicios de siglo, habiendo patentado el sistema constructivo que denominó "Mampostería en Cemento Armado". La difusión de estos modelos y la conveniencia de precios hizo que estas viviendas fueran apetecidas por sectores de pequeña y mediana capacidad de inversión que vieron así satisfechas sus expectativas de contar con un chalet. Un muy cuidado montaje publicitario permitió a la empresa llegar con un mensaje directo a sus clientes, ofreciendo un producto de calidad técnica y estética cuyos valores quedan demostrados por el buen grado de conservación que aún hoy (1993) presenta esta casa, criterio éste que era aplicado por compañías francesas que pueden considerarse como los antecedentes directos de esta empresa. Inventario: 200 obras del Patrimonio Arquitectónico de Santa Fe – U.N.L. – F.A.D.U. – Colegio de Arquitectos de Santa Fe – Fundación Centro Comercial. Santa Fe, 1993

Con más de una vecinal, Guadalupe tiene una marcada división en cuanto al desarrollo de servicios, tipo de construcción de viviendas, y del poder adquisitivo de sus moradores, en dos ejes. 2

Por un lado, General Paz, que divide Guadalupe Este de Guadalupe Oeste, y hacia el norte aproximadamente por calle Pavón, aunque con un límite más difuso. Igualmente, conviven en la zona de Guadalupe Este grandes casas, casi mansiones en algunos casos de amplios terrenos, junto a casas más modestas, de una clase media, por lo general de origen profesional o cuentapropista, que logró acceder a construir su vivienda en un espacio que tuvo ese contraste marcado desde su evolución de la Colonia a Barrio.

Pero en particular, para Guadalupe Este, más que las grandes propiedades y destacadas construcciones, más antiguas, más modernas, resaltan las historias de lugares particulares: clubes, cine, instituciones, la “rambla”, los espacios de uso común y que por ello describieron para ese Guadalupe de Setúbal y su oratorio, un mojón de la historia de los barrios de Santa Fe, en el límite boreal de la ciudad, allá donde el paisaje costero retornaba lentamente desde el entramado urbano a su estado más natural.

Acaso debajo del asfalto de las calles que trocaron de números a nombres relacionados a la curia, moradores antiguos, o de significación castrense, en Guadalupe perdura el aroma a costa de la Laguna y del arenal con chilcas convertido en vergel por los colonos que comenzaron su transformación a fines del 1800, siempre con la cruz y la imagen de la virgen al alcance de la vista.

CASA PARROQUIAL BASILICA GUADALUPE
PLAZA JUAN PABLO LOPEZ
BASILICA GUADALUPE - BANCO FLORIAN PAUCKE
Historia Guadalupe Este

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