Loyola y su historia

La historia de Loyola

La historia de Loyola, norte y sur, con su extraña forma sobre el mapa de la ciudad al trazar los límites jurisdiccionales de ambas vecinales, configuran un sector que se superpone, casi con precisión, con la otrora propiedad de la Compañía de Jesús asentada en Santa Fe. Los jesuitas, devotos de San Ignacio de Loyola, fueron los primeros vecinos del lugar, y los impulsores de la creación de la Colonia Piquete, en la que con la cesión de los terrenos para la instalación del ferrocarril a Las Colonias, y la estación Las Flores (la última de la ciudad antes de cruzar el Salado a unos siete kilómetros de la estación central en calle Belgrano), dan un sentido lógico al nombre del barrio.

BARRIO LOYOLA 2023 - GOOGLE EARTH

La presencia de los jesuitas en la ciudad, desde su llegada a la región del Plata en 1603, fue creciendo hasta hacerse importante y permanente, al menos hasta 1767 cuando la compañía fue expulsada del continente por el rey Carlos III. Luego de su regreso, a partir de la decisión del Papa Pío VII que decidió restaurar a la Compañía el 7 de agosto de 1814, el paulatino retorno trajo a los jesuitas a la América, y a sus antiguos templos y dominios, en Santa Fe ocupados por la orden de los Mercedarios, muchos años después, cuando en 1862 fueron restituidos a la Compañía de Jesús, la Iglesia “Nuestra Señora de los Milagros” y el Colegio.

Luego de ese retorno, surge en la zona del noroeste de la ciudad, muy alejado en la zona de los denominados “Pagos de Abajo” el campo de los jesuitas, lugar que con su recordada “quinta”, de retiros y espiritualidad relacionada fundamentalmente al Colegio de la Inmaculada Concepción, ubicado frente a la Plaza de Mayo, en el barrio Sur Colonial, reabierto años luego del regreso jesuita el 9 de noviembre de 1862.

De este simple modo, el nombre de Loyola para ambas vecinales, norte y sur, y del propio Barrio Loyola, que reconoce otras dimensiones fuera de la normativa de una ordenanza, ubica una relación directa con la presencia jesuítica, allá en las orillas del Salado, cuando aquella zona era campo, chilcas, bañado, en el siglo XIX.

Por el lado de los límites vecinales se reconoce la normativa que establece a “San Ignacio de Loyola Sur” entre los terrenos del ex ferrocarril a “Las Colonias”, luego “Francés” y después “Belgrano”; al oeste el río Salado; al sur por las calles Gorriti, Camino Viejo a Esperanza hasta Berutti hasta cerrar sobre el antiguo trazado de las mencionadas vías. 

Vale referir que dentro de este espacio los actuales terrenos de la reconocida “Quinta Jesuita”, pertenecientes al Colegio de la Inmaculada Concepción, ocupan una amplia porción de la jurisdicción, en especial en el oeste.

BARRIO JESUITA 2022
FURLON AL 8600 - LOYOLA SUR

Y por otra parte, con sólo una veintena de manzanas cortadas en diagonal y de forma rectangular, se ubica a “Loyola Norte”, más pequeño y menos extendido, con fronteras vecinales al norte en calle Chubut, desde Gdor. Manuel Menchaca hasta Diagonal Vuelta de Obligado; al este Gdor. Manuel Menchaca; al sur las mismas vías del ferrocarril Belgrano (que la separan de Loyola Sur); y al oeste la Diagonal Vuelta de Obligado.

Así las cosas, el Barrio Loyola, unificado para su abordaje en “Santa Fe mi Barrio”, tiene la distintiva particularidad de llevar el nombre del santo creador de la Compañía de Jesús, con la presencia religiosa jesuítica en la mítica quinta, pero que sin embargo no tiene una parroquia o capilla San Ignacio de Loyola, o de otra denominación en sus manzanas. En realidad, la capilla ubicada en la quinta de los jesuitas fue a su vez el templo de la barriada, desde sus comienzos hasta la década de 1970, cuando comienza el loteo de las tierras de la congregación.

Los primeros propietarios

El rastreo de los primeros dueños de esta zona noroeste de la ciudad de Santa Fe abreva en los tiempos previos a la constitución de la Colonia Piquete, en la década de 1860. Miguel Ángel Dalla Fontana, en su libro “Piquete y Las Flores”, destaca aquel pasado cuando las tierras pasaron de manos fiscales a los jesuitas en compensación por la cesión de los terrenos de la “Chacarita” jesuítica, en lo que luego fue barrio Candioti Sur.

HUGO WAST - LOYOLA NORTE

Dice el autor que “Respecto de la presencia religiosa, la orden de Loyola, en septiembre de la década de 1870, recibió por donación del gobernador Mariano Cabal y del ministro General, Simón De Iriondo, tierras del noroeste, compuestas de 34 cuadras que se extendían por ambas márgenes del Salado, a unos 13 km distantes de Santa Fe;[28] posiblemente fue una compensación a la orden religiosa por la expulsión en 1767 de los reinos de España por decisión de Carlos III. Vale recordar que en aquella oportunidad la «Compañía de Jesús» había perdido la Estancia «La Chacarita o Chacarilla», en el ahora barrio Candioti Sur. En el presente los ex predios de los «Padres de San Ignacio de Loyola» forman parte de los barrios Santo Domingo, Loyola Norte y Sur y Jesuita (más conocidos como sector de los jesuitas)”. («Ciudad invisible. Piquete Las Flores y sus barrios» – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2022)

Para una mayor precisión se puede citar nuevamente al investigador que en el capítulo del mencionado libro dedicado al barrio Loyola detalla que “Vale recordar que desde el comienzo del asentamiento de Santa Fe la Vieja (sitio arqueológico vecino a la localidad de Cayastá), la orden ignaciana acompaño a los santafesinos hasta ubicarse en la nueva ciudad. En 1653, con el reparto de las primeras tierras definidas como Piquete Viejo, fueron adjudicadas a la Orden de Predicadores (Dominicos), quienes con el correr de los años las permutaron por otras parcelas. Entonces, éstas pasaron a manos de los jesuitas. Posteriormente, incorporaron nuevas hectáreas con la compra a particulares. Por añadidura, anexaron en 1880, lo que se conoció como Piquete Nuevo, y para 1898, el colegio ya contaba con 160 cuadras. Más aún, la superficie se amplió con otras 34 cuadras donadas el 7 de septiembre de 1870, a instancias del gobierno de Mariano Cabal (1868/71). Finalmente, para 1908 se completaron otros predios que eran conocidos como «Tierras de los hornos de ladrillos»”.

Al repasar los planos antiguos de la ciudad, en especial el confeccionado por el agrimensor Chapeaurouge en 1903, la zona de ambas vecinales Loyola denota que no todo el lugar estaba en manos de los jesuitas. 

Esta graficación detalla la presencia de las vías del ferrocarril a Las Colonias, que “partió” al medio los terrenos de los jesuitas, razón por la cual acordaron con la constructora del ramal, terciarizada a la empresa de los hermanos escoceses Hüme, la instalación de la estación Las Flores para utilizar como medio de transporte al tren desde la ciudad poblada hasta el campo jesuita.

El plano de 1903 ubica a toda la zona oeste de Loyola Sur, con límite en lo que era el Viejo Camino a Esperanza (aproximadamente actual Diagonal Vuelta de Obligado), a nombre del “Colegio de la Inmaculada Concepción”. Puntualmente se dibujan las construcciones del “casco” de la entonces reconocida “Estancia de los Jesuitas”. Este predio incluye también en parte a la zona del barrio Los Troncos, y más al sur, para Santo Domingo y Las Lomas, como propietarios a “Testamentario Salva”. Finalmente, el 1903 se reconoce al sector sureste de Loyola Sur (Gorriti, Larrechea y las vías en diagonal al norte), el predio a nombre de “Segbizzi”.

El sector de Loyola Norte coincide prácticamente con la actual vecinal del mismo nombre, completamente, a nombre también del “Colegio de la Inmaculada Concepción”, es decir flanqueado por las vías al sur, y aproximadamente por Diagonal Obligado al oeste, Manuel Menchaca al este y al norte Chubut.

El próximo registro gráfico relevante de la zona se ubica recién en 1935, en el que se denotan algunos cambios substanciales en favor de la Compañía de Jesús. A los terrenos que ya estaban a nombre del “Colegio de la Inmaculada Concepción” figuraban luego bajo propiedad de la “Compañía De Jesús”. Lo significativo es que el antiguo campo de “Segbizzi” pasaban a manos de la mencionada congregación, incluso con ambas parcelas divididas diagonalmente por las vías de entonces “Ferrocarril Santa Fe”, más conocido como “Francés”, por la titularidad de capitales galos.

Ambos planos denotan además el poco cambio en la tenencia de la tierra y su parcelamiento, en una zona de extramuros, muy alejada de la ciudad, y ciertamente protegida de subdivisiones como en otros lugares cercanos, por la pertenencia a la Compañía de Jesús, y su relación como espacio de retiro y campo de provisión de productos de granja y pecuarios para el Colegio Inmaculada.

PLANO 1903
PLANO 1935

De la quinta jesuita al barrio

La zona del denominado campo “San José del Piquete”, por la presencia jesuítica y el monolito que recordaba al padre terrenal del Jesús en la vera del Salado, marcaron el tiempo con un devenir que sólo era interrumpido en la zona por el paso de las formaciones de los trenes en su ir y venir a Las Colonias. En el apeadero que había aproximadamente en el kilómetro ocho de las vías, cerca, se ubicaba el casco de la Estancia de los Jesuitas. Vale ampliar al respecto lo explicado por Dalla Fontana sobre la extensión original de ese campo, que tenía su mayor porción al oeste de río.

QUINTA JESUITA Y BARRIO LOYOLA - GOOGLE EARTH

Dice el autor en su libro sobre la historia de “Piquete y Las Flores” al citar un informe del concejal Leonardo Simoniello que “Hoy esta gran fracción de terreno, es atravesada por la Av. Circunvalación, que además es el terraplén de defensa de la ciudad contra inundaciones. Hacia el este del río Salado, integrada al ejido de la ciudad, está la fracción menor de unas 260 hectáreas, donde se encontraban todas las edificaciones, y sobre la margen oeste, la mayor fracción de casi 1.000 hectáreas, siendo hoy parte del valle de inundación del río, conocido como zona de islas, con un gran valor paisajístico”.

En términos de la urbanización del espacio, de la transformación del campo de los jesuitas, con su casco principal con la capilla y la casa de retiro, y la quinta lindera donde existían el tambo, la casa del cuidador, los galpones, el tanque y la pileta de natación, hacia los primeros loteos, se debió avanzar hasta bien pasada la mitad del siglo pasado.

Las crónicas reflejan que para la década de 1970 comenzaron los primeros loteos de parte del Colegio Inmaculada en la zona norte del predio jesuita, es decir en el sector que corresponde a lo que luego se conformó como Loyola Norte, al norte de las vías del ferrocarril. 

Luego continuaron los loteos sobre la zona cercana a los terrenos ferroviarios, espacio que oportunamente cuando el ferrocarril se trazó en la zona a fines del siglo XIX los jesuitas vendieron a la empresa. Así las cosas, la segunda etapa de loteos del otrora campo de los jesuitas se concentró cerca de las vías, del lado sur, y en las inmediaciones del Camino Viejo a Esperanza, que también lo atravesaba de sur a norte.

Lo dicho, durante los años 70’ se desarrolló la mayor parte del fraccionamiento de los terrenos, con apertura de calles para su venta, por parte de la congregación. Los primeros vecinos se asentaron es esos espacios adquiridos a los jesuitas, pero en los que los servicios no estaban presentes. De hecho, el ingreso al primer sector loteado correspondiente a Loyola Norte tenía, y tuvo por muchos años hasta algunas aperturas de cruces sobre los ex terrenos ferroviarios, al bulevar 12 de Octubre desde Teniente Loza para llegar. Es decir, desde el norte se entraba a Loyola Norte. Esta parte de Loyola también tuvo sus asentamientos sin titularidad de las parcelas, aspectos que encontraron solución definitiva recién adentrado el Tercer Milenio con la acción de regularización dominial encarada por el municipio.

Sobre esos primeros vecinos se puede recuperar un artículo de las “Crónicas de Barrio” del diario El Litoral en la que entrevistaban a un matrimonio de vecinos, Enzo y Belquis, que contaban al vespertino que desde llegaron al barrio a inicios de los años setenta cuando “Adquirieron dos terrenos que les compraron a los jesuitas y comenzaron a construir su casa a pulmón. En ese entonces era todo campo y caminaban hasta Monte Vera para desmontar árboles que luego cambiaban por ladrillos. Su vida no fue fácil, todo lo que lograron lo hicieron con mucho esfuerzo y sacrificio. Actualmente reclaman el asfalto de su calle Alfonsina Storni al 6800 debido a la necesidad del ingreso de ambulancias. En la cuadra existen muchas personas que deben ser atendidas de urgencia. De hecho, Belquis necesita hacerse diálisis tres veces por semana”. (El Litoral – 1/9/2015)

LOYOLA SUR - FB LILIANA BENITEZ
VECINAL LOYOLA SUR 2013 - FB LILIANA BENITEZ
JARDIN MUNICIPAL - LOYOLA SUR

Por otro lado, el sector de Loyola Sur adquirió otra fisonomía en cuanto a la ocupación del espacio, que sin embargo fue parcial. Con algunos terrenos loteados y vendidos, también por el Colegio Inmaculada, otros fueron ocupados de manera irregular, intrusados, por ranchos o viviendas muy precarias. Algunos de esas oleadas de ocupación, entre compulsiva por la necesidad de un lugar para vivir, o por expulsión de otros sectores de la ciudad donde se habían asentado, fueron en realidad evacuados por crecidas del Paraná o del mismo Salado.

Así lo refleja Dalla Fontana cuando recuerda lo publicado por el Nuevo Diario en 1975 que describía en cuanto a la zona de Loyola Sur que “La inundación de 1973/74 generó distintos desplazamiento y radicación de familias inundadas en distintos lugares de la ciudad. La nota periodística nos cuenta que fueron 42 familias las que se ubicaron provisoriamente en barrio “Quilmes” (forma parte del barrio Barranquitas este). Luego, Se necesitaron varios años, para que este grupo fuera ubicada en Loyola Sur”.

La otra etapa corresponde a la crecida del Paraná de mediados de los años 90’. El mismo autor refiere en su tarea investigativa que “También, había otro grupo de vecinos que estaban ubicados en los vagones del FF.CC. Belgrano en el actual Parque Federal. Posteriormente bajo la intendencia del Dr. Horacio Rosatti (1995/99) y como gobernador Jorge Obeid en los años 1996/97, se trasladaron todas las familias a Loyola Sur (había un 80% de personas Qom y un 20 % de criollos). Esta población había llegado en 1994 a Santa Fe, en su mayoría de la zona de Castel (Provincia del Chaco) y fueron trasladas a Loyola Sur”. («Ciudad invisible. Piquete Las Flores y sus barrios» – Miguel Ángel Dalla Fontana – 2022)

Esa etapa se puede encuadrar en la presencia del padre Atilio Rosso y del Movimiento Los Sin Techo. En este caso, se cambiaron casitas por ranchos, también con la intervención de la Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional Santa Fe. 

Dalla Fontana menciona al respecto que “Se realizó un convenio con el municipio para los terrenos que fueron cedidos por la Compañía de Jesús a cambio de la abultada deuda por impuestos. Por otro lado, un convenio con CECOVI (Centro de Investigación y Desarrollo para la Construcción y la Vivienda) que depende de la U.T.N. (Universidad Tecnológica Nacional). En ese momento asume con director de viviendas y loteos por “Los Sin Techo” y se construyeron cien viviendas económicas en Loyola Sur. Y por otro lado el movimiento del padre Rosso construyeron otras doscientas cincuenta más viviendas para la comunidad Qom sumado a las cuarenta y dos familias que habían llegado del barrio “Quilmes” (erradicando los ranchos)”.

El tramo final del desmembramiento del campo “San José del Piquete” de los jesuitas llegó ya para la década del 2010. Antes, luego de los loteos, la Compañía de Jesús se preservó la propiedad de unas 28 hectáreas, que contenían la quinta y los cimientos del viejo “casco” de la estancia, donde estuvo la casa de retiro y la capilla, construcciones que fueron demolidas a fines de los años sesenta, luego de haber permanecido como referencia ineludible del lugar por más de 80 años.

VIVIENDAS LOS SIN TECHO BARRIO JESUITA 2020 I - WEB MOVIMIENTO

El Barrio Jesuita

Como una parte de Loyola Sur, el naciente Barrio Jesuita se conformó ya en el siglo XIX con la cesión de las últimas tierras del otrora “Campo San José de Piquete”, de Colegio Inmaculada, bajo la titularidad para este acto administrativa a cargo de la Mutual que gestiona el colegio jesuita en el centro de la ciudad. Fue mediante la ordenanza N.º 12.086/2014 que ese traspaso se concretó. Con esta medida se iniciaron las acciones para urbanizar el resto de los espacios disponibles en un espacio que se conformó entre la Circunvalación Oeste (RN 11), Gorriti al sur (aunque es parte del reservorio hasta la altura de calle Mantovani), luego por Pedro Thomas de Larrechea y la Diagonal Vuelta de Obligado; hasta la diagonal que trazan los ex terrenos del ferrocarril. Vale decir que para el 2023 algunos sectores en la periferia de los terrenos de la quinta jesuita se encontraban intrusados con la instalación precaria de hornos de ladrillos, mecanismo de subsistencia para familias pobres del lugar.

En diciembre de 2017 se licitaron desde el municipio obras de urbanización en el nuevo Barrio Jesuita, con el aporte de los terrenos por parte del Estado local y el proyecto de las mejoras, mientras que la financiación para la infraestructura urbana devenía de recursos provinciales y la Nación financiaba la construcción de las 140 viviendas destinadas a familias en situación de riesgo hídrico. Según la comunicación oficial del municipio reflejada en el diario Uno Santa Fe, esa licitación constituía “una primera etapa de la infraestructura vial, de desagües pluviales, red de agua potable y red eléctrica para el sector comprendido por las calles Mantovani (al Sur), las vías de F.F.C.C. (al Norte), Larrechea (al Este), y Pje. Público (al Oeste). Asimismo, se intervendrá en calle Piedrabuena entre las calles Larrechea y Furlong. A partir de la urbanización, la intervención tiene como objetivo a mejorar la calidad de vida en toda la población beneficiada directa e indirectamente, contribuyendo al ordenamiento urbano”. (Uno Santa Fe – 29/12/2017)

VIVIENDAS BARRIO JESUITA 2020 - GOBIERNO PROVINCIAL
VIVIENDAS LOS SIN TECHO BARRIO JESUITA 2020 - WEB MOVIMIENTO
VIVIENDAS BARRIO JESUITA 2019 - WEB LT9

Para septiembre de 2019 se entregaban el primer grupo de casas con título de los terrenos a familias reubicadas de la Vieja Tablada, lugar fuera del anillo defensivo establecido por la Circunvalación Oeste en cercanías del antiguo Frigorífico Municipal. En un acto encabezado por el intendente José Corral, junto a Los Sin Techo, se veían beneficiadas las primeras familias de las 20 hectáreas urbanizadas para constituir el nuevo Barrio Jesuita.

Ese grupo de casas tenía las siguientes características según lo publicado por el vespertino local: “El prototipo de vivienda fue diseñado para adaptarse a distintos tipos de terrenos, y deja abierta a múltiples alternativas para agregar módulos habitaciones en planta baja o en planta alta. Esto permite, a partir de los 51 metros cuadrados de superficie inicial, poder crecer y alcanzar una superficie de 190 metros cuadrados. Así, las casas están diseñadas para ofrecer autonomía en la concreción de las iniciativas de ampliación o mejoras de acuerdo a las necesidades y posibilidades de cada familia. 

Las viviendas se construyeron sobre platea de hormigón y piezas prefabricadas en paredes y techo, por lo que la losa de techo queda preparada para el crecimiento en altura. En todos los casos, cada una de las unidades habitacionales cuenta con cocina comedor, baño y lavadero. Las casas en planta baja tienen además patio y un espacio libre al frente para una futura cochera, comercio o taller. En tanto, las unidades en planta alta cuentan con escalera de ingreso a la vivienda de manera independiente, y una terraza balcón de 26 metros cuadrados”. (El Litoral – 25/9/2019)

En mayo de 2020, con el convenio suscripto, Los Sin Techo informaban en su página de Internet las tareas desarrolladas en la construcción de las casas, con mutua ayuda y autoconstrucción de parte de los propios beneficiarios, como era de práctica en la modalidad desarrollada por el movimiento. 

Decían en aquella oportunidad que “Se encuentra finalizada la primera etapa del plan de erradicación de ranchos del barrio Los Jesuitas, que benefició a 10 familias. Las mismas fueron construidas por el Movimiento Los sin Techo en el marco de un convenio con el Ministerio de Infraestructura, Servicios Públicos y Habitar de la Provincia de Santa Fe a través de la Secretaria de Hábitat, Urbanismo y Vivienda, en terrenos aportados por la Municipalidad local.  El convenio en desarrollo contempla la continuación del plan para beneficiar a familias viviendo en ranchos en la zona. Simultáneamente se procede a la urbanización del barrio, extensión de líneas de alumbrado eléctrico y de redes de provisión de agua potable”. (Los Sin Techo – 23/5/2020)

En julio de ese año unas veinte familias recibían sus casitas, lo que era su primera vivienda de material, siempre dentro del grupo ubicado en el Barrio Jesuita, en Menchaca y Piedrabuena. En un programa realizado por etapas, la entrega de las veinte unidades avanzaba entonces con un plan de 68 viviendas, con un total de 30 entregadas y el resto en proceso de construcción.

 

Para fines del 2020 el gobierno de la Provincia comunicaba el avance de la construcción de un grupo de 29 viviendas bajo convenio con Los Sin Techo dentro del mismo predio del barrio que previamente había comenzado a urbanizarse. El parte de prensa oficial detallaba que “Se trata de unidades habitacionales que se ensamblan con paneles de hormigón prefabricado y se montan sobre una platea previamente realizada. Se caracterizan por poseer un diseño universal, flexible y evolutivo que contempla la posibilidad de realizar futuras ampliaciones”. (https://www.santafe.gob.ar/noticias/noticia/269126/)

Así, por etapas, dentro de la década de 2020 se avanzó con la construcción de viviendas para familias de los barrios cercanos que habitaban en ranchos, tanto de Loyola como de Yapeyú y la Vieja Tablada, con un total de unas 80 unidades entregadas en este sector hasta fines de 2023. 

La continuidad del plan trazado por el municipio comprendía en 2024 la construcción de nuevas viviendas, y la puesta en valor del predio central de la quinta, de la zona de las ruinas del tambo y el casero, más el lugar que ocupó la capilla y la casa de retiro.

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